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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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El gobierno de Javier Milei logra su segundo superávit presupuestario mensual consecutivo.
Tanto en enero como en febrero, la Administración Pública Nacional ingresó más de lo que gastó,
un hito que no se alcanzaba desde el año 2011.
Sin embargo, este dato extraordinario también nos muestra en su interior
los riesgos que pueden llegar a conjurarse en el futuro
si la oposición sigue obstruyendo las reformas en Argentina.
Veámoslo.
¡Volvió a ocurrir!
En el mes de febrero del año 2024, la Administración Pública Nacional argentina
amasó un superávit presupuestario.
Es decir, no solamente un superávit primario,
ingresos superiores a gastos antes de computar el pago de intereses,
sino ingresos superiores a gastos incluso computando el pago de intereses.
Concretamente, el superávit antes de intereses fue de 1,2 billones de pesos.
Y después de deducir el pago de intereses de esa cifra,
el superávit presupuestario se redujo a los 340.000 millones de pesos.
Se trata de un logro histórico porque la Administración Pública Nacional de la Argentina
no acumulaba dos meses seguidos de superávit presupuestario desde el año 2011,
es decir, desde hace 13 años. Cuando en un vídeo anterior analizamos el superávit alcanzado en
el mes de enero de 2024, ya tuvimos ocasión de exponer por qué el superávit presupuestario es
absolutamente crucial para la estabilización macroeconómica a medio plazo de la Argentina.
Tener un superávit presupuestario incrementa la solvencia percibida de las Administraciones
Públicas, con lo cual el coste de refinanciación de la Argentina se va reduciendo y al reducirse
el pago de intereses conforme se renueve la deuda, también el superávit presupuestario
se va ampliando, porque ya hemos visto que gran parte del superávit presupuestario es absorbido
por el pago de intereses, y a su vez el gobierno argentino va reduciendo la oferta de pesos,
la oferta no deseada de pesos, y por esa vía contribuye a estabilizar el tipo de cambio y también
a estabilizar el valor del dinero, es decir, a evitar la inflación. De hecho, todo esto es lo que ha
venido sucediendo en los últimos días en la Argentina. Como también tuvimos ocasión de comentar
en un vídeo anterior, el riesgo país de Argentina, es decir, la prima de riesgo que está pagando
Argentina sobre el bono estadounidense para financiarse, se está hundiendo desde que Javier
Milley llegó al poder y, sobre todo, desde que Javier Milley demostró a los mercados que era capaz de
amasar un superávit presupuestario. A su vez, el tipo de cambio entre el peso y el dólar se ha
estabilizado en alrededor de mil pesos por dólar. De hecho, durante las últimas semanas, el peso
argentino ha sido una de las divisas del mundo que más se ha apreciado frente al dólar. Y todo esto,
además, no lo perdamos de vista, en el contexto de una fuerte reducción de los tipos de interés que
el Banco Central de la República Argentina paga a los tenedores de sus pasivos financieros,
actualmente de los pases. Cuando Javier Milley llegó al poder, el principal pasivo financiero del Banco
Central de la República Argentina eran las Lelix, y a los tenedores de Lelix les pagaba un tipo de
interés nominal del 133%. Pues bien, lo que hizo en un principio Javier Milley fue dejar de renovar
las Lelix, de tal manera que los tenedores de los pasivos financieros del Banco Central, que son
fundamentalmente los bancos argentinos, tuviesen que empezar a comprar pases, sustituir Lelix por pases,
con la diferencia de que los pases no estaban remunerados a un tipo de interés anual del 133%,
sino del 100%. Es decir, que ya les metió ahí un tijeretazo a los tipos de interés que obtienen
los bancos por sus pasivos remunerados en el Banco Central desde el 133% al 100%. Pero es que esta
pasada semana redujo además los tipos de interés de los pases desde el 100% al 80%. Es decir, que en
poco más de dos meses y medio, Javier Milley ha dejado de remunerar los pasivos financieros del
Banco Central en manos de los bancos desde el 133% al 80%. Un recorte muy importante en los tipos de
interés que paga el Banco Central y que reducirá el déficit cuasifiscal de la Argentina, porque el
Banco Central no necesitará crear tantos pesos para remunerar los intereses pagaderos sobre sus
pasivos financieros. Pero claro, el riesgo que existe en bajar el tipo de interés al que remuneras
los pasivos financieros de los bancos es que estos vendan los pesos y compren dólares, depreciando,
por tanto, el tipo de cambio del peso frente al dólar e importando inflación. Sin embargo,
las expectativas de superávit presupuestario y, por tanto, de reducción de la oferta de pesos
frente a los dólares están siendo tan potentes que, a pesar de la reducción muy significativa
del tipo de interés sobre los pasivos financieros del Banco Central, no se ha observado, no se ha
prohibido hasta el momento una depreciación del peso frente al dólar. Por tanto, estamos
experimentando los efectos que, en el vídeo anterior dedicado a analizar el superávit
presupuestario de enero, expuse que se seguirían de ese superávit presupuestario. Es decir, reducción
de los tipos de interés a los que se financia tanto el Tesoro Argentino como el Banco Central
Argentino, mantenimiento del tipo de cambio y progresivo descenso de la inflación. Cosa que,
por cierto, también ha sucedido en febrero frente a enero y en enero frente a diciembre. Y, a tenor de
los datos que vamos conociendo de marzo, parece que volverá a suceder en marzo frente a febrero.
Por tanto, reitero una vez más, el superávit presupuestario es fundamental, esencial, crucial,
indispensable para la estabilización macroeconómica de la Argentina. Y se está demostrando. Ahora bien,
en ese vídeo anterior en el que analicé el superávit presupuestario de enero, también alerté
del gran riesgo que existía alrededor de él. Y ese gran riesgo es que no sea perdurable,
sostenible en el tiempo. A pesar de que el gobierno de Javier Milei insiste, con muy buen criterio,
en que el superávit no es negociable, si nos fijamos en las tripas de ese dato de superávit,
comprobaremos que hay dos peligros que pueden conjurarse en el futuro para convertir ese superávit
en déficit de nuevo. Primer peligro, que el superávit se ha logrado fundamentalmente licuando
el gasto público. No con recortes nominales del gasto público, que también, pero sobre todo con
recortes reales. Es decir, no incrementando el gasto público, por ejemplo, en pensiones o en
sueldos de los funcionarios, al mismo ritmo al que aumentaba la inflación. ¿Cuánto tiempo podrá
aguantar la sociedad argentina con recortes reales muy considerables en sus ingresos, en las pensiones
y en los salarios públicos, sin que el gobierno de Javier Milei tenga que ceder, al menos parcialmente,
y revalorizar esas pensiones y esos sueldos públicos de acuerdo con la inflación? De acuerdo con la
inflación y compensando parte del poder adquisitivo perdido hasta el momento. Pues bien, cuando eso
suceda, habrá un incremento muy importante del gasto público, del gasto público nominal y real,
que según cuál sea la magnitud del mismo, puede terminar fagocitando todo el superávit. Pero es
que además existe otro segundo peligro sobre el que también alerté en el vídeo anterior. Y es que un
ajuste presupuestario tan fuerte como el que está viviendo Argentina, por muy necesario que sea, y lo
es si quieres frenar la inflación, un ajuste presupuestario tan fuerte como el que está experimentando
Argentina, a corto o medio plazo, te va a generar una recesión o una profundización de la recesión. Y esa
recesión o profundización de la recesión significa que los ingresos reales del gobierno van a caer,
porque si hay menor actividad económica, también se va a recaudar menos. Eso no significa, como afirman
algunos economistas, que sea imposible alcanzar un superávit presupuestario. Que necesariamente todo
recorte del gasto implique una caída mayor de los ingresos y, por tanto, una ampliación del déficit
presupuestario. Eso no es así. Pero sí es cierto que el superávit presente no tiene por qué ser
extrapolable a los meses futuros porque, previsiblemente, los ingresos van a caer más. Y si los ingresos te caen
respecto a sus niveles actuales, o buscas otras fuentes de ingresos, subidas de impuestos, algo que
no es deseable, o recortas más los gastos. Y este peligro, de hecho, ya se está materializando en las
cuentas públicas de la Argentina. Hemos dicho que en febrero el superávit presupuestario fue de 340.000
millones de pesos. Pero es que en enero fue de 520.000 millones de pesos. Por tanto, el superávit se ha
reducido en casi 200.000 millones de pesos en sólo un mes. ¿Y por qué en sólo un mes el superávit
presupuestario se ha reducido de un modo tan significativo? Pues dejando de lado el factor
de la estacionalidad, que también ha influido. Lo cierto es que el principal motivo por el cual se
ha reducido en un mes tanto el superávit presupuestario es que los ingresos reales han caído
mucho más en febrero que en enero. En enero de 2024, los ingresos de la Administración Pública
Nacional de Argentina habían caído un 1,3% en términos reales, después de la inflación,
con respecto al mismo mes, enero de 2023. Pues bien, en febrero de 2024, los ingresos en
términos reales habían caído un 6,3% con respecto a febrero de 2023. Se trata de un deterioro muy fuerte
en el ritmo de recaudación tributaria del Estado argentino, consecuencia de la recesión que ya está
viviendo la economía argentina, consecuencia del necesario ajuste presupuestario para combatir la
enorme inflación que legó el peronismo kirchnerista a los argentinos. Pero claro, precisamente porque el
ajuste presupuestario, que es imprescindible, repito una vez más, precisamente porque el ajuste
presupuestario tiene un efecto recesivo, resultaría a su vez muy importante contrarrestar esa influencia
contractiva que tiene el imprescindible ajuste presupuestario con un revulsivo regulatorio, o más
bien desregulatorio, de la actividad económica argentina. Si uno de los motores, falsos motores,
motores gripados, pero motores en cualquier caso, si uno de los motores de la actividad de la economía
argentina era el sector público y ese motor ahora se ha parado para llevarlo al taller, resultaría muy
importante activar otro de los motores del crecimiento de la actividad de la economía
argentina. ¿Y cuál es ese otro motor que se puede y se debería activar? La inversión privada. ¿Y cómo activas
la inversión privada? Bajando los costes de que el sector privado nacional y extranjero invierta en
la Argentina. ¿Y cómo bajas los costes de la inversión privada en la Argentina? Desregulando
los diversos sectores de la economía argentina. Pero aquí nos topamos con algo que no depende
sólo del gobierno de Javier Milei, sino también del poder legislativo argentino. Y es la aprobación
de un amplio paquete legislativo que liberalice la economía argentina. El problema es que hasta
el momento la oposición argentina, el peronismo y el radicalismo no están colaborando con el
gobierno de Javier Milei para liberalizar la economía con el objetivo de relanzar la inversión
privada y que ésta compense la caída del déficit público que hasta el momento estimulaba,
de mala manera, pero estimulaba la actividad económica argentina. En estos momentos el peronismo
y el radicalismo están por la labor de bloquear todo proceso de desregulación y de liberalización
de la economía argentina impulsado por el gobierno de Javier Milei. No sólo vaciaron completamente de
contenido la ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos, de tal modo que el
gobierno de Javier Milei tuvo que retirarla de la tramitación parlamentaria, sino que esta semana,
en el Senado, el peronismo y el radicalismo se han unido para tumbar el decreto de necesidad y
urgencia que liberalizaba, a su vez, diversos sectores de la economía argentina. El decreto
todavía sigue parcialmente en vigor, porque otra parte está suspendido cautelarmente por la justicia
argentina, porque para tumbarlo definitivamente hace falta que también el Congreso vote en contra.
Pero al menos de momento el Senado ya ha contribuido a derogar ese decreto de necesidad y urgencia. Con lo
cual el gobierno de Javier Milei está haciendo los deberes en materia fiscal, pero el poder
legislativo está haciendo los deberes para obstruir, para impedir el relanzamiento de la economía
argentina. Porque obviamente el peronismo y el radicalismo son la oligarquía tradicional de poder
en la Argentina y lo último que quieren es que el gobierno de Javier Milei tenga éxito en la
estabilización macroeconómica del país, porque saben que si Javier Milei tiene éxito a la hora
de estabilizar macroeconómicamente la Argentina, no volverán a tocar el poder en décadas. Porque si
durante décadas tanto el peronismo como el radicalismo han arruinado a los argentinos y ahora
en pocos años Javier Milei relanza la economía argentina, pues será muy obvio a qué se dedicaban
todos estos, que no era a hacer prosperar a los argentinos, sino a robarles arruinándolos. Y por eso la
situación financiera o fiscal de la Argentina ahora mismo es esperanzadora, es ilusionante,
porque el gobierno de Javier Milei ha logrado un superávit en dos meses consecutivos que no se
alcanzaba desde hacía 13 años y eso ha permitido reducir los tipos de interés, ha permitido estabilizar
el tipo de cambio, está permitiendo desinflar la inflación, pero al mismo tiempo está generando,
está engendrando una recesión dentro de la Argentina, que si no se contrarresta con un impulso
liberalizador de la economía, puede terminar revertiendo gran parte de ese superávit. Y mucho
me temo que a lo largo del año 2024 va a haber muy poco que hacer, pero sí es importante que en el año
2025, cuando hay elecciones legislativas en la Argentina, los ciudadanos tengan muy claro quiénes
están trabajando para proporcionarles un futuro mejor y quiénes, en cambio, están operando para poder
seguir robándoles en el futuro con la misma impunidad con la que les robaban en el pasado.