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El matí de Catalunya Ràdio


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Time transcribed: 71d 7h 0m 21s

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Y me quedo con las divas porque, claro, están hablando del brus y de los concesos y hacia aquí, hacia allá,
creado de Sant Jordi Amunt, creado de Sant Jordi aquí, de la amiga.
Sí.
La Marina ya la tiene desde hace años.
Sí, muchos años.
Y el oliver no lo sé.
El oliver es el cabra, oliver, cuánto le han dado a ti?
No, no sé, he de hablar con ellos, pero de momento no me han contestado.
El año que ve, tú serás oliver.
Y un whatsapp.
He de decir que me gustaría, la verdad.
Claro que sí, que hace ilusión esto, se ha de reconocer.
Sí.
Puedo hablar de Bruce Springsteen.
Habla, habla.
Y el diapasado, tocé sin dormir y acabé el concerto, sopé allá, hice mi copa de cava,
porque estaba allá fresca y neta, súper bien todo.
Y llegué al hotel, miré por la pared allá en Plaza España y con Bruce Springsteen,
cuando ya había terminado todo y había reconocido todo y ya me iba a dormir, todavía estaba tocando.
Y ya estaba esperando que acabara, perdón, a qué hora acababa, y no acababa nunca.
Incombustible.
Y este hombre es absolutamente incombustible, además sé que ha hecho dos o tres días seguidos.
¿Va a hacer el diapasado y el diapasado?
Ah, diapasado y diapasado, vale, va a descansar, exacto, vale.
Sí, sí, sí, sí, va a descansar, va a ir a comer muy bien, porque claro, en unos restaurantes,
que tú dirás, la marca es...
Sí, sí, bueno, así me quedé más tranquila, porque entre los días seguidos...
73 años, eh.
No puede ser, wow, no puede ser, no, sí, sí, sí.
Muy bien, enhorabuena.
Ay, bien, en todo caso, a través de toda esta brujería que nos ha agafado con Bruce Springsteen,
nos ha venido de gusto saber vosotros qué piensáis, cómo lo veis, cómo vivís el tema de las discográficas,
que esto por la gente de afuera del sector, las que nos adiquen a la música,
pues igual que cuando nos habéis explicado cuál es el papel del crítico musical, del manager,
pues claro, checa mucho, bueno, mucho interés, no sé, en las discográficas,
¿qué hace una discográfica, Joan Miquel?
La discográfica...
¿Qué hacía? ¿Puede decir qué hacía?
¿Qué hacía? Cada vez, pobres, se están quedando...
¿Qué hacía?
Venga, Marina, explícalo tú, explícalo tú.
¿Qué hacía antes una discográfica?
Sí, bueno, antes hacía muchas cosas, pero ahora, pobres, como que discos prácticamente no se venden,
se han tenido de despegar mucho y poca cosa pueden hacer.
También la autopromoción de los grupos, con las redes sociales y todo eso, también ha cambiado mucho.
O sea, antes era la discográfica decidía cuáles artistas aquel año participarían del mercado
y hoy en día es un poco más aleatorio y decide más el público.
La gente tria quiénes artistas le gustan más, con los likes y los followers de Instagram y todo eso.
Creo que han quedado un poco apartados por eso,
porque ahora la cosa es un poco más espontánea que antes.
¿Y hay más o menos discográficas ahora?
Plataformas. No son las plataformas, los Spotify ya no...
Y la música ha cambiado, yo creo que de una manera abismal.
Yo creo que todos hemos ido a comprar aquel vinil, el líquido para netejarlo,
la agulla, porque eso no es bien, aquella esponjeta, aquella gamusa,
todo eso ya es una cosa que está allá llunyada.
Yo creo que el peor...
Hay cosas que han ido mejor por mejor, que es esta cosa instantánea de buscar una canción
y en aquel momento de cualquier lugar del mundo la tienes en tu vida.
Y las otras es que has dejado de pensar en un disco como un conjunto,
como un conjunto de canciones, como una cosa que comienza y acaba,
y que pones las canciones, pues comenzará el disco así, acabará,
y en el medio ya habrá, con un sentido, con un orden, ¿no?
Yo tengo una abuela que un día va a venir a casa me va a ver los discos y va a decir
¡Ostras, tieta! ¿Quiénes son tan grandes que tienes?
No sabía que era un vinil.
¿Qué es un vinil? ¿Yo que he hecho tan grandes donde los has hecho?
Y cuando veían un cassette, ellos sí que no sabían.
¿Y el cassette? La guerra ya.
Porque un vinil dice, vale, es un cd gran, pero el cassette, ¿qué debe ser eso?
Estaban no teniendo ni idea.
Claro, ¿y para tu, Jaume, en qué sentido o qué función tenían las discográficas?
¿Cómo te has relacionado tú?
No, aviam, sí tenían una función.
Y muy importante que era filtrar las propuestas de los artistas, de los músicos,
de los cantantes, de los compositores, filtrarlo y venderlo al público, ¿no?
Este es el sentido de la industria discográfica, porque es una industria.
Es una industria que en los años 80 va a llegar al máximo pujeo
y con el dinero, o sea, en los años 80 la industria discográfica
va a llegar a generar a nivel mundial casi tan dinero prácticamente
como la industria del coche o la industria farmacéutica.
En el sentido de que se colocó como el primer, si no el primer, el segundo lugar,
bueno, o de la industria de armamento también, que son las industrias punteras.
La industria discográfica va a llegar aquí.
Y gracias a este boom, a este superhábit, es cuando esta misma industria
va a comenzar a invertir en tecnología, en tecnología digital.
Es a partir de aquí.
Y la industria discográfica se va aguantando aún bastantes años, unos 20 años o así,
y después poco a poco va a comenzar a caer.
Y hoy en día es una industria que no pinta nada.
Porque no es ya la industria discográfica.
Se ha convertido en una industria polidimensional.
O sea, toca muchos campos.
Toca el campo del manejamiento, de los artes autorales, editoriales,
del merchandising, de la publicidad, del cine, en fin, de muchas cosas.
Libres también sobre música, etcétera, etcétera.
No se puede hablar de industria discográfica.
Pero es la propia industria que hace que el disc, que el vinil se destruye.
Porque ellos fabrican el CD verde para poder hacer las copias.
Copias que una persona compraba un disc y después ese disc se modificaba
y se hacía todo lo que se llamaba la piratería.
Aquí comienza el declive de las discográficas.
La propia industria se boicotea a sí misma.
Bueno, se desarrolla a sí misma.
Y muta unos productos para los otros.
Ahora ya no es necesario comprar el EP, es que se compran muchos donadores.
Pero es igual un negocio para mí.
Claro, esto es histórico.
En el final, la gente dice, ahora está súper bien porque puedo escuchar
toda la música que quiera, gratis.
No, no, no.
Te has comprado un teléfono que vale una pasta, 600, 600, 700 euros o 1000 euros.
Y en dos años se te rompe y tienes que comprar otro.
O sea, no escuchas música gratis.
Lo que ha pasado es que en vez de cobrar los músicos,
cobran el fabricante de teléfonos.
Y esta historia de decir, no, la cultura es libre,
yo no privo a mis hijos de la cultura, la música es gratis, tal.
Todo esto lo han incentivado la gente que después te venden los cascos,
te venden los teléfonos y te va toda esta historia.
O sea, ha habido un transversalidad de capital que en vez de ir al mundo
al mundo de las discográficas y al mundo de los músicos,
se ha pasado hacia el mundo de las máquinas.
Pero la gente está pagando igual o más que antes para sentir música.
Yo lo veo así.
Sí.
En el cambio, los autores y los intérpretes...
Cobran menos.
...les llega muchísimo menos, una pequeña parte, solo.
Sí.
Pero, sobre todo, también yo pienso que hay una cosa un poco más calada,
a ver qué pensáis, que ya no tenemos...
La música parece que no tiene valor.
Hay muchísima gente que ya no escucha una canción sencera.
Porque en Spotify pasas de un...
Es que casi que me pasa a mí, incluso.
Yo a esta canción ya pasas con otra, con otra, con otra...
Y hay como una banalización de la propia música.
Bueno, eso es lo que tiene tener la máquina en la mano, el teléfono.
Vas haciendo el scroll again
y pensás, va, lo que estoy mirando me gusta,
pero seguro que hay una cosa que me puede agradar mucho.
Exacto.
¿Qué me estoy perdiendo?
Sí.
Y eso casi casi...
Bueno, hoy en día se considera una adicción, ¿no?
Y hay gente que ha de ir, digamos, a terapia
para llevarse de esto, ¿no?
Como si fuera una droga, que lo es.
Y es una amiga, claro.
Y, en el final, la música es aquella arte pobrez
que no pinta nada ni en todo esto, casi, casi, ya, ¿no?
Porque, además, no, no tiene fin.
Tú puedes escuchar música hasta la fin de tus días.
Sí.
Y la redundancia no tiene fin.
Un día se acababa, en tu casa tenías unos cuantos discos,
o algún día se podían acabar
si volvías a escuchar durante toda tu día y noche música.
Ahora no tiene fin, no tiene fin.
Yo mismo no tengo Spotify,
no tengo Spotify instalado ni contenido ni nada.
Me dicen, eh, escucha esto, no puedo escuchar.
¿Y cómo escuchas música, entonces?
Mira, tengo viniles, la verdad.
Me pongo los discos que tenía mi padre y mi madre
cuando era pequeño.
Y, de vez en cuando, compro viniles y escucho.
Y es de esta manera, porque, claro,
yo mismo sé que soy víctima de este fenómeno, ¿no?
Y sé que si me pongo Spotify dentro del teléfono,
si me hago un cuenta,
pues acabaré igual que los otros y no me voy a acabar.
Es un poco eso.
Bueno, no, no, claro, es que todos,
todos deberíamos hacer como tú.
Yo tampoco tengo nada y solo tengo viniles, ¿no?
Pero, claro, el ruido de la gente,
la mayoría de la gente, lo que dice la Marina,
pues tiene acceso al ordenador o al smartphone o tal,
un aparell que te permite, con un clic...
Infinit.
Escuchar todo lo que quieras y infinit.
Sí, sí, miles y miles y miles y miles de canciones
y sin ningún esfuerzo y sin pagar.
Pero también es un placer, aquí está el dilema, niños,
que también es un placer poder hacer esto,
poder escuchar cosas de todo alrededor del mundo.
Sí, claro.
Desde allá, ¿dónde estás?
A dalt de una nave, un avión caminando, paseando.
La otra punta del mundo.
La otra punta del mundo.
Sí, totalmente.
Los dos son insólites de todo el mundo.
Sí, sí, sí.
Los dos en punto.
Nosotros sí que somos insólitos y únicos.
Joan Miquel.
Mira, mira, con el sonido del vinil de Fonis.
Joan Miquel, un abrazo.
Un abrazo, buen día.
Adiós, Marina Rosent.
Muchas gracias.
Qué tal?
Muy bien.
Jaume Cisa.
Adiós, adiós.
Hasta la semana que viene.