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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿Estamos ante el fin de la era del dinero gratuito?
Veámoslo.
Uno de los economistas más importantes e influyentes en Alemania, Hans Bernersien, presidente
del Instituto IFO, acaba de publicar un importante artículo en Project Syndicate titulado
El fin del dinero gratuito.
La tesis de Hans Bernersien es que las altas tasas de inflación que están sufriendo
ahora mismo muchos países occidentales, muchos de ellos están experimentando una inflación
entre el 5 y el 6%, inflación medida desde el lado de los bienes de consumo, porque si
la medimos desde el lado de los bienes industriales, que posteriormente se traslada al menos en
parte a los bienes de consumo, la inflación ronda más bien entre el 20 y el 30%.
Pues bien, Hans Bernersien considera que estas altas tasas de inflación van a suponer
el fin del dinero gratuito, es decir, van a empujar a los bancos centrales a subir sí
o sí los tipos de interés.
No en vano la Reserva Federal estadounidense por boca de su reelector, presidente Jerome
Powell, ya ha empezado a indicar que ese será el camino que recorrerá a lo largo de este
año 2022.
Powell ha afirmado que tratará de convencer al Consejo de Gobierno de la Reserva Federal
para que acelere la retirada de los estímulos monetarios, lo cual evidentemente terminará
implicando subidas de los tipos de interés.
En la Eurozona esa perspectiva todavía no se ha colocado en el horizonte, de hecho la
presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, insiste en todas sus intervenciones
que no va a haber retirada de estímulos monetarios en el año 2022 y mucho menos subidas de los
tipos de interés, pero de acuerdo con Hans Bernersen, estas manifestaciones, estas declaraciones
de Christine Lagarde, son esencialmente un brindis al sol.
¿Y por qué son esencialmente un brindis al sol?
Porque el Banco Central Europeo, a diferencia de lo que sucede con la Reserva Federal, tiene
un único mandato estatutario, por ley solo se tiene que preocupar por una cosa.
Y esa única cosa por la que está obligado a preocuparse el Banco Central Europeo es
la inflación.
En Estados Unidos la Reserva Federal tiene un objetivo dual, desempleo e inflación,
y eso puede llevar en determinados contextos a que la Reserva Federal no retire estímulos
monetarios escudándose en que está priorizando la lucha contra el desempleo, pero en Europa
o mejor dicho en la Eurozona esa circunstancia no se da.
En la Eurozona el Banco Central Europeo sí o sí se tiene que preocupar por la inflación,
por tanto Christine Lagarde podrá decir lo que quiera, pero su obligación legal es
la de subir los tipos de interés si la inflación se mantiene en las tan altas tasas actuales.
Por supuesto lo que espera en lo que confía el Banco Central Europeo es que la inflación
actual empiece a moderarse a partir de la segunda mitad del año 2022.
Se nos dice que la inflación actual tiene un componente muy importante de cuellos de
botella, es decir que hay determinados sectores en la economía mundial que están siendo
tensionados por la elevada demanda que no son capaces de incrementar la oferta, tanto
como está aumentando la demanda, tanto como está aumentando el gasto y por eso los precios
suben, pero la esperanza es que esos cuellos de botella normalicen su oferta, incrementen
sustancialmente su oferta a partir de la segunda mitad de 2022. Si eso fuera así, como digo,
la esperanza que tiene el Banco Central Europeo es que empiecen a moderarse los precios y
eso no le fuerte a retirar aceleradamente los estímulos maletarios y a subir los tipos
de interés.
Pero de nuevo en este caso Hans Bernersen se muestra escéptico. ¿Por qué se muestra
escéptico? Porque SIN considera que aún cuando se moderen los precios de los cuellos de botella
habrá tres vías por las que la inflación seguirá mordiendo, golpeando a la eurozona.
Primera vía, las renegociaciones salariales para absorber, para compensar la inflación
que ya estamos experimentando hasta este momento. Si los trabajadores comienzan a reclamar
alza salariales para no verse perjudicados en el poder adquisitivo de sus salarios, esa
elevación de los salarios nominales para compensar la inflación hasta el momento dará pie a
nuevas subidas de precios futuras dentro de la eurozona. Es la conocida espiral Precios
Salarios. Suben los salarios, suben los precios, suben los salarios, suben los precios. Y ese
es un escenario cuyo riesgo no hay que descartar. De hecho la reciente huelga en el sector
del acero de Cádiz tenía como principal reivindicación esa que los salarios subieran
para compensar la inflación que hasta el momento está padeciendo España. Segundo mecanismo
a través del cual la inflación puede seguir golpeando a la eurozona. Si Estados Unidos acelera
la retirada de los estímulos monetarios y la eurozona no, el tipo de cambio del euro
frente al dólar tenderá a depreciarse y una depreciación del tipo de cambio supondrá
que importaremos inflación, que todo lo que compremos fuera nos saldrá más caro.
Y en tercer lugar, si los tipos de interés nominales no se incrementan, si los tipos
de interés nominales no suben porque el Banco Central Europeo quiere mantener los estímulos
monetarios durante más tiempo, lo que sucederá es que la demanda de crédito para comprar
bienes de consumo duraderos, típicamente la vivienda, esa demanda seguirá creciendo,
seguirá aumentando, seguirá cebándose. Y por tanto mucho gasto dirigido hacia los
bienes de consumo duraderos, hacia la vivienda, supondrá encarecimientos de la vivienda
que también terminarán afectando a la cesta de la compra de los consumidores.
Es decir, ir de acuerdo con Hans Bernersen, en el corto medio plazo y aún cuando se
controlen los cueños de botella, seguirá habiendo tensiones inflacionistas en la eurozona,
quizá no de la magnitud que estamos presentando ahora, pero sí por encima del objetivo para
la estabilidad de precios que se marca el Banco Central Europeo, es decir, el 2% de
inflación anual. Y si ese objetivo no se cumple durante un determinado periodo de tiempo,
el Banco Central Europeo no tendrá más remedio que, como decíamos, subir los tipos de interés.
Y de hecho, a medio largo plazo, Hans Bernersen detecta dos otras fuentes de inflación que
serán muy complicadas de eliminar. Por un lado, la transición energética, la descarbonización
de la economía. De momento, no tenemos tecnologías suficientemente eficientes como para ser tan
económicas desde el lado de los costes como son los combustibles fósiles. De esa manera,
si Europa sigue avanzando en la descarbonización de la economía, en renunciar al uso de combustibles
fósiles, y parece que Europa y la eurozona más en particular así lo pretenden, lo que
presenciaremos es un encarecimiento progresivo de la energía y más costes energéticos,
salvo que haya una moderación, una retirada de los estímulos monetarios, se traducirán
en mayor inflación. Segundo vehículo, a través del cual a medio largo plazo es previsible
que los precios suban el progresivo envejecimiento de la población de la eurozona, la jubilación
de la generación baby boom. Los baby boomers incrementarán la demanda, el gasto dentro
de la economía, pero no estarán contribuyendo a incrementar la oferta porque estarán jubilados,
no estarán produciendo, no estarán fabricando bienes y servicios. Más demanda agregada
y misma o menor oferta por la jubilación de estas coortes de población supondrá
de acuerdo con Hans Bernersen, también mayores tensiones inflacionistas en el medio largo
plazo. Y por tanto, en definitiva, si a corto medio y largo plazo la inflación no va a
desaparecer según Hans Bernersen, pues entonces al banco central europeo no le quedará otra
que ir subiendo los tipos de interés para por un lado limitar el gasto agregado y para
por otro esterilizar la oferta monetaria excesiva y redundante en la actualidad.
De ahí la rotunda conclusión que alcanza en su artículo Hans Bernersen. Dadas las
circunstancias actuales, los países europeos y el banco central europeo deberían mandar
una señal clara de que paralizarán toda nueva monetización de deuda. Si los políticos
quieren gastar más en ciertas partidas, deberían recortar el gasto en otras. La inflación actual
marca el fin de esa utopía consistente en recursos creados de la nada. La buena vida
financiada por la impresora del euro sistema ha muerto ya para siempre. La marea está
empezando a bajar y en España nos va a pillar desnudos con una deuda equivalente al 120
por ciento del PIB.