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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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La competencia fiscal consiste en que varios estados rivalizan para evitar que sus súbditos
se les escapen de las garras y se refugien en otros estados que ofrecen una fiscalidad
más ventajosa. Para evitar esto, esos estados que quieren retener a sus súbditos en sus
propias garras rebajan ligeramente la rapiña fiscal para no incentivar esa fuga. Por tanto,
muchos estados compiten para evitar que sus ciudadanos y sus empresas salgan del país
buscando refugio en otras partes, se establece esa muy sana competencia fiscal que tiende
a reducir la carga tributaria que soportan todas esas personas. Lo contrario a la competencia
fiscal es la cartelización fiscal, también llamada armonización fiscal, es decir, todos
los estados se ponen de acuerdo para establecer un mismo tipo impositivo en todo el territorio
que controlan. De esa manera, sus súbditos no tienen la posibilidad de escapar a ningún
lado para evitar la rapiña fiscal. ¿Por qué? Pues porque en todas partes, gracias a ese
acuerdo a esa cartelización estatal, rigen los mismos tipos impositivos. Por tanto,
la cartelización fiscal, mal llamada armonización fiscal, lo que contribuye a hacer es elevar
los impuestos que cargan, que soportan, que machacan a los contribuyentes. La Unión
Europea es un paradigma de este cartel tributario, es un ejemplo muy visual, muy claro, de gobiernos
que se ponen de acuerdo para progresivamente ir armonizando los impuestos e ir machacando
con más carga tributaria a todos los contribuyentes sin que estos tengan la posibilidad de escapar
a ningún lado. Por eso, desde esa perspectiva, la Unión Europea es frontalmente anti-liberal
y cualquier conato de ruptura de la Unión Europea es bienvenida, porque cualquier conato
de ruptura de la Unión Europea, cualquier conato de ruptura del cartel estatal que pretende
subir los impuestos, lo que contribuirá a hacer es a reforzar la competencia fiscal
y, por tanto, a minorar la carga tributaria de los ciudadanos.
En este sentido, el Brexit, la salida de Reino Unido de la Unión Europea, debe ser visto
como una buena noticia. ¿Por qué? Porque saca a Reino Unido de esa cartelización de ese
fiscal que suponía la Unión Europea. Y, de hecho, la semana pasada, ya hemos visto
como suministro de economía, George Osborne, ha anunciado que rebajará el tipo impositivo
del impuesto de sociedades hasta el 15%, uno de los más bajos del mundo, algo que probablemente
habría sido inconcebible para un país del tamaño de Reino Unido dentro de ese cartel
tributario llamado Unión Europea. Ahora bien, tengamos en cuenta que la competencia
fiscal es muy favorable, es muy beneficiosa para aquellos factores productivos, para aquellos
elementos que son capaces de moverse entre países, por ejemplo el capital, es decir,
las empresas, o por ejemplo el personal muy cualificado que cobra sueldos muy altos.
En cambio, la competencia fiscal es mucho menos efectiva para los ciudadanos que tienen
muchos más costes a la hora de desplazarse, por ejemplo, el personal no cualificado que
rara vez cruza las fronteras para ahorrarse unos puntos de IRPF y para minimizar, por
tanto, por la vía de la competencia fiscal, su carga impositiva. Por tanto, hay que estar
vigilantes y hay que tener mucho cuidado, porque si bien la competencia fiscal minimiza
los impuestos que pagan aquellos ciudadanos que tienen la oportunidad de escapar de las
garras del estado, tengamos presente que los estados tendrán la tentación de reforzar
la rapiña sobre aquellos otros ciudadanos que tienen menos incentivos a fugarse. Por
tanto, esos otros ciudadanos, el personal más no cualificado que menos se migra al
exterior, tendrán dos opciones, o plegarse de hombros y aceptar estóicamente la mayor
rapiña fiscal que intentarán implementar los estados para contrastar, para compensar
los ingresos que pierden por el lado de la competencia fiscal, o bien revelarse fiscalmente
para exigir a sus gobernantes que no les suban más los impuestos, que no les asfixien
más a impuestos. La decisión en un entorno de mayor competencia
fiscal estará encima de la mesa de cada cual, y evidentemente, si queremos ser ciudadanos
libres y no siervos y no súbditos del poder político, el único camino para aprovechándonos
de la muy sana competencia fiscal que minimiza para ciertos factores productivos la carga
fiscal no ser expropiados todos los demás, deberíamos revelarnos fiscalmente para exigir
que aquellos que no nos movemos del país paguemos también muchos menos impuestos.