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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Paloma Hernández, del canal Fortunate y Jacinta, ha criticado el liberalismo al que algunos
nos suscribimos por estar basado en un individualismo exacerbado que no reconoce el papel y la importancia
de las comunidades políticas en las que uno nace y en última instancia de la patria.
Pero es realmente así?
Veámoslo.
El economista Albert Hirschman decía que había tres modos fundamentales a través de los
cuales se podían resolver los conflictos entre individuos, la salida, la voz y la lealtad.
Cuando dos o más personas no se entienden, cuando tienen objetivos conflictivos, una
posibilidad es la salida, tú por tu lado y yo por el mío.
Yo no formo un equipo contigo, yo no voy en la misma dirección que tú, por tanto, no
separamos.
Yo vivo mi vida, tú vives tu vida.
La voz consiste en deliberar, en reflexionar, en dialogar, tratando de alcanzar un consenso
común entre las partes que estén en conflicto y la lealtad implica que uno se somete al
otro quizá por algún tipo de relación de autoridad.
Pues bien, estas tres formas fundamentales a través de las cuales se resuelven los conflictos
entre los individuos también tienen su expresión en los distintos sistemas políticos que en
última instancia lo que buscan es articular mecanismos de convivencia entre las personas
y, por tanto, buscan alguna forma de armonizar los conflictos que emerjan entre esos individuos
que están conviviendo.
La salida podríamos decir que es el principio fundamental detrás del liberalismo, el liberalismo
se fundamenta en el respeto y restricto a los proyectos de vida de cada persona.
Si yo no quiero relacionarme contigo, yo no me relaciono contigo, yo me salgo de esa
relación.
Entonces, podríamos decir que es el mecanismo fundamental que se encuentra detrás de la
democracia, sobre todo de determinados tipos de democracia como la democracia deliberativa.
Hemos de seguir unidos, hemos de mantenernos unidos, pero hemos de llegar a algún tipo
de acuerdo y ¿cómo llegamos a un acuerdo?
Pues tratando de negociar, de persuadirnos, de llegar a un entendimiento y, en última
instancia, votando para que la voz de la mayoría sea la que prevalezca.
Y, por último, la lealtad es la que daría pie a ciertas formas de comunitarismo o de
nacionalismo, donde las preferencias de cada individuo quedan subordinadas a la lealtad
hacia el grupo del que ese individuo forma parte.
Si dentro del grupo hay algunos individuos que tienen una autoridad natural para dirigir
el grupo, pues los otros individuos tendrán que someterse por lealtad al rumbo que marquen
esos individuos con mayor autoridad, o si dentro del grupo hay una serie de tradiciones
que son las que habitualmente resuelven las controversias que marjan dentro del grupo.
Por ejemplo, si tú hablas en una lengua y yo no quiero que hables en esa lengua y
la tradición indica que no debemos hablar otra lengua que la común, pues entonces,
aunque tú quieres hablar otra lengua, te tendrás que someter a la tradición común.
Y lo harás por lealtad hacia tu grupo, por lealtad hacia el resto de personas que conforman
ese grupo y por cómo ese grupo se ha configurado históricamente a través de determinadas
tradiciones, a través de determinados rasgos culturales, etcétera.
Los liberales tendemos a posicionarnos del lado de la salida cuando hay un conflicto
entre las personas porque consideramos que, tal como decía Nozik, Robert Nozik al comienzo
de su libro Anarquía de Estado y Utopía, los individuos tienen derechos y hay cosas
que otros individuos u otros grupos no les pueden hacer.
Para los liberales, por tanto, el individuo, cada individuo tiene una prioridad moral sobre
el grupo.
Los derechos individuales se reconocen y se instituyen socialmente para proteger al
individuo, a cada individuo, frente a otros individuos y también frente a las agrupaciones
de otros individuos, incluyendo entre esas agrupaciones a la agrupación en forma de
comunidad política.
Es en ese sentido en el que algunos hablamos de soberanía individual, de sujeto de derecho,
de sujeto de derecho, frente a otros individuos y frente al conjunto de los individuos agrupado
en la comunidad.
Y, en cambio, los nacionalistas o los comunitaristas más en general se suelen ubicar del lado
de la lealtad.
El grupo tiene prioridad moral sobre el individuo y, por tanto, el grupo es, en última instancia,
el que manda sobre el individuo quien tiene que mostrar lealtad su misión, su coordinación
hacia el grupo.
Por consiguiente, el individuo, de grosso modo, tendría aquellos derechos que el grupo,
con criterios absolutamente arbitrarios, quiera reconocerle.
Pues bien, Paloma Hernández del canal Fortunate y Jacinta acaba de publicar un vídeo en el
que, entre otros argumentos contra otros autores, también estructura una crítica en contra
de mi defensa de la soberanía individual, es decir, en contra de mi defensa de la consideración
de los individuos como sujetos de derecho, sobre todo porque aplico esa consideración
y ese estatus de sujeto de derecho del individuo a las relaciones entre el individuo y los
individuos, defendiendo, por tanto, el derecho de los individuos a asociarse y desasociarse
de los estados en los que han sido incluidos por la fuerza.
Mi postura es, por tanto, una postura que conecta filosóficamente con el liberalismo,
mientras que la postura de Paloma es una postura que conecta o, al menos, bebe en parte de
posturas filosóficas comunitaristas, pero escuchemos cómo Paloma resume mi posición
a este respecto.
El rayo defiende algo así como una república independiente hasta la puerta misma de mi
casa.
Es el culmen de la ideología individualista que prédica no ya la autodeterminación
de los pueblos, sino la autodeterminación de los individuos.
Ciertamente, el liberalismo defiende la libertad de los individuos, es decir, el derecho de
cada individuo frente a los demás a que esos demás no interfieran en su vida a cambio
del simétrico derecho de los demás a que ese uno no interfiera en su vida.
De por tanto, la salida, la posibilidad de llegar a relaciones voluntarias entre diversas
personas, incluso entre muchísimas personas a la vez, pero también la posibilidad de
que un individuo no se sume al acuerdo al que han alcanzado otros, a que ese individuo
no sea adscrito por la fuerza a relaciones sociales o políticas a las que ese individuo
no se quiere sumar.
Por tanto, sí, no es el Estado el que tiene derecho a gobernar a dirigir la vida de las
personas, sino que son las personas quienes tienen derecho frente a otras personas y frente
al Estado a dirigir sus propias vidas.
¿Y por qué Paloma no coincide en esta tesis?
Pues esencialmente por dos razones que desarrolla en su vídeo.
La primera razón es que al margen del Estado no existen derechos individuales, y por tanto,
si es el Estado, si es la comunidad política, quien te otorga esos derechos, no puede reivindicar
derechos frente al Estado.
Y la segunda razón es que los proyectos de vida de cualquier individuo están inexorablemente
influidos por la comunidad en la que han nacido.
Las personas en parte quieren aquello que la comunidad en la que han nacido quieren
que quieran.
Y, por tanto, no es materialmente posible separar a ese individuo que ha nacido embebido
dentro de una determinada comunidad de la propia comunidad.
Pues bien, vamos a analizar por separado cada uno de estos dos argumentos.
Callamos con el primero.
Los individuos solo tienen derechos en la medida en que forman parte de una comunidad
política.
Dicho en otras palabras, un recién nacido tendrá derechos gracias a que nacen una
sociedad concreta, una sociedad que le dará esos derechos.
Pues ese niño fuera de la sociedad nunca llegaría a ser persona, sino un individuo,
si efectivamente un sujeto similar a una bestia, si es que sobrevive, porque un homosapiens
que viviera aislado en la selva no sería ni un ser humano, ni un ser libre, ni tampoco
podría alcanzar el grado de persona, la dignidad de persona.
Aquí creo que se están confundiendo dos argumentos.
Primero argumento.
Un individuo que nace fuera de una sociedad, es un individuo civilizado, un individuo
culturizado o es un salvaje, pues sería un salvaje.
Un individuo fuera de la civilización es un individuo incivilizado, en eso estamos
de acuerdo.
Ahora bien, segundo argumento, un individuo que nace fuera de la civilización, un salvaje
carece de cualquier tipo de derechos.
Por ejemplo, se le puede asesinar, se le puede matar, pues aquí creo que tanto Paloma como
yo coincidimos en que no es así, escuchemos a Paloma aclararlo.
Y ojo, siempre hay que hacer esta prevención porque ya saldrá por ahí alguno diciendo
que se le puede matar.
No.
No se les puede matar.
Realisticamente no se puede matar ni a un niño, aunque todavía no sea persona, ni a
un sujeto que viva aislado en la selva, por supuesto que no.
Por consiguiente, existen restricciones éticas previas a la conformación de la comunidad
política acerca de lo que unos individuos pueden hacerles a otros individuos.
Eso es lo que algunos llamamos derechos naturales, aunque el término no me gusta mucho, o derechos
prepolíticos, derechos previos a la conformación de la comunidad política, derechos que restringen
por tanto lo que otros individuos conformando una comunidad política pueden hacerles a
otros individuos.
Por ejemplo, no se les puede matar.
Cuando decimos que no se les puede matar, tanto Paloma como yo, evidentemente estamos
diciendo que no se les debería poder matar, porque la posibilidad de asesinar existe dentro
y fuera de una comunidad política con independencia de lo que esa comunidad política establezca
como permitido o como prohibido.
Básicamente lo que estamos diciendo es que los individuos de una comunidad política deberían
respetar la vida de personas que no forman parte de esa comunidad política.
Y entonces el punto pasa a ser por qué los miembros de esa comunidad política no deberían
respetar también el derecho de los individuos a no asociarse a esa comunidad política,
es decir, a separarse de la misma y conformar otras comunidades políticas distintas.
Fijémonos en que esto no implica un sálvese quien pueda, tal como Paloma erróneamente
atribuye en este caso al liberalismo.
Y lo que hace rayo es tomar partido por los individuos sueltos, no ya por una parte de
la comunidad, sino por los individuos sueltos, es el sálvese quien pueda, apela a una metafísica
libertad individual, como si los individuos pudieran autodeterminarse, cada uno ahí por
su cuenta, como si fueran esferas ahí flotantes ellos.
No es un sálvese quien pueda, es más bien un nota asociéz con quien no quieras, y esto
no presupone que no existan problemas de acción colectiva, es decir, no presupone que no existan
problemas que solo pueden resolverse o solo pueden resolverse eficazmente cuando los individuos
actúan en común, cuando los individuos se asocian.
Lo que presupone es que esas asociaciones para resolver esos problemas de acción colectiva
deben tener una base voluntaria y no una base coactiva, o al menos deben tener una base
voluntaria tan amplia como sea materialmente posible.
Y aquí es donde entra el segundo argumento de Paloma, la base de esa comunidad política
necesaria para hacer frente a problemas de acción colectiva que yo no niego, la base
de esa comunidad política no ha de ser la afiliación, la asociación voluntaria, sino
que ha de ser la lealtad hacia la patria.
¿Y por qué hacia la patria? Porque la patria es aquello que tenemos en común.
Pero nosotros tomamos partido por su defensa, por la defensa de España, de la hispanidad
y de la patria, pues nada hay más común, más común que la patria.
¿Y por qué la patria es aquello que nos define como personas?
El hecho de que las personas se formen en un contexto determinado y no en otro, marcan
nuestros proyectos, condiciona para bien o para mal la formación de nuestra personalidad.
Por consiguiente, el argumento vendría a ser el siguiente, como no hay nada más común
que la patria, y como la patria conforma nuestra personalidad, por tanto, la base de una comunidad
política ha de ser la patria y no la libertad individual, y no la voluntaridad de las personas
de formar o no formar parte de esa comunidad política.
Este argumento me parece problemático tanto en sus premisas como sobre todo en la implicación
que pretende extraer.
Las premisas son problemáticas porque eso de que nada hay más común que la patria
es muy discutible.
Un español católico quizá considere que tiene más en común con un francés católico
o con un italiano católico que con un español ateo y antirreligioso.
Un español socialdemócrata quizá tenga más en común con un francés socialdemócrata
que con un español conservador, con un español de extrema derecha, etc.
Un español economista puede tener más en común con un estadounidense economista que
con un español que sea físico-nuclear o que sea analfabeto.
Es decir, y en esto atacamos la segunda premisa, lo que constituye la personalidad de una persona
no viene únicamente determinado por su adcripción a una determinada patria, a una determinada
comunidad histórica y cultural.
No estoy diciendo que esa comunidad histórica y cultural no tenga una influencia muy fuerte
sobre la personalidad o sobre la identidad autopercibida de una persona.
Obviamente, si yo aprendo español, difícilmente me voy a interesar por la literatura japonesa
no traducida al español si desconozco el japonés.
Es decir, mis intereses en parte estarán permeados, estarán muy influidos por el contexto cultural
en el que nacido.
Pero ese contexto cultural no marca absolutamente todo lo que soy.
Si la patria fuera el único determinante de nuestra personalidad, todas las personas
de una misma patria seríamos absolutamente idénticas.
Y no lo somos, lo cual demuestra que existen otros determinantes a parte de la patria de
nuestra personalidad.
Y en determinados casos, en ciertos casos esos otros determinantes de nuestra personalidad
pueden llegar a ser mucho más importantes para una persona que aquella parte de su personalidad
que le viene marcada, que le viene influida por la propia patria.
Y uno podría pensar, bueno, pero esos otros rasgos también han surgido de alguna manera
dentro de la patria, no tiene por qué ser así, pueden ser determinantes que provengan
de otras patrias, es decir, rasgos culturales, rasgos ideológicos, rasgos estéticos que
procedan que se hayan gestado en otras patrias y que hayan sido importados por ese individuo
a su vida y hayan conformado su personalidad desde fuera de la patria en la que ha nacido
o incluso pueden ser rasgos que sean transversales a varias patrias exógenos a cada una de ellas
pero transversales a varias.
Tomemos de hecho un ejemplo que utiliza Paloma en su vídeo.
Por eso mismo siempre habrá maneras distintas de ser persona, maneras que se cruzarán,
formando una gran diversidad e incluso tipos de persona incompatibles entre sí, no es
lo mismo la idea de persona que se ha desarrollado en las naciones de tradición católica que
la que se pueda ejercitar o representar jurídicamente en países de tradición musulmana por poner
un ejemplo.
Imaginemos que una persona nace en España dentro de esta tradición católica que menciona
Paloma y adquiere una determinada idea de que es la persona, idea que conforma también
su personalidad.
Pero imaginemos también que con el paso del tiempo esa persona va investigando y va leyendo
acerca del Islam y se persuade acerca de las ideas que tiene el Islam sobre qué es una
persona y sus ideas sobre qué es una persona cambian y por tanto su personalidad que en
parte está compuesta por su visión, por su autopercepción de que es persona también
se modifica.
En ese caso esa persona que ha nacido en una España de tradición católica vería
como su personalidad se ha visto alterada por ideas que se han gestado fuera de España
pero que él ha importado para leer, para estudiar, para analizar en su vida y ha terminado siendo
persuadido por esas ideas alterando su personalidad.
Diría aquí Paloma que esa persona está determinada por haber nacido en España o que en cambio
a pesar de haber nacido en España esa persona ha cambiado su personalidad leyendo libros
de culturas que no son la española, pues creo que claramente estamos ante un ejemplo
de lo segundo y por tanto puede haber personas cuya personalidad no haya sido conformada
en su totalidad o en su mayor parte por la patria dentro de la que ha nacido.
Por tanto, como decía las dos premisas sobre las que Paloma construye su conclusión, que
la patria es aquel elemento que tenemos más en común y que la patria condiciona determina
la totalidad o la mayor parte de nuestra personalidad, creo que son premisas bastante
discutibles, pero aun cuando fueran ciertas de esas premisas no se sigue necesariamente
la conclusión de que las comunidades políticas deban fundamentarse en la patria y no en
la voluntaridad de las personas.
Del hecho de que haya nacido dentro de una determinada patria no se sigue de manera
evidente que yo tenga obligaciones naturales hacia esa patria dentro de la que he nacido,
de la misma manera que yo puedo haber nacido dentro de una familia o yo puedo haber nacido
dentro de una determinada religión y eso no engendra obligaciones perpetuas hacia
mi familia o hacia la religión.
Justamente instituciones como la emancipación o la apostasía son instituciones que pretenden
separar jurídicamente a aquel individuo que ha nacido en una familia de las obligaciones
jurídicas hacia esa familia o al individuo que ha nacido en una determinada religión
de las obligaciones jurídicas hacia esa religión.
Que mis padres me hayan creado no significa que yo deba ser un siervo perpetuo de mis
padres, es decir, que mis padres siempre deban dirigir todos los aspectos de mi vida, eso
puede tener sentido mientras un individuo es todavía un niño que está conformando
su personalidad, pero deja de tenerlo cuando esa persona se emancipa de los padres y por
tanto constituye una unidad jurídica independiente autónoma de sus padres.
De la misma manera que yo haya nacido dentro de una comunidad religiosa no debería ser
un argumento suficiente como para prohibirme separarme de esa comunidad religiosa.
No creo que Paloma defienda ni la sumisión perpetua de los hijos hacia sus padres ni
tampoco quiera prohibir que una persona pueda separarse de una determinada comunidad religiosa
por el hecho de haber nacido dentro de ella, de ahí que al principio que debería estructurar
las relaciones entre las personas, incluyendo entre las personas y la comunidad política
de la que forman parte, sea al principio de salida, es decir, la posibilidad de que una
persona, al igual que se emancipa de sus padres o al igual que se separa de una confesión
religiosa, pueda también separarse de una comunidad política para conformar otras comunidades
políticas.
Y si bien puede que en todos los casos esa separación no sea materialmente posible,
sí debería ser respetada su libertad individual dentro de una comunidad política tanto como
resulte materialmente posible.
Lo que no vale o no debería valer, es decir, como has nacido bajo la jurisdicción de este
estado, este estado tiene prioridad moral sobre ti.
Este estado tiene derecho a gobernar todos y cada uno de los aspectos de tu vida, como
ese estado decida arbitrariamente gobernarlos y solo si ese estado te quiere reconocer a
modo de concesión, a modo de licencia, ciertos ámbitos de autonomía sobre tu vida, tú
adquirirás en precario ese disfrute de ámbitos de autonomía en tu vida.
Las comunidades políticas importan porque los individuos importan.
Las comunidades políticas son instrumentales para la realización de los proyectos de vida
de los individuos, de cada uno de los individuos.
El comunitarismo presupone que los individuos tienen relevancia porque las comunidades
políticas lo tienen, pero es más bien al revés, necesitamos comunidades políticas
porque necesitamos convivir en sociedad porque los individuos realizan la mayor parte de
sus fines conviviendo en sociedad.
Pero precisamente si las comunidades políticas están subordinadas a los individuos, esas
comunidades políticas no deberían gozar de una prevalencia moral sobre los individuos.
Aquellos individuos que no quieran formar parte de una determinada comunidad política
deberían poder autoorganizarse políticamente en otras comunidades políticas.
O ponerse a ello no es considerar al individuo una persona, es más bien considerar al individuo
un siervo.