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En una reciente entrevista, el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron,
declara que quiere joder a los no vacunados si que, de hecho, no considera que las personas
no vacunadas sean ciudadanos.
¿Son estas unas declaraciones razonables, legítimas, para un presidente de la República
Francesa?
Veámoslo.
Las recientes declaraciones del presidente de Francia, Emmanuel Macron, han desatado
la polémica porque textualmente decía que quería joder a los que no estaban vacunados.
Por leer el extracto de la entrevista, los peores enemigos de una democracia son las
mentiras y la estupidez.
Nosotros estamos presionando a las personas no vacunadas, limitando, tanto como resulte
posible, su acceso a las actividades de la vida social.
El presidente ya ha vacunado al 90% de la población que se puede vacunar y solo una
pequeña minoría se está resistiendo.
¿Cómo podemos reducir esa minoría?
Pues nosotros la estamos reduciendo, perdónenme la expresión, jodiendo a los no vacunados
aún más.
Esta es la parte de la entrevista que ha retumbado más en los medios de comunicación,
probablemente por el uso de un verbo malsonante que se considera estéticamente impropio de
un presidente de la República.
Pero no es la parte de la entrevista que creo que debería generar un mayor escándalo.
No digo que no sea una parte de la entrevista muy discutible, muy debatible, muy criticable,
pero desde luego las palabras que siguen a las anteriores son las que desde mi punto
de vista resultan absolutamente inaceptables para un presidente de la República hasta el
punto de que Macron debería o rectificar y pedir disculpas profundas por esas palabras
o dimitir.
Y es que después de explicitar que su política sanitaria consiste en fastidiar tanto como
sea posible a los no vacunados para presionarles a que se vacunen, Macron añade que no pretende
ni encarcelarlos ni vacunarlos obligatoriamente, pero, insisto, y esto es lo que me parece
más condenable, Macron continúa.
Ya os lo hemos advertido, a partir del 15 de enero los no vacunados ya no podréis ir
a un restaurante, ya no podréis ir a una cafetería, ya no podréis ir a un teatro,
ya no podréis ir al cine.
¿Y cómo justifica Macron estas restricciones?
Pues con la siguiente frase, que es la que digo que debería ser motivo o de disculpas
muy profundas, de disculpas y rectificación muy profunda o de dimisión.
Cuando mis libertades amenazan las libertades de otros, yo soy un irresponsable.
Hasta aquí de acuerdo, las personas no tienen derecho a actuar de tal manera que dañen
a terceros.
Mi libertad no incluye el derecho a atacar, a coaccionar, a cercenar la libertad de terceros.
Por tanto, hasta aquí de acuerdo como principio general, pero atención a lo que sigue a continuación.
Cuando mis libertades amenazan las libertades de otros, yo me convierto en alguien irresponsable.
Y alguien irresponsable no es un ciudadano.
Con esto, Macron está negando el estatus de ciudadanía a aquellas personas que deciden
no vacunarse, a aquellos ciudadanos franceses que deciden no vacunarse.
El estatus de ciudadano frente al Estado es lo que en última instancia le dota a una
persona de derechos frente a ese Estado, derechos que el Estado está obligado a respetar.
La diferencia entre el ciudadano y el súbdito es que el súbdito se somete a la arbitraridad
del Estado.
El Estado es dueño y señor del súbdito.
En cambio, el ciudadano tiene un estatus jurídico reforzado frente al Estado.
El Estado se somete a sus ciudadanos.
El Estado no tiene potestad sobre sus ciudadanos porque son ellos los que mandan teóricamente
sobre el Estado.
El artículo 6º de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, emanada
de la revolución francesa, decía justamente, la ley es la expresión de la voluntad general.
Bueno, esto es una idea rusoniana que en general es incorrecta, pero ahora explicaremos
cómo se puede reinterpretar.
Todos los ciudadanos tienen derecho a contribuir a su elaboración personalmente o a través
de sus representantes.
Debe ser la misma para todos, tanto para proteger como para sancionar.
Además, puesto que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, todos ellos pueden
presentarse y ser elegidos para cualquier dignidad, cargo o empleo público, según
sus capacidades y sin otra distinción que la de sus virtudes y aptitudes.
Es decir, que los ciudadanos tienen derechos políticos frente al Estado y el Estado no
puede arrebatarles esos derechos políticos porque está subordinado a ellos.
Y los cargos públicos que temporalmente ocupan las magistraturas del Estado, como por ejemplo
Macron, siendo presidente de la República, no pueden secuestrar los derechos políticos
de sus ciudadanos, derechos políticos que abarcan no solo la capacidad para presentarse
a cargos públicos, sino también para influir en cuál es el marco legislativo de ese país.
Marco legislativo, bajo el cual, por cierto, también se somete o también se debería
someter, en las mismas condiciones que el resto de ciudadanos, el mismísimo presidente
de la República, Emmanuel Macron.
¿Se imaginan un presidente que pudiera ir diciendo tú eres ciudadano o tú no eres
ciudadano?
En tal caso, el presidente terminaría expulsando de la condición de ciudadano a toda aquella
persona que no vaya a votar o que no vaya a influir en un marco legislativo que sea conveniente
para sus intereses.
De seleccionando a los electores, terminarías consiguiendo que se elija aquello que tú
quieres que sea escogido.
Y, por tanto, un presidente que tuviese la potestad de retirar la condición de ciudadanía
a aquellas personas que ya son ciudadanos, no sería en realidad un presidente, sino
que sería un tirano.
Por eso digo que Macron en realidad debería tener solo dos opciones, o acarar sus declaraciones
y disculparse por el malentendido que se haya podido generar.
Quizá Macron en esa entrevista no quería decir que los no vacunados dejan de ser ciudadanos
o que desde su punto de vista dejan de ser ciudadanos, sino que no son, por ejemplo,
buenos ciudadanos, lo cual tendría un matiz completamente distinto a señalar que los no
vacunados por ser irresponsables no son ciudadanos, ya que en tal caso, repito, Macron está afirmando
que él considera que puede comportarse como un tirano frente a esos ciudadanos a los
que ha retirado la ciudadanía por cometer una irresponsabilidad que a él no le parece
aceptable.
Y, en segundo lugar, como alternativa, si el sentido de sus palabras es ese, que él
considera que los franceses que no se vacunan dejan de ser automáticamente ciudadanos,
la única elección, el único camino que debería poder recorrer Macron es el de la dimisión.
En términos generales diría que el debate de la vacunación se está sacando absolutamente
de quicio y se está utilizando de manera deliberada para restringir más libertades
de las que, sin duda, estaría justificado en ningún caso restringir.
Hay un debate legítimo en qué sucede dentro de nuestras sociedades con los no vacunados,
en la medida, y esta es una cuestión que tiene que dilucidar la ciencia, en la medida en
que un vacunado tenga menor probabilidad de contagiarse que un no vacunado es verdad
que una persona que no está vacunada dentro de una sociedad puede generar externalidades
negativas sobre terceros.
Sería, ya digo si la premisa anterior es cierta, sería un mayor riesgo que una persona
que sí esté vacunada porque si no estás contagiado no puedes transferir el virus.
Y, por tanto, si tienes menor probabilidad de contagiarte también tendrás menor probabilidad
ceterisparibus de transferir el virus.
Por tanto, si eso, si todo eso fuera así, desde luego habría un cierto debate sobre
cómo internalizar esa externalidad negativa, personalmente soy partidario de que se internalice
de manera descentralizada, es decir, dejando a los dueños de los locales comerciales de
los bares, de los restaurantes, de los cines, de los teatros, decidir las condiciones en
las que admiten o no admiten la entrada de determinadas personas, ya sea requiriendo
vacunación o requiriendo, por ejemplo, un test negativo, mostrando que esa persona
no es portadora del virus.
En todo caso, eso es un debate, y otro debate absolutamente sacado de quicio es retirar,
como digo, el estatus de ciudadanía a aquellas personas que no están vacunadas.
Ese trato ni siquiera lo estamos dispensando dentro de nuestras sociedades a los delincuentes,
a los criminales.
Macron no ha dicho que considera no ciudadanos a los criminales que están encerrados en
las cárceles, ni siquiera a los criminales que están encerrados en las cárceles, Macron
les dispensa un trato tan despectivo, tan enemistoso, como el que está dispensando
a las personas no vacunadas, insisto, siempre que sea posible y actualmente lo es, no vacunarse
a de ser una opción libre, una opción libre que puede conllevar consecuencias, que puede
conllevar responsabilidades, pero esas consecuencias o responsabilidades no pueden ser en ningún
caso la retirada del estatus de ciudadano a aquellas personas que sean ciudadanos.
Un presidente que no trata aparte de sus ciudadanos como lo que son, como ciudadanos, no como
sus súbditos, sino como sus señores, es una persona que queda absolutamente descalificada
para ser presidente de la República.