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¿Hay casos en que un aumento de la igualdad constituye una mala noticia para la sociedad?
Veámoslo.
Es siempre positivo que se reduzca la desigualdad y que, por tanto, aumente la igualdad.
Muchas personas están tentadas a contestar a esta pregunta que sí, que siempre es positivo
que haya un incremento de la igualdad y, de la misma manera, siempre es negativo que
se incremente la desigualdad.
Sin embargo, en ocasiones puede ser negativo que aumente la igualdad y en otras puede ser
positivo que aumente la desigualdad.
En particular, cuando estemos ante un cambio en la distribución de los ingresos que sea
pareto superior, ese cambio será positivo, aumente la igualdad o aumente la desigualdad.
Por el contrario, cuando el cambio en la distribución de los ingresos sea pareto inferior, ese cambio
será negativo, por mucho que aumente la igualdad o por mucho que aumente la desigualdad.
¿Y qué es pareto superior o pareto inferior?
Una distribución de los ingresos es pareto superior con respecto a otra si hay algunas
personas que mejoran sin que otras empeoren, y una distribución de los ingresos es pareto
inferior con respecto a otra si algunas personas empeoran sin que nadie mejore.
Desde esta perspectiva podemos decir que hay buenas formas de aumentar la igualdad, por
ejemplo, cuando se reduce la pobreza, sin que al mismo tiempo se estén empobreciendo
las rentas medias o las rentas altas de una sociedad, pero también desde esa perspectiva
habrá buenos aumentos de la desigualdad.
Por ejemplo, cuando aumentan las rentas medias o las rentas altas, sin que al mismo tiempo
se reduzcan las rentas bajas, hay gente que sale ganando sin que otra salga perdiendo.
Similarmente, también podemos decir que hay malas maneras de que aumente la desigualdad,
por ejemplo, cuando se empobrecen los más pobres, sin que al mismo tiempo nadie más
esté mejorando dentro de la sociedad, y así mismo podemos decir que hay malas maneras
de que aumente la igualdad, por ejemplo, cuando las rentas medias o las rentas altas
se empobrecen sin que los más pobres se estén al mismo tiempo enriqueciendo.
A los únicos a los que les puede molestar que las rentas altas mejoren sin que las rentas
bajas empeoren, es a aquellas personas que tengan unas fuertes preferencias igualitaristas.
Los podríamos etiquetar bajo el adjetivo de envidiosos, y de la misma manera a los únicos
a los que les puede molestar que las personas de rentas bajas mejoren sin que las personas
de renta alta empeoren, es a aquellas que tengan unas fuertes preferencias desigualitarias.
Los podríamos etiquetar con el adjetivo de elitistas.
Dejando fuera envidiosos y elitistas, en general coincidiremos en que pueda haber buenos aumentos
de la igualdad y también de la desigualdad, y que pueda haber malos aumentos de la desigualdad
y también de la igualdad.
Concretamente, cuando la igualdad se consiga empobreciendo a todo el mundo, pero empobreciendo
sobreproporcionalmente a los ricos frente al empobrecimiento de los pobres, ese aumento
de la igualdad se da un mal aumento de la igualdad, un aumento negativo de la desigualdad.
Sin filosofía se desdeña esta defensa ranplona del igualitarismo, más igualdad empobreciendo
a los ricos, pero no enriqueciendo a los pobres con la llamada objeción de la nivelación
hacia abajo.
La igualdad conseguida nivelando a todo el mundo al mínimo no es una igualdad que merezca
ser perseguida.
Ahora bien, ¿cuán común es ese incremento de la igualdad que se consigue empobreciendo
a los ricos sin enriquecer a los pobres?
Estamos hablando de algo que ocurre excepcionalmente y que por tanto no tiene ninguna relevancia
práctica en los debates sobre si debemos perseguir más igualdad o menos igualdad.
Pues no.
De acuerdo con el historiador Walter Scheidel en su famoso libro El Gran Nivelador, las grandes
reducciones de la desigualdad a lo largo de la historia de la humanidad solo se han conseguido
o con violencia generalizada o con catástrofes naturales, es decir, no mejorando el nivel
de vida de los más pobres, sino empobreciendo masivamente, en muchas ocasiones, incluso
asesinando a los más ricos.
No es que toda ola de violencia masiva o toda catástrofe natural tienda a incrementar
la igualdad, pero siempre que se ha aumentado la igualdad de manera exagerada en la historia
de la humanidad, ha sido o con violencia masiva o con catástrofes naturales.
Y justamente en el año 2020 atravesamos una de esas catástrofes naturales como fue una
pandemia mundial.
¿Y qué ha ocurrido con la igualdad o con la desigualdad a lo largo de la pandemia?
Pues en muchos países occidentales la desigualdad se incrementó con la pandemia.
¿Por qué motivo?
Pues porque la pandemia empobreció especialmente a los más pobres.
Las profesiones mejor remuneradas antes de la pandemia eran aquellas que durante la pandemia
pudieron digitalizarse con mayor facilidad.
Por tanto, las rentas altas en occidente no experimentaron un gran perjuicio durante
la pandemia.
En cambio, las rentas bajas que ocupaban profesiones no digitalizables fueron las más
perjudicadas, repito, en occidente durante la pandemia.
Aquí tenemos, por tanto, un ejemplo de un mal aumento de la desigualdad.
Aumenta la desigualdad no porque los ricos se enriquezcan sin que nadie se empobrezca,
para desigualdad porque los pobres se han empobrecido sin que nadie más en la sociedad
se esté enriqueciendo.
Sin embargo, en otras partes del mundo, lo que aumentó durante los meses más dolorosos
de la pandemia durante los meses del confinamiento no fue la desigualdad, sino que lo que aumentó
fue la igualdad.
En una reciente investigación titulada precisamente la desigualdad en la India se redujo durante
el COVID, los autores concluyen que si bien la pobreza extrema se multiplicó en la India
durante los meses del confinamiento, la pobreza extrema en las ciudades, definiendo pobreza
extrema como aquel porcentaje de la población que ingresa diariamente menos de 1,9 dólares,
la pobreza extrema en las ciudades se incrementó desde el 40 al 70% de la población de la
India y la pobreza rural se incrementó desde el 60 al 80%.
Un auténtico desastre, es decir, todo el mundo empeoró de manera muy considerable
en la India.
Sin embargo, durante esos mismos meses, durante esa misma época tan grabosa, tan
pauperizadora de la India, la igualdad se incrementó.
El diferencial de ingresos entre el cuartil más pobre de la población y el cuartil más
acaudalado de la población en la India se estrechó durante esos meses de confinamiento.
Y todo esto incluso antes de considerar las transferencias públicas, es decir, que no
se trata de que los ingresos de los pobres cayeran menos que los de los ricos por las
transferencias públicas.
Estas ayudaron adicionalmente, pero incluso sin transferencias públicas este fenómeno
se dio.
¿Y por qué se dio?
Pues fundamentalmente por dos motivos.
Primero, es que las rentas del capital que proceden de los beneficios empresariales tienen
una mayor presencia entre los ingresos del cuartil más acaudalado de la India que entre
los ingresos del cuartil más pobre.
Eso sucede en la India y en todas partes.
Y como las rentas del capital se contrajeron durante esos meses de la pandemia, porque
los beneficios de muchas empresas se desplomaron o incluso entraron en pérdidas, pues los ingresos
derivados de las rentas del capital, la caída de los ingresos derivados de las rentas del
capital afectó sobreproporcionalmente más al cuartil más acaudalado de la India que
al cuartil más pobre de la India.
Y en segundo lugar, porque los ingresos salariales del cuartil más acaudalado de la India también
cayeron proporcionalmente más que los ingresos del cuartil más pobre.
¿Por qué?
Pues porque los ingresos salariales del cuartil más acaudalado proceden en un mayor porcentaje
del sector servicios, mientras que los del cuartil más pobre proceden del sector primario,
de la agricultura, y durante los meses de confinamiento el gasto en el sector servicios
se contrajo mucho más que el gasto en agricultura.
Y por tanto, los salarios medios por hora cayeron más en el cuartil más acaudalado
que en el cuartil más pobre.
El empleo cayó más en el cuartil más pobre que en el cuartil más acaudalado, pero los
ingresos salariales por hora, como consecuencia de la contracción brutal del gasto en servicios,
se redujeron más entre los ricos que entre los pobres.
Aquí tenemos pues un ejemplo cercano de cómo ciertos aumentos de la igualdad pueden ser
muy malas noticias.
En la India bajó la igualdad, pero no porque mejorara la situación de nadie, sino porque
la situación de las rentas altas empeoró más de lo que también empeoró la situación
de las rentas bajas.
Por consiguiente, no solo puede haber aumentos de la desigualdad que sean positivos, también
puede haber aumentos de la igualdad que sean tremendamente negativos.