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El Partido Socialista gana con claridad las elecciones autonómicas en Cataluña,
pero Carles Puigdemont, líder de Junts per Cataluña, quiere gobernar y amaga con dejar
caer a Pedro Sánchez si no se le entrega la Generalitat de Cataluña. Veámoslo.
El PSC, el Partido Socialista de Cataluña, ha sido indiscutiblemente el gran vencedor de las
recientes elecciones autonómicas de Cataluña. No solo ha sido la fuerza política más votada,
con casi el 28% de los votos, y también la fuerza política con mayor representación en el Parlamento,
42 escaños, sino que ahora mismo también es la fuerza política que tiene más opciones de formar
gobierno en la Generalitat de Cataluña. Y es que, como decimos, el PSC ha conseguido 42 diputados,
mientras que Junts per Cataluña ha logrado 35, Esquerra Republicana de Cataluña 20,
el Partido Popular 15, Vox 11, Els Comuns, el partido que integra la coalición de sumar 6,
la CUP 4 y, finalmente, Alianza Catalana 2. Y dado que la mayoría absoluta en el Parlamento
catalán está en 68 diputados, esta distribución de escaños le confiere al PSC tres posibles vías
de conformar una mayoría parlamentaria suficiente para garantizarse la gobernabilidad. La primera
sería la unión entre el PSC y Junts per Cataluña, la llamada sociovergencia. Como el PSC tiene 42
diputados y Junts 37, entre los dos sumarían 77 diputados, más allá de la mayoría absoluta. La
segunda posibilidad sería un tripartito de izquierdas, el PSC, Els Comuns y también Esquerra
Republicana de Cataluña. Como el PSC tiene 42, Els Comuns tienen 6 y Esquerra Republicana de Cataluña
tiene 20, entre los tres sumarían 68, es decir, justo la cifra que marca la mayoría absoluta. Y la
tercera posibilidad sería una especie de mayoría parlamentaria constitucionalista o españolista,
la unión del PSC, de PP y de Vox, que sumaría también 68 diputados justos para alcanzar la mayoría
absoluta. Ahora bien, también es cierto que, como siempre sucede después de unas elecciones, ahora
mismo ninguno de estos tres posibles pactos del PSC con otras fuerzas políticas del Parlamento
catalán, se antoja especialmente sencillo. Primero, Junts per Cataluña descarta rotundamente la
opción de la sociovergencia, es decir, el pacto entre el PSC y Junts per Cataluña para
investir a Salvador Illa. Porque nosotros hemos descartado completamente allo que se en
decía la sociovergencia. En segundo lugar, Esquerra Republicana de Cataluña también ha descartado,
al menos de momento, formar parte de un gobierno tripartito. Lo que ha señalado es que
ellos se marchan a la oposición.
Per tant, correspondrá a l'oposición al gobierno republicano, a PSC y Junts gestionar la
nueva etapa que s'obre a partir de hoy con la configuración del nuevo Parlamento.
Y por último, la tercera opción parece que también va a resultar bastante complicada.
Cabría pensar que si Salvador Illa, representante de un partido en Cataluña que no es nacionalista,
o al menos, desde luego, no es independentista, se presenta para presidir la Generalitat, el
Partido Popular, como hizo en el Ayuntamiento de Barcelona, votaría a favor de ese candidato
de Salvador Illa a cambio de nada. Y quizá, incluso, Vox podría plantearse la abstención.
Y en ese caso, aun cuando las fuerzas nacionalistas votaran en contra de Salvador Illa, Salvador Illa
terminaría saliendo investido presidente, dado que tendría más votos a favor que votos en
contra. Concretamente, si Salvador Illa recibiera los votos a favor de Els Comuns y del PP, alcanzaría
los 63 votos a favor, mientras que los votos en contra de Junts, de Esquerra, de Alianza
Catalana y de la CUP sumarían 61. Con lo cual, la abstención de Vox podría ser decisiva
para que Salvador Illa saliera investido presidente de la Generalitat.
¿Pero por qué digo que esta tercera opción también se antoja muy complicada? Pues no solo
porque está por ver. Si Vox estará dispuesto a abstenerse para que Salvador Illa, una de las
personas de máxima confianza de Pedro Sánchez y que defiende la ley de amnistía, se convierta
en próximo presidente de la Generalitat de Cataluña. Pero es que, aun en el caso bastante
dudoso de que Vox se abstuviera, lo que ha dejado bastante claro Carles Puigdemont, el
líder de Junts per Catalunya, en la rueda de prensa posterior a conocer estos resultados
electorales, es que si Salvador Illa termina siendo investido presidente de la Generalitat
con el apoyo del Partido Popular y con la abstención de Vox, entonces Carles Puigdemont
romperá el acuerdo que Junts per Catalunya tiene con el PSOE en Madrid y dejará caer
a Pedro Sánchez.
De hecho, Carles Puigdemont, que obviamente necesita y quiere convertirse en el nuevo presidente de la Generalitat de
de Cataluña porque en la campaña electoral se comprometió a dejar la política activa sin el
si no conseguía volver a ser presidente de la Generalitat de Cataluña. Carles Puigdemont aspira a
instrumentalizar el argumentario que empleó
no ser la fuerza política más votada en las elecciones generales españolas, Carles Puigdemont aspira a
utilizar este mismo argumentario para legitimar sus aspiraciones presidenciales a la Generalitat.
Si usted, Pedro Sánchez, es presidente del Gobierno de España sin haber sido la fuerza política más votada,
sin ser la fuerza política que tiene más diputados en el Congreso de España, ¿por qué yo, Carles Puigdemont,
que estoy en la misma situación política que usted, no puedo aspirar a convertirme en presidente de la
Generalitat de Cataluña?
Ya voy a decir ahí que la distancia que hay entre nosotros y el PSOE a Cataluña en termes de peso
parlamentari es similar a la distancia que hay en termes de peso parlamentari entre el señor Sánchez y el señor Feijó.
Y el señor Feijó no es presidente del Gobierno español.
Por consiguiente, aunque en este momento, en esta etapa negociadora, casi todo el mundo está yendo de farol,
porque si en este momento todo el mundo destapa sus cartas, pierde cualquier poder negociador para
intentar arrimar el asco a su sardina, aunque en este momento casi todo el mundo esté yendo de farol,
lo cierto es que la conformación de un gobierno estable en Cataluña no será sencilla. El PSC ha
ganado con claridad las elecciones, pero una cosa es ganar las elecciones y otra construir la
gobernabilidad política. Y ahora mismo esa gobernabilidad política en Cataluña está
entrelazada con la gobernabilidad política de España. Dependiendo de cuánto esté dispuesto a
tensar la cuerda negociadora Carles Puigdemont, el precio de la gobernabilidad en España puede ser
la presidencia de la Generalitat de Cataluña para Carles Puigdemont. O al revés, el coste de no
entregarle la presidencia de la Generalitat de Cataluña a Carles Puigdemont puede ser la cabeza
de Pedro Sánchez.