This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
La economía española lleva desacelerándose desde mediados del año 2017. Como podemos
observar en el siguiente gráfico, la tasa de crecimiento intertrimestral de nuestro
producto interior bruto llegó a ser del 1% a mediados de 2017 y tras la última revisión
de los datos de crecimiento del segundo trimestre de este año hemos constatado que nuestra
economía se expandió solo un 0,4% en el segundo trimestre de 2019 frente al primer
trimestre de 2019, es decir, menos de la mitad de lo que llegamos a expandirnos intertrimestralmente
en el año 2017. El dato es por si solo preocupante, dado que acredita un menor ritmo de crecimiento,
pero se vuelve tanto más preocupante cuando desagregamos, cuando analizamos cuáles han
sido los motores que han impulsado el crecimiento de la economía española este mediocre, crecimiento
de la economía española durante el segundo trimestre de 2019, entre abril y junio. Por
un lado, uno de los dos motores del mediocre, el crecimiento económico experimentado en
este segundo trimestre, ha sido el consumo público. Recordemos que en el segundo trimestre
del año España vivió dos procesos electorales de mucho calibre, unas elecciones generales
y unas elecciones autonómicas municipales y europeas, y los políticos al frente de
las instituciones públicas echaron mano del gasto público para intentar comprar votos
a tar votos de cara a las elecciones. Por otro lado, el segundo componente del crecimiento
económico del segundo trimestre del año han sido las exportaciones. Las exportaciones
españolas entre abril y junio se comportaron de un modo apreciablemente positivo, y eso
ha permitido contrastar la falta de vigor, la falta de pujanza de nuestra demanda interior.
¿Por qué digo que es preocupante que estos dos hayan sido los motores del crecimiento
económico español durante el segundo trimestre del año? ¿Por qué esos dos motores habrán
gripado necesariamente durante los próximos trimestres, durante el tercero que ya ha concluido
y durante el cuarto que está empezando? Por un lado, el consumo público durante el tercer
trimestre del año, y en ausencia de procesos electorales, ha sido claramente inferior. Probablemente
también lo será durante el cuarto trimestre, a pesar de las elecciones generales, debido
a que el aumento notable del déficit público que estamos experimentando no va a dejar
mucho margen a que los políticos españoles repitan la compra masiva de votos con cargo
al presupuesto que protagonizaron con los viernes sociales y otros procesos similares
en el segundo trimestre de este ejercicio. Pero en segundo lugar y mucho más relevante,
la guerra comercial que, si bien empezó testimonialmente en el segundo trimestre del año, ha desencadenado
sus efectos más dramáticos durante el tercer trimestre del año, y todo apunta a que lo
seguirá haciendo durante este cuarto trimestre del año, la guerra comercial habrá dañado
necesariamente nuestras exportaciones durante el tercer y el cuarto trimestre. Por tanto,
el motor de crecimiento vía exportaciones que teníamos en el segundo no parece que
vaya a estar muy operativo en el tercer o en el cuarto. De hecho, en nuestras principales
exportaciones más allá del turismo son las exportaciones manufactureras. Vendemos al exterior
bienes que producimos internamente y que podemos trasladar fuera. Pues bien, ya sabemos, en
función de determinados indicadores adelantados como el PMI Manufacturero, ya sabemos que
durante este tercer trimestre la actividad manufacturera de España, la industria manufacturera
española, ha entrado de acuerdo con este indicador en recesión. Recordemos que este
indicador, que podemos ahora mismo visualizar en pantalla, adopta un valor recesivo cuando
cae por debajo de 50, y podemos comprobar cómo la industria española ya se encuentra
por debajo de 50. Dicho de otro modo, va a ser muy complicado que en el tercer trimestre
del año crezcamos al 0,4%, es decir, probablemente creceremos por debajo del 0,4%. O incluso
si la caída hubiese sido muy dramática 0,2%. ¿Por qué estas cifras son importantes?
Al final hemos visto que la economía española lleva desacelerándose desde mediados del
año 2017, por tanto estaríamos ante una desaceleración adicional frente a lo que ya nos veníamos
desacelerando. ¿Por qué le damos tanta importancia? ¿Por qué hay que darle tanta importancia
a bajar del 0,4 al 0,3 o al 0,2? Bueno, esencialmente porque a estos nuevos ritmos de crecimiento
de la economía española, la creación de empleo dentro de la economía española empieza
a estar en peligro. En economía denominamos ley de Okun a la relación empírica que existe
entre el crecimiento económico de un país y la reducción de su tasa de paro. O dicho
de otra manera, con la ley de Okun podemos conocer cuánto necesita crecer una economía
para seguir reduciendo su tasa de desempleo. Esta ley de Okun, esta relación entre crecimiento
y reducción del paro no es constante entre todas las economías o incluso dentro de una
misma economía no es constante a lo largo de toda su historia. Depende en gran medida
de la estructura productiva de ese país y sobre todo de la estructura regulatoria de
ese país. Economías que tengan una pésima regulación laboral que, por ejemplo, impidan
que una crisis económica sea absorbida por el mercado laboral en forma de ajustes salariales
o en forma de ajustes de horas trabajadas, tenderáse de una legislación laboral que
maximizará que amplificará la destrucción de empleo derivada del menor crecimiento
económico. Pues bien, hace unos días los economistas César Nebo, Tarié Levellaert
y José García Solanes publicaron su investigación acerca de cuál es la ley de Okun de la economía
española, es decir, cuál es la relación entre crecimiento del PIB y variación de
la tasa de paro. Y una de las conclusiones que alcanzaron, una entre muchas, es un estudio
la verdad interesante para conocer, para analizar las dinámicas del mercado laboral español
conforme va variando la tasa de crecimiento económico, pero una conclusión relevante
que es la que nos interesa ahora mismo, es que la economía española necesita crecer
a un 0,3% intertrimestral para seguir reduciendo su tasa de desempleo. Si crecen menos de un
0,3% intertrimestral, la economía española deja de reducir su tasa de paro y al contrario
empieza a incrementarla y si crece menos de un 0,4%, es decir, si de crece más de un
0,4% por trimestre, en ese caso la economía española ya empieza a destruir masivamente
empleo y va a aumentar masivamente su tasa de paro. Actualmente estamos todavía muy
lejos de una contracción del PIB del 0,4% intertrimestral, estamos diciendo que hemos
crecido un 0,4% entre dos trimestres, pero sin embargo no estamos nada lejos del 0,3%
que marca la frontera entre seguir reduciendo la tasa de paro o dejar de reducir la tasa
de paro y empezar a incrementarla. A vida cuenta de que, como hemos dicho, es muy probable
que en el tercer trimestre del año hayamos crecido menos del 0,4%, es muy probable que
ya hayamos rebasado ese umbral que nos impide, que nos dificulta enormemente reducir la tasa
de desempleo. Y de hecho, si observamos este gráfico que
muestra las variaciones del número de parados registrados en España, veremos como en el
año 2019 y particularmente en el trimestre en el que nos encontramos, si se observa que
hemos dejado de reducir el número de parados registrados en nuestra economía. Es verdad
que en este mismo trimestre del año pasado también hubo un incremento de la tasa de
paro porque no olvidemos también que el tercer trimestre de 2018 fue un mal trimestre, pero
acaso lo llamativo sea que en 2019 casi no hemos reducido nuestro número de desempleados
y que pese a ello, en el tercer trimestre ese número de parados está en aumento. Y toda
punta, insisto, a que el cuarto trimestre se da igual porque ni va a haber un impulso
del consumo y de la inversión privada, ni del consumo público, ni de las exportaciones
en medio de una guerra comercial. Por tanto, la economía española se está frenando,
se está frenando desde 2017, es verdad, pero el ritmo de desaceleración que estamos viviendo
hoy ya compromete seriamente nuestra capacidad de reducir la tasa de paro, cosa que no sucedía
ni en 2017 ni en 2018. Y por tanto, si se compromete la capacidad de reducir la tasa de paro mientras
nuestra tasa de desempleo sigue por encima del 14% más del doble de la que prevalece
en el resto de la Unión Europea y casi cinco veces la que ahora mismo existe en Estados
Unidos, desde luego habremos fracasado enormemente como economía a la hora de sanear las heridas
de la anterior crisis económica. En todo caso, no debemos resignarnos a que la desaceleración
económica la posible recesión, si esta desaceleración sigue su curso y sigue penetrando y sigue
ahondando en las debilidades de nuestro modelo de crecimiento, no debemos resignarnos a que
la desaceleración o incluso la recesión se traduzcan en una masiva destrucción de
empleo que dispare la tasa de paro. Existen formas de minimizar la destrucción de empleo
ante un shock económico en forma de desaceleración, recesión o crisis económica. ¿Cómo conseguimos
minimizar la destrucción de empleo aún en tiempos de crisis, aún en tiempos de desaceleración,
aún en tiempos de recesión? Básicamente teniendo un mercado laboral que sea capaz de absorber
internamente la mayor parte de ese shock negativo de crecimiento, es decir, que pueda ajustar
salarios conforme las empresas ajustan precios para no ver caer su capacidad de comercializar,
de producir y comercializar bienes y servicios o que sea capaz de reducir horas de trabajo
para no destruir masivamente empleos enteros y que recaiga todo el ajuste en unas únicas
personas. Pero para lograr esto, para lograr una mayor flexibilidad laboral que permita
capear el temporal de una crisis económica o al menos de una desaceleración como la
que, sin duda, ya estamos experimentando, hay que cambiar la legislación laboral, hay
que cambiar la regulación laboral, hay que liberalizar el mercado laboral para que haya
flexibilidad interna en las empresas a la hora de reordenar las plantillas y las condiciones
laborales de las plantillas, en particular los salarios, para hacer frente a una desaceleración
o a una crisis. Es verdad que la reforma laboral de 2012 incrementó sustancialmente esta
flexibilidad interna, muy en particular entre las grandes empresas que pueden negociar
internamente el convenio de empresa que prevalece sobre cualquier otro convenio sectorial,
pero las pymes, que son la parte más extensa del tejido productivo y laboral español,
no cuentan con tanta flexibilidad como las grandes empresas y eso las puede abocar en
caso de una desaceleración todavía mayor de la que hemos vivido hasta la fecha a que
empiecen a destruir empleo de manera muy significativa y, por tanto, los políticos
deberían plantearse si son capaces de renunciar a sus dogmas ideológicos por los cuales una
legislación laboral más proteccionista, más protectora supuestamente de los intereses
de los trabajadores, ha de prevalecer incluso en contra de los propios intereses de sus trabajadores
que son mantener un puesto de trabajo o un empleo, incluso en tiempos de desaceleración,
si son capaces de renunciar a sus prejuicios, a sus dogmas de fe y liberalizar el mercado
de trabajo, aún cuando ello atente contra su código ideológico más profundo, o si en
cambio van a utilizar ese código ideológico para rearles a la cabeza trabajadores y empresarios
y aún cuando ello suponga maximizar la destrucción de empleo como sucedió en España entre 2009
y 2011, pues al menos mantener las esencias de este mercado laboral protector, ya digo,
falsamente protector de los supuestos intereses de los trabajadores.
España se enfrenta a una desaceleración donde peligra la reducción del paro y la creación
de empleo y los políticos, si bien no pueden evitar la desaceleración, porque en gran medida
es una desaceleración importada del resto de Europa y del resto del mundo debido a guerra
comercial y brexit, si pueden adaptar o permitir que la economía española se adapte a la
misma de la mejor manera posible.
Facilitarán la adaptación liberalizando profundamente el mercado laboral o mantendrán
un mercado laboral rígido que en caso de desaceleración se traducirá en destrucción
masiva de empleo, si tuviera que apostar desde luego no lo haría por la primera opción.