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¿Cuáles son las principales propuestas económicas de cara a las venideras elecciones legislativas
del Bloque de Derecha Nacionalista y del Bloque de Izquierda Anticapitalista en Francia?
Veámoslo.
En apenas dos semanas se celebrarán en Francia elecciones legislativas en las que,
según las últimas encuestas, el Bloque de Derechas de Agrupamiento Nacional,
la formación alrededor de Marine Le Pen, obtendría la mayoría de los votos, un 33% del total,
seguido muy de cerca por el Bloque de Izquierdas Nuevo Frente Popular,
que, según estas mismas encuestas, cuenta ahora mismo con una intención de voto del 28%.
Es decir, que la mayoría de la Asamblea Nacional francesa pasará a estar previsiblemente controlada
por partidos de derecha nacionalista antiliberal y por partidos de izquierda anticapitalista.
Y ese posible escenario político futuro, como cabía anticipar,
ha generado inquietud en los mercados financieros.
La bolsa francesa, por ejemplo, ha llegado a caer más de un 5%
con respecto a los niveles alcanzados antes de las elecciones europeas
y, por tanto, antes de la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas por parte de Macron.
Pero, ¿exactamente de qué tienen miedo los mercados?
¿Cuál es el programa económico, tanto del Bloque de la Derecha Nacionalista
cuanto del Bloque de la Izquierda Anticapitalista,
que está asustando o, al menos, generando incertidumbre entre los inversores?
Pues empecemos comentando brevemente el programa económico del Bloque de la Derecha Nacionalista,
de Agrupamiento Nacional.
Y digo brevemente porque, hasta el momento, el partido de Le Pen no ha publicado
un programa económico completo y concreto.
Se ha limitado a anunciar ciertas medidas que, en sí mismas,
ya pueden generar cierta preocupación sobre la estabilidad de los mercados financieros
por cuánto contribuyen a cebar el déficit público.
Recordemos que el Estado francés terminó, 2023,
con una deuda pública sobre el PIB del 110%
y un déficit público sobre el PIB del 5,5%.
Por tanto, los políticos franceses deberían estar desplazándose
en la dirección de cuadrar las cuentas,
ya sea subiendo impuestos o recortando los gastos
o haciendo ambas cosas.
Y, sin embargo, el Bloque de la Derecha Nacionalista
está planteando medidas para incrementar aún más ese déficit público
y, por tanto, el endeudamiento de los franceses.
Plantea medidas dirigidas a recortar algunos impuestos,
tampoco demasiados, no nos creamos,
y, sobre todo, a aumentar el gasto.
Básicamente, la principal promesa económica de Agrupamiento Nacional
es derogar la reforma de las pensiones
aprobada recientemente por Macron.
Una reforma de las pensiones dirigida a recortar
las contribuciones pensionales de los pensionistas franceses
para contener el aumento del gasto público.
Y, al mismo tiempo que prometen incrementar
de manera muy sustancial el gasto público,
también se comprometen a bajar algún impuesto,
concretamente el IVA sobre energía y combustibles.
Eso sí, en un gesto para calmar a los mercados
temerosos de que un gobierno de Agrupamiento Nacional
del Bloque de la Derecha Nacionalista
significara mucho más déficit público,
que en cualquier caso lo hará,
el partido también ha anunciado
que pospondrá sin edíe
la rebaja del IVA
a los consumos básicos de las familias,
para que así el desequilibrio presupuestario
no se incremente todavía más.
Y si la posibilidad de un gobierno
encabezado por Agrupamiento Nacional
genera inquietud, incertidumbre
en los mercados financieros,
la posibilidad de que obtenga
una mayoría parlamentaria
y de que, por tanto, gobierne
el bloque de extrema izquierda
nuevo frente popular,
desde luego les genera pánico.
Y es que este bloque de izquierda anticapitalista
sí ha presentado un programa económico
bastante detallado.
Y todas o prácticamente todas
sus promesas económicas
serían devastadoras
para el funcionamiento
de la economía francesa.
En primer lugar,
el bloque de izquierda anticapitalista
también promete derogar
la reforma de las pensiones de Macron,
disparando por ese lado el gasto.
Y a su vez también se compromete
a incrementar el gasto por otras vías,
por ejemplo,
rebajando la edad de jubilación
a los 60 años
o incrementando de manera sustancial
el gasto en vivienda pública.
Sin embargo,
a diferencia de Agrupamiento Nacional,
que promete disparar el gasto público
bajando impuestos,
es decir,
disparando el déficit público,
el nuevo Frente Popular de Izquierdas
tiene muy claro
cómo piensa financiar
su programa de expansión brutal
del gasto público.
Y es con una salvaje
subida de impuestos.
Primero,
aumento del impuesto sobre la renta,
especialmente a los tramos más elevados.
Segundo,
reestablecimiento del impuesto sobre patrimonio,
convirtiéndolo además
en una figura tributaria
mucho más progresiva,
es decir,
donde los tipos marginales
sean mucho más altos
para los altos patrimonios.
Tercero,
derogación del tipo impositivo único
sobre las rentas del capital,
es decir,
sobre los dividendos
y sobre las plusvalías bursátiles.
Cuarto,
restablecimiento del llamado
exit tax,
del impuesto a la salida de Francia.
Los contribuyentes
que trasladen su residencia fiscal
fuera de Francia
como consecuencia
de este infierno tributario
que pretende implantar
el bloque de extrema izquierda,
deberán pagar impuestos
al fisco francés
por intentar escapar
de sus garras.
Quinto,
subida de las cotizaciones sociales
a la seguridad social,
especialmente,
aunque no solamente,
para los salarios más elevados.
Y sexto,
imposición de un tributo
sobre la distancia
en kilómetros
recorrida por los bienes
importados
dentro del mercado francés.
Y además de todo ello,
por supuesto,
el bloque de izquierdas
también plantea
establecer controles de precios
sobre la energía
o sobre los alimentos
y subir entre un 10 y un 14%
el salario mínimo interprofesional.
Es decir,
que el bloque de derecha
nacionalista antiliberal
promete mucho más gasto público,
pero no más impuestos,
es decir,
mucha más deuda
sobre los franceses
presentes y futuros,
y el bloque de izquierda
anticapitalista
promete mucho más gasto público,
muchos más impuestos
y muchas más regulaciones.
Y esta es la verdadera paradoja
de la política francesa.
A día de hoy,
el Estado francés
es el mayor Estado
de todo el mundo.
En el año 2023,
el gasto público
sobre el PIB de Francia
ascendió a más del 57%.
Es decir,
que casi el 60%
de todo el valor
de la producción final
de Francia
pasa directa
o indirectamente
por las manos del Estado.
Y a pesar de ello,
o precisamente por ello,
el Estado francés
es un Estado
tremendamente ineficiente,
tremendamente incapaz
de dar respuesta
a las aspiraciones
económicas y sociales
de la mayoría de franceses,
que están reclamando
un cambio
supuestamente radical
con respecto
a lo que hay hoy.
Pero el cambio radical
a la izquierda
o a la derecha
que están reclamando
esa mayoría de franceses
consiste en exigir
un Estado todavía mayor,
como si la raíz
de muchos de sus problemas
no fuera precisamente
la hipertrofia estatal.
Pero como la mayoría
del electorado,
la práctica totalidad
del electorado,
incluyendo,
por supuesto,
a los votantes de Macron,
no lo ven así,
pues siguen duplicando
la apuesta
a un proyecto
esencialmente fallido.
Y por eso
la escena política francesa
resulta tan descorazonadora
y desesperanzadora
para cualquier liberal,
porque tanto a izquierdas
como a derechas
le dan radicalmente
la espalda
a la libertad.