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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿Qué supone vivir en una sociedad como la Argentina, en la que los precios cada año
se encarecen más de un 100%?
Veámoslo.
La tasa de inflación interanual de Argentina supera el 110%, es decir, que cada año los
precios se más que duplican.
Y esto en términos promedio, por supuesto.
Hay muchos bienes cuyos precios suben más de un 100% al año.
Y dado que puede ser muy complicado visualizar qué es, qué significa una inflación de
más del 100%, para todos aquellos que no estamos acostumbrados a vivir en esos entornos
cuasi hiperinflacionarios, permítanme adjuntarles la siguiente imagen.
En esta imagen, extraída de un supermercado argentino y que se ha viralizado recientemente
en redes sociales, podemos leer lo siguiente.
Los precios de góndola pueden variar en línea de caja.
O dicho de otra manera, el precio de los productos del supermercado puede variar desde el momento
en el que entro al supermercado hasta el momento en el que pago en la caja registradora.
Si estoy 20, 30 o 40 minutos dentro del supermercado, me puedo encontrar a la salida un precio de
muchos productos superior al que marcaban en el momento en el que yo entré en el supermercado.
De ahí que puede haber escogido un producto según el precio que en ese momento me marcaba
el supermercado y cuando llego a caja a pagar, el precio de ese producto puede ser mayor
que en el momento en el que yo lo escogí y lo coloqué en el carro de compra.
Este ejemplo creo que nos ayuda a entender perfectamente el enorme grado de volatilidad
en los precios que existe ahora mismo en una economía como la Argentina, y con tantísimo
grado de volatilidad es muy complicado que los agentes económicos tomen decisiones fundamentadas
y correctas en el muy largo plazo.
Si no somos siquiera capaces de prever cuál va a ser el precio de algunos productos dentro
de media hora, ¿cómo vamos a ser capaces de prever cuál va a ser el precio de muchos
otros productos y de aquellos factores productivos que necesito para fabricar esos productos
en un horizonte de 10, 20 o 30 años?
Simplemente en una economía con estas características la inversión a largo plazo, al menos en
pesos claro, desaparece por entero.
La inflación distorsiona muy gravemente el cálculo económico y la hiperinflación o
la casi hiperinflación lo vuelve un ejercicio casi imposible, y sin cálculo económico
no hay posibilidad de distribuir racionalmente eficientemente los factores productivos a
lo largo y ancho de la economía, es decir, no hay posibilidad de coordinar a la sociedad
para que produzca sostenidamente aquellos bienes y servicios que son más urgentemente
necesitados, valiosos, importantes por parte de la sociedad productora.
De hecho, esta subida tan continuada de precios, que en un lapso temporal de 20 minutos, de
30 minutos, de 40 minutos, puedan subir los precios, esta subida tan continuada de precios
ilustra justamente los riesgos a los que se expone cualquier inversor, cualquier empresario,
también cualquier trabajador, en un entorno hiperinflacionario o casi hiperinflacionario
por no poder apoyarse adecuadamente en el cálculo económico.
Me explico, un juicio intuitivo de estas subidas de precios continuadas podría ser el siguiente.
¿Cuánta voracidad de ganar dinero tienen los empresarios argentinos, tienen los supermercados
argentinos si cada 10 minutos, si cada 20 minutos, si cada media hora están revisando
sus precios al alza? ¿Quieren rascar hasta el último peso? ¿Qué sentido tiene que estén
encareciendo continuamente sus productos si los compraron a un determinado precio? Imaginemos
que los supermercados compraron un determinado producto a 10.000 pesos y ahora lo están vendiendo
a 15.000 y luego en media hora a 16.000 y en dos horas a 17.000, pues claro, parecería que estos
supermercados solo quieren maximizar sus ganancias, explotando a los consumidores con subidas de
precios. Pero la realidad es muy otra. ¿Por qué los supermercados están continuamente ajustando
el precio al alza? Porque si no revisan continuamente sus precios al alza se van a
descapitalizar. Si un supermercado ha comprado una unidad de ese producto a 10.000 pesos y anticipa,
en función de la evolución que ya están siguiendo los precios, que cuando tenga que volver a hacer
un nuevo pedido de ese producto le va a costar no 10.000 pesos sino 20.000 pesos, entonces ese
supermercado, como poco, ha de vender el producto que está ofreciendo en las estanterías a 20.000
pesos, como poco. Imaginemos que no, imaginemos que lo vende por 15.000. Lo compró por 10.000 y lo
vende por 15.000. ¡Fantástico! Parece que sobre el papel ha ganado 5.000 pesos. ¡Qué buen negocio!
Pero claro, cuando tenga que volver a hacer una nueva compra de ese producto, porque los
supermercados están comprando y recomprando continuamente el stock que venden a los consumidores,
aún cuando reinvirtiera todo su beneficio, el beneficio en teoría al menos una parte es para
remunerar a los accionistas, no para reinvertirlo en los gastos operativos del negocio, pero bueno,
aún cuando reinvirtiera los 15.000 pesos que ha cobrado por vender esa unidad del producto,
ya no podría comprar una unidad de producto, sino sólo tres cuartas partes de unidad de producto.
Por tanto, si hiciéramos caso a los precios, a los precios manipulados por la inflación,
diríamos el supermercado se ha enriquecido mucho, ha ganado un 50% sobre su inversión,
pero en realidad lo que habría hecho ha sido perder, porque el producto que vende por 15.000
ya vale 20.000 y por tanto lo está vendiendo a pérdida. Da igual que el supermercado lo
comprara hace una semana por 10.000. Es que 20.000 hoy, el poder adquisitivo de 20.000 pesos hoy,
equivalen, en este ejemplo claro, a 10.000 de hace una semana. Por tanto, si tú lo vendes por 15.000,
es como si lo hubieses vendido por 7.500, habiéndolo comprado por 10.000. Por consiguiente,
aquellos inversores, aquellos empresarios, aquellos trabajadores que no sean capaces de
incorporar la inflación y las expectativas de inflación, que son inciertas porque no sabemos
seguro cómo van a evolucionar los precios futuros, pero aquellos que no sean suficientemente
hábiles de incorporar la inflación y las expectativas de inflación a sus precios,
esas personas se van a empobrecer. Pues bien, este fenómeno se reproduce por toda la economía
continuamente cuando una sociedad sufre una inflación tan alta como esta. De ahí que sea
tan sumamente complicado invertir bien en un entorno hiperinflacionista, porque aun cuando
digamos, bueno, pues es muy fácil. Simplemente si yo espero una inflación del 20%, le coloco una
subida de precios del 50%, le curo por tanto en salud, yo subo más los precios de lo que espero
que suban y así si luego suben aún más, pues ya tengo un margen, un colchón para aguantar esa mayor
subida de lo que esperaba. Claro, pero si un empresario sube mucho más los precios que la
inflación, ese empresario no va a vender. Por tanto, si subes mucho los precios te quedas
sin vender y si los subes demasiado poco te descapitalizas. Y ese es un cálculo y recálculo
sobre bases tremendamente inciertas que, como digo, todos y cada uno de los empresarios,
de los inversores, también de los trabajadores, si no quieren mermar sus salarios reales,
tienen que hacer continuamente. Y si no los hacen bien, y es imposible hacerlo siempre bien,
pues vas acumulando error tras error tras error. Y por eso, si bien una economía con
estabilidad de precios no es condición suficiente para que una sociedad se desarrolle y prospere
económicamente en el muy largo plazo, sí es una condición absolutamente necesaria para ese
desarrollo en el muy largo plazo. Las hiperinflaciones o las cuasi hiperinflaciones
destruyen el ahorro, destruyen la inversión, destruyen la coordinación dentro de la división
del trabajo. Son un mal que carcome a las sociedades desde dentro. Y por eso hay que
pararlas en seco antes de que ellas te paren a ti.