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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

¿Cuál ha de ser la misión de una empresa? Es decir, ¿a qué debe dedicarse el consejo
de administración que dirige el destino de una empresa? En el año 1970, el Premio Nobel
de Economía, Milton Friedman, publicó un artículo en el New York Times que ha sido
muy influyente a la hora de definir, a la hora de perfilar cuál era la misión, el
objetivo que debía cumplir una empresa y todo su consejo de administración. De acuerdo
con Friedman, el consejo de administración de una empresa a sus directivos, no eran más
que empleados de los accionistas y, por tanto, decía, su responsabilidad consiste en administrar
el negocio de acuerdo con los deseos de los accionistas, los cuales generalmente consistirán
en ganar tanto dinero como sea posible dentro del respeto a las reglas básicas de una sociedad
tanto aquellas materializadas en la ley como en las costumbres morales. Es decir, la tesis
de Friedman, que se popularizó a partir de ese momento, es que el objetivo de una empresa,
el destino al que debe conducirle el consejo de administración de esa empresa es a maximizar
sus ganancias, a maximizar los beneficios monetarios que esa compañía genera para
el accionista. Cuanto más dinero gane una empresa para sus accionistas, tanto mejor
se estará comportando su consejo de administración. Esto, esta idea, ha definido durante mucho
tiempo lo que algunos han llamado el capitalismo neoliberal, es decir, la obsesión de las
compañías por maximizar sus beneficios monetarios, desatendiendo toda otra serie de objetivos
sociales que también son relevantes, tan o más relevantes dicen que las ganancias monetarias
y que por tanto también deberían ser directamente atendidos por las empresas, también deberían
ser tenidos en cuenta por los consejos de administración cuando definen a qué debe
dedicarse y cómo debe dedicarse una compañía. En los últimos días, de hecho, ha comenzado
a cobrar fuerza, una opinión radicalmente opuesta a la anterior y ha venido no de algún
tipo de pensador, de ultra izquierda, de algún tipo de intelectual, anticapitalista, sino
que es una opinión que ha sido suscrita, que ha sido apoyada, que ha sido promovida
por doscientas de las mayores empresas del planeta, en concreto por la asociación conocida
como Business Roundtable, que agrupa a empresas tan diversas como Apple, como Amazon, como
Visa, como Mastercard, como Exxon o como BlackRock. Todas estas compañías han firmado un manifiesto
que algunos han visto como el primer paso para replantear, para reinventar el capitalismo
en el siglo XXI, donde esencialmente dicen que las empresas no deben dedicarse a maximizar
el valor que esa compañía genera para los accionistas, sino que deben maximizar el valor
que generan para cinco grupos de stakeholders, es decir, cinco grupos de agentes conectados
con la empresa, en concreto los accionistas, pero no solo los accionistas y no de manera
prioritaria o preferente los accionistas, sino accionistas, proveedores, clientes, trabajadores
y la comunidad donde esas compañías están insertas. Notemos que no se trata de que
el manifiesto diga que una compañía debe preocuparse por los trabajadores, por los
clientes, por los proveedores o por la comunidad como vía para maximizar las ganancias de
los accionistas, lo cual en muchos casos puede tener bastante sentido, es decir, unos trabajadores
insatisfechos no van a ser tan productivos, probablemente como unos trabajadores contentos
como unos trabajadores bien pagados y por tanto la vía, el camino para maximizar las
ganancias de la accionista puede ser justamente tener a los trabajadores satisfechos o algunos
consumidores a los que no les guste el producto que vende una empresa, evidentemente no van
a adquirir ese producto, no van a estar dispuestos a pagar mucho por él y por tanto tampoco
maximizarán las ganancias de los accionistas. No, el argumento no es ese, el argumento
no es que en muchos casos haya que cuidar, haya que preocuparse muy en serio por el
resto de stakeholders de una empresa para maximizar las ganancias de los accionistas, sino que
el objetivo único no puede ser maximizar las ganancias de los accionistas, sino que en
general la empresa ha de preocuparse en pie de igualdad por los accionistas y por el resto
de stakeholders de la compañía, con lo cual si hay medidas que se dirigen a minimizar
o a reducir las ganancias de los accionistas para generar bienestar en los otros grupos
con los que se relaciona a la empresa, bienvenidas serían esas medidas. Por tanto tenemos una
especie de conflicto entre dos visiones a mi juicio extremas, por un lado la visión
de Friedman o tal como se ha interpretado la visión de Friedman que es la empresa
solo ha de preocuparse por maximizar las ganancias monetarias de los accionistas y por
otro la visión nueva de la business round table donde vienen a decir que sí han de
preocuparse por maximizar las ganancias de los accionistas y el bienestar y las necesidades
de otros agentes en pie de igualdad con los accionistas, siendo por tanto los accionistas
un grupo más a tener en cuenta. ¿Cuál de las dos visiones es acertada? En realidad
ninguna de ellas, las dos se equivocan en aspectos fundamentales, empecemos por la visión
de la business round table. Cuando dicen que las empresas no tienen que preocuparse por
maximizar de manera preferente el valor que generan para los accionistas, en realidad
lo que están diciendo es que las empresas van a estar condenadas a desaparecer. No olvidemos
que las empresas son instrumentos, son mecanismos, son organizaciones que son creadas, que son
financiadas, que son nutridas de recursos por los accionistas. Por tanto, son mecanismos
por los cuales los accionistas, en un sentido muy amplio del término, los socios, los
dueños, es decir, también podemos encontrar aquí los cooperativistas o los promotores
incluso de una ONG, son mecanismos por los cuales los dueños de esa empresa satisfacen
sus preferencias que en muchos casos sí estarán relacionadas con ganar dinero. Decir que
las empresas han de despreocuparse o no han de atender prioritariamente los intereses de
los dueños es tanto como decir que estamos eliminando los incentivos y las razones para
que las personas se asocien en crear empresas que promuevan determinadas actividades dentro
de la sociedad. Afortunadamente, y esto es algo que sabemos al menos desde los tiempos
de Adam Smith, se da la feliz coincidencia de que cuando los accionistas, en general,
persiguen sus propios intereses, persiguen maximizar, por ejemplo, las ganancias monetarias,
en general, ya digo, eso lo consiguen satisfaciendo también las necesidades de los consumidores.
No se trata, por tanto, de que las empresas sólo tengan en cuenta de manera excluyente
las necesidades de los accionistas, sino que al tener en cuenta las necesidades de
los accionistas necesariamente han de tener en cuenta las necesidades de los consumidores,
porque si una empresa no satisface los fines últimos de los consumidores, en general se
pueden dar excepciones, por ejemplo, de mercados monopolizados, pero en general esa empresa
no será capaz de prosperar ni será capaz de generar ganancias para los accionistas,
de modo que no será por la benevolencia de los accionistas que los consumidores salen
beneficiados, sino que será el propio interés de los accionistas el que lleve a que los
consumidores también salgan beneficiados. Y esto es algo, por cierto, dicho sea de paso,
que constituye un logro muy notable de una economía capitalista. En una economía capitalista
conseguimos orientar el interés personal, el interés incluso egoísta de cada persona
en una especie de altruismo estructural, en una especie de altruismo estructural forzado.
Cada persona, previo a satisfacer sus necesidades, necesita satisfacer las necesidades de otras
personas. Al menos, insisto, como regla general, es verdad que pueda haber funcionamientos
no eficientes de los mercados que conduzcan a que haya fricciones, a que haya un mal
funcionamiento de esta lógica. Pero en general, con mercados abiertos, con mercados libres,
con mercados competitivos, el accionista satisface sus necesidades, satisfaciendo previamente
las necesidades de los consumidores. Por tanto, la idea de la Business Roundtable es
una idea absolutamente disfuncional que lleva a que las empresas se descapitalicen, si los
accionistas son maltratados sistemáticamente dentro de una empresa, dejarán de crear empresas,
o en todo caso de aportar nuevo capital para que las empresas puedan generar su actividad.
Ahora bien, ¿significa esto que Milton Friedman tiene razón cuando dice que el propósito
de una empresa ha de ser el de maximizar las ganancias monetarias de esa empresa? Bueno,
aquí convendrían leer mejor el párrafo que antes hemos citado de Milton Friedman,
porque se suele interpretar ese párrafo solo tomando la última frase y olvidándose
de la primera. Lo que dice Friedman es que las empresas han de maximizar o han de satisfacer
las necesidades, las preferencias de los accionistas y lo añade generalmente esas preferencias
consistirán en maximizar ganancias. Nos hemos enfocado, o algunos se han enfocado excesivamente
en lo segundo, en la maximización de las ganancias, olvidándose de la primera parte,
es decir, que los accionistas de una compañía pueden tener otras preferencias y normalmente
en economías ricas desarrolladas tendrán otras preferencias distintas a la mera maximización
de ganancias. Un accionista, por ejemplo, puede estar preocupado genuinamente por el
cambio climático. Un accionista puede estar preocupado genuinamente por la polución en
su ciudad. Un accionista puede estar preocupado genuinamente por la situación laboral de
los trabajadores. Un accionista puede estar genuinamente preocupado porque su empresa
sea honorable, cumpla escrupulosamente los contratos, no intente forzar la redacción contractual
de tal manera que el cliente salga perjudicado, aun cuando ello suponga incluso a largo plazo
no ganar tanto dinero como podría llegar a ganar esa empresa. Es decir, hay preocupaciones,
hay preferencias de los accionistas que no necesariamente pasan por maximizar las ganancias
monetarias en el largo plazo. Y si es así, una empresa no solo deberá preocuparse por
maximizar ganancias a largo plazo, sino también deberá preocuparse por esas otras preferencias,
esas otras necesidades, esos otros deseos de los accionistas, que son los dueños que
utilizan instrumentalmente la empresa para satisfacer ese conjunto variado de necesidades.
Por ejemplo, si los accionistas de una empresa están muy preocupados por el cambio climático,
lo que no deberá hacer esa empresa es maximizar sus ganancias a costa de maximizar sus emisiones
de CO2. Puede que esa empresa tenga que renunciar a ganar tanto dinero como el que podría ganar
para evitar emitir tanto CO2 como el que está actualmente emitiendo. En caso contrario,
si maximizar a ganancias maximizando las emisiones de CO2, sus accionistas saldrían perjudicados,
las preferencias, las aspiraciones de sus accionistas se verían mermados y, por tanto,
la empresa no estaría obrando correctamente. Algunas veces, sin embargo, suele replicarse
a este argumento de manera cuando menos interesante. Se podría decir perfectamente que el objetivo
de una empresa ha de ser maximizar las ganancias monetarias para luego proceder a distribuir
esas ganancias monetarias entre los accionistas y que, con el dinero que cada uno de esos
accionistas consiga gracias a la distribución de ganancias de la empresa, ya a nivel particular,
ya cada accionista, por su cuenta, promueva aquellas actividades que considere más adecuadas.
En la medida en que los accionistas pueden tener preferencias, necesidades diversas,
la empresa ha de concentrarse en aquello que une a todos los accionistas, que es ganar
dinero y, luego, con ese dinero que gane, que cada accionista promueva, persiga sus propios
objetivos personales. Retomando el ejemplo anterior, en lugar de que la empresa se preocupe
por minimizar las emisiones de CO2, que maximice las emisiones de CO2 para maximizar ganancias
y, luego, que aquellos accionistas preocupados por el cambio climático con su dinero donen,
transfieran fondos a algún tipo de asociación de ONG o incluso de gobierno para que promueva
campañas de concienciación contra el cambio climático o acciones que contrarresten ese
cambio climático. Sin embargo, este argumento, que en algunos casos tiene mucho sentido y
es correcto, no es válido para todos los supuestos. Como han recordado recientemente
dos economistas, Luigi Zingales y el Premio Nobel de Economía, Oliver Hart, este argumento
solo sirve para aquellos casos en los que la actividad de la empresa genera externalidades
positivas o negativas que son perfectamente separables de la actividad de la empresa. Es
decir, cuando sea cierto que el accionista pueda promover perfectamente aquellas campañas
o aquellos objetivos sociales que el accionista desea promover al margen de la actividad que
desarrolla la empresa. Por ejemplo, si un accionista quiere dar dinero a la beneficiencia, tiene
mucho más sentido que lo doné él a que lo doné la empresa, porque no está ligado
a la actividad de la empresa el dar dinero a un ONG. Sin embargo, cuando existen actividades
que generan externalidades total o parcialmente inseparables de la actividad de la empresa,
por ejemplo, emisión de CO2, no es verdad que la solución óptima siempre pase por
maximizar ganancias, repartir dinero al accionista y que luego el accionista persiga sus propios
objetivos. ¿Por qué? Pues porque si la empresa emite mucho CO2, puede ser eso más dañino
contra el objetivo que persigue el accionista, que es luchar contra el cambio climático,
puede ser eso más dañino en términos netos que el efecto que se consigue con las campañas
de concienciación. Es decir, que si las campañas de concienciación son menos eficientes
para combatir el cambio climático, que es reducir marginalmente las emisiones de CO2
de la propia empresa, lo que debería hacer la empresa es reducir las emisiones de CO2,
porque no hay una actividad que sea la equivalente en sentido inverso fuera de la propia actividad
de la empresa. No hay ninguna causa a la que el accionista pueda donar fondos que contrarreste
exactamente toda la influencia negativa que sobre los objetivos del accionista está generando
la empresa. Por tanto, en aquellos casos en los que las externalidades no sean separables
de la actividad de la empresa, la empresa deberá tenerlas en cuenta en su función
de objetivos, deberá tenerlas en cuenta cuando dirija su actividad.
O dicho de otra manera, el objetivo de una empresa sí es maximizar el valor que genera
largo plazo para el accionista, pero no hay que entender valor en términos restrictivos
o reduccionistas como maximizar las ganancias monetarias. En muchos casos se maximizará
el valor maximizando las ganancias monetarias, pero puede haber otros objetivos, otras preferencias
de los accionistas que también deben ser tenidas en cuenta y que actúen como restricciones
a esa maximización de ganancias. Por tanto, lo que en realidad ha de hacer la empresa,
expresado de otra manera, es maximizar el bienestar de los accionistas. Se maximice este
bienestar maximizando ganancias monetarias o maximizando ganancias monetarias bajo las
restricciones que imponen otras preferencias de los accionistas. Interpretando de esa manera,
Milton Friedman sigue teniendo plena razón cuando dice que las empresas y los consejos
de administración son instrumentos de los accionistas que deben someterse a las preferencias
de los accionistas para desarrollar su actividad. De hecho, en última instancia, el manifiesto
de la Business Roundtable, más allá de los casos en los que, si tenga pleno sentido que
se expresa esa opinión, por ejemplo Jeff Bezos es consejero delegado de Amazon, pero también
es dueño de Amazon. Por tanto, Jeff Bezos con Amazon puede hacer lo que considero oportuno,
pero la inmensa mayoría de los consejeros delegados que han suscrito el manifiesto de
la Business Roundtable no son propietarios de la empresa que están dirigiendo. Son asalariados
son mandados de los accionistas que les pagan mensualmente sus salarios. Y, por tanto, este
manifiesto, en muchos casos, no es más que la enésima excusa de los consejos de administración
para seguir parasitando, para seguir utilizando el dinero de los accionistas de aquella manera
oportunista que ese consejo de administración considere adecuado. Es decir, no seguir las
directrices de los accionistas, no satisfacer las preferencias de los accionistas, sino las
suyas propias con el dinero de los accionistas. Y eso es algo que hay que combatir, porque
es una captura de la empresa por parte de una élite oligárquica, que en ocasiones es difícil
de combatir debido a la dispersión de los títulos de propiedad de la empresa. Pero si
ya es difícil de combatir en la práctica sería un error reivindicar intelectualmente
que los consejos de administración pueden dirigir las empresas como les dé absolutamente
la gana, despreocupándose de los intereses y de las preferencias de sus accionistas.
En definitiva, deben las empresas preocuparse por los trabajadores, por los clientes, por
las comunidades, por los proveedores, sí, en la medida en que los accionistas se preocupen
por ellos. Y dado que vivimos en una sociedad donde cada vez más personas se preocupan
por más cuestiones distintas de la mera maximización de sus ganancias monetarias, tendrá sentido
que muchas empresas, en la medida en que son instrumentos de los accionistas, también
se preocupen por esos otros colectivos. Pero la preocupación por esos colectivos
ha de seguir subordinada a las preferencias, a las necesidades, a los deseos, a las aspiraciones,
a los sueños de los accionistas. Porque la empresa, insisto, no es más que el resultado
de su ahorro y de la promoción empresarial que desarrollan los accionistas. Sin accionistas,
sin dueños, sin propietarios, que sufragen el funcionamiento de la empresa, no habría
empresas que desarrollen ninguna actividad. Y, por tanto, tratar de romper esta conexión
no es más que condenar, en última instancia, a que las empresas desaparezcan o al menos
a que queden enormemente descapitalizadas.