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Javier Millay ratificó su éxito electoral en las elecciones legislativas de Argentina
que tuvieron lugar el pasado domingo 14 de noviembre. Un éxito que desde luego constituye
una oportunidad muy clara para dar a las alas ideas liberales, pero también un éxito que
puede cortarle las alas a esas ideas liberales. Hay oportunidades y hay riesgos. ¿Cuáles?
Veámoslo.
Javier Millay consiguió ayer un histórico resultado en las elecciones legislativas
argentinas, más del 17% del voto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Junto con José
Luis Spert, otro renombrado liberal argentino, en el Congreso de la Nación habrá cinco diputados
de tendencia ideológica liberal libertaria. Una primera pica en Flandes que incluso ha
animado a Javier Millay a anunciar su candidatura a las elecciones presidenciales de Argentina
del año 2023.
Esta incuestionable éxito político y electoral de Javier Millay e incluso su posible candidatura
para las elecciones argentinas del año 2023 constituyen una oportunidad para las ideas
liberales, pero también constituyen un riesgo para las mismas. Y conviene que coloquemos
encima de la mesa tanto los puntos positivos que está teniendo todo este proceso, cuanto
los puntos negativos que podría llegar a tener. Empecemos con lo que quizás sea lo
más obvio. ¿Cuáles son las ventajas, los aspectos positivos que está teniendo esta
victoria política y electoral de Javier Millay? Son esencialmente tres. En primer lugar, Javier
Millay se ha convertido en un fenómeno político y también social y, por tanto, también se
ha convertido en una plataforma de difusión de ideas liberales no solo en Argentina sino
también en el resto del mundo. Mucha gente está oyendo hablar por primera vez de liberalismo,
de cuáles son los fundamentos, las ideas nucleares del liberalismo, así como de cuáles son
sus propuestas políticas y económicas gracias a la irrupción política, primero mediática
pero sobre todo política de Javier Millay, y que cada vez más gente entre en contacto
con las ideas liberales desde luego es positivo, porque al menos podrá tener elementos para
juzgar si le convence o no le convencen las ideas liberales, pero si ni siquiera ha oído
hablar de ellas, puede que haya mucha gente que tenga una cierta inclinación ideológica
liberal pero que desconozca que existe un corpus ideológico mucho más estructurado
de esas ideas y que esas ideas además se pueden materializar en propuestas concretas.
El propio Javier Millay, en el discurso de ayer, celebrando los resultados, destacaba
que esta había sido una de sus grandes aportaciones a la campaña electoral.
También el exministro de economía argentino, Domingo Cabalo, reconocía que esta había
sido una de las grandes aportaciones del salto a la política de Javier Millay.
Yo creo que le está prestando un servicio a la reculturización de la Argentina en el
sentido de que los dirigentes políticos le pierdan miedo a hablar de libertad económica
e incluso de liberalismo y dejen de complicarse porque el quisnerismo o la izquierda dice
que son neoliberales. Yo creo que Millay está llevando a que sea más aceptado a nivel
de la dirigencia política y de la población la idea de que es importante que haya libertad
económica, que haya libre comercio interno y externo, que se respeten los derechos de
propiedad, son valores importantes para una buena organización económica del país.
Este es desde luego el primer y principal aspecto positivo, la principal contribución
del salto a la política de Javier Millay. En segundo lugar, otro aspecto positivo puede
ser que a través de los espacios de poder, ya sea en el Congreso o ya sea si llegara
la presidencia de Argentina, que pueda poseer Javier Millay y los liberales desde esos espacios
de poder quizá se pueda orientar la política y la política económica argentina en una
dirección más liberal, por tanto ampliando los espacios efectivos, reales, materiales
de libertad de los que deberían disfrutar, de los que deberían gozar los argentinos.
Esa sería la segunda posible contribución positiva que desde la política amplíe las
libertades de los argentinos, o mejor dicho, le arrevate al estabilismo en estatal actual
las herramientas con las que está cercenando activamente las libertades de los argentinos.
En ese sentido, por ejemplo, Millay también advirtió ayer al presidente de Argentina
Alberto Fernández que no va a contar con su colaboración, que no se van a vender
políticamente desde el Congreso para facilitar que el actual tirano de Argentina, en palabras
de Millay, siga cercenando las libertades de los ciudadanos.
Y en otras ocasiones recientes Javier Millay ha enfatizado mucho que su principal misión
en política será que los ciudadanos ganen libertad, es decir, que desde el Estado se
deje de reprimir la libertad de los ciudadanos.
Y la tercera posible contribución positiva es que otros países, especialmente otros
países de la región, observando el éxito político que ha tenido, que está teniendo
Javier Millay, quizá en esos otros países de la región también emerjan agrupaciones
sociales y grupos políticos de carácter liberal que pretenden dar la batalla cultural,
incluso la batalla política, y empiecen de esa manera a ir transformando desde las bases
sus sociedades. Es decir, que esta incipiente revolución liberal podría ir exportándose
a otros países de Hispanoamérica tan urgentemente necesitados de ideas liberales.
Estas son, por tanto, las tres grandes oportunidades que representa el triunfo político de Javier
Millay. Pero el triunfo político de Javier Millay también implica riesgos para la difusión
de las ideas y de las políticas liberales. ¿Cuáles son esos riesgos? Pues esencialmente
tres. El primero y más evidente es la posibilidad de que el poder político termine corrompiendo
a Javier Millay. No lo digo porque considere que Javier Millay sea especialmente corruptible,
no entro en ese análisis. También lo diría de mí mismo. Si yo me lanzara a la política,
cosa que no voy a hacer jamás, también cabría la posibilidad perfectamente de que me corrompa,
porque todos los liberales sabemos que el poder corrompe. Y el liberalismo no va a
de buscar buenos guardianes, no va a de buscar personas que manejen nuestras vidas pero que
sean honestas e incorruptibles. No. El liberalismo va de que los políticos gobiernen menos
y de que nosotros podamos autogovernarnos cada uno en nuestro ámbito cada vez más.
Siendo conscientes de esto, los liberales, todos, también seguro, Javier Millay, observan
con recelo la política porque saben que es un caldo corruptor de cualquier persona. Y
ese es un riesgo que hay que tener en cuenta siempre que alguien da el salto a la política,
siempre que se enfanga en la política. Y Javier Millay se está enfangando en la política
para lograr quizá una mayor libertad de los argentinos, pero entrar en la política es
enfangarse en la política y no hay que desdeñar el riesgo de que Javier Millay o cualquier
otra persona por muy liberal que sea se termine corrompiendo precisamente en el fango de
la política. Y si eso sucediera, desde luego, las ideas liberales recibirían un revés,
un guantazo monumental, porque hoy en día de la misma manera que Javier Millay está
contribuyendo a difundir ideas liberales, porque Millay se ha convertido en una plataforma
de difusión del liberalismo, él mismo, su persona, si su persona se corrompe, si sus
comportamientos no son ejemplares, la corrupción, la falta de ejemplaridad no se asociará
con Javier Millay, sino con el liberalismo. Segundo riesgo del éxito electoral de Javier
Millay, la estrategia de alianzas políticas que entreteja a Javier Millay para incrementar
su influencia dentro de la vida política argentina. Por ejemplo, en esta entrevista
Javier Millay esboza, quienes serían sus socios parlamentarios preferentes o sus socios
electorales preferentes con tal de crear una coalición muy amplia que permita que las
ideas liberales terminen aplicándose en la Argentina.
Lo que le debe la política a los argentinos es un ordenamiento ideológico, es decir, que
se agrupen para que tengan mandato. Entonces yo creo que hay una solución colectivista
y una solución que abraza la sida de la libertad. Dentro de los colectivistas, en mi visión
está la Unión Cívica Radical, que es la Internacional Socialista, está el caso de
la coalición cívica, que es más de izquierda todavía que las radicales, está las palomas
de juntos por el cambio, y está por ejemplo el quieserismo y obviamente que está en la
izquierda inviable. Y del otro lado estarían los liberales, los libertarios, los conservadores,
bien llamados palios libertarios, sí, estaría el peronismo republicano, federal, el menemismo
y los alcones juntos por el cambio. Entonces ahí habría un ordenamiento ideológico muy
claro, entonces mi propuesta es ir hacia acá.
Conservadores, menemismo, alcones de juntos por el cambio, todos esos grupos no son liberales,
claramente no lo son, pueden tener puntos en común con los liberales y justamente la
política consiste en parte en buscar esas alianzas para promover iniciativas que sean
compartidas por todos ellos, y si tú eres liberal obviamente te vas a centrar en promover
iniciativas que sean liberales. Pero siendo comprensible que se busquen alianzas cuando
la mayoría de la sociedad argentina no es liberal y por tanto solo puedas sacar adelante
políticas liberales en alianza con otras agrupaciones que no son liberales, evidentemente
no hay que negar el riesgo que conlleva este juntarte con políticos que no son liberales
o que incluso en muchos casos, en algunos aspectos concretos, pueden ser muy anti-liberales.
Si son tus aliados, puede que dejes de criticarlos o que dejes de criticarlos con igual dureza
en aspectos que son cruciales, puede que hagas sesiones en tu discurso liberal para sacar
adelante otras medidas liberales que consideres más importantes, puede que incluso caigas
en la trampa de contemporizar con todas estas ideologías que no son liberales con el único
objetivo de llegar al poder y desde allí sí aplicar una agenda liberal, pero de la
misma forma que tú crees que estás capturando a esas ideologías no liberales en tu propio
beneficio, esas ideologías no liberales, esos políticos no liberales, pueden capturarte
a ti en su propio beneficio, es decir, pueden instrumentalizarte a ti para sacar adelante
iniciativas no liberales, y si el liberalismo político comienza a jugar a estas componentas
de, te cedo estas libertades de los argentinos o de los españoles o de donde sea, a cambio
de que tú empujes a favor de estas otras libertades de los argentinos, pues entonces
el liberalismo corre riesgo de caer en la incoherencia y en el descrédito frente a
aquellos ciudadanos que se habían convencido de que el liberalismo si era un corpus coherente
que buscaba promover el conjunto de libertades de los argentinos, imaginemos, no lo sé si
sucederá o no, pero imaginemos que Javier Milay renuncia a determinadas libertades no
económicas en su alianza parlamentaria con conservadores, por ejemplo, a cambio de que
los conservadores apoyen determinadas políticas económicas liberales, bueno ahí está desarrollando
una táctica política que puede ser legítima, pero que desde luego va a manchar el nombre
del liberalismo si Javier Milay llegara a votar en algún momento como parte de una
entente de un Dout Des con otras fuerzas políticas, si Javier Milay llegara a votar en algún
momento a favor de una medida conservadora que restringiera la libertad no económica
de los argentinos, pues ahí el liberalismo político caería en el descrédito.
Y tercer y último riesgo, puede que la aplicación parcial de políticas liberales termine saliendo
mal, como hemos visto la mayoría de argentinos no son liberales, de ahí que Javier Milay
necesite forjar alianzas con otras agrupaciones políticas más o menos cercanas ideológicamente
con tal de promover políticas que sean más o menos compartidas por todos ellos, esas
políticas por tanto no serían una aplicación total, completa, coherente de las ideas liberales
tampoco en el campo económico, a lo mejor se liberalizarían algunas partes de la economía
pero no otras, a lo mejor se bajarían los impuestos pero no se reduciría proporcionalmente
el gasto, cebando todavía más el déficit y el endeudamiento público, a lo mejor se
bajarían algunos aranceles pero no otros, y cuando uno no aplica de manera completa
el programa económico-liberal, pues las consecuencias de esa aplicación parcial pueden ser muy
diversas. Si bajas impuesto, si no recortas el gasto y aumentas el déficit público puedes
abocar el país a una suspensión de pagos, suspensión de pagos que sería culpa dentro
de esa cosmovisión de que se han promovido políticas liberales a través de la alianza
de Javier Miller y con otras fuerzas no liberales que sería responsabilidad esa suspensión
de pagos del liberalismo. Por tanto, claro, no hay que perder de vista que Argentina está
en una coyuntura tremendamente complicada, no por el liberalismo desde luego sino por
políticas antiliberales aplicadas sistemáticamente durante décadas en el país, pero está en
una situación económica tremendamente complicada donde quizá un shock parcial de políticas
liberales no consigan reanimar al país o lo reanimen solo parcialmente y de manera insostenible
o solo favorezcan a unos sectores y no a otros y ahí, claro, se puede terminar gestando
un caldo de cultivo antiliberal. Dentro del imaginario político argentino se terminaría
vinculando a ese fracaso de políticas económicas cercanas al liberalismo con la figura de Javier
Miller y, por tanto, con el liberalismo. Es en gran medida lo que le sucedió también
a Macri. Macri, al inicio de su presidencia, adoptó políticas tímidamente liberales
como levantar el cepo, pero claro, si levantas el cepo y no tomas ninguna otra medida, por
ejemplo, para reducir el déficit público, por ejemplo, para reducir tu dependencia financiera
de la impresión monetaria en Argentina, pues eso es un desastre. Eso no significa que levantar
el cepo esté mal, significa que has de levantar el cepo conjuntamente con otras medidas para
que ese levantamiento del cepo sea sostenible en el tiempo. Macri no lo hizo porque no quería
o no tenía apoyo político suficiente para hacerlo y el resultado fue un desastre. Fue
la intervención del Fondo Monetario Internacional y, pese a esa intervención, Argentina siguió
fracasando hasta que el peronismo llegó más fortalecido que nunca. Pues bien, a Javier
Miller le podría terminar sucediendo algo parecido simplemente porque no tiene una correlación
de fuerzas políticas que le permita implantar un programa político y económico coerentemente
liberal, de modo que las aplicaciones parciales del liberalismo, especialmente en un contexto
tan sumamente complicado como el argentino, las puede terminar cargando el diablo. En
definitiva, el triunfo electoral de Javier Miller desde luego es esperanzador por cuanto
contribuye a difundir ideas que son fundamentales para que las sociedades se vuelvan más libres
y más prósperas, es decir, las ideas del liberalismo. Pero tampoco deberíamos ser
tan ingenuos como para desconocer los riesgos que existen cuando esas ideas se entremezclan
con la política realmente existente, una política que invita a la corrupción, a forjar alianzas
con grupos antiliberales y a aplicar las medidas liberales de manera parcial y, por tanto,
de manera potencialmente fallida. En suma, la gran oportunidad que representa Javier
Miller para el liberalismo, especialmente para el liberalismo argentino, es que su éxito
como político liberal terminaría siendo claro un éxito ideológico para el liberalismo.
Ahora bien, el riesgo que acarrea la victoria electoral de Javier Miller es que el posible
fracaso del Javier Miller político, del Javier Miller hombre y político, también sería
un fracaso que contaminaría a toda la ideología liberal. Al haberse vinculado tanto las ideas
liberales con la figura del Javier Miller político, prácticamente han unido su destino, lo cual
puede ser muy bueno o puede ser muy malo. Como ya te dije en su momento Javier, ojalá
tengas mucho éxito, ojalá actúes contínuo con mesura, con inteligencia, ojalá no nos
falles, porque para bien o para mal te has convertido desde luego en Argentina en un símbolo
del liberalismo, un símbolo que puede contribuir a revigorizar, a hacer que florezca el liberalismo
en Argentina y en otros países de la región, pero que también, si cometen muchos errores
sistemáticos, podría terminar por marchitarlo durante décadas.