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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿Es capaz Irene Montero, ex ministra y autora de la ley trans en España, de definir qué
es una mujer?
Veámoslo.
Uno de los aspectos más controvertidos de la llamada ley trans, de la ley para la igualdad
real y efectiva de las personas trans, es el concepto de la autodeterminación de género.
Cualquier persona que se autoidentifique o como mujer o como hombre se puede inscribir
sin mayores requisitos en el registro civil o como mujer o como hombre.
O expresado de otra manera, la ley no contiene una definición sustantiva de que es hombre
y de que es mujer, vacía de contenido ambas palabras y la remite a la percepción enteramente
subjetiva de la persona.
Y esa percepción subjetiva puede estar enteramente desvinculada de cualquier elemento objetivo
más allá de la propia percepción subjetiva.
Es decir, que es una definición de género totalmente autorreferencial.
En el vídeo que dedicamos a analizar esta ley ya dijimos que este vaciamiento del significado
legal de sexo masculino y de sexo femenino podía acarrear ventajas dentro de una sociedad
donde no se consagra la igualdad ante la ley entre sexos, donde por el hecho de ser hombre
o por el hecho de ser mujer se te aplican unas normas distintas.
Y en tal caso, si se convierte en enteramente protestativo ser hombre o ser mujer, basta
con modificar la inscripción en el registro civil, pues entonces la ley pierde mucha fuerza
a la hora de discriminar entre personas.
Porque si las mujeres, por ejemplo, cuentan con determinadas regulaciones legales que
les son favorables, un hombre puede acceder a esas mismas regulaciones legales favorables
meramente cambiándose la inscripción registral del sexo, de hombre a mujer.
Por supuesto, y tal como también explicamos en ese vídeo, la ley trans en su redacción
actual también acarrea muchos peligros para la libertad, dado que no se trata únicamente
de que una persona pueda modificar su inscripción registral del sexo, sino que el resto de las
personas están obligadas a tratarla según su inscripción registral de sexo.
Por tanto, es una ley que no se limita meramente a respetar desde un punto de vista jurídico
cuál es el sexo auto percibido de cada persona, sino que impone al resto de ciudadanos obligaciones
positivas para con esa persona en función del sexo que se auto perciba.
Pero bueno, dejando de lado todo este debate sobre las implicaciones de la ley trans para
las libertades individuales dentro de una sociedad, lo que sí es incuestionable es
lo que mencionaba hace un momento, que la ley trans vacía de significado ser hombre
o ser mujer. Y esta característica, no sé si virtud, no sé si defecto, pero esta característica
de la ley trans es algo que los propios impulsores de la ley trans han intentado negar y ocultar
durante mucho tiempo. Por ejemplo, en el debate entre candidatos a las elecciones generales
del 23 de julio, Santiago Abascal, el candidato de Vox, le preguntó a la candidata de su
Yolanda Díaz, representante del espacio político que aprobó la ley trans, le preguntó Santiago
Abascal a Yolanda Díaz qué es una mujer y ésta no supo contestar.
¿Qué es una mujer para ustedes? Yo lo tengo claro. ¿Pero qué es una mujer para ustedes?
¿Qué es una mujer, señora Abascal, para ustedes?
¿Lo estoy preguntando yo.
No, le pregunto yo a usted. ¿Qué es una mujer para ustedes?
Pues aquí se ha quedado en tablas. No lo van a contestar. Pero si ustedes piensan que
un hombre que se auto percibe de género femenino es una mujer, ustedes están muy equivocados
y ponen en riesgo a las mujeres.
Pero es verdad que Yolanda Díaz, a pesar de ser la líder política y representante
del espacio a la izquierda de la izquierda del PSOE, Sumar, Podemos, etc., que ha sido
el espacio redactor e impulsor de la ley trans, es cierto que Yolanda Díaz no ha sido la
autora intelectual de la ley trans, con lo cual quizá ella haya dado su apoyo a la ley
trans sin poseer unos fundamentos doctrinales muy sólidos sobre la ideología que subyace
a esa ley trans.
Pero quien sí ha sido la autora intelectual de la ley trans, sin ningún tipo de dudas,
ha sido Irene Montero, ministra de Igualdad, en el momento en el que se aprobó esta ley
trans.
Y recientemente le han dirigido a Irene Montero esta misma pregunta. ¿Qué es una mujer?
¿Cómo definimos técnicamente, rigurosamente, exhaustivamente qué es una mujer? Y la respuesta
que ofrece Irene Montero a esta pregunta, en principio tan sencilla de formular, aunque
no necesariamente tan fácil de responder, la respuesta que ofrece Irene Montero a esta
pregunta, y recordemos que Irene Montero es la autora intelectual de la ley trans, es
para llevarse las manos a la cabeza.
Ser mujer es tener una posición en la sociedad de desigualdad frente a los hombres.
¿Y lo pondrías así en el diccionario?
Nunca me han pedido el ejercicio de hacer una definición de la RAE, pero acepto el
reto.
Lo que me dices es como podríamos poner, persona que sufre de más violencia, que sufre
de más pobreza, persona que sufre de más discriminación. ¿Eso sería la definición
de mujer?
Sí, desde luego mucho más que tener determinadas características biológicas o características
femeninas por excelencia que nadie sabe elistar. Hay muchas mujeres que no cumplen con esas
características, con una o con varias.
Irene Montero no afronta esta pregunta, que debería ser una pregunta clave, básica,
fundamental, a responder por cualquier persona antes de impulsar cualquier ley trans. Irene
Montero no afronta esta pregunta cómoda, segura de sí misma, sino más bien titubeante,
dubitativa. Ella misma llega a decir que jamás se ha enfrentado al reto de tener que
definir qué es mujer según la RAE, según aquello que debería aparecer en el diccionario.
Nunca me han pedido el ejercicio de hacer una definición de la RAE, pero vale.
Sin embargo, esto no es del todo cierto, porque en cualquier texto legal suele haber un apartado
de definiciones, es decir, cómo se han de interpretar dentro de la propia ley cada uno
de los términos que utiliza la ley. Y en la ley trans también hay un artículo de definiciones,
concretamente el artículo tercero. Definiciones a los efectos de esta ley se entiende por
discriminación directa, discriminación indirecta, discriminación múltiple e interseccional,
etcétera, etcétera. Y en el apartado H sí encontramos una definición de identidad sexual,
concretamente identidad sexual, vivencia interna e individual del sexo tal y como cada persona la
siente y autodefine, pudiendo o no corresponder con el sexo asignado al nacer. Por tanto,
Irene Montero sí ha tenido que definir en la ley trans qué es una mujer. Y en la ley trans se define
mujer como la vivencia interna de una persona de ser mujer, nada más. Pero claro, como ya hemos dicho,
esto vacía de significado qué es ser mujer o qué es ser hombre. Básicamente se sustituye
el significado por el significante. Ser mujer no es nada más allá de llamarse mujer, ser hombre no
es nada más allá de llamarse hombre. Porque incluso para que una persona se pueda sentir mujer o sentir
hombre tiene que referenciar ese sentimiento a algo sustantivo. Yo me siento esto. ¿Y esto qué es?
Pues algo específico, algo concreto, algo determinado. Pero claro, si definimos esto
simplemente como aquello que me siento yo, ese esto no está determinado. Lo único que me siento,
por tanto, son esas palabras, nada más. Por ejemplo, inventemos una palabra,
omnólido. ¿Cuál es el significado de omnólido? No lo tiene. Yo me puedo sentir omnólido. Si no sé
qué es omnólido, no me puedo sentir omnólido más allá de decir que me siento el significante de esa
palabra. Es decir, omnólido. Por tanto, como digo, la ley trans sí o sí vacía de significado que
es ser mujer o que es ser hombre, al menos a efectos legales, porque no contiene ninguna
definición sustantiva ni de hombre ni de mujer. Y como el entrevistador le está pidiendo un
significado que no sea meramente un significante, Irene Montero titubea. Pero al final termina
ofreciendo una definición. Y esa definición exhaustiva, porque es la definición que Irene
Montero colocaría en la RAE de qué es ser mujer, esa definición exhaustiva, recordémoslo,
es la siguiente. Lo que me dices es cómo podemos poner persona que sufre de más violencia,
que sufre de más pobreza, persona que sufre más discriminación. Eso sería la definición de mujer.
Sí. Creo que todos entendemos que esta definición es bastante problemática,
pero no sé hasta qué punto nos damos cuenta de cuán problemática es. En primer lugar,
es una definición que atenta contra la ley trans, porque la ley trans nos dice que ser mujer es
meramente percibirse mujer. Y aquí Irene Montero nos está diciendo que ser mujer es estar en una
posición de más desigualdad o de más pobreza. Por tanto, si una persona es rica y poderosa y se
percibe mujer, según la definición que ahora nos está dando Irene Montero, no sería mujer por
mucho que se perciba tal. Es decir, que habría un conflicto entre la realidad y la percepción,
de esa realidad. O expresado de otra manera, la ley trans contiene una definición de mujer o de
hombre enteramente subjetiva. Basta con que me perciba mujer para ser mujer. Y ahora Irene Montero
está ofreciendo una definición objetiva. Mujer es aquella persona en posición de desigualdad o de
mayor desigualdad frente a otras. Por consiguiente, ya de entrada, Irene Montero está atacando de
raíz el espíritu de su ley trans, una ley que pretende vaciar de contenido que es ser mujer y
que es ser hombre, y ahora ella le está dando contenido. Mujer es una persona en posición de
más discriminación, de más desigualdad y de más pobreza que el resto, mientras que hombre es una
persona en posición de mayor privilegio, de mayor poder, de mayor riqueza frente al resto. Y en
segundo lugar, este criterio objetivo que ahora está abrazando Irene Montero para distinguir entre
hombre y mujer, hombre es el poderoso, es el rico, es el privilegiado, mujer es la persona pobre,
la persona débil, la persona subordinada, este criterio objetivo no resulta demasiado intuitivo,
básicamente porque está reemplazando mujer por pobre y hombre por rico. Según esta definición,
hay una relación de identidad entre mujer y pobreza y entre hombre y riqueza. Mujer es una
persona pobre y toda persona pobre es mujer, y a su vez hombre es una persona rica y toda persona
rica es un hombre. Y dejando de lado que aquí ya nos meteríamos en umbrales de pobreza y de riqueza,
a partir de qué nivel de riqueza o de qué percentil en la distribución social de la riqueza
uno empieza a ser hombre y hasta el cual es mujer, aparte de este problema bastante obvio,
esta definición de mujer igual pobre, hombre igual rico, choca de lleno con nuestra percepción
de hechos objetivos, como es la genética y el dimorfismo sexual en la especie humana. Percibimos
a Irene Montero como mujer, primero, porque externamente posee rasgos de mujer, y segundo,
y más importante, su genética es la de una mujer, por ejemplo, tiene dos cromosomas X. Y claro,
si percibimos a Irene Montero como mujer, porque estamos definiendo mujer a partir de ciertos
criterios materiales objetivos, e Irene Montero nos está diciendo que mujer no es eso, sino que
mujer es ser pobre, es ser débil, es estar discriminada, pues entonces la objeción, la
crítica, la reacción obvia ante esta respuesta es preguntarle a ella si ella, que no es ni pobre,
ni está sometida, ni carece de poder, de hecho ha poseído muchísimo poder político, tanto como
para impulsar y aprobar la ley trans imponiéndola en todo el país, si ella, Irene Montero, no es mujer.
Entonces, por ejemplo, tú no entrarías en esta descripción de mujer que me estás diciendo.
¿A qué te refieres?
Porque es una persona que tiene un acceso público, cierto poder adquisitivo,
que no está discriminada porque es una persona que ha llegado a ciertas cuotas de poder.
Con total seguridad, Irene Montero se halla entre el 10% de la sociedad española más rica,
más conocida y también más poderosa. Incluso me atrevería a decir en el top 1% porque esta
persona ha sido ministra y, por tanto, ha tenido el aparato del Estado o parte del aparato del
Estado a su servicio. Con lo cual, si definimos mujer como aquella persona relativamente pobre,
relativamente débil, relativamente subordinada, Irene Montero, estando en el top 10% o incluso en
el top 1% de la sociedad, no entraría en esa definición de mujer. Si ella fuera honesta y
consecuente, debería decir, pues sí, según la definición que te he dado de mujer, yo no encajo
en esa definición. Por tanto, según esta definición, yo no soy mujer. Y a partir de ahí,
una de dos. O revisamos la definición, porque parece un disparate decir que Irene Montero no
es una mujer, o aspiramos a resignificar tantísimo el término mujer, como para que, cuando escuchemos
que Irene Montero no es una mujer, no nos sorprenda, porque si Irene Montero es rica y poderosa,
pues entonces no es mujer. Sin embargo, Irene Montero no hace ninguna de las dos cosas. Escuchémosla.
Una persona que llega a ciertas cuotas de poder y que no tiene... Y sigo teniendo más riesgo que
cualquier hombre, que es la categoría por oposición, y precisamente de ahí también el
cuestionamiento del binarismo que se hace desde las lógicas LGTBI, desde las lógicas trans,
sigo teniendo más posibilidades que cualquier hombre de sufrir una agresión sexual y también
de sufrir pobreza. Seguramente, si lo mismo que yo hago lo hiciese siendo hombre, tendría muchas
más posibilidades de éxito. Claro, es que, al ser una categoría cultural, no se define solamente
por sí misma, sino en relación a, digamos, en este caso, si la mujer tiene unas condiciones
de desigualdad, a quien tiene una posición de poder o de ventaja o de privilegio.
Fijaos en la trampa que está perpetrando aquí Irene Montero. Irene Montero está diciendo que ella
sí es mujer porque ella sí tiene más probabilidades de sufrir una agresión sexual que un hombre o
porque ella está más discriminada o está en una posición de mayor desigualdad que un hombre. Pero
por un lado, ella, sin explicitarlo, está pensando que está más discriminada, está en posición de
mayor desigualdad, tiene mayor probabilidad de sufrir una agresión sexual que un hombre que
supuestamente está en su mismo nivel o tiene su mismo estatus. Esto, como digo, sin explicitarlo
tal cual lo deja entrever en esta frase. Es decir, que Irene Montero nos está diciendo que ella es mujer
porque ella, en comparación con, por ejemplo, Pedro Sánchez, es más pobre, está en una situación
de mayor discriminación o sufre una mayor probabilidad de agresión sexual. Porque,
evidentemente, Irene Montero ni es más pobre, ni es más vulnerable, ni está más discriminada,
ni se enfrenta a una mayor probabilidad de sufrir una agresión sexual que, por ejemplo,
un niño varón pobre de Filipinas o de Tailandia. Pero démonos cuenta de las implicaciones absurdas
de todo esto. Irene Montero, en ese caso, sería mujer frente a Pedro Sánchez, pero, en cambio,
sería hombre frente al niño varón de Filipinas y pobre. Porque si no, porque si no aceptamos
esta implicación de las definiciones que nos ha dado Irene Montero, es que lo estamos definiendo
de otra manera que no estamos explicitando. He expresado de otra manera. Fuera cual fuera
la situación social y económica de Irene Montero, fuera cual fuera, ella siempre diría que es mujer.
Aunque se convirtiera en la persona más rica de España, aunque llegara a ser presidenta del
gobierno, aunque llegara a ser presidenta de la República, ella seguiría diciendo que es mujer.
No empezaría a decir, bueno, como soy la persona más rica y más poderosa del país,
a partir de ahora me he convertido en un hombre. No. Porque se percibe como mujer y porque además
sabe que hay hechos objetivos que la califican como mujer. Y si sea cual sea su posición
socioeconómica ella se va a definir como mujer, entonces es que la posición socioeconómica no
integra la definición de mujer. El niño varón pobre de Filipinas seguirá siendo un hombre,
por mucho que sea muy pobre, por mucho que se enfrente a una muy alta probabilidad de
agresión sexual y por mucho que esté en una posición más vulnerable que Irene Montero.
Porque aunque no lo reconozca, nada de todo esto integra para Irene Montero la definición de hombre
y la definición de mujer. Otra cosa es que Irene Montero nos quiere decir que en términos promedio
las mujeres están más discriminadas, son más vulnerables, sufren más la pobreza que los hombres,
algo que es discutible pero que en todo caso se puede afirmar como parte de un debate sano.
Pero démonos cuenta, primero, de que para poder afirmar esto, que por ejemplo las mujeres ganan
menos que los hombres, previamente tenemos que tener una definición de hombre y de mujer que
no esté vinculada con los ingresos. Porque si definimos mujer como pobre y hombre como rico,
por definición, siempre las mujeres ganarán menos que los hombres. Porque en cuanto una
persona con dos cromos o más X, es decir, una mujer, se vuelva rica, la clasificaríamos como
hombre. Y por otro lado, que ser mujer suela ir aparejado, según Irene Montero, a la pobreza,
la vulnerabilidad, la discriminación, no implica que eso deba estar metido dentro de la definición
de mujer. Por ejemplo, en 2019 el 93% de los graduados en logopedia fueron mujeres. ¿Tendría
sentido que cuando definamos que es un logopeda, metamos mujer en la definición de logopeda porque
la inmensa mayoría de graduados en logopedia son mujeres? Pues obviamente no. Y aquí lo mismo,
aunque la inmensa mayoría de mujeres fueran pobres y estuvieran discriminadas, o aunque la
mayoría de pobres fueran mujeres, eso no significa que haya que meter ni mujer en la definición de
pobre ni pobre en la definición de mujer. En definitiva, esto es lo que sucede cuando uno busca
politizar irracionalmente las palabras para convertirlas en armas arrojadizas, que termina
cayendo víctima de sus propias incongruencias y despropósitos.