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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Desde hace un año, Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido o Japón están sancionando
a Rusia para impedirle que pueda acceder a determinados bienes tecnológicos que ellos
producen y que Rusia necesita para seguir creciendo.
Y sin embargo, Rusia está siendo capaz de burlar esas sanciones occidentales.
¿Cómo lo está logrando?
Veámoslo.
Como es perfectamente sabido, la guerra en Ucrania no se libra solo en el flanco militar,
sino también en el flanco económico.
Y es precisamente en el flanco económico donde Occidente, Estados Unidos, la Unión
Europea y Reino Unido han tratado de asfixiar a Rusia a lo largo del último año.
Y es que a lo largo de estos últimos 12 meses el bloque occidental ha impuesto a Rusia importantes
sanciones comerciales y financieras con el propósito de impedir que Rusia acceda a los
capitales extranjeros y a la tecnología extranjera que necesita para que su economía siga funcionando.
Y es que la economía rusa es una economía muy dependiente de las importaciones tecnológicas
desde el extranjero.
La industria rusa no es una industria altamente sofisticada, capaz de producir muchos de los
bienes intermedios, muchos de los bienes de equipo, muchos de los bienes de capital
que necesita Rusia para seguir funcionando, para seguir incrementando su productividad
en el medio largo plazo.
De ahí que si Rusia no es capaz de producir esos bienes intermedios y esos bienes intermedios
son producidos mayoritariamente en Occidente o en países aliados de Occidente, si se impide
que Occidente exporte esos bienes intermedios a Rusia, a medio largo plazo la economía
rusa debería empezar a languidecer.
Tomemos como ejemplo los semiconductores, un componente esencial en prácticamente todos
los productos electrónicos.
Si un país no puede producir o importar semiconductores, su industria electrónica estará tremendamente
lastrada, no podrá subsistir ni desarrollarse ni crecer ni innovar en el medio largo plazo.
Pues bien, aproximadamente el 80% de la producción mundial de semiconductores se concentra en
Taiwán, Corea del Sur, Japón, Europa y Estados Unidos, es decir, naciones aliadas, naciones
que podríamos incluir dentro del bloque occidental, naciones que mantienen una cierta relación
de dependencia hacia Estados Unidos y que por tanto se pueden coordinar para bloquear
las exportaciones de semiconductores a Rusia.
Por tanto, una acción conjunta de estos diversos países podría, en principio, aparentemente,
asfixiar la industria electrónica de Rusia.
No te vendo los semiconductores y por tanto bloqueo tu producción electrónica.
Hasta 2022, Rusia solía importar anualmente unos 160 millones de dólares en semiconductores
desde países como la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido o Japón.
En 2022, esas cifras de venta cayeron a alrededor de 60 millones de euros, es decir, hubo una
contracción de 100 millones de euros en las importaciones de semiconductores desde estos
países que conforman el bloque occidental.
Ahora bien, significa esto que Rusia se ha quedado sin la posibilidad de acceder a los
semiconductores que necesita para el desarrollo de su industria electrónica.
No, no significa eso, ni mucho menos.
Por un lado, lo que ha sucedido es que China ha incrementado sus exportaciones de semiconductores
a Rusia, porque China también produce semiconductores, pero es que, por otro lado, ha sucedido algo
todavía más curioso y que ya tuvimos ocasión de comentar en un vídeo anterior con respecto
a las importaciones en general, y que es muy claramente observable en el caso de las
importaciones de semiconductores en particular.
Y es que Rusia se está saltando las sanciones que le ha impuesto el bloque occidental utilizando
otros países neutrales, no alineados, como intermediarios para comprar en occidente aquello
que Rusia necesita comprar de occidente.
Fijaos en cómo desde que comenzó la guerra en Ucrania las exportaciones de semiconductores
desde países como Kazajistán, como Turquía o como Serbia hacia Rusia se han disparado.
¿Y cómo es posible que estos países exporten semiconductores a Rusia si desde luego no
los producen?
Pues porque las importaciones de semiconductores desde el bloque occidental, Estados Unidos,
Unión Europea, Reino Unido o Japón, por parte de estos países también se han disparado
durante ese mismo periodo de tiempo.
Es decir, que Serbia, Kazajistán o Turquía compran muchos más semiconductores a Europa,
a Japón o a Estados Unidos de los que compraban antes y lo que hacen es revenderselos a Rusia
porque nosotros ya no podemos vendérselos directamente a Rusia, pero en cualquier caso
Rusia sigue accediendo a los semiconductores que necesita para que su economía continúe
funcionando.
Que esto, por cierto, es exactamente lo mismo que está haciendo la Unión Europea con respecto
al diésel ruso.
Como ya explicamos en un vídeo anterior, la Unión Europea ya no puede comprar diésel
de Rusia, pero eso no significa que no acceda a diésel del petróleo refinado de Rusia.
Básicamente, lo que hace la Unión Europea es comprar el diésel de la India y la India
tiene diésel porque compra crudo a Rusia y lo refina en sus refinerías, de modo que
la transacción sigue siendo más o menos la misma.
Lo único que cambia como mucho es que no se lo compramos a las refinerías rusas, pero
sí se lo compramos a las refinerías de la India, que a su vez se lo compran a las compañías
productoras de petróleo crudo ruso.
Y a partir de ahora, ¿qué?
Si el bloque occidental pretende impedir que Rusia acceda a determinados bienes tecnológicos
que se producen dentro de ese bloque occidental, pero Rusia sigue accediendo a ellos utilizando
como intermediarios a terceros países no sancionados, el camino aparentemente lógico
a seguir por parte del bloque occidental sería también sancionar a aquellos terceros países
o a aquellas compañías que están ayudando a Rusia a burlar las sanciones de occidente.
Sin embargo, este enfoque tiene un problema muy evidente.
Si tú empiezas a sancionar a muchos otros países por el hecho de estar ayudando a Rusia
a obtener aquellos bienes que Rusia quiere comprar desde occidente, el comercio internacional
se comienza a resquebrajar.
Si la Unión Europea ya no solo tiene prohibido en gran medida comerciar con Rusia, sino también
con Kazajistán, con Serbia o con Turquía, te estás cargando los flujos comerciales.
No solo eso, si sancionamos a Turquía, pero Turquía utiliza a un tercer país para burlar
las sanciones de la Unión Europea, también vamos a sancionar a ese tercer país.
En tal caso, al final nos quedaríamos con un comercio tremendamente regional, únicamente
podríamos comerciar entre Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Reino Unido, Corea
del Sur, Taiwán y poco más.
El resto del mundo que no esté alineado y que no acepte someterse a las sanciones que
establece la Unión Europea a Rusia, y remarco esto, son sanciones que establece la Unión
Europea o Estados Unidos a Rusia, no sanciones que haya establecido Turquía, Serbia, Kazajistán,
Brasil o Sudáfrica a Rusia.
De modo que desde su punto de vista es perfectamente razonable que no quieran sumarse a esas sanciones
y que tampoco quieran respetarlas, con lo cual si no las respetan porque no las comparten,
lo que nos queda es extender las sanciones también hacia ellos rompiendo nuestros lazos
comerciales.
Y como romper los lazos comerciales es tremendamente costoso para todos, no queda muy claro que
se puedan dar muchos más pasos hacia adelante para sancionar a aquellos que ayuden a Rusia
a burlar las sanciones del bloque occidental, porque cuanto más se quiera avanzar en esa
línea de dureza de sancionar y de romper relaciones comerciales con aquellos que no
respetan las sanciones comerciales a Rusia, más oposición dentro del bloque occidental
aparecerá.
Una cosa es ponerse de acuerdo para sancionar a Rusia y otra cosa muy distinta es ponerse
de acuerdo para sancionar, por ejemplo, a Turquía o para sancionar a Serbia por el hecho
de que estén ayudando a Rusia a burlar las sanciones de Occidente.
¿Podría haber países dentro de la Unión Europea que no vean del todo mal romper relaciones
comerciales con Rusia, pero también con todos los otros países del entorno europeo?
¿O si en cambio optamos por sancionar a las compañías que no respetan estas sanciones
comerciales a Rusia, manteniendo, eso sí, la amistad y los flujos comerciales con los
países desde los que operan estas compañías, realmente somos capaces de imponer a todas
las compañías que financian operaciones, que transportan mercancías, que almacenan
mercancías, que aseguran mercancías?
¿De verdad somos capaces de imponerles a todas estas empresas nuevas obligaciones de
papeleo y de fiscalización de todos y cada uno de los bienes que están transportando
y hacia dónde los están transportando?
¿De verdad somos capaces de verificar que las empresas que participan no ya necesariamente
grandes empresas, sino pequeñitas empresas locales, cumplimentan todo ese papeleo de
manera veraz y no están engañando a los funcionarios?
¿Es decir, de verdad somos capaces de verificar la información que esas compañías nos trasladan
a los burócratas occidentales sobre cuánto están efectivamente respetando las sanciones?
Porque claro, si añadimos muchas nuevas obligaciones y queremos, además, inspeccionar de manera
mucho más directa el cumplimiento de esas obligaciones a las empresas, por ejemplo,
no transportes chips a Rusia, pues todo eso lo que hace es añadir muchos más costes
al movimiento internacional de mercancías, de cualquier mercancía, porque no solo se
encarece el transporte de mercancías a Rusia, se encarece también el transporte de mercancías
a otras partes del mundo, porque tendremos que verificar que esas mercancías que no
van a Rusia, efectivamente no van a Rusia.
Y cuanto más tensionemos los flujos comerciales, no ya hacia Rusia, sino hacia el resto del
mundo, por el riesgo de que el resto del mundo sea utilizado como base para burlar las sanciones
del bloque occidental hacia Rusia, cuanto más tensionemos esos flujos comerciales hacia
el resto del mundo, más discrepancias, más disidencias empezarán a emerger dentro del
bloque occidental. Habrá países, habrá estados que estarán dispuestos a seguir hasta las
últimas consecuencias en su propuesta de sanciones a Rusia y a cualquiera que esté
aliado con Rusia, y habrá otros países dentro del bloque occidental que no estarán dispuestos
a asumir tamañas pérdidas y tamaño divorcio comercial con otros países o con otras empresas
no alineadas con Occidente. Y claro, si dentro del bloque occidental aparecen disensos, aparecen
discrepancias irreductibles, o bien el bloque occidental empieza a no caminar conjuntamente,
de modo que también tendríamos que sancionar a aquellos países que estaban en el bloque
occidental y que ahora se salen de él, o bien, si ese bloque occidental sigue actuando
conjuntamente, puede haber países que sobre el papel acepten esta nueva escalada en las
sanciones, pero que en la práctica no la apliquen, con lo cual seguiría habiendo agujeros desde
los cuales Rusia conseguiría burlar las sanciones occidentales. En definitiva, aunque
los estados estén tratando de trasladar la guerra al frente económico, esa traslación
de la guerra al frente económico está haciendo, como casi todo lo que hacen los estados, mucho
más ineficiente de lo que esos estados esperaban en un principio. No es que no estén entorpeciendo
el suministro de determinadas mercancías a Rusia, es que Rusia está consiguiendo
en gran medida burlar muchas de esas restricciones gracias a la colaboración de terceros países
y de terceras compañías privadas, y el bloque occidental frente a eso es mayoritariamente
impotente. Como sucede en cualquier mercado negro, porque esto no deja de ser un mercado
negro a escala global, por mucho que se prohíba un producto, se sigue teniendo acceso a ese
producto solo que a un precio más caro. Y eso es lo que le está sucediendo a Rusia,
que sigue pudiendo comprar todo aquello que necesita comprar aunque a un precio más caro.
Algún daño, por tanto, económico sí se le causa a Rusia, pero también, no lo perdamos
de vista, autoinfligiéndonos un importante daño económico a nosotros mismos. Y la cuestión
en última instancia es esa, ¿cuánto daño económico adicional vamos a estar dispuestos
a soportar o van a estar dispuestos nuestros políticos a imponernos con tal de dañar
a Rusia? Y puede que el umbral máximo de dolor de occidente con respecto a las sanciones
de Rusia ya esté muy cerca.