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Isabel Díaz Ayuso ha anunciado que la Comunidad de Madrid eliminará todos los tributos propios
de esta región. De esta manera Madrid se convertirá en la única autonomía de régimen común
sin tributos propios. ¿Estamos ante una revolución fiscal? Pues no exactamente. Veámoslo.
La política está compuesta por fondo y por formas. El fondo es el contenido relevante
que termina materializándose en leyes. Y la forma es toda la parafernalia que suele
envolver a la actividad política. Una política que fuera solo fondo y no tuviera forma sería
una política que terminaría siendo barrida, desplazada por otros ilusionistas más habilidosos
a la hora de embaucar a la población. Y una política que fuera solo forma pero no tuviera
fondo sería una mera campaña de propaganda continuada para justificar que un determinado
gobernante se mantuviera a se perpetuar en el poder. Aunque también hay que decir que
en ocasiones según cual sea el fondo que pretenden promover algunos gobernantes más
nos vale que la política sea solo forma y no haya demasiado fondo. Ayer Isabel Díaz
Ayuso hizo este anuncio. Pero también con medidas económicas ambiciosas. Es lo que
toca ahora mismo. Y por eso les anuncio que la Comunidad de Madrid va a ser la única
región en España que no tendrá impuestos propios. La única de régimen común. Porque
vamos a suprimir los últimos que quedan. Forma o fondo. Pues esencialmente forma.
A día de hoy subsisten en la Comunidad Autónoma de Madrid tres tributos propios. El impuesto
sobre máquinas en locales de hostelería autorizados, el impuesto sobre depósito de residuos y
el recargo al impuesto sobre actividades económicas. Son estos tres impuestos aquellos que Díaz
Ayuso ha anunciado que se van a suprimir. ¿Qué implicaciones prácticas de carácter
inmediato tiene la supresión de estos tres tributos propios sobre la vida diaria de
los madrileños? Pues en realidad muy poca. En primer lugar el impuesto sobre máquinas
en locales de hostelería autorizados es un impuesto que apenas recaudaba 1,2 millones
de euros porque ha sido reemplazado por el impuesto estatal sobre el juego que recauda
casi 150 millones de euros anuales. Por tanto más que de una supresión se trata de una
sustitución. No será un impuesto establecido por la Comunidad Autónoma de Madrid, pero
es un impuesto que sigue a efectos prácticos en vigor por culpa ahora del gobierno de España,
pero los madrileños lo van a seguir pagando. No lo pagarán a la Comunidad de Madrid, pero
sí lo pagarán al gobierno de España. En segundo lugar el impuesto sobre depósitos
de residuos era otro impuesto con un muy escaso potencial recaudatorio, apenas 2,2 millones
de euros y además es otro impuesto que se espera que vaya a ser sustituido por un
nuevo tributo que va a crear el gobierno estatal. De nuevo se trata de anticipar una sustitución
de un impuesto autonómico por un impuesto estatal. De nuevo los madrileños seguirán
pagando este impuesto pero en lugar de pagárselo a Yuso se lo pagarán a Sánchez. Y por último
el recargo sobre el impuesto de actividades económicas era un impuesto que estaba grabado
al 0%. Es decir, era un impuesto que ya no se pagaba. La decisión de eliminar este impuesto
no va a tener ninguna consecuencia práctica sobre los contribuyentes madrileños porque
ya no estaban pagando nada. Como mucho podemos decir que al eliminar el impuesto no al establecer
un grabamento del 0%, sino al eliminar el impuesto se adopta un compromiso más firme
con la ciudadanía madrileña de no cobrarlo en ningún momento, aunque a efectos prácticos
si en algún momento los políticos quisieran cobrarlo no tendrían más que volver a aprobar
este impuesto. En total la Comunidad de Madrid dejará de recaudar 3,4 millones de euros
por lo que es lo mismo 70 céntimos por contribuyente madrileño. Esta es la magnitud exacta de la
rebaja fiscal que anunció ayer a Yuso. Bueno, en realidad todavía es menor porque como
ya hemos dicho Sánchez creara un impuesto sobre el depósito de residuos que no existe
hoy y que reemplaza a uno de estos tributos que han sido preventivamente eliminados. Por
tanto al final del día la rebaja será incluso inferior a estos 0,7 euros por contribuyente.
Forma y no fondo. Ahora bien, tratándose de forma y no de fondo, también hay que señalar
que se trata de una forma muy positiva. ¿Por qué razón? Porque es una forma que contiene
un mensaje sobre el fondo. ¿Cuál es ese mensaje? ¿Cuál es el mensaje que la Comunidad
de Madrid, que el gobierno de Ayuso en la Comunidad de Madrid quiere remitir a familias,
empresas, ahorradores o inversores? Pues en teoría el siguiente, queremos que la Comunidad
Autónoma de Madrid siga siendo la autonomía con los impuestos más bajos de España. Nosotros,
el equipo de gobierno, tenemos un proyecto fiscal, coherente, creíble y a largo plazo
para la Comunidad de Madrid, consistente en mantener unos impuestos relativamente más
bajos que los del resto del país, y en la medida de lo posible incluso de seguir rebajándolos,
y precisamente porque se trata de un proyecto que aspiramos a que sea coherente procedemos
a eliminar todos los impuestos propios de la Comunidad de Madrid, es decir, aquellos tributos
cuya existencia depende enteramente de la propia Comunidad de Madrid. Al fin y al cabo no dejaba
de ser incoherente hasta la fecha que un ejecutivo que alardeaba de tener un proyecto de querer
bajar impuestos en la Comunidad de Madrid mantuviera a vivos o semivivos tres tributos
propios que además tenían muy poco potencial recaudatorio. Lo coherente desde un primer
momento habría sido, en efecto, lo que acaba de hacer Ayuso, eliminarlos. Por tanto, es
una medida que podemos pildar de insustancial, pero es una medida que es coherente con el
discurso fiscal de fondo que está manteniendo Ayuso. Un discurso fiscal, que además hay
que decir, es el discurso fiscal en la dirección adecuada. Debemos seguir bajando impuestos
y debemos seguir reduciendo el tamaño de la Administración regional.
Pero si ese es el discurso, si esa es la forma que aspira a convertirse en fondo, evidentemente
habrá que exigir que ese fondo se termine materializando, que no se quede en un mero
discurso avalado por algunos fuegos de artificio como la supresión de estos tres tributos
propios. Si durante los próximos meses el Gobierno de Ayuso anuncia nuevas medidas liberalizadoras,
nuevas bajadas de impuestos, esta sí, con contenido de fondo, pues entonces cabrá
afirmar retrospectivamente que este gesto de eliminar estos tres tributos propios ha
sido un gesto cargado de coherencia y de congruencia. Si, en cambio, durante los próximos meses
solo se siguen sucediendo este tipo de gestos que no amplían a efectos prácticos la libertad
de los ciudadanos, pero sí generan una cierta apariencia de que el Gobierno regional está
ampliando las libertades de los madrileños, entonces habrá que decir retrospectivamente
que la eliminación de estos tres tributos propios únicamente buscaba alimentar la
imagen mediática de Ayuso como una lideresa con unos principios ideológicos muy fuertes
en favor de la libertad que, sin embargo, y por desgracia, nunca se terminan traduciendo
en una ampliación de las libertades efectivas de los madrileños.
Dicho de otra manera, ¿estamos ante una forma que precede a un fondo liberalizador? O,
en cambio, ¿estamos meramente ante una forma que pretende ocultar la ausencia de un genuino
fondo liberalizador, propaganda avalada por hechos que amplían las libertades de los madrileños
o propaganda sin hechos que únicamente pretenden consolidar a Ayuso en el poder? Pues lo descubriremos
durante los próximos meses, pero esperemos que sea lo primero, que este gesto de eliminar
los tributos propios, los insustanciales tributos propios de la Comunidad de Madrid,
sea el precedente de una rebaja fiscal mucho más intensa sobre los maltratados contribuyentes
y madrileños.