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Nueva entrevista masaje de Televisión Española a Pedro Sánchez, donde este nos amenaza a todos
los españoles con un plan de degeneración democrática. Veámoslo.
Ayer mismo, por la mañana, publiqué un vídeo en el que explicaba que superados los últimos
comicios electorales, las elecciones catalanas y las elecciones europeas, Pedro Sánchez ya no
tenía ningún incentivo para seguir ocultando su plan de asaltar la independencia judicial
y la libertad de prensa. Y pocas horas después, ayer mismo por la mañana, Pedro Sánchez anunciaba
desde el Congreso que antes de que termine el mes de julio presentará un proyecto de regeneración
democrática a través del cual quiere renovar los órganos de gobierno de los jueces y también
combatir los bulos y la desinformación de la extrema derecha.
Yo tengo muchos defectos, muchos defectos, pero hablo claro y también digo una cosa.
Hago, hago, señoría, hago. Yo me propuse, yo me propuse presentar un paquete de calidad
democrática antes de que termine el verano y voy a presentar ante las Cortes Generales
ese paquete de calidad democrática.
Y pocas horas después, Pedro Sánchez acudió a Televisión Española, un ente público controlado
e instrumentalizado por este gobierno, para recibir una entrevista masaje, desde la que
pudo seguir amplificando su mensaje consigna de que ahora mismo necesitamos una ley de regeneración
democrática. Escuchen la cantidad de veces, y no es un listado exhaustivo, que a lo largo
de esta entrevista de poco más de media hora, Pedro Sánchez insistió una y otra vez en
la necesidad de aprobar una ley de regeneración democrática que combatiera la máquina del
fango que está poniendo contra las cuerdas nuestra democracia.
En el ámbito económico, la dignidad laboral y la dignidad salarial, y en el ámbito
también político e institucional, yo creo que tenemos que abordar una tarea pendiente
que es la de la calidad democrática, cómo mejorar la calidad democrática de nuestro
país, que evidentemente está sufriendo bloqueos inaceptables, atropellos constitucionales,
como es el del Consejo General del Poder Judicial, y mejoras que tenemos que hacer, que
son comunes, por cierto, a todas las democracias del mundo y que tienen que ver con la desinformación,
los bulos y las estrategias de difamación impulsadas por la otra derecha.
Y, insisto, nuestra agenda es bien definida, es convivencia, es empleo, son derechos, y
ahora también vamos a incorporar, después de las referencias que han hecho ustedes en
la previa a esta entrevista, esa agenda pendiente de la calidad democrática, que, insisto,
es común ese desafío a todas las democracias y que tenemos que poner en marcha sin falta
en nuestro país.
Yo lo he dicho en el Congreso de los Diputados hoy, antes de que termine el mes de julio, el
gobierno de España presentará ese paquete de calidad democrática al Congreso de los
Diputados para ser debatido y ser aprobado.
Y, desgraciadamente, lo que estamos viendo es que esa máquina del fango no solamente ha
hecho fracasar ese plebiscito que planteó el Partido Popular, sino que, además, ha hecho
crecer, de manera, digamos, alimentando y engordando a esa otra derecha y multiplicándola.
Ahora tenemos a Abascal, insisto, y al Vice, y yo creo que eso es una mala noticia por
responder a su pregunta.
Pero sí que centraría la cuestión en Madrid, porque, a mi juicio, la máquina del fango
de la que vengo hablando desde hace tiempo, es decir, estos tabloides digitales que propagan
bulos, que esparcen esos bulos y esa desinformación y difamación, y que luego encuentra su brazo
ejecutor en estas organizaciones ultraderechistas que presentan estas denuncias falsas ante los
tribunales, y que luego son hechas, digamos, o amplificadas como consecuencia del Partido
Popular y de Vox en platós de televisión y en tertulias de medios de comunicación, todo,
en buena medida, proviene de la Comunidad de Madrid. Es decir, es que la máquina del
fango tiene una sede social, y esa sede social es la Comunidad de Madrid. Esto es un problema
para la política española. A mí me parece que todo esto merece una reflexión, primero,
de denuncia, de poner encima de la mesa y, finalmente, de que el Congreso de los Diputados
asuma su responsabilidad, junto con el Gobierno, de impulsar una profunda regeneración democrática
y una mejora de la calidad democrática de nuestro país.
A tenor de lo que hemos escuchado, es bastante obvio que la consigna propagandística que ahora
mismo quiere colocar Pedro Sánchez en el imaginario colectivo es que el PSOE va a regenerar
la democracia española a través del Congreso de los Diputados con una ley que atará en
corto a los malos jueces y a los malos periodistas. Es decir, con una ley que atará en corto a aquellos
contrapoderes públicos o privados que se encargan de fiscalizar su labor. Y esto que debería ser
un escándalo, que el Gobierno vaya a atacar a aquellos profesionales públicos o privados que
se encargan de vigilar y de denunciar los abusos de poder que pueden ser perpetrados desde el
Ejecutivo, este escándalo Pedro Sánchez lo quiere convertir en su nuevo caballo de batalla
ideológico contra la extrema derecha, contra la ultraderecha, para legitimar socialmente el ataque
que pretende perpetrar contra la libertad de prensa y contra la separación de poderes dentro del Estado
español. Y de hecho, la prueba más evidente de que Pedro Sánchez, en verdad como cualquier otro
político, pero en este caso Pedro Sánchez aspira a tener un poder absoluto y que desea ejercer ese
poder absoluto con total arbitrariedad, la encontramos en una respuesta que ofreció Pedro Sánchez a una
pregunta que se le formula en esta misma entrevista. Atención a la acotación que efectúa Pedro Sánchez
para justificar su ataque de raíz a la separación de poderes dentro del Estado español.
Todo poder emana de la soberanía nacional, es decir, del Congreso de los Diputados.
Todo el poder emana de la soberanía nacional y, por tanto, del Congreso de los Diputados. Es decir,
que quien controla el Congreso de los Diputados, según Pedro Sánchez, goza de un poder absoluto
dentro de España y dentro del Estado español. Este pensamiento es profundamente tiránico dentro
de la tradición liberal. La tradición liberal justamente insiste una y otra vez en que tienen
que existir límites al poder que puede ser ejercido en nombre de la soberanía nacional. Si la soberanía
nacional tiene absolutamente todo el poder, puede hacer y deshacer a su gusto en contra de cualquier
persona. En nombre de la soberanía nacional se podrían cercenar los derechos más fundamentales
de una persona. Porque esa persona tiene derecho por concesión de la soberanía nacional. No porque
ese individuo tenga derechos incluso frente a la soberanía nacional. Derechos que ni siquiera la
soberanía nacional debería estar legitimada a cercenar. Pero, desde luego, Pedro Sánchez no procede
de esta tradición liberal. Para Pedro Sánchez, si un político tiene el respaldo del pueblo, de la
soberanía nacional, entonces ese político ya puede hacer lo que le venga en gana. ¿Y qué significa para
Pedro Sánchez que un político cuente con el respaldo de la soberanía nacional? Respaldo, repito,
habilitador, para que ese político pueda hacer lo que quiera. Pues para Pedro Sánchez, un político tiene
el respaldo de la soberanía nacional si controla la mayoría de los diputados en el Congreso. Punto.
Pero es que esto es algo que ni siquiera tiene cabida dentro de la Constitución del 78 actualmente
vigente en España. Primero, la Constitución española no identifica la soberanía nacional
con el Congreso. Lo que dice el artículo segundo de la Constitución española es lo siguiente.
La soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado. El poder
ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial. La legitimidad de todos estos poderes deriva de la
soberanía nacional. No es que la soberanía nacional esté concentrada en el Congreso, sino que está
diseminada en estos tres poderes que actúan entre sí como contrapoderes. Es decir, que los tribunales
poseen competencias constitucionales que no pueden ser abolidas por el Congreso, por mucho que ese
Congreso represente transitoriamente al pueblo español. Porque el poder judicial también actúa
en nombre del pueblo español. Lo dice el artículo 117. La justicia emana del pueblo y se administra en
nombre del rey por jueces y magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles,
responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley. Pero es que además, en segundo lugar,
aun cuando quisiéramos decir que la soberanía nacional está depositada exclusivamente en el
poder legislativo, sería un error otorgársela, según nuestra Constitución vigente, únicamente al
Congreso. En España, el poder legislativo es bicameral del Congreso y del Senado. Lo podemos
leer en el artículo 66 de la Constitución. Las Cortes Generales representan al pueblo español y
están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Y siendo eso así, ¿por qué Pedro Sánchez
insiste en que la soberanía nacional se haya en el Congreso? Porque él, ahora mismo,
él y los partidos que dan apoyo a su gobierno controlan el Congreso. Pero él y los partidos
que le apoyan no controlan el Senado, donde tiene mayoría absoluta el Partido Popular. Con lo cual,
si quiere legitimar un asalto a la separación de poderes reivindicando la superioridad del poder
legislativo sobre el resto de poderes subordinados frente al legislativo del Estado, el Ejecutivo y el
Judicial, según la interpretación que hace Sánchez, encaja muy mal con esta narrativa que una de las
dos partes del poder legislativo, el Senado, que también representa al pueblo español, no esté en
el mismo ajo, no esté en la misma operación, no esté en la misma operación de derribar la separación
de poderes. Porque el Senado, controlado por el Partido Popular, no secundará, al menos no
supuestamente, los planes de asalto contra la prensa libre y la independencia judicial de Pedro
Sánchez. Y, por cierto, es muy llamativo que estos periodistas de televisión española, tan incisivos,
tan independientes, tan fiscalizadores de los abusos de poder de los políticos, no hayan
repreguntado, no hayan replicado a Pedro Sánchez cuando exponía esta tramposa argumentación. Se han
limitado a decir, sí, buena, sí, presidente, tiene usted mucha razón. Si usted obtiene una mayoría en
el Congreso de los Diputados, puede hacer lo que le dé la gana con la independencia del Poder
Judicial o con la libertad de prensa. Sea como fuere, lo que está claro es que la retórica que está
empleando Pedro Sánchez, yo vengo a salvar la democracia, yo vengo a regenerar la democracia,
yo vengo a mejorar la calidad de la democracia, yo vengo a proteger a la sociedad española de la
extrema derecha. Y para ello voy a hacer lo que hay que hacer y lo puedo hacer porque controla el
Congreso y el Congreso es el depositario de la soberanía nacional. Esa retórica es una retórica
muy peligrosa. Es una retórica que roza lo tiránico. De hecho, es llamativo las prisas que
se está dando Pedro Sánchez para poner institucionalmente patas arriba a este país.
Si en dos semanas no se ha renovado el Consejo General del Poder Judicial con el Partido Popular,
es decir, si PSOE y PP no han llegado a un acuerdo para repartirse los jueces antes de dos semanas,
presentará una reforma del Consejo General del Poder Judicial en el Congreso. Y antes de que termine
julio presentará una regulación de la libertad de prensa en España. ¿A qué viene tanta prisa?
Con el Consejo General del Poder Judicial aún se podría argumentar desde la perspectiva del PSOE
que lleva mucho tiempo bloqueado y que ya toca de alguna manera darle una solución. Bueno,
desde su perspectiva podrá ser aceptable. Ahora bien, ¿a qué viene tanta prisa para regular ya,
en apenas mes y medio, la libertad de prensa en España? Si es un asunto tan complicado,
tan importante, tan crucial para la convivencia democrática a largo plazo de nuestra sociedad,
¿por qué no se da más tiempo Pedro Sánchez? ¿Por qué no abre mucho más el debate público?
¿A qué vienen estas prisas? Pues probablemente las prisas vienen a que Pedro Sánchez se ha cansado ya
de ser fiscalizado por la prensa y por los tribunales. En el mes de abril, Pedro Sánchez pegó un golpe
encima de la mesa amagando falsamente con dimitir. Y ahora mismo estamos empezando a sentir las
reverberaciones de ese golpe. Ahora mismo estamos empezando a comprobar que Pedro Sánchez sí tiene
un plan para asaltar la independencia judicial y la libertad de prensa. Y está pisando el acelerador
para sacar ya ese plan, en menos de mes y medio. En mes y medio nos jugamos la separación de poderes
y la libertad de prensa en España.