logo

Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Esta semana, The Economist ha publicado una de esas portadas que son realmente impactantes,
una de esas portadas que mueven a la reflexión y que justamente por ello vamos a reflexionar
sobre ello. La portada la podéis observar ahora en pantalla y rezar algo así como dinero
gratis cuando el gasto público no conoce límites. De acuerdo con The Economist, estamos viviendo
un momento excepcional, momento excepcional que ha sido acelerado por la pandemia pero
no provocado por la misma, dado que las tendencias que lo explican ya eran previas al estallido
del COVID-19. Y en ese momento excepcional nos encontramos con unas muy bajas tasas
de inflación, incluso de deflación, que están permitiendo que los bancos centrales
simplemente en políticas monetarias ultra expansivas, lo cual a su vez está permitiendo
financiar a los gobiernos a tipos de interés prácticamente nulos o incluso en ocasiones
negativos. The Economist considera que este escenario es un escenario que conlleva tanto
oportunidades, dado que permite que los gobiernos endeuden muchísimo más y gasten mucho más
en aquellos proyectos que pueden ser importantes para el funcionamiento de la economía, pero
también un momento de riesgos, dado que si ahora mismo se acumula muchísimo endeudamiento
público y en el futuro hay inflación, los problemas serán brutales. Y aunque no volviera
a la inflación, dice The Economist, el riesgo está en que si el gobierno incrementa muchísimo
su rango de actividades, su rango de gastos, ese mayor presupuesto estatal puede ser capturado
por lo vistas, por grupos de presión y será aprovechado en su propio beneficio, de manera
que ahí también hay un cierto riesgo de corrupción generalizada considerable.
Ahora bien, el análisis que efectúa The Economist desde mi punto de vista es un análisis
incompleto, dado que no nos permite comprender enteramente este fenómeno de baja inflación
y bajos tipos de interés que aparentemente están permitiendo que los gobiernos expandan
muchísimo su gasto, su endeudamiento y su gasto. Empecemos por el principio, empecemos
por lo más elemental. ¿Es verdad que el gasto público no conoce límites? No, no es verdad.
Cualquier economista, incluso los más fanáticos defensores de la teoría monetaria moderna,
reconocen que sí existe un límite a cualquier gasto, incluyendo el gasto público, y es el
pleno empleo de los factores productivos. Si todos los factores productivos están plenamente
empleados, si no hay desempleo, si no hay ociosidad en ningún factor productivo, entonces
el aumento de una partida de gasto público necesariamente conlleva la reducción de otras
partidas de gasto. Si el gobierno, cuando ya todos los trabajadores tienen empleo, cuando
ya todas las materias primas están siendo utilizadas en alguna finalidad, quiere incrementar
algún gasto, necesariamente será a costa de reducir otros gastos. ¿Por qué? Porque
habrá que trasladar factores productivos que están empleados en unas ramas de la economía
a esas otras ramas de la economía que quiere emplear el gobierno. Por tanto, en un contexto
de pleno empleo de los recursos, seguro que si el gobierno intenta gastar más, nos vamos
a encontrar con uno de estos dos fenómenos. Primero, si el gobierno intenta gastar más
emitiendo deuda, endeudándose, lo que hará es subir los tipos de interés. ¿Por qué?
Porque en esa economía habrá una competencia feroz por el ahorro, habrá muchos empresarios,
muchas familias que querrán captar el ahorro escaso, y si el gobierno, en medio de esa
competencia feroz por el ahorro, demanda todavía más ahorro, más financiación, emite, más
deuda, eso elevará la demanda de fondos prestables y, por tanto, incrementará el tipo de interés.
Y justamente ese incremento del tipo de interés será lo que provocará que otros agentes
tengan que restringir su gasto, porque si los tipos de interés suben, habrá gente que
dejará de endeudarse y, por tanto, que dejará de gastar y ese menor gasto privado será
el que permitirá el mayor gasto público, insisto, con pleno empleo de los recursos.
Otra posibilidad es que el gobierno no quiera emitir deuda, sino que lo que haga sea emitir
más moneda para gastar directamente en la economía sin pasar por el mercado financiero,
sin pasar por el mercado de deuda. Bueno, si en un contexto de pleno empleo de los recursos
el gobierno emite más moneda para gastar, lo que hará en ese contexto si es incrementar
los precios, si se producirá inflación. Por tanto, desde luego si hoy no tenemos inflación
es porque no tenemos pleno empleo de los recursos, y por qué no tenemos pleno empleo de los
recursos. Bueno, los factores productivos se pueden
emplear o para producir bienes de consumo o para producir bienes de inversión. Si todos
los factores productivos estuvieran empleados en producir bienes de consumo, no podríamos
invertir salvo restringiendo el consumo, salvo restringiendo nuestro apetito de consumo,
salvo restringiendo la producción de bienes de consumo. Esta restricción de la producción
de bienes de consumo está predisposición a esperar a que los bienes de consumo se
produzcan más adelante y no ahora, no para satisfacer nuestras necesidades más inmediatas,
sino nuestras necesidades futuras, es lo que se conoce como ahorro. Y por eso, esta es
la razón por la que, en última instancia, decimos que toda inversión debe estar financiada
por ahorro, porque siempre que se invierte en fabricar bienes de inversión tiene que
ser porque haya agentes económicos dispuestos a esperar a que los bienes de consumo que
se producirán a su vez con esos bienes de inversión más adelante lleguen en el futuro,
en un momento futuro. Es decir, tiene que haber gente dispuesta a retrasar la satisfacción
de sus necesidades, tiene que haber gente dispuesta a no satisfacer ahora mismo sus
necesidades. Y ese diferimiento de la satisfacción de las necesidades de los agentes económicos
es el ahorro. Por tanto, la inversión viene en última instancia del ahorro, cuando hay
pleno empleo de los recursos es evidente, porque no podemos invertir más sin producir
menos bienes de consumo. Por consiguiente, ¿por qué no hay pleno empleo de los factores
productivos? Pues una de dos, o porque no consumimos lo suficiente, o porque no invertimos
lo suficiente. ¿Qué puede explicar la insuficiencia del
gasto en consumo? Bueno, realmente en ninguna economía occidental, en los últimos siglos,
los agentes económicos todos ellos, la economía en su conjunto ha consumido el 100% del PIB,
la llamada propensión media al consumo jamás ha alcanzado el 100% de los ingresos. En
las últimas décadas, por tanto, no es que la propensión media al consumo haya caído,
de hecho, en la mayoría de países occidentales ha aumentado, sino que, aunque se haya mantenido
constante o haya aumentado ligeramente, como el PIB ha seguido creciendo, pues si consumimos
el 60, el 70% del PIB, un consumo constante del 60 o del 70% sobre un PIB creciente significa
que el monto absoluto de producción no consumida va aumentando, no el monto relativo, pero
sí el monto absoluto. Es decir, que cada vez hay más ahorro, volumen total de ahorro,
dentro de nuestras economías, porque consumimos el mismo porcentaje de nuestra renta, pero
la renta va en aumento y, por tanto, el ahorro también va aumentando. Además, a esta circunstancia
también cabe añadir que, en las últimas décadas, si es verdad, se han incorporado
a la escena internacional, a la economía global, economías que tienen propensiones
medias al consumo, y, por tanto, propensiones medias a la ahorro, más bajas al consumo,
más altas a la ahorro, que los países occidentales. Es el caso, por ejemplo, de China. En China
se ahorra mucho más que en España, que en Estados Unidos, incluso que en Alemania,
y eso ha incorporado enormes volúmenes de ahorro a la economía global. Por consiguiente,
tenemos mucho ahorro en la economía global. Y la cuestión, entonces, es por qué todo
ese ahorro disponible que tenemos en la economía global no se invierte. Y aquí tenemos diversas
explicaciones, diversas hipótesis de por qué nos está movilizando todo el ahorro que tenemos
disponible para ser invertidos en diversos proyectos de negocio. Una primera hipótesis,
que sería la más tinesiana marxista, es que la tasa media de ganancia, la eficiencia
marginal del capital, la rentabilidad de las inversiones, conforme se acumula más y más
capital va descendiendo, porque la productividad marginal del capital es decreciente manteniendo
el resto de factores productivos constantes e incrementando el factor productivo capital.
Por tanto, caída de la tasa de beneficios, caída de la tasa de ganancias, provoca que haya menos
oportunidades atractivas de inversión. Otra explicación podría ser el estancamiento tecnológico,
que no estemos innovando suficientemente como para atraer muchísimos volúmenes de ahorro y de
inversión en unas nuevas tecnologías que, como digo, no aparecen. Otra hipótesis es el
envejecimiento de la población. Cuanto más envejecida está la población, menor impulso emprendedor
tiene esa población. Por consiguiente, si los agentes económicos se vuelven más aversos al
riesgo y no quieren asumir por tanto tantos riesgos como antes, únicamente estarán dispuestos a
invertir en proyectos de negocio que sean muy conservadores, que sean muy seguros, que no
conlleven muchos peligros. Como proyectos de inversión muy seguros los hay muy escasos,
pues si todo el ahorro disponible lo intentan concentrar solo en proyectos seguros y no se
atreven a asumir riesgos, tendremos una sobreabundancia de ahorro disponible para inversiones
seguras y una insuficiencia de ahorro disponible para inversiones arriesgadas. En todo caso,
no se invertirá en proyectos arriesgados y tendremos exceso no invertido de ahorro en
proyectos seguros. Otra hipótesis es la creciente oligopolización de la economía. Si cada vez
hay menos competencias y cada vez hay más oligopolios, las oportunidades de inversión,
las oportunidades de creación de nuevas empresas también van siendo cada vez más escasas.
Otra hipótesis es la sobreregulación. Si los gobiernos regulan, regulan y regulan la economía
estrangulando las oportunidades rentables de inversión, pues estas evidentemente desaparecen.
Y una última hipótesis es la zombificación. Los rescates sistemáticos de las malas empresas
provocan que cada vez haya menos oportunidades de nueva inversión. Todas las hipótesis anteriores
no son necesariamente incompatibles, sino que pueden explicar diversas partes de la realidad.
Lo cierto, y esa es la realidad, es que no hay suficiente inversión para todo el ahorro que
tenemos disponible. Y aquí sí quiero efectuar un matiz que ya he comentado hace unos momentos,
pero que creo que es pertinente recalcar. Cuando decimos que el ahorro es muy superior a la inversión,
no estamos diciendo que el ahorro para toda tipología de inversión sea excesivo. Lo que
estamos diciendo es que para determinadas tipologías de inversión hay demasiado ahorro,
pero para otras tipologías de inversión puede haber demasiado poco ahorro porque la gente,
los ahorradores, no estén dispuestos a invertirlo en esas condiciones. Es decir,
podemos tener un exceso de ahorro para proyectos muy seguros y una insuficiencia de ahorro
para proyectos muy arriesgados. Por eso, cuando algunos decimos que es necesario aumentar el ahorro
en nuestras economías, no estamos diciendo que es necesario aumentar el ahorro para proyectos
ultra seguros. Para eso ya tenemos exceso de ahorro, pero sí estamos diciendo que es necesario que
los agentes económicos destinen parte de su renta a aceptar, a emprender proyectos que sean más
arriesgados o que sean a más largo plazo que aquellos que están aceptando a día de hoy.
Y para que los agentes económicos evidentemente estén dispuestos a asumir más riesgos necesitan
tener un mayor colchón de fondos propios para poder asumir en su propia carne ese mayor riesgo.
En todo caso, si el ahorro, al menos el ahorro para determinadas tipologías de inversión,
supera a la inversión la diferencia en que se traduce, pues la diferencia se traduce en un
mayor atesoramiento. Esto también es importante entenderlo en su último significado. Veamos,
el ahorro significa que quiero trasladar ingresos que tengo en el presente al futuro,
y evidentemente hay dos formas de trasladar algo, un valor que tengo en el presente al futuro. Una
primera forma es utilizar los ingresos que tengo en el presente para iniciar procesos
productivos en el presente y obtener renta en el futuro derivada de esos procesos productivos
que he comenzado en el presente. Imaginemos que tengo hoy unas manzanas, extraigo las semillas de
esas manzanas, planto un manzano y en el futuro obtengo la producción que quiero, la producción
que quiero en el futuro, las manzanas que quiero en el futuro, con los frutos de ese manzano.
Ese sería el proceso de transformación a ahorro, inversión, renta a futuro. Pero luego hay una
vía alternativa de obtener renta en el futuro, que es atesorar poder adquisitivo. En este caso
sería tengo manzanas hoy, las atesoro durante 10 años y las desatesoro, las desalmaceno,
dentro de 10 años para disponer de ellas en ese momento. ¿Cuál es el problema? Que los
costes de almacenamiento de bienes presentes son altísimos, en el caso de las manzanas como se
pudren, los costes de almacenamiento son infinitos, no puedo tener manzanas en el futuro almacenando
manzanas en el presente. Por consiguiente, la única forma que tengo de obtener manzanas en el
futuro a partir de manzanas en el presente es produciendo nuevas manzanas en el futuro. ¿Qué
pasa si yo quiero tener manzanas en el futuro? Pero no quiero, porque no me atrevo, por ejemplo,
a producir manzanas, a empezar la producción de manzanas en el presente para que esas manzanas
aparezcan en el futuro, pues que solo tengo la opción de acceder, de quedarme con las manzanas
que están produciendo otros. Y es ahí donde el atesoramiento de dinero tiene sentido. Si yo
atesoro oro, por ejemplo, en el futuro podría desatesorar oro y comprar las manzanas a quien
haya producido manzanas. El atesoramiento de dinero es un mecanismo que puede servir para
trasladar renta del presente al futuro para algunos agentes económicos. Sin embargo, es evidente
que no todos los agentes económicos pueden trasladar renta del presente al futuro con el
atesoramiento de dinero. Si todos atesoramos dinero y nadie inicia procesos de producción de
bienes futuros, cuando vayamos a desatesorar el dinero dentro de 10 años, no habrá pip que
comprar con ese dinero. Por tanto, cuando todo el mundo, cuando mucha gente comienza a atesorar
dinero, lo que sucede es que hay deflación. Los precios empiezan a caer porque mucha gente quiere
comprar dinero y para comprar dinero está dispuesta a vender muchos bienes muy baratos. Eso hace que
los precios de los bienes caigan, que el dinero se aprecie, los precios de los bienes caigan y eso
es la deflación. Y justamente también esta deflación lo que abre son nuevas oportunidades de inversión,
porque, claro, si hoy se están vendiendo a descuentos muy grandes bienes presentes,
un empresario medianamente perspicaz puede comprar esos bienes presentes hoy a esos descuentos e
iniciar el proceso de producción de bienes futuros. Pero en todo caso, si todos atesoráramos dinero,
como digo, no habría producción futura. Pues bien, en el pasado teníamos el patrón oro y el
atesoramiento de oro provocaba esos movimientos deflacionistas que se tendían a autolimitar,
porque cuando caían mucho los precios, como digo, se habrían oportunidades de inversión,
pero hoy ya no tenemos el patrón oro. Hoy el atesoramiento de poder adquisitivo para comprar
bienes en el futuro se orquesta a través de otro mecanismo, a través de otro activo,
y ese activo es la deuda pública, ya sea moneda fiat, ya sea dinero en efectivo,
o ya sean títulos propiamente de deuda de los estados, es decir, bonos. Cuando compramos deuda
pública, el gobierno nos promete que nos dará en el futuro dinero, y con ese dinero podremos
comprar aquellos bienes que queremos comprar en el futuro. Fijémonos que, invirtiendo en deuda
pública, nosotros no estamos contribuyendo directamente a iniciar ningún proceso productivo
que genere renta futura, simplemente estamos adquiriendo un derecho contra el gobierno para
que el gobierno nos dé ingresos, nos dé renta, nos dé parte de su recaudación en el futuro.
Ese es el motivo por el que hoy, como muchos agentes económicos, se están demandando un
medio de atesoramiento de su ahorro, y ese medio de atesoramiento es la deuda pública,
los tipos de interés de la deuda pública son tan bajos, incluso negativos. Si la demanda de
deuda pública es mucho más alta que la oferta de deuda pública, los tipos de interés se pueden
convertir en negativos, es decir, el precio de la deuda pública puede aumentar por encima de su
valor nominal. Y ese también es el motivo por el cual hoy los gobiernos, como la demanda de deuda
pública, están altas para atesorar, para mantener poder adquisitivo, para trasladar poder
adquisitivo del presente al futuro, sin exponerse al riesgo de iniciar procesos de producción.
Ese es el motivo por el cual los gobiernos hoy pueden emitir deuda pública sin que se
disparen los tipos de interés o sin que se disparen los precios. Cuando los gobiernos emiten esa
deuda pública para captar todo el ahorro que, digamos, busca seguridad, ahorro que no quiera
asumir riesgos, los gobiernos logran cantidades ingentes de financiación con las cuales pueden
movilizar los factores productivos que se han quedado ociosos, justamente porque el sector
privado no ha querido movilizar esos factores productivos en forma de inversión. Y, por
tanto, el gobierno, en teoría, podría conseguir el pleno empleo si utiliza toda esa financiación
que ha captado vía deuda pública para iniciar procesos de producción, para iniciar procesos
de inversión a largo plazo. ¿Cuál es el problema? De verdad, nos creemos que si el sector privado,
si millones de empresarios, millones de cabezas pensantes descentralizadas no son capaces de
invertir rentablemente todo el ingente volumen de ahorro que se ha generado, de verdad creemos
que los políticos sí van a ser capaces de hacerlo. La respuesta más probable es que no,
la respuesta más probable es que los gobiernos sí captaran esa financiación, pero en su mayor
parte no la invertirán de tal manera que la renta adicional que hayan generado los gobiernos con la
inversión de la financiación que ha captado emitiendo deuda pública. Ya digo, la renta
adicional generada por esa inversión permita remunerar, permita devolver la deuda a los
ahorradores que compraron esa deuda pública. Y si el gobierno no consigue generar una renta
adicional suficiente como para remunerar a sus acreedores, ¿de dónde va a poder remunerar a
esos acreedores cuando llegue el momento del pago? Cuando esos acreedores digan, yo quiero desatesorar
el poder adquisitivo que ha tesorado la deuda pública porque quiero gastar hoy, pues va a venir
necesariamente de más impuestos futuros. El gobierno va a tener que subir los impuestos para
poder pagar su deuda pública porque, insisto, las rentas generadas por la inversión de los
capitales captados vía deuda pública no producirán, no proporcionarán previsiblemente un rédito
suficiente como para devolver esa deuda pública de manera interna, de manera autónoma.
Pero fijémonos en la perversidad de este proceso. Como haya ahorradores que no quieren
consumir hoy, sino que quieren consumir en algún momento indeterminado del futuro,
pero no quieren contribuir a producir, mediante inversión, la renta que van a consumir en
el futuro, lo que hacen es comprar unos títulos financieros que, en última instancia, les
habilitan a parasitar a aquellos que si se lanzan a invertir y a producir renta en el
futuro. Lo que están haciendo es comprar deuda pública que no son más que derechos sobre
la recaudación fiscal futura, recaudación fiscal futura que va a recaer en los generadores
de renta de producción en el futuro. Pero claro, si el gobierno, para devolver la deuda
pública, va subiendo los impuestos, lo que termina provocando es que cada vez haya menos
inversiones rentables, es decir, de alguna manera el gobierno realimente el proceso que
ha originado que haya un exceso de demanda de deuda pública, porque hay una deficiencia
de demanda de proyectos de inversión, porque son proyectos de inversión no insuficientemente
rentables para el riesgo que implican. Por consiguiente, el actual contexto de endeudamiento
laxo para los gobiernos, de endeudamiento barato para los gobiernos, no es una situación
que debamos celebrar. El actual contexto de bajos tipos de interés, de baja inflación
es un contexto que pone de manifiesto el estancamiento económico en el que nos encontramos, la falta
de oportunidades de inversión que puedan ser explotadas para generar riqueza, para
generar valor para los demás por parte del sector privado. Por tanto, los gobiernos lejos
de intentar aprovechar la situación actual para endeudarse, endeudarse, endeudarse y
gastar y gastar y gastar, todo lo cual sólo va a redundar en la mayor parte de los casos
en malas inversiones, con socialización de pérdidas vía impuestos, lo que deberían
estar haciendo es preocuparse por solventar las causas subyacentes que explican la insuficiencia
de oportunidades de inversión. Puede que algunas de esas causas subyacentes no puedan
remediarse a través de ninguna política pública concreta, pero desde luego sí hay causas que
pueden y deben remediarse. Por ejemplo, la oligopolización de la economía, que en gran
medida se debe a privilegios que ha ido generando el estado en favor de determinados lobbies
de determinadas grandes empresas, la sobreregulación que impide que se invierta en numerosos sectores
en condiciones de rentabilidad o la zombificación de la economía, que es en gran medida consecuencia
de las políticas de estímulo y de rescate que aprueban los gobiernos para evitar caídas
de la actividad económica, pero que terminan consolidando estructuras productivas del todo
desfasadas, del todo caducas, del todo anti-económicas. Los gobiernos, insisto, no deberían centrarse
en emitir más deuda pública para gastar y relanzar a corto plazo la demanda agregada,
sino que tendrían que aplicar políticas de oferta, no de demanda, sino de oferta para
que vuelvan a florecer las oportunidades de inversión y, por tanto, para que la demanda
de inversión privada vuelva a crecer y, al volver a crecer, que vuelvan a aumentar los
tipos de interés porque la demanda de fondos prestables termine absorbiendo toda la oferta
de fondos prestables. Cuando el economismo dice que el dinero ahora mismo es gratis,
lo que, en última instancia, está ocultando es que ese dinero gratis, ese dinero gubernamental
gratis, es el reverso de lo muy caras que son hoy las inversiones en el sector privado
y lejos de contentarnos, lejos de complacernos con la financiación abaratada del sector
público, lo que deberíamos estar haciendo es abaratando el coste de la inversión privada
para que el sector privado pueda volver a invertir en masa.
Gracias por ver este vídeo, nos vemos en el próximo vídeo, ¡hasta la próxima!
Gracias por ver este vídeo, nos vemos en el próximo vídeo, ¡hasta la próxima!
Gracias por ver este vídeo, ¡hasta la próxima!