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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿Deberían los impuestos tener una finalidad punitiva? ¿Deberían los
políticos poder castigar fiscalmente a aquellos ciudadanos que no les bailen el
agua? Pablo Echenique, secretario de organización de Podemos, parece estar a
favor de esta idea. Pablo Echenique defiende que deberíamos
sancionar tributariamente a Elon Musk por haber osado burlarse del gran
irreverenciado Bernie Sanders. ¿Tiene razón Pablo Echenique en que deberíamos
castigar impositivamente a Elon Musk? Veámoslo.
Los impuestos son en sí mismos la expresión de una profunda desigualdad
jurídica. Unas personas, por el hecho de colocarse al frente del Estado, se
arrogan el derecho a arrebatarles su propiedad a otras personas por el mero
hecho de ser calificadas sin su consentimiento como contribuyentes, es
decir, como personas que están obligadas a contribuir al mantenimiento de los
gastos del Estado que es esa maquinaria manejada por esas personas, los
políticos, que se han colocado al frente del Estado. Si ese mismo
comportamiento se desarrollara al margen de las instancias estatales, si una
persona le quitará a otra su cartera y dijera que se la quita porque esa persona
es naturalmente un contribuyente y, por tanto, tiene la obligación de contribuir
a los gastos del ladrón, pues evidentemente calificaríamos esto como
un hurto, como un robo y la persona que le ha robado la cartera a otra iría presa.
En cambio, si lo hacen los políticos, quien puede ir preso, en todo caso, es el
contribuyente si se niega a ceder su cartera a ese político que se ha
colocado al frente del Estado. Por tanto, los impuestos dan paso a una especie de
sociedad estamental, gobernantes y gobernados, publicanos y contribuyentes.
Unos tienen derechos a meterte la mano en el bolsillo y tú tienes la obligación
de callar y pagar. Pero es verdad que esta desigualdad jurídica, esta profunda
desigualdad jurídica ante la ley, se nos suele revestir con ropajes mucho más
bonitos, como, por ejemplo, que los contribuyentes están contribuyendo para
sostener, para mantener los gastos comunes de ese Estado que en última
instancia nos beneficia a todos. Si el Estado somos todos, si el Estado es de
todos, si el Estado nos beneficia a todos, pagar impuestos, lo único que hace es
mantener ese marco institucional del que todos salimos beneficiados. Y, por tanto,
los políticos no serían realmente los agentes que se benefician de meternos la
mano en la cartera, sino que serían los agentes que operan esa maquinaria que en
el fondo nos beneficia a todos. No serían gobernantes con puño de hierro, no
serían unos privilegiados castuzos, sino servidores públicos. Ellos estarían a
nuestro servicio porque somos nosotros los que en última instancia queremos que
se paguen impuestos y ellos meramente organizan la maquinaria para que todo
el mundo pague los impuestos que todo el mundo quiere pagar.
Bien, no voy a entrar si los argumentos filosóficos de fondo que justifican el
estatismo y que justifican los impuestos son sólidos o no son sólidos. A mi
juicio no lo son, pero no es este el debate. Imaginemos que estamos convencidos de
que esas deberían ser idealmente las relaciones entre los políticos y la
población. Es decir, que deberíamos aspirar a que dentro de un estado gigantesco
los políticos actúen como servidores públicos, como súbditos del público y
que meramente organizen aquello que es la voluntad emergente del pueblo, pero no
sean ellos los que instrumentalicen la coactiva maquinaria estatal para imponernos
desde arriba sus objetivos privados, sus fines particulares, haciendo uso y adigo
de esa coacción sobre aquellos a los que supuestamente dicen servir. Ese podría
ser idealmente el objetivo, pero desde luego no es lo que sucede. A día de hoy
en todo el mundo los políticos si instrumentalizan la maquinaria coactiva
del estado, y en particular los impuestos, en su propio beneficio, en su propio
provecho. Es decir, a día de hoy sí es cierto que ellos son una casta oligárquica
que tiene poderes extraordinarios sobre sus súbditos, sobre los contribuyentes
que nos hemos convertido absolutamente en sus súbditos. Sin embargo los políticos
no siempre se quitan la piel de cordero de encima para mostrarnos el lobo que hay
debajo. Suelen ser bastante astutos a la hora de decirnos que no, que ellos están
sacrificando, estando donde están, que ellos en realidad no quieren el poder
absoluto, que ellos no quieren instrumentalizar el estado en su propio
beneficio, en su propio provecho, que ellos están ahí para servir, no para ser
servidos. Pero recientemente hemos tenido la oportunidad de verle la auténtica
cara al lobo a uno de esos políticos que dice estar muy preocupado por el
bienestar general, por la gente, por el pueblo, pero que en realidad está
preocupado por consolidar sus privilegios como casta. Póngamonos en antecedentes.
Hace unos días el senador demócrata Bernie Sanders publicó el siguiente tuit
debemos exigir que los extremadamente ricos paguen su justa contribución a
la sociedad, punto final. Y después de este tuit Elon Musk le contestó, a veces me
olvido de que todavía estás vivo. Y añadió un tuit posterior, ¿quieres que
venda todavía más acciones? Bernie simplemente dilo, recordemos que Elon
Musk solo paga impuestos cuando vende acciones, cuando realiza beneficios y
recientemente se comprometió a vender el 10% de sus participaciones en Tesla
con el objetivo de poder pagar impuestos, porque hasta que no las vende, hasta que
no la realiza, no debenga el hecho imponible del que surge la obligación
fiscal para ingresar en el gobierno federal estadounidense entre 5.000 y 6.000
millones de dólares. Personalmente el comentario de Elon Musk me parece una
broma de mal gusto, no me gusta que se frivolice con la muerte de nadie, pero en
todo caso lo que sí me gusta es la irreverencia que muestra Elon Musk frente
a los políticos. Básicamente les está diciendo señores, ustedes son los que
dicen ser nuestros servidores públicos, no soy yo su súbdito, por tanto yo no
les tengo por qué guardar reverencia cuando además están diciendo
burradas, cuando además están amenazando con robarme la riqueza, con pésimos
argumentos y sin que yo haya dado en absoluto mi consentimiento. Me gusta que
Elon Musk no se quede callado, que conteste, que critique a los políticos, que
están diciendo que tienen el derecho de robarle mucho más a Elon Musk simplemente
porque Elon Musk ha creado riqueza en Estados Unidos. Bien el asunto podría
haberse quedado perfectamente ahí, pero parece que en España hubo una persona
a la que el comentario de Elon Musk le molestó más que al propio Bernie Sanders
y me estoy refiriendo a Pablo Echenique. Pablo Echenique unos días después
publicó el siguiente tweet, Bernie Sanders tenemos que exigir que los
extremadamente ricos paguen su parte justa. Elon Musk no dejó de olvidar que
sigues vivo. Antes de continuar, esto ya es una pésima traducción de lo que ha
hecho Elon Musk. No sé si es una pésima traducción deliberada o inconscientemente,
pero la traducción que ha hecho Pablo Echenique suena a que Elon Musk está
amenazando a Bernie Sanders. No me olvido de que sigues vivo. Tengo muy presente
que estás vivo, ve con cuidado. No, Elon Musk no dijo nada de eso. La traducción
correcta, como ya hemos dicho, es a veces me olvido de que estás vivo, pero no
dejo de olvidarme de que estás vivo. Como digo, no sé si Echenique ha querido
manipular deliberadamente a Musk para aparentar que está amenazando de muerte
a Bernie Sanders o que simplemente no sabe inglés. Pero bueno, lo jugoso viene luego.
Añade Pablo Echenique. La democracia tiene que servir para disciplinar a los
multimillonarios prepotentes a base de impuestos o no servirá para nada. Es decir,
que la función de los impuestos no es proporcionar bienes públicos, no es
redistribuir la riqueza, no es sostener los servicios del Estado de los cuales
nos terminamos beneficiando todos. No, no, la función de los impuestos no es esa o
al menos no es sólo esa. La función de los impuestos para Echenique también es
la de disciplinar a multimillonarios prepotentes que cometen la osadía de
meterse con nosotros, con la casta política. Si los impuestos no sirven para
bajarles los humos a estos ricos que se están metiendo con nosotros, entonces
¿para qué queremos los impuestos? Los impuestos son una herramienta de dominación
de los políticos sobre los ciudadanos. Si nos sirven para eso y estos
multimillonarios nos pueden subir a la chepa como quieran, pues entonces ¿para
qué sirven los impuestos? Los recalco una vez más. Echenique está
defendiendo utilizar la política fiscal como herramienta represiva, como
herramienta de sanción contra aquellas personas que se manifiestan de un modo
que a Echenique y a la casta política en general no le agrada. Echenique querría
que Elon Musk agachara la cabeza y dijera Sibuana a todo lo que ordenen los
políticos y que si os ha levantar la cabeza se la podamos cortar por irreverente.
Afortunadamente todavía existen nuestras sociedades de libertad de
expresión y afortunadamente en nuestras sociedades los impuestos todavía no se
pueden instrumentalizar al menos oficialmente como herramienta de
castigo contra aquellos discolos que no se subyugan al dogma político dominante.
Pero desde luego no nos quepa duda de que si políticos como Echenique llegan al
poder y permanecen en el poder durante mucho tiempo, esas perversas y
antiliberales ideas terminarán cobrando materialidad. Ese es en el fondo el
objetivo que tienen políticos como Echenique, convertirse en los señoritos
de un cortijo del cual todos los demás seamos meros siervos.