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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

La deuda pública global, la suma de la deuda pública de todos los estados del planeta,
alcanzará a finales de 2024 la cifra de 100 billones de dólares y, según el Fondo Monetario
Internacional, terminará la década superando el 100% del PIB mundial. ¿Cuáles serán las
consecuencias de este estallido de la deuda pública global? Veámoslo.
La deuda pública global alcanzará este año los 100 billones de dólares. 100 billones con 12 ceros,
es decir, 100 millones de millones de dólares. Esta es al menos la estimación que acaba de hacer
el Fondo Monetario Internacional en su último informe sobre la situación fiscal internacional. De acuerdo
con el fondo, la deuda pública global continuará aumentando durante los próximos años hasta
alcanzar, a finales de esta década, el equivalente al 100% del PIB global. Es decir, que vamos
encaminados a que en el conjunto del planeta haya tanta deuda pública como el valor de todo lo que
el mundo produce a lo largo de un año. Y los mayores responsables de este incremento de la
deuda pública global serán las dos mayores economías del planeta. Estados Unidos, que ya nos
tenía muy habituados a aumentar sin demasiadas cortapisas su stock de deuda pública, pero también
durante los próximos años la economía china. Como podemos ver en este gráfico, el propio Fondo
Monetario Internacional anticipa que a finales de esta década la deuda pública de Estados Unidos
rondará el 140% de su PIB, mientras que en el caso de China ya superará el 100% de su PIB.
Y este estallido de la deuda pública global, ¿qué implicaciones económicas puede tener? Pues
analicemos dos supuestos distintos. El primero es que la oferta de deuda pública global durante
los próximos años, las nuevas emisiones que están programadas, que anticipa el Fondo Monetario
Internacional hasta llegar a esa cifra equivalente al 100% del PIB global, que esa oferta de deuda
pública global esperada durante los próximos años desborda la demanda del sector privado,
de familias, empresas y hasta cierto punto intermediarios financieros, sistema financiero,
por esas nuevas emisiones, por esa nueva oferta de deuda pública global. Si durante los próximos
años la oferta de deuda pública global supera la demanda de deuda pública global, lo que tendremos
en el conjunto del planeta es más inflación. Los gobiernos gastarán, gracias a esas emisiones de
deuda pública, más de lo que el sector privado se abstiene de gastar, más que la financiación que
le proporciona el sector privado al sector público, y eso tensionará la inflación. La única forma,
de hecho, para evitar que una sobremisión de deuda pública por encima de la demanda de esa deuda
pública tensione la inflación, sería que vuelvan más atractiva la tenencia de esa deuda pública por
parte del sector privado. Es decir, que el sector privado, si le pagas un tipo de interés más alto
por comprar deuda pública, sí esté dispuesto a demandar esa deuda pública aliviando las tensiones
inflacionistas. Que el sector privado ahorre más, a cambio de mayores tipos de interés, para que el
sector público pueda gastar más sin generar inflación. En pocas palabras, si la oferta global
de deuda pública aumenta durante los próximos años más que la demanda privada de esa deuda pública,
obtendremos inflación, obtendremos subidas de los tipos de interés para contrarrestar esa
inflación. En pocas palabras, si a los precios actuales, si a los tipos de interés actuales,
la oferta de deuda pública durante los próximos años desborda la demanda, o sube la inflación,
o suben los tipos de interés para absorber ese exceso de deuda pública sin generar inflación. Y,
de hecho, demos cuenta de que si la oferta de deuda pública supera la demanda de deuda pública y no se
incrementan los tipos de interés para así aumentar también la demanda de deuda pública a esos mayores
tipos de interés, la inflación resultante lo que provocará es una dilución, una reducción del valor
real de la deuda pública. De tal manera que la oferta real de deuda pública después de inflación
se iguale a la demanda real de deuda pública al tipo de interés que no se ha incrementado. La
cuestión, por tanto, en este primer escenario en el que la oferta de deuda pública global rebasa la
demanda de deuda pública global, se reduce a si la oferta y la demanda se reequilibran o con subidas
de tipos de interés y sin inflación, o si se reequilibran sin subidas de tipos de interés y
con inflación. Y, por cierto, una forma de lograr protección frente a la inflación en este primer
escenario global, en el que la sobremisión de deuda pública así dispara la inflación, es a través de
los vehículos de ahorro que proporciona la entidad que apadrina este vídeo, Freedom24. Freedom24
tiene fundamentalmente dos vehículos de inversión para el ahorrador conservador. Por un lado, la cuenta D,
que es una cuenta de ahorro diario donde el dinero está inmediatamente disponible y que está ofertando
en estos momentos un tipo de interés anual del 3,41% en euros y del 4,82% en dólares. Y, por otro lado,
sus planes de ahorro a largo plazo, 3, 6 y 12 meses, donde el dinero del ahorrador sí queda inmovilizado
durante esos plazos, 3, 6 o 12 meses, pero que proporcionan una rentabilidad de hasta el 5,62%
anual en euros y de hasta el 7,95% anual en dólares, cubriendo holgadamente la inflación.
Ambos productos financieros, además, están cubiertos por el Fondo de Compensación al
Inversor de Chipre por un importe de hasta 20.000 euros. Si quieres obtener más información sobre
Freedom24 y sobre los distintos vehículos de ahorro que pone a disposición del inversor,
puedes obtenerla pinchando en el enlace que aparece en la caja de descripción de este vídeo
o en el comentario destacado. Pero analicemos un segundo posible escenario. El escenario en el que
la oferta global de deuda pública no desborda la demanda global de deuda pública ni siquiera a los
tipos de interés actuales. Pensemos que la deuda pública es un activo financiero libre de riesgo de
contraparte y, por tanto, es un activo financiero muy demandado por muchos agentes económicos y,
en la medida en que la riqueza de esos agentes económicos siga aumentando y, si la economía
global sigue creciendo, la riqueza, el patrimonio del conjunto de los agentes económicos también
seguirá aumentando y creciendo. Si la riqueza del conjunto de los agentes económicos aumenta,
tiene sentido también que la demanda agregada de deuda pública de este activo libre de riesgo
de contraparte tan singular vaya en aumento. Por consiguiente, no sería descartable que nos
ubiquemos en este segundo escenario en el que, a pesar del muy notable incremento de las emisiones
de deuda pública durante los próximos años, esas nuevas emisiones de deuda pública no desborden
la demanda privada de la misma a los tipos de interés actuales o incluso a tipos de interés más
bajos. Y eso significa que la deuda pública emitida por dos estados tan importantes como Estados
Unidos y China competirá con la deuda pública emitida por otros estados menos importantes, con menor
capacidad fiscal y poderío político económico. Y eso puede implicar que los inversores que quieran
incorporar deuda pública a su patrimonio decidan incorporar deuda pública a su patrimonio de Estados
Unidos y de China en lugar de la deuda pública emitida por otros gobiernos nacionales. Por ejemplo,
un inversor mexicano. Si un inversor mexicano quiere incorporar a su patrimonio deuda pública y tiene
a su disposición la posibilidad de comprar deuda pública del gobierno mexicano o deuda pública del
gobierno estadounidense, puede que se decante por la deuda pública del gobierno estadounidense en
detrimento de la deuda pública del gobierno mexicano. Y si eso es así, el peso mexicano estaría expuesto a
tensiones inflacionistas, aun cuando el dólar estadounidense no lo esté o esté incluso expuesto
a tensiones deflacionistas. Y en ese contexto, el gobierno mexicano, si no quiere experimentar
inflación en su moneda, inflación que, por ejemplo, se manifestaría en una depreciación del peso mexicano
frente al dólar, tendrá que subir los tipos de interés de su deuda pública para que ese inversor
mexicano, pudiendo comprar deuda pública estadounidense, porque el gobierno estadounidense la está emitiendo
en grandes cantidades, opte finalmente por comprar deuda pública del gobierno mexicano a tipos de
interés más altos. O expresado de otra manera, aunque el stock global de deuda pública pueda no
desbordar la demanda global de deuda pública, sí cabe la posibilidad de que la oferta de deuda pública
de ciertos gobiernos nacionales desborde la demanda de deuda pública de esos gobiernos
nacionales. Sobre todo, si dos gobiernos tan potentes y tan importantes como el estadounidense
y el chino piensan inundar durante los próximos años los mercados financieros de sus títulos de
deuda pública. Esos títulos de deuda pública competirán con los títulos de deuda pública de
otros gobiernos nacionales menos potentes, con menor capacidad fiscal. Y ahí puede producirse un
desplazamiento desde la demanda de deuda pública emergente a la demanda de deuda pública del gobierno
estadounidense o del gobierno chino. De ahí que, ya estemos en un escenario o en el otro, no sea
inverosímil pensar que durante los próximos años el porcentaje de los ingresos públicos que tendrá que
ir dirigido a pagar los intereses de la deuda pública vaya a ir en aumento. Según el Fondo
Monetario Internacional, a finales de esta década será necesario que el conjunto de estados destinen
el 10% de todos sus ingresos fiscales sólo a pagar intereses, alrededor del 5% de los ingresos
públicos en los países desarrollados y en torno al 15% de todos los ingresos públicos de los países
en vías de desarrollo. En definitiva, los políticos de prácticamente todo el mundo se han vuelto adictos
al endeudamiento público, a gastar mucho más de lo que recaudan vía impuestos. Pero el endeudamiento
público no es una forma de pagar por aquello que gastas, es simplemente una forma de aplazar el pago.
Y mientras el sector privado esté dispuesto a aplazar el pago de manera gratuita, los políticos podrán
seguir gastando más de lo que ingresan sin que aparentemente estén limitados por la restricción
presupuestaria. Pero como la predisposición del sector privado a aplazar los cobros no es infinita,
si los políticos abusan de la emisión de deuda pública, sí o sí habrá que pagar por ese aplazamiento
de los pagos. Y sólo hay tres formas de pagar. O con más impuestos, o con menos gasto, o con más inflación.