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Pablo Iglesias ha estado en Chile para defender que un tercio de todos los medios de comunicación
ha de ser propiedad del Estado, otro tercio propiedad de organizaciones sociales como
sindicatos, asociaciones estudiantiles o comunidades de vecinos, y solo un tercio propiedad del
sector privado, salvaguarda o ataque frontal a la libertad de prensa.
Veámoslo.
Pablo Iglesias lleva denunciando desde antes de abandonar la política que existe un gigantesco
poder mediático, incluso superior al poder político, al poder estatal, que está representado
por las grandes empresas de comunicación, que son propiedad de los grandes millonarios
de un país, y a través de ese poder mediático se manipula a la sociedad para que vote como
los ricos desean que vote.
Y eso preocupa enormemente a Pablo Iglesias, porque considera que aún cuando una formación
política como podemos llegar a conquistar el poder del Estado, como tendría toda la
brunete mediática en su contra, sería incapaz de articular cambios sociales de calado, porque
ese poder mediático sería incluso superior al poder político que podría tener, por ejemplo,
un gobierno de Podemos con mayoría absoluta.
Y como Pablo Iglesias cree haberse dado cuenta de esto, sobre todo, una vez ha estado dentro
de las entrañas, dentro de las tripas del poder, y se ha dado cuenta del margen real
de maniobra que tienen desde allí los políticos, ya digo, desde hace bastantes meses, incluso
antes de abandonar la política, ha emprendido una campaña, creando su propio medio de comunicación,
o sea, de paso, ha emprendido una campaña para denunciar el excesivo poder que tienen
los medios de comunicación, y para deslizar la idea no siempre explicitada suficientemente
de que es necesario que el Estado ponga coto a esos medios de comunicación.
Y digo que Pablo Iglesias no siempre explicita esta última idea, porque muchas veces se
queda en la denuncia genérica de que los medios de comunicación influyen demasiado
y que además mienten. Pero bueno, si el problema es que los medios de comunicación mienten,
y desde luego muchos de ellos lo hacen, lo que habrá que hacer es exponer, criticar,
desvelar las mentiras de esos medios de comunicación, como tratamos de hacer muchas veces en este
canal de YouTube, como tratan de hacer muchos distintos canales de YouTube, y como hace diariamente
Pablo Iglesias en su programa de la base. Pero evidentemente Pablo Iglesias no se conforma
con desmentir a los medios de comunicación que desde su perspectiva mienten, lo que querría
conseguir es algo más, y ese algo más, como mencionaba antes, no siempre lo explicita
en sus críticas a los medios de comunicación. Sin embargo, hace unas semanas estuvo en
Chile, pues entre otras razones, porque como ya explicamos en un vídeo anterior, desde
el punto de vista de Pablo Iglesias, su teoría de que los medios de comunicación son más
poderosos, que el poder político se ha demostrado en el reciente plebiscito constitucional
en Chile. De acuerdo con Pablo Iglesias, si la mayoría de los medios de comunicación
de Chile no fueran de derechas, entonces la propuesta de nueva constitución en Chile
debería haber salido aprobada de manera masiva. Sin embargo, los medios de comunicación
de derecha chilena manipularon a la población para que votara en contra, para que votara
rechazo. Como ya comenté en su momento, esta teoría se topa con un obstáculo bastante
elemental, y es que hace menos de un año las elecciones presidenciales chilenas las
ganó con una cierta holgura en los votos Gabriel Bori. Es decir, las ganó el Pablo
Iglesias chileno. ¿Cómo es posible que si los medios de comunicación tienen la capacidad
para darle la vuelta a un referéndum constitucional en una magnitud tan amplia como la que sugiere
Pablo Iglesias? ¿De haber ganado extraordinariamente el apruebo? ¿A haber ganado extraordinariamente
el rechazo? Esos mismos medios de comunicación omnipotentes no tuvieron la capacidad de
impedir que Gabriel Bori guiara a la presidencia de Chile. Básicamente lo que presupone Pablo
Iglesias es que todo el pueblo es fácilmente manipulable, son corderitos a los que el pastor
guía en la dirección en la que los quiere guiar, y por tanto, si el pastor son los medios
de comunicación, los guiará hacia allí donde los medios de comunicación estén interesados
en guiarlos. Pero claro, lo que él querría es ser el pastor que guía ese pueblo hacia
donde él quiere guiarlo. Como digo, Pablo Iglesias fue a Chile a reiterar esta teoría
que la extrema izquierda había perdido en el referéndum constitucional porque no controla
los medios de comunicación, y allí durante una conferencia en la Universidad de Chile
planteó cuál sería su propuesta de una ley de medios de comunicación para reducir
el poder que tienen los medios de comunicación privados dentro de una sociedad.
Por una parte creo que tiene que existir al menos un tercio de medios públicos no definidos
por el Estado o por el Gobierno de ese Estado, sino definidos a partir de las propias correlaciones
parlamentarias y lo que vota la gente. Y al mismo tiempo creo que hay que reconocer
como parte de lo social a actores que no tienen la capacidad económica para intervenir en
el mercado, pero que son actores sociales ineludibles. Creo que una sociedad más plural
podía prever mecanismos para que asociaciones de vecinos, organizaciones sindicales, estudiantiles,
sectores de la sociedad civil puedan gestionar medios de comunicación del mismo modo que
podría haber un tercio de medios de comunicación públicos que respondieran a la pluralidad
que expresan los ciudadanos votando y además un tercio de medios de comunicación básicamente
para que los millonarios puedan seguir teniendo televisiones o radios.
Y creo que eso siempre en el marco de la economía de mercado garantizaría que los medios de
comunicación se parecen un poquito más a la sociedad. Es decir, que el debate no es
entre un sistema en el que todos los medios son propaganda del Estado o todos los medios
son privados, sino que la propia pluralidad social puede de alguna manera traducirse a
los medios de comunicación existentes en un país.
Vamos que los ciudadanos, los contribuyentes tenemos que pagarle a cada partido político,
a cada sindicato, a cada organización estudiantil, que sea en el fondo una organización pantalla
de los partidos políticos, a cada uno de ellos les tenemos que pagar su propio medio
de comunicación. No son ellos quienes han de buscar financiación, entre quienes crean
en su proyecto para lanzarlo. No, somos todos los demás que no creemos en su proyecto los
que tenemos que terminar financiándolo para que los partidos políticos puedan seguir
haciendo propaganda desde múltiples frentes mediáticos, pero detrás de la pantalla de
medios de comunicación públicos o de medios de comunicación vecinales, sindicales, estudiantiles,
sociales.
Pero dejando de lado la cuestión meramente crematística, es decir, que se nos quiera
obligar a cada uno de los ciudadanos a financiar medios de comunicación que atentan radicalmente
contra nuestra ideología, si es verdad que son medios de comunicación representativos
de las sensibilidades sociales mayoritarias, pues deberían ser capaces de recaudar fondos,
de recaudar financiación, entre esos millones de españoles a los que supuestamente están
representando.
Pero bueno, dejando de lado esto, planteémonos algunos problemas operativos más pedestres
en la propuesta que está planteando Pablo Iglesias.
En primer lugar, ¿cómo medimos que ese tercio de medios de comunicación públicos y ese
tercio de medios de comunicación sociales son verdaderamente representativos de las diversas
ideologías que existen dentro de una sociedad?
Pablo Iglesias apela a la representación parlamentaria.
Entiendo que lo que está diciendo es, si un partido político copa la mitad del Parlamento,
entonces debería, su ideología, debería copar la mitad del tercio de medios de comunicación
públicos, es decir, que habría que repartir ese tercio de medios de comunicación públicos
en función del número de escaños que cada grupo político posee en el Parlamento.
De entrada a esto ya tiene un problema, y es que si un partido político en una determinada
legislatura consigue una mayoría absolutísima, como la que consiguió, por ejemplo, Felipe
González en el año 82, o como la que consiguió prácticamente Mariano Rajoy en el año 2011,
pues en ese caso, ese partido político tendría prácticamente todo el control, o tendría
la mayor parte del control de ese tercio de medios de comunicación públicos, es decir,
que estaríamos reforzando mediáticamente al poder político.
Una vez alguien consigue mucho poder político, prácticamente, desde el punto de vista de
los medios de comunicación, no podrá perderlo, porque cuanto más poder político tenga,
más poder mediático tendrá.
Eso es, por cierto, lo que sucede claro en las dictaduras, que el poder político y
el poder mediático están alineados, porque el poder político controla al poder mediático.
Pero además hay otros problemas, y es, esos medios de comunicación públicos serían
telepesoe, telepepe, telebox y telepodemos, o serían medios de comunicación públicos
que meramente reflejarían las ideologías de esos grupos políticos, pero sin ser terminales
mediáticas propiedad de esos grupos políticos.
Porque supongo que Pablo Iglesias está planteando, al menos, en términos formales, de cara
a la galería, está planteando este último modelo, es decir, que los medios de comunicación
públicos representen las ideologías de los grupos políticos del Parlamento, entiendo
que no está planteando que le demos directamente la propiedad a cada uno de esos grupos políticos
o la gestión a cada uno de esos grupos políticos de un medio de comunicación.
Quiero entender eso, pero claro, si es lo que plantea es, bueno, pues si un tercio de
los escaños en el Parlamento le corresponden al Partido Popular, como el Partido Popular
tiene una ideología de derechas, entonces es un tercio de los medios de comunicación
públicos a detener una ideología de derechas.
Pero entonces el problema es, ¿quién mide que el medio de comunicación público que
se le asigna supuestamente a la derecha a defender los valores y los principios y las propuestas
de la derecha realmente defiende eso y no otra cosa bastante distinta?
Es decir, debería ser del Partido Popular quien dijera, este medio de comunicación
público me gusta, su línea editorial encaja con lo que a mí me interesa que diga.
O, en cambio, los periodistas que trabajen en ese medio de comunicación público de
derechas deberían tener cierta libertad ideológica para poder dentro de ese medio de comunicación
decir y hacer lo que quieran, porque si es esto último podemos tener medios de comunicación
públicos imputados nominalmente a la derecha que luego se dediquen todo el día a hacer
guerra contra la derecha y quien dice la derecha dice lo mismo de la izquierda.
Por tanto, esa correspondencia entre, tengo tantos escaños, tengo tanto poder mediático
dentro del segmento de medios de comunicación públicos no se da salvo que le entregues
el control directo de cada uno de esos medios de comunicación públicos a cada uno de
los partidos políticos, lo cual me parecería verdaderamente obsceno porque es, en última
instancia, lo que mencionaba al principio, que los ciudadanos financiemos telepodemos,
que financiemos telebox, que financiemos telepepe, que oye que si alguien lo quiere financiar
pues allá él, si no se quiere suscribir a un medio de comunicación, hay muchos medios
de comunicación que son de suscripción, pues allá él con su dinero, pero hombre,
a mí que no se me obligue ni a financiar, telepodemos, ni telepepe, ni telebox.
Segundo problema, ¿cómo medimos eso de un tercio son públicos, un tercio son sociales
y un tercio son privados? ¿Lo medimos en términos de cantidad de número de medios de comunicación?
Oye, tenemos cincuenta medios de comunicación privados, tenemos cincuenta medios de comunicación
vecinales, estudiantiles y sindicales y tenemos cincuenta medios de comunicación públicos.
Bueno, pues si lo medimos en términos de números, nada impedirá que los medios de comunicación
de los millonarios sigan teniendo muchísimo más poder mediático del que les quiera asignar
Pablo Iglesias, que es un tercio. Si los medios de comunicación de los millonarios disponen
de muchos más recursos, de mucha más capacidad para, por ejemplo, imprimir periódicos y
distribuirlos por todo el país, de mucha más capacidad para instalar estaciones de
radio por todo el país, de mucha más capacidad para hacer programas en televisión que sean
mucho más vistosos, mucho más agradables de ver que los que pueda hacer una asociación
estudiantil o una organización vecinal, pues entonces los medios de comunicación de los
ricos pueden seguir poseyendo el 90, el 95% de todas las audiencias del país y en ese
caso el objetivo de que esté distribuido el poder mediático como en la época franquista,
un tercio para las cortes, un tercio para las familias, para los sindicatos y para otras
organizaciones sociales y un tercio para el sector privado, para los ricos, pues ese
objetivo se vería obviamente frustrado. Otra alternativa, claro, sería medirlo en
términos de recursos, por ejemplo, número de trabajadores. La plantilla de los medios
públicos ha de ser un tercio de todos los periodistas que hay en el país, la plantilla
de los medios sociales, vecinales y demás, ha de ser otro tercio y la plantilla de los
medios de comunicación privados otro tercio, pero en ese caso, claro, o destinamos muchos
más recursos públicos, dinero del contribuyente, a cebar el tamaño de los medios de comunicación
estatales o de los medios de comunicación sociales, o si no hacemos eso, si mantenemos
una cierta política de austeridad en el gasto a la hora de qué partidas de presupuesto
y cuánto del presupuesto distribuimos para financiar medios de comunicación estatales
y sociales, pues entonces los medios de comunicación privados no podrán invertir demasiado en
contratar periodistas, no podrán invertir demasiado en financiar grandes producciones
televisivas, porque, claro, a poca plantilla que tengan ya desborderán el tercio de recursos
que les he asignado. Y otra opción, claro, sería repartir por
tercios la audiencia. Los medios de comunicación privados no pueden ser vistos, escuchados
ni leídos por más de un tercio de todas las audiencias de toda la población española.
Y a la inversa, los medios de comunicación públicos o vecinales han de ser vistos, han
de ser escuchados, existe una obligación, por tanto, a hacerlo por otro tercio de la
población española, por otro tercio de la audiencia que hay en España.
En ese caso, claro, aunque la gente quiera mayoritariamente ver un determinado medio
de comunicación privado, y precisamente porque lo quiere ver lo normal es que se destinaran
más recursos a incrementar los servicios comunicativos que ofrece ese medio de comunicación
privado, pues aunque eso sucediera, aunque el 80% de la población quisiera ver un determinado
medio de comunicación privado en función de la ley de medios que está planteando Pablo
Iglesias, la población no podría hacerlo. Por tanto, si los tercios los medimos en términos
numéricos, qué cantidad de medios de comunicación públicos hay, qué cantidad de medios de
comunicación sociales hay, qué cantidad de medios de comunicación privados hay, la
cosa no cambiaría demasiado con respecto a la actualidad, salvo que tendríamos que
destinar muchísimo más dinero del contribuyente a subsidiar los proyectos periodísticos fallidos,
los proyectos periodísticos que ahora mismo no encuentran financiación en el mercado,
porque nadie creen ellos, y previsiblemente nadie creen ellos, porque el resultado en
términos de audiencia de esos medios de comunicación de partidos políticos o de
asociaciones estudiantiles, pues sería más bien fallido, sería más bien un fracaso.
Pero bueno, eso sería lo que cambiaría, muchos más miles de millones a repartir entre
partidos políticos y organizaciones para políticas que en el fondo son organizaciones
de partidos políticos. Ahora bien, si medimos los tercios en función
de los recursos que utilizan los medios de comunicación, o en función de la audiencia
de los medios de comunicación, entonces entraríamos en una censura directa, una censura no solo
contra el emisor, sino también contra el receptor, se bloquearía que los ciudadanos,
si así lo queremos, escuchemos, leamos a un determinado medio de comunicación, porque
no podría tener más de un tercio de la audiencia o más de un tercio de los recursos.
Y añadido a todo esto, por supuesto, imaginémonos cómo queda la libertad de entrada en el sector
de los medios de comunicación. Supongamos que el sector privado ya ha acopado su tercio
numérico, su tercio de recursos o su tercio de audiencias. Imaginemos que yo, que no tengo
medio de comunicación, quiero crear un medio de comunicación.
Claro, el Estado me diría, ¿usted ya no tiene hueco? El sector privado ya tiene un tercio
de los medios de comunicación, lo midamos como lo midamos. Por tanto, usted no tiene
derecho a crear un medio de comunicación privado. Tiene que esperarse hasta que alguno
de los medios de comunicación privados quiebre, desaparezca, cese, o tiene que comprar uno
de los medios de comunicación privados existentes, pero no puede crear un medio de comunicación
privado adicional que compita con los anteriores. Porque claro, si esta restricción no existe,
rápidamente se desbordaría ese tercio de medios de comunicación privados. Bastaría
que todos los millonarios crearan todos los medios de comunicación privados que quieran
y entonces ya no tendrían restringido a un tercio su poder mediático social.
En definitiva, la propuesta mediática que plantea Pablo Iglesias es una propuesta mediática
que ataca frontalmente las libertades de los ciudadanos. O les ataca el bolsillo, en el
sentido de que tienen que financiar muchísimos más medios de comunicación mediocres que
no quieren financiar ni por su calidad ni por su orientación ideológica, que alguien
vote a un partido político, no equivale a que quiera financiarle un medio de comunicación
a ese partido político, o implicaría también una censura de la libertad de expresión.
Ya sea porque se bloquearía que los ciudadanos vean, lean, escuchen un determinado medio
de comunicación que ya ha desbordado su cuota social de poder, o ya sea directamente porque
se impediría la creación de nuevos medios de comunicación privados una vez las cuotas,
las licencias dentro de ese sector se hayan agotado. Al final, por tanto, y en contra
de lo que señala Pablo Iglesias, de lo que se trata no es de introducir libertad y competencia
en el mercado mediático, sino de terminar de cargártela.
Dentro del sector privado habría cuatro medios de comunicación, dentro del sector privado
y solo podría haber una determinada cantidad de medios de comunicación establecidos que
serían los que se llevarían bien con el poder político que coparía directamente otro
tercio de los medios de comunicación e indirectamente el tercio de medios de comunicación sociales
y por tanto compadreando entre ellos tendrían el monopolio pleno de la comunicación en
sociedad. Por cierto, Pablo Iglesias, este canal de
YouTube, por ejemplo, que es un medio de comunicación, ¿en qué tercio entraría? En el tercio de
medios de comunicación públicos estatales, entiendo que no, en el tercio de medios de
comunicación sociales, a pesar de que YouTube es una empresa privada, o en el tercio de
medios de comunicación privados. Y si entra en el tercio de medios de comunicación sociales
o en el tercio de medios de comunicación privados, ¿qué ocurre cuando el número
o los recursos o la audiencia de los canales de YouTube dedicados a la comunicación política
o no política? Porque un medio de comunicación no solo es un medio político desborde el tercio
social o privado que le he asignado, impedimos que se puedan abrir nuevos canales de YouTube
para que no sigan copando poder mediático. La propuesta al final no deja de ser una ocurrencia
que habrá tenido Pablo Iglesias en algún momento, a lo mejor incluso se le ocurrió
mientras estaba dando la conferencia, pero que, de nuevo, es una ocurrencia peligrosa
porque lo que busca es expandir la legitimación social del Estado para intervenir en los medios
de comunicación, para entrometerse en la relación privada que existe entre el emisor
y el receptor, para controlar políticamente esa arma tan poderosa contra el poder político
que es la palabra.