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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Partido Socialista Obrero Español. Cuarenta años de democracia y cuarenta años de progreso, veámoslo.
Este fin de semana, el Partido Socialista Obrero Español, el PSOE, celebró los cuarenta años de la histórica victoria electoral de Felipe González en 1982.
Lo celebró en un acto conjunto en el que participaron los tres presidentes del gobierno que ha tenido el PSOE desde entonces, a saber Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez.
Y para conmemorar este aniversario, los cuarenta años de la victoria de Felipe González en 1982, así como el acto conjunto en el que participaron estos tres presidentes o expresidentes del gobierno,
el propio PSOE elaboró un cartel y el cartel es el siguiente. Muchas personas han prestado atención a la primera parte del título de este cartel.
Cuarenta años de democracia, desde 1982 a 2022, como dando a entender que la democracia comenzó con el PSOE cuando en realidad la democracia en España empezó en el año 77.
Que sí, que en el 77 no gobernaba el PSOE, pero no todo lo que no sea en gobiernos del PSOE implica ausencia de democracia.
Sin embargo, a mí lo que más me ha llamado la atención es la segunda parte del título del cartel. Cuarenta años de progreso.
Y no porque no haya habido progreso económico desde el año 82. Cuestión distinta es si ese progreso económico se ha debido al buen hacer del Partido Socialista o del español o ha sido a pesar de su mal hacer.
Y lo mismo valdría decir, por cierto, para el Partido Popular. No es una cuestión exclusiva del PSOE.
Pero no me llama la atención por esto. Me llama la atención porque este cartel en el que observamos a Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez,
agarrados fraternalmente de los hombros, es en realidad una segunda versión, un remake del cartel electoral, del histórico cartel electoral,
con el que Felipe González ganó las lecciones en el año 1982. Y si comparamos cómo ha evolucionado ese cartel a lo largo de los últimos 40 años,
nos daremos cuenta también de cómo ha evolucionado el concepto de progreso para el PSOE y más en general diría para la social democracia europea en estos últimos 40 años.
Juguemos por tanto a las 7 diferencias entre los carteles, aunque en este caso me voy a centrar no en 7 diferencias, sino en 3 que me parecen muy relevantes y significativas
de cómo ha evolucionado el concepto de progreso para el Partido Socialista.
En primer lugar, démonos cuenta de que en el cartel original de Felipe González, Felipe González aparece rodeado por 4 personas anónimas procedentes del pueblo,
es decir, hasta cierto punto Felipe González aparece confraternizando con el pueblo, aparece agarrado del hombro de diversas personas que componen el pueblo.
En cambio, en el nuevo cartel del Partido Socialista Felipe González aparece rodeado de otros políticos, de Pedro Sánchez y de José Luis Rodríguez Zapatero.
El pueblo está ausente de esta estampa, es una estampa no para conectar políticamente con los ciudadanos, sino es una estampa ensimismada políticamente,
es una estampa para conectar políticamente con los políticos.
Uno, desde luego, podría excusar este cambio diciendo que lo primero es un cartel electoral y lo segundo es un cartel conmemorativo de una victoria electoral
y es un argumento que tiene pleno sentido, pero nada impide que se hubiese añadido a este cartel, aparte de a Felipe González, a José Luis Rodríguez Zapatero y a Pedro Sánchez,
a otras personas anónimas del pueblo, como acogiéndolos o respaldándolos, pero se ha considerado que eso estorbaba, que quizá eso empeoraba la estética del cartel,
y en este caso, claro, prima más la propaganda que el mensaje de fondo que se quiera transmitir.
Segundo detalle que es relevante, fijémonos que las cuatro personas que rodean a Felipe González en el cartel original no son sin más cuatro personas anónimas,
sino que son cuatro personas que tienen un perfil productivo determinado, es decir, Felipe González no quería conectar sin más con personas anónimas,
sino que quería conectar con personas que se autoidentificaban como trabajadores en determinados sectores económicos.
Tenemos al obrero industrial, tenemos al pescador, tenemos al agricultor y también tenemos al urbanita que trabaja en los servicios o que incluso podría llegar a ser un empresario.
Con todas esas personas quiere conectar política y económicamente Felipe González.
Si hoy se hubiesen añadido personas a este cartel conmemorativo del Partido Socialista, es harto dudoso que se hubiesen añadido personas que se autoidentificaran como productores sociales,
como miembros de algún tipo de gremio o de algún tipo de ocupación económica.
A día de hoy el concepto de identidad que apadrina la izquierda, sobre todo la llamada izquierda walk, es un concepto de identidad totalmente distinto.
Es una identidad que tiene que ver con el llamado género, que tiene que ver con la orientación sexual, con el sexo autopercibido,
que tiene que ver con la raza o que tiene que ver con la cultura de mis antepasados, pero que no tiene que ver con la ocupación profesional, con la generación estricta de riqueza.
Y no estoy mencionando esto para criticarlo o para dejarlo de criticar.
Simplemente estoy poniendo de manifiesto un cambio estructural muy importante en la ideología de la izquierda, o al menos de buena parte de la izquierda,
que además es un cambio estructural que no tiene que ver con el progreso material, con el progreso económico.
Más bien tiene que ver con valores que podríamos llamar postmaterialistas, no con las cosas de comer, no con producir en las fábricas, en los campos, en los mares o en las oficinas.
Tiene que ver con qué tipos de valores morales prevalecen dentro de la sociedad y con cómo de a gusto nos encontramos cada uno de nosotros dentro de ese entorno cultural.
Y tercera diferencia entre los dos carteles, que está muy relacionada con esta última, pero que merece un comentario específico.
El fondo de los carteles. Fijémonos en el fondo de los carteles porque esto nos revelará qué se entendía en cada momento histórico por progreso.
El fondo en el cartel original de 1982 es un fondo claramente productivo, incluso productivista.
Tenemos aquellos sectores económicos que representan a cada una de las personas anónimas, a cada uno de los trabajadores en sus ocupaciones,
con los que está abrazado Felipe González. Tenemos el campo, tenemos los mares, tenemos las fábricas, fábricas además contaminantes, echando humo,
y tenemos las grandes oficinas, los grandes centros de servicios de las ciudades.
Eso es lo que en el año 82 se entendía por progreso y aquello que Felipe González prometía implícitamente defender a través del gobierno.
¿Y hoy qué se entiende por progreso? ¿Qué aparece en el fondo del nuevo cartel conmemorativo del Partido Socialista?
Pues lo que aparece en el fondo es un entorno natural muy bonito, pero sin ningún tipo de actividad económica.
Vemos unos prados verdísimos y preciosos sin ninguna fábrica, vemos un océano perfectamente cristalino pero sin ningún barco, y desde luego ninguna referencia a las ciudades,
que son un entorno hostil, un entorno en el que, a pesar de que cada vez más gente quiere vivir en las ciudades, supuestamente nadie quiere vivir en ellas,
porque el ideal es el campo, pero el campo sin actividad económica, es decir, la naturaleza virgen tal cual prevalecería en ausencia de la actividad productiva del hombre.
Es decir, que la izquierda española y europea, o al menos gran parte de esa izquierda,
ha transitado desde una ideología que enfatizaba la necesidad de proteger a los trabajadores y de incrementar sus estándares de vida a través del crecimiento económico,
porque es a través del crecimiento económico, a través de trabajar el campo, a través de trabajar en las fábricas, a través de trabajar en los servicios,
como se genera mayor producción y, por tanto, mayores ingresos para los trabajadores. Hemos transitado de ese esquema mental, de ese esquema ideológico,
a otro, donde lo único que se enfatiza es la necesidad de proteger la naturaleza, no de proteger a la naturaleza porque las personas viven en la naturaleza
y protegiendo la naturaleza se protegerá a las personas, o no de proteger a la naturaleza compatibilizándola con el progreso material, con el crecimiento económico
de las personas que habitan en la naturaleza. No, en la estampa renovada de lo que es el Partido Socialista, las personas están ausentes, salvo los políticos.
Eso sí, lo único que cuenta es la naturaleza por sí misma, salvaguardar el entorno como un fin en sí mismo, no como un medio para mejorar la calidad de vida
de las personas, junto con otros muchos medios, como el crecimiento económico, como la producción material, sino como un sometimiento del ser humano
al despotismo de Gaia, al despotismo de la naturaleza, la naturaleza a demandar y nosotros nos hemos de someter a ella.
Todo lo contrario de lo que defendía a la izquierda e incluso la izquierda marxista de toda la vida.
Y es que el hombre se hace hombre cuando controla la naturaleza, cuando coloca sosteniblemente, eso sí, pero cuando coloca la naturaleza a su servicio.
Y esto, más allá de los comentarios anecdóticos, circunstanciales que podamos hacer comparando un cartel electoral con un cartel conmemorativo 40 años después,
sí tiene una importancia de fondo, que conviene resaltar. Y es que dentro de las coordenadas ideológicas de la izquierda actual, el crecimiento económico, el crecimiento material,
ha pasado a un segundo, tercer, cuarto o último plano. Es decir, no está entre sus prioridades ideológicas promover el crecimiento económico de una sociedad.
Está a proteger el medio ambiente, eso queda muy claro, pero impulsar el crecimiento económico, sobre todo en la medida en que pueda dañar de algún modo el medio ambiente,
no está en absoluto en su agenda. Y la calidad de vida de las sociedades, la mejora en los estándares de vida, no sólo de los ultrarricos,
sino también de las rentas medias y sobre todo de las rentas más bajas de los pobres, de esas personas de las que supuestamente dice que se preocupa tanto la izquierda,
la mejoría en la calidad de vida de todos ellos depende críticamente del crecimiento económico a largo plazo. Por tanto, una agenda político-ideológica de la izquierda
que no priorice, quizá no en su primera posición, pero sí desde luego en lo más alto del listado de prioridades, que no priorice el crecimiento económico,
es una agenda que no va a solucionar los grandes problemas sociales que atenazan a muchos ciudadanos, no va a conseguir elevar los estándares de vida del conjunto de la población.
Y eso desde luego sí es muy preocupante, que cuando un gobierno del Partido Socialista esté elaborando un determinado real decreto ley, o cuando el Parlamento,
copado por diputados socialistas, apruebe una determinada ley, cuando ocurra todo esto y tengan que plantearse si impulsamos esta medida,
que facilitaría el crecimiento económico, o impulsamos o incluimos esta otra medida, que a pesar de que lastra el crecimiento económico,
es muy positivo para la preservación del medio ambiente, que cuando se encuentren en esa disyuntiva siempre, en cualquier caso, se escoja,
se priorice aquella medida que aún dañando el crecimiento económico, facilite la sostenibilidad medioambiental,
si eso es así, a lo que vamos es hacia un país que todavía vaya a crecer menos de lo que ya está creciendo a día de hoy,
porque todo el entramado regulatorio, que será parido en gran medida por gobiernos de izquierdas, por gobiernos capitaneados, por el Partido Socialista,
será un entorno económico, hostil, antagónico, con el crecimiento.
Quizás sea un entorno regulatorio muy favorable para que florezcan los campos, pero desde luego no para el crecimiento material dentro de esas sociedades.
En otras palabras, la agenda ideológica de fondo de la izquierda, al menos del Partido Socialista, obrero español y de gran parte de la socialdemocracia europea,
es una agenda ideológica que ha pasado de ser una agenda pro crecimiento, con buenas o con malas medidas para impulsarlo,
pero en todo caso, que tenía como meta el crecimiento económico, a ser una agenda propobreza.