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¿En qué consiste la Banca Simons que defiende Javier Millet para la Argentina? ¿Y por qué
es una mala idea? Veámoslo.
A parte de la dolarización, la otra gran reforma financiera que promueve Javier Millet
para la Argentina es implantar un modelo de Banca Simons.
La Banca Simons es una propuesta de reforma financiera que elaboró el economista de la
Escuela de Chicago, previo a Milton Friedman y en gran medida maestro o inspirador de Milton
Friedman, Henry Simons. ¿Y en qué consistía esta propuesta? Pues básicamente en separar
el Banco Central y la Banca Privada en dos departamentos o en dos tipos de negocio o
actividad económica. Por un lado, los emisores de moneda y, por otro, los inversores en el
mercado de capitales.
En el caso de Javier Millet, si estamos hablando de una economía dolarizada donde, por tanto,
el Banco Central ya no desempeña ningún papel de intermediación financiera, la Banca
Simons supondría dividir la Banca Privada en dos tipos de negocio, la emisión de moneda
y la inversión en el mercado de capitales.
¿Y cuál sería exactamente la diferencia? Bueno, pues la banca privada que se dedicara
a emitir moneda sería algo así como un almacén de dinero. Los bancos privados emisores de
moneda crearían, ofrecerían al público depósitos a la vista, pero solo si estos
estuviesen 100% respaldados en dinero, por ejemplo en dólares. Es decir, que si un cliente
tiene un depósito de 100.000 dólares en un determinado banco, es porque ese banco
cuenta en sus reservas con 100.000 dólares físicos. Los bancos emisores de moneda no
podrían ofrecer cuentas corrientes, depósitos a la vista, por encima del importe de las
reservas que estos bancos posean. Se trataría en definitiva de establecer un coeficiente
de caja del 100% sobre el negocio de la banca, que consiste en emitir moneda.
Y luego tendríamos los bancos de inversión, los bancos que invierten en el mercado de
capitales. Estos bancos venderían bonos a largo plazo con los que financiar inversiones
a largo plazo en el mercado de capitales. Por tanto, lo que no sucedería, como ocurre
ahora, es que los bancos que se dedican a emitir moneda, a emitir depósitos, estarían
financiando con esa emisión de depósitos inversiones de largo plazo. Si uno quiere
invertir en el mercado de capitales, lo haría a través del circuito de la banca de inversión,
pero no de la banca que emite moneda.
Personalmente, el modelo de Banca Simons no me convence en absoluto. Me parece un proyecto
bastante peligroso, especialmente para una economía que esté dolarizada, como supuestamente
lo estará Argentina en una presidencia de mi ley.
¿Y por qué no me convence en absoluto este modelo de Banca Simons? Fundamentalmente por
dos razones. La primera es que es muy complicado de implementar en una sociedad que pretenda
seguir siendo libre. Imaginemos que a los bancos se les prohíbe emitir deuda a corto
plazo, no respaldada por reservas de dinero. Bien, lo único que hemos hecho ha sido prohibir
a un determinado agente económico, los bancos, que emitan deuda a corto plazo, a muy corto
plazo a la vista en esas condiciones. Pero no les hemos impedido a todos los demás agentes
económicos, fondos monetarios, empresas o incluso administraciones públicas, que hagan
lo propio. Si hay ciudadanos que demandan deuda a corto plazo no necesariamente respaldada
por reservas de dinero, porque el hecho de que esté respaldada por reservas de dinero
encarece el coste de tener esa deuda. Si hay ciudadanos que demandan deuda a corto
plazo no respaldada al 100% por reservas, porque estar respaldado al 100% por reservas
resulta más costoso. Si yo le pido a un banco que me guarde mis dólares durante un año,
me va a cobrar una comisión por guardarme esos dólares. Por tanto, si hay ciudadanos
que se contentan no con deuda que esté 100% respaldada por reservas de dinero, sino simplemente
por una promesa de entregar dólares cuando el cliente los solicite, y ese tipo de deuda no
dejamos que la imitan los bancos, lo que harán los ciudadanos es buscar ese tipo de deuda emitida
por fondos monetarios o emitida por empresas o emitida por gobiernos. Por ejemplo, una letra
del tesoro que tenga el plazo de un mes, no digamos ya si tuviera el plazo de una semana,
es un tipo de deuda muy cercano a un depósito a la vista o a un depósito a muy corto plazo.
Aquellas personas que no quieran gastar su dinero en menos de un mes, pues no necesitan
adquirir un depósito a la vista o un depósito a un mes. Puede comprar un título de deuda pública
a un mes. Y precisamente porque esto es así, precisamente porque esto es cierto, no es una
mala interpretación o una tergiversación que esté haciendo yo de las ideas de Henry Simons,
el propio Henry Simons en su libro de 1948, Economic Policy for a Free Society, nos decía
que establecer un coeficiente de caja del 100% sobre la banca que emita moneda únicamente es
el primer paso de su reforma financiera y que si nos quedamos en ese primer paso,
habremos hecho un pan con unas tortas. Recojo esta cita de Henry Simons que aparece en el
paper que le dedica a Milton Friedman la teoría y política monetaria de Henry Simons. Pues bien,
de acuerdo con Henry Simons, su propuesta de establecer un coeficiente de caja del 100%
sobre los bancos que emitan dinero es solo el primer paso necesario hacia la reconstrucción
completa de nuestra organización financiera. Por sí solo, el establecimiento de un coeficiente
de caja del 100% por sí solo, como una medida aislada, solo nos conduciría a la evasión por
parte de los agentes económicos de esta norma y medecería, por tanto, ser clasificado como otro
esquema monetario disparatado. Es decir, fijaos lo que está diciendo Henry Simons con respecto
a su propuesta de separar a los bancos en bancos de emisión y bancos de inversión, obligando a
los bancos de emisión a que mantengan un coeficiente de caja del 100% sobre sus reservas.
Está diciendo que si nos limitamos a hacer esto, esta reforma es un esquema monetario disparatado,
que nos serviría para nada más que para orientar a los agentes económicos a que inviertan en la
deuda a corto plazo, no respaldada por reservas, que emitan otros agentes económicos, bancos,
administraciones públicas, empresas, que no estén obligados a mantener el coeficiente de
caja del 100%. Y por eso, ¿qué plantea adicionalmente Henry Simons? Pues lo que plantea
es limitar la capacidad de las empresas, de los fondos y del Estado de endeudarse a corto plazo.
Una limitación estrecha de la capacidad formal de endeudarse de otras empresas resultaría
obviamente necesario. Además, también podría ser necesario establecer limitaciones en la
capacidad de las empresas de financiarse a través del crédito en libros y de las ventas a plazo.
Es decir, que el modelo de banca Simons, según el propio Henry Simons, requiere que se prohíba o se
limite a las empresas en deudarse a corto plazo, incluso a través del crédito comercial. Es decir,
que si una empresa le compra a otra empresa una partida de mercancías y le dice te la pago en
30 días, eso habría que prohibirlo, porque eso también es una obligación financiera, una deuda
financiera a corto plazo no respaldada por dólares. Y por tanto, claro, si las empresas
tienen capacidad de crear este tipo de deudas y de endosar este tipo de deudas por la economía,
las empresas estarían haciendo aquello que les hemos prohibido a los bancos hacer. Y si no queremos
que lo hagan los bancos, también hay que impedir que lo hagan otros agentes, porque si no,
simplemente aquellos que lo hacían a través de los bancos lo harán ahora a través de las empresas.
Por tanto, como digo, operativamente la reforma de Henry Simons es muy difícil de implantar en
una sociedad libre. ¿Qué va a estar el gobierno argentino vigilando si las empresas se dan crédito
comercial a corto plazo entre ellas y ponerles una multa si lo hacen? Ni es factible ni es deseable.
Y este es justamente el segundo punto y probablemente el principal de mi crítica a la
banca Simons. Más allá de si es operativo o no es operativo, de si es respetuoso con la libertad
individual del sector privado, más allá de todo esto, el problema fundamental de la banca Simons
es que no contribuye a estabilizar la economía, como sus defensores sostienen, sino que más bien
contribuye a desestabilizarla. Y esto es particularmente cierto en una economía que
está dolarizada. Veamos qué sucede en una economía cuando la demanda de dinero supera
la oferta de dinero. Si se demanda más dinero del que hay, lo que ocurre es que el valor del
dinero aumenta. Y si el valor del dinero, siendo el dinero el numerario, es decir, la unidad en
la que expresamos los precios de todos los bienes de toda la economía. Si el valor del dinero
aumenta, lo que tendrá que ocurrir con el precio de todos los demás bienes con respecto al dinero,
es que esos precios se ajusten a la baja. Problema, los precios no se ajustan, todos ellos,
automáticamente al mismo ritmo a la baja. Del mismo modo que cuando hay inflación porque se
envilece el valor de la moneda, no todos los precios suben al mismo ritmo y en la misma
proporción. Entonces, si hay un aumento de la demanda de dinero que provoca un aumento del
valor del dinero que requiere que todos los precios se ajusten proporcionalmente a la baja,
pero no todos los precios se pueden ajustar proporcionalmente a la baja a la vez, porque
hay precios que se negocian a largo plazo, hay precios que son más rígidos que otros,
no es lo mismo un salario o un alquiler que el precio de una acción o que el precio del
petróleo en los mercados internacionales no se ajustan a la misma rapidez. Si hay precios
que se ajustan unos más lentamente que otros, entonces cuando aumente la demanda de dinero y
eso lleve a un aumento del valor del dinero, el ajuste a la baja del nivel general de precios
se materializará en una distorsión de los precios relativos dentro de la economía.
Un ejemplo claro de la distorsión a la que me estoy refiriendo. Imaginemos que hay una
tendencia deflacionista en la economía porque ha aumentado la demanda de dinero, ha aumentado su
valor y por tanto tienden a caer los precios, y ese ajuste deflacionista a corto plazo,
no estoy hablando de deflación a largo, sino de deflación a muy corto plazo en la economía,
se salda con que una empresa tiene que bajar el precio al que vende sus productos porque
si no, no los vende. Ahora bien, los salarios y otros costes, pero centrémonos en los salarios,
de esa empresa se ajustarán a la vez y en la misma proporción a la baja. Si es más difícil bajar los
salarios, bajarlos nominalmente, no necesariamente en términos reales, si es más difícil bajar los
salarios de lo que lo es bajar el precio al que vende la mercancía, bajará el precio de la
mercancía, no bajará tanto los salarios y el margen de beneficio empresarial se estrechará o incluso
se volverá negativo, en cuyo caso la empresa suspenderá la producción y despedirá a trabajadores.
¿A qué se debe esto? A que los precios no se han ajustado a la baja en la misma proporción y a la
misma velocidad, han caído más rápidamente los precios de los bienes de consumo que los precios
de la mano de obra, los salarios. Por eso, en términos generales, no es buena idea dejar que
los aumentos de la demanda de dinero se materialicen en un aumento del valor del dinero que requiera una
modificación de toda la estructura de precios del conjunto de la economía. No es eficiente ni
coordinador que todos los precios de toda la economía estén continuamente cambiando porque
el valor del dinero, el valor del numerario en el cual expresamos cada uno de esos precios,
esté fluctuando porque ahora sube la demanda de dinero, sube el valor, luego baja la demanda de
dinero, baja el valor, etcétera. La solución que existe a los desajustes que se darían en caso de
que el desequilibrio entre la demanda de dinero y la oferta de dinero se traduzca en fluctuaciones
del valor del dinero es contar con una oferta de dinero que sea elástica al alza y a la baja,
es decir, que cuando aumenta la demanda de dinero, aumente la oferta de dinero para
estabilizar el valor del dinero y cuando baje la demanda de dinero, baje la oferta de dinero,
también para estabilizar el valor del dinero. Esta elasticidad en la oferta de dinero es lo
que nos proporciona, o más bien lo que nos debería proporcionar porque tampoco lo hace del todo bien,
el sistema bancario. Si hay un aumento de la demanda de dinero, debería haber un aumento
de los depósitos que son dinero o sustitutos del dinero para estabilizar el valor del dinero y si
hay una caída en la demanda de dinero, debería haber una contracción en la cantidad de depósitos
para de nuevo estabilizar la cantidad de dinero. Pero claro, en un modelo de bank assignments,
los bancos no pueden crear depósitos más allá de las reservas que tienen. Por tanto,
si aumenta la demanda de dinero pero no han aumentado las reservas de dinero en los bancos,
los bancos no pueden incrementar la oferta de depósitos, de sustitutos del dinero y,
por tanto, el desequilibrio entre la demanda y la oferta de dinero se traduce en un incremento
del valor del dinero que exige que todos los otros precios de la economía se ajusten
proporcionalmente a la baja a la vez y, dado que eso no es posible, se traduciría en distorsiones
dentro de la actividad económica. Y cuidado, este problema sería especialmente grave en
una economía dolarizada. Porque en una economía que no estuviese dolarizada, teóricamente,
que luego a la hora de la verdad lo harían fatal, pero teóricamente, si la banca privada
no puede incrementar la oferta de dinero o más bien de sustitutos del dinero como reacción a
un aumento de la demanda de dinero, quien sí podría hacerlo en una economía no dolarizada sería
el banco central. Cuidado, no estoy defendiendo que lo haga el banco central porque lo suele hacer
fatal. Pero digo, en teoría, al menos, estaría la válvula de escape de que si hay un aumento muy
fuerte de la demanda de dinero, el banco central podría aumentar la oferta para estabilizar el
valor del dinero y evitar una deflación muy fuerte a corto plazo que se materializaría
en distorsiones en los precios relativos. Pero claro, en una economía dolarizada no existe
un banco central en la Argentina que tenga esa capacidad. Y repito una vez más, me parece
muy bien que no exista, pero sin limitar al mismo tiempo, la capacidad que tiene el sistema
bancario privado de generar sustitutos monetarios. Porque si te cargas al banco central e impones un
coeficiente de caja del 100% en los bancos e incluso en las empresas, en las administraciones
públicas, en los fondos monetarios, entonces te cargas la posibilidad de crear elásticamente
sustitutos del dinero. Y si no puedes crear elásticamente sustitutos del dinero, todo
aumento de la demanda de dinero se traducirá, repito, otra vez, en un incremento del valor del
dinero y, por tanto, en una deflación a corto plazo que se materializará en reducciones
descoordinadas de los millones de precios de una economía y, por tanto, en distorsiones
profundas en la actividad económica.
Probablemente por todo esto, Milton Friedman, que en su juventud defendió un modelo de
reforma monetaria siguiendo los pasos de su maestro, de Henry Simons, años después,
en este paper del que he extraído algunas de las citas de Simons, Milton Friedman escribió
lo siguiente sobre la propuesta de reforma bancaria de Henry Simons, sobre lo que hoy
llamamos Banca Simons.
Al releer el trabajo de Henry Simons para preparar esta conferencia, me impactó el
contraste entre mi reacción respecto a su teoría monetaria y, por otro lado, respecto
a sus propuestas de reforma monetaria. La teoría monetaria de Henry Simons me impresionó
como sofisticada y correcta. Sus propuestas de reforma monetaria me parecieron, en general,
irrelevantes y equivocadas.
Por tanto, Javier, si me permites un consejo, dolariza, pero sin Banca Simons.