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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Durante los últimos días hemos asistido a un contraste ideológico ciertamente llamativo.
Por un lado, la extrema izquierda occidental ha aprovechado las protestas en Chile para
proclamar que el sistema neoliberal de este país ha fracasado estrepitosamente a la
hora de mejorar la calidad de vida del grueso de la población.
Como los ricos son cada vez más ricos en Chile y los pobres son cada vez más pobres,
las masas se han levantado para derrocar un sistema que ellos, la extrema izquierda,
siempre diagnóstico que era disfuncional y que iba a fracasar.
Y por otro lado, esta misma extrema izquierda occidental ha saludado con júbilo la victoria,
no entremos en si legítima o legítima, si fraudulenta o no fraudulenta, en todo caso
en la victoria, de Evo Morales en las elecciones de Bolivia, diciendo o llegando a decir que
Evo Morales es el ejemplo de la rebeldía y la punta de lanza del progreso que trae
la izquierda en hispanomérica.
¿Por qué digo que estos dos mensajes son o constituyen un contraste ciertamente llamativo?
Bueno, uno puede ser razonablemente crítico con la situación y con la evolución de la
economía chilena, reconociendo que Chile es un ejemplo, sobre todo regional, de cómo
una sociedad puede pasar de ser una sociedad pobre a una sociedad desarrollada, a una sociedad
del primer mundo en pocas generaciones, también es cierto que no todo en Chile es perfecto,
como no lo es desde luego en ninguna otra sociedad, pero tampoco precisamente por ello
en Chile.
Por ejemplo, el crecimiento económico de Chile durante los últimos años, ya desde
el gobierno de Bachelet, se ha ralentizado de manera bastante importante, entre otras
cosas por la mayor carga regulatoria y la mayor carga fiscal que pesa sobre el país,
y un menor crecimiento económico son unas peores expectativas de futuro, o al menos
unas no tan buenas expectativas de futuro sobre el conjunto de la población, y especialmente
si los estratos más pobres de la población hasta la fecha contaban con la esperanza
de seguir mejorando a un ritmo bastante alto, si ese ritmo se frena, es lógico que pueda
existir una cierta frustración entre esas capas que no viven de un modo muy acomodado
y que tenían la esperanza de vivir mejor gracias a ese crecimiento que en parte se
ha apagado.
O por ejemplo, tomemos el caso de la desigualdad, la desigualdad en Chile, sobre todo para
estándares occidentales es muy alta, y en principio para un liberal que la desigualdad
sea alta no debería generarle ningún tipo de incomodidad o ningún tipo de quebranto,
si los ricos son muy ricos, pero los pobres también son cada vez más ricos, si todo
el mundo prospera, ¿qué más da la desigualdad?
Sin embargo, es cierto que desigualdades muy altas pueden ser, no necesariamente son,
pero pueden ser el síntoma de una sociedad donde gran parte de las ganancias que se
generan en sociedad, terminan siendo capturadas por élites, llamémoslas si queremos extractivas,
que por tanto reducen las capacidades de prosperar de los estratos más bajos de la sociedad,
aunque esos estratos bajos de la sociedad tengan capacidad para prosperar, una desigualdad
alta, insisto, puede ser ese síntoma de que parte de la riqueza que está generando esa
parte de la sociedad termina siendo parasitada por las élites extractivas, por las élites
oligárquicas.
Existen en chiles élites extractivas y oligárquicas, por supuesto, como existen en todos los países
occidentales comenzando por Estados Unidos, y por tanto si hay un motivo de protesta legítima
contra la extracción, la captura de rentas, vía privilegios regulatorios que determinados
personajes dentro del entramado político empresarial de cada país consiguen a costa
de los ciudadanos más desfavorecidos, y ya digo, un síntoma muy claro de esa extracción,
de esa explotación de recursos desde los más desfavorecidos a los favorecidos, puede
ser una alta desigualdad, por tanto que la desigualdad sea alta, aunque en principio
debería sernos moralmente neutral, siempre y cuando todos mejoren, el gran problema no
es la desigualdad, es la pobreza, una alta desigualdad, si puede ser un síntoma, si
puede significar, si puede reflejar que está habiendo una redistribución no voluntaria,
una redistribución extractiva de recursos, y por tanto, en la medida en que esto suceda
en Chile, desde luego hay motivo para la crítica y hay mucho margen de mejora para desmercantilizar,
para liberalizar el mercado y la sociedad en Chile, en Estados Unidos, en España y
en cualquier otro país. Ahora bien, dicho esto, se puede ser muy crítico con Chile,
se debe incluso ser crítico exigente con las instituciones políticas de cualquier
sociedad, porque sabemos los incentivos perversos que tienden a desarrollarse dentro y cómo
tratan de medrar a costa del resto de la población, lo que no tiene mucho sentido es la estrategia,
el discurso que ha desarrollado la extrema izquierda en los últimos días, lo que no tiene sentido
es proclamar que en Chile los pobres básicamente son incapaces de sobrevivir, son incapaces
de prosperar, no tienen ningún tipo de oportunidad, viven unas condiciones absolutamente nefastas,
y en cambio que en Bolivia los pobres poco menos que nadan en la abundancia, o que al
menos disfrutan de unas condiciones incomparablemente mejores que sus pares chilenos, y por tanto
tiene todo el sentido del mundo que la izquierda como capitana moral de los desamparados defienda
el modelo de Bolivia, un modelo inclusivo para los pobres, y critique el modelo neoliberal
de Chile, un modelo excluyente para los pobres. ¿Por qué digo que este discurso no tiene
ningún sentido? Porque no casa con la realidad, es un discurso que falsea la realidad, a poco
que observemos y comparemos las estadísticas sobre la situación de los pobres en Chile
y en Bolivia, comprobaremos que los pobres chilenos están incomparablemente mejor que
los pobres bolivianos.
Comencemos con una panorámica general de la economía, es decir, con una comparación
de la renta per cápita del PIB por habitante entre ambos países, mientras que en Chile
la renta per cápita, el PIB por habitante es de prácticamente 23.000 dólares internacionales,
en Bolivia no llega a los 7.000, es decir, el PIB per cápita de Chile más que triplica
el de Bolivia. Estamos usando dólares internacionales para unificar la unidad de medida, incluyendo
también los diferenciales de precios, por tanto, se trata de una renta per cápita perfectamente
comparable entre países. De media, el chileno es más de tres veces más rico que el boliviano.
Ahora bien, y aquí es donde puede entrar el discurso de izquierdas, de que nos sirve la
renta per cápita, que no es más que una media de PIB por habitante, si puede haber diferencias
muy notables en la distribución de esa renta. Si la renta per cápita en Chile es mucho
más alta que la de Bolivia, porque los ricos son muchísimo más ricos en Chile que en
Bolivia y, en cambio, los pobres no viven mejor en Chile que en Bolivia, el hecho de
que la renta per cápita en Chile sea más alta que en Bolivia no nos estaría informando
en absoluto de cuál es la calidad de vida del sector más desfavorecido de la sociedad
en Chile y en Bolivia. Por tanto, podemos combinar, por ejemplo, el indicador de renta
per cápita, que es una media de la calidad de vida dentro de un país y que puede perfectamente
ocultar diferenciales muy grandes en el nivel de vida entre distintos grupos de población,
con un indicador de desigualdad. El indicador de desigualdad más usado es el índice Gini.
Cuanto más cerca está el índice Gini de cero, más igualitarias una sociedad. En concreto,
si tuviera un valor cero, todo el mundo tendría exactamente la misma renta, es decir, todo
el mundo tendría la misma renta per cápita. En cambio, si el índice Gini toma un valor
de uno, significa que una persona posee todo el PIB de la economía y, por tanto, que la
desigualdad desextrema. Pues bien, tomando el índice Gini, es verdad que en Bolivia
las desigualdades son algo menores que en Chile. En concreto, el índice Gini de Bolivia
es de 0,44 y el de Chile es de 0,46,6. Pero esta ligera diferencia en el índice Gini
en absoluto puede justificar o podría explicar que los pobres en Chile vivieran peor que
los pobres en Bolivia, cuando las diferencias en la renta per cápita son tan sumamente
avultadas, pequeñas diferencias en el índice de desigualdad, desde luego no explican que
los pobres en Chile puedan vivir peor, como decía en Bolivia. Y, de hecho, nada mejor
para ello que tomar diversas métricas de cuál es la tasa de pobreza en Chile y en
Bolivia.
Por ejemplo, si definimos pobreza como aquel porcentaje de la población que vive con
menos del equivalente a 1,9 dólares diarios, el 6% de la población de Bolivia vive con
menos de 1,9 dólares diarios. En cambio, menos del 1% de la población chilena vive
con menos de 1,6 dólares diarios. Lo mismo sucede si elevamos un poco el umbral. Si
colocamos el umbral de pobreza en 3,2 dólares diarios, el 12% de la población de Bolivia
vive con menos de 3,2 dólares diarios. En cambio, en el caso de Chile apenas ronda
el 2%. ¿Y qué sucede si elevamos el umbral de pobreza hasta los 5,5 dólares diarios?
Pues que en el caso de Chile aproximadamente el 6% de la población vive con menos del
equivalente a 5,5 dólares internacionales diarios, y en el caso de Bolivia es el 25%
de la población.
En definitiva, no es verdad que la población más pobre de Bolivia viva mejor que la población
más pobre de Chile. Insisto, el 25% una cuarta parte de toda la población de Bolivia no
alcanza a ingresar el equivalente internacional a 5,5 dólares diarios. En cambio, en Chile
el 94% de la población supera esa cifra. Por tanto, no. No es verdad que en Chile haya
más pobreza que en Bolivia. Hay mucha más pobreza y bastante más dura en Bolivia que
en Chile. Pero entonces, ¿por qué hay más desigualdad? ¿Algo más de desigualdad en
Chile que en Bolivia? Pues, paradójicamente, esta desigualdad no se debe a que los pobres
en Chile estén mucho peor relativamente que los pobres en Bolivia. Si observamos cuál
es el porcentaje del PIB que va a parar al 20% más pobre de la población chilena,
probaremos que esta cifra es del 5,1% del PIB. Es decir, el 5,1% de toda la renta que
se genera en sociedad en Chile termina llegando al 20% más pobre del país. En cambio, en
Bolivia, este porcentaje es del 4,1%. Por tanto, el 20% más pobre de Chile recibe
una porción mayor de una tarta mucho mayor que el 20% de la población más pobre en
Bolivia. ¿Dónde está, por tanto, la diferencia que justifica esa ligera mayor desigualdad
en Chile que en Bolivia? Pues, está, esencialmente, en que lo que llamaríamos clases medias,
las rentas medias en Bolivia tienen un porcentaje del PIB algo inferior a Chile. Es decir, en
todo caso, quien está en una posición relativamente peor que no absolutamente peor, porque es
mejor tener el 5% de 100 que el 10% de 10, pero quien está en una posición relativamente
peor en Chile que en Bolivia no son los más pobres. Son, en todo caso, las clases medias
que tienen un porcentaje de la renta nacional algo inferior en Chile que en Bolivia. Pero
sea como fuere, lo que es indiscutible es que todo el mundo, en términos generales,
ricos, clases medias y pobres, viven muchísimo mejor en Chile de lo que viven en Bolivia.
Y ni siquiera cabría argumentar que el modelo de Bolivia es superior al de Chile porque
desde la llegada de Evo Morales al poder en el año 2006, Bolivia ha experimentado un
crecimiento económico mucho más intenso que el de Chile. Es verdad que esto ha sucedido,
esencialmente, porque Bolivia partía, comenzaba desde una posición mucho más baja que Chile
y es más fácil crecer mucho cuando eres muy pobre que cuando eres muy rico. Esto es
un fenómeno que se conoce como catching up growth, es decir, los pobres crecen más
que los ricos hasta ponerse a su nivel, por ejemplo, importando las tecnologías que previamente
han desarrollado los países más ricos. Pero, como digo, ni siquiera cabe utilizar este argumento.
¿Y por qué? Bueno, esencialmente porque entre el año 2006 y el año 2018, 2006 es cuando
llega Evo Morales al poder, la renta per cápita de Bolivia pasa de 4.800 dólares internacionales
a casi 7.000 dólares internacionales, es decir, se incrementa alrededor de un 45%. En cambio,
entre el año 1990 y el año 2002, es decir, la misma cantidad de años en Chile que los
que ha estado Evo Morales en el poder, la renta per cápita de Chile pasa de 9.000 dólares
internacionales a 14.800, es decir, un incremento del 64%. Por tanto, en 12 años, 1990, 2012,
2006, 2018, la economía de Chile crece mucho más que la economía de Bolivia, y eso a
pesar de que Bolivia, en el año 2006, partía de una renta per cápita de 4.800 dólares
internacionales y, por tanto, es mucho más fácil crecer que de la renta per cápita
de la que partía Chile en 1990, es decir, 9.000 dólares internacionales. En definitiva,
no hay ningún argumento, absolutamente ningún argumento, relativo a la calidad de vida actual
de los más pobres que justifique preferir Bolivia a Chile. Tomemos el indicador que
tomemos, los pobres chilenos viven muchísimo mejor que los pobres de Bolivia. La renta
per cápita en Chile es muy superior a la renta per cápita en Bolivia, más de tres
veces. La desigualdad en la distribución de esa renta per cápita es prácticamente
la misma en Chile que en Bolivia. De hecho, el 20% más pobre de la población chilena
tiene un porcentaje mayor de esa renta per cápita que el 20% más pobre de la población
de Bolivia. Y, además, midamos como midamos la tasa de pobreza, como 1,9 dólares diarios,
3,2 dólares diarios, 5,5 dólares diarios, la tasa de pobreza en Bolivia es muy superior
que la tasa de pobreza en Chile. Y si esto es así, ¿por qué a la extrema izquierda
le repugna el modelo chileno y, en cambio, estaba atiendo palmas masivamente con el modelo
de Bolivia? No porque el modelo de Bolivia sea mejor para los pobres que el modelo chileno,
no porque los pobres vivan mejor en Bolivia que en Chile. Los pobres no cuentan en esta
ecuación. Estamos ante una guerra de propaganda, una guerra donde la extrema izquierda, como
siempre hace, instrumenta a los más pobres para vendernos su mercancía ideológica averiada
y para restarle absolutamente todos los méritos a modelos económicos y sociales alternativos
a los que su dogmatismo ideológico propugna que puedan haber favorecido la calidad de
vida de los más desfavorecidos. Es verdad, como hayamos dicho al principio, que el modelo
chileno es susceptible de experimentar muchísimas mejoras. No es un modelo perfecto, es un
modelo muy abierto a la crítica. Lo que no tiene ningún sentido, lo que no tiene ninguna
base racional es preferir el modelo de Bolivia al modelo de Chile o vendernos que los pobres
en Bolivia viven una vida de ensueño y, en cambio, los pobres en Chile viven una vida
de frustración y de desesperación. La pobreza en Chile es muy inferior a la pobreza en Bolivia,
el ciudadano medio, incluso el ciudadano pobre en Chile, vive muchísimo mejor que
el ciudadano medio y el ciudadano pobre en Bolivia y, por tanto, cuando nos intentan
colar que el modelo de Bolivia es preferible al de Chile, cuando nos intentan colar que
Bolivia es un ejemplo a seguir y Chile es un ejemplo a alejarse, lo que nos están intentando
colar es mercancía ideológica, fraudulenta y averiada.