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¿Qué significa exactamente eso de que, durante la negra jornada bursátil de ayer,
se evaporaran, se volatilizaran, desaparecieran? ¿Dos billones de dólares? ¿A dónde fueron a
parar? ¿Quién se los quedó? Veámoslo. Ayer la bolsa japonesa vivió un lunes negro por los
motivos que ya explicamos en el vídeo anterior. Básicamente un margin call derivado del cierre
de posiciones del carry trade. Ese lunes negro, por cierto, ya se ha corregido plenamente en el
martes blanco de hoy, lo cual no significa que las tensiones financieras subyacentes ya se hayan
solucionado y ya hayan quedado atrás. Pero el margin call de ayer sí ha tocado a su fin. Y como es bien
sabido, ese crash bursátil nipón también tuvo ayer sus réplicas de menor intensidad en Europa y en
Estados Unidos. En algunos momentos de la negra jornada bursátil de ayer, el valor del conjunto
de las empresas cotizadas estadounidenses llegó a caer en un importe de 2 billones de dólares.
NVIDIA llegó a contraerse un 11,5%, Apple casi un 7%, Google, Alphabet un 4,6%, Microsoft otro 4,6%,
Meta un 6,5%, Amazon un 7,6%, Tesla casi un 10%, etc. Y claro, esto de que en un solo día se volatilicen,
se esfumen, desaparezcan 2 billones de dólares del mercado, suena muy raro. ¿Dónde ha ido a parar
todo ese dinero? En algunos momentos de la jornada bursátil hubo 2 billones de dólares menos que al
arrancar la jornada bursátil. ¿Quién se quedó con tantísimo dinero? ¿O es que ese dinero en
realidad nunca existió? Algunas cuentas de Twitter incluso han viralizado reflexiones como la siguiente.
¿Quieres más evidencia de que el dinero es falso? 1,9 trillones de dólares se esfumaron de la noche a
la mañana. La humanidad entera desperdició su potencial y su tiempo por un cachito de nada.
Bueno, vamos a tratar de darle una explicación a todo esto. De entrada, lo que se hundió ayer en
un importe de hasta 2 billones de dólares fue el valor de las compañías cotizadas en bolsa en
Estados Unidos. Es decir, el valor de las acciones cotizadas en Estados Unidos. El valor monetario
de una acción no es dinero. Medimos en dinero el valor de una acción, pero el valor medido en dinero
de una acción no es dinero. Si yo soy propietario de un inmueble que tiene un valor monetario de 300.000
euros, lo que tengo es un inmueble. No tengo 300.000 euros. Para tener 300.000 euros tendré que vender el
inmueble a cambio de esos 300.000 euros. O tendré que hipotecar el inmueble por 300.000 euros. Pero este
es otro debate. Lo que está claro es que por meramente ser propietario de un inmueble o de
una acción, lo que tengo son activos no monetarios. El inmueble o la acción, pero no tengo el dinero. Y
esto es importante porque lo que llegó a desaparecer en algún momento de la negra jornada bursátil de
ayer no fue dinero por importe de 2 billones de dólares, sino valor monetario por importe de 2
billones de dólares de las acciones del mercado estadounidense. Si mañana el valor de mercado de
mi piso cae de 300.000 euros a 250.000 euros, no han desaparecido 50.000 euros. Lo único que ha
sucedido es que mi piso tiene menos valor. Es decir, que los compradores están dispuestos a pagar menos
por él. Así que la cuestión a resolver, evidentemente, es por qué en algún momento de la negra jornada
bursátil de ayer, el conjunto de las empresas cotizadas en bolsa en Estados Unidos llegó a valer
2 billones de dólares menos. Y aquí hay dos posibles explicaciones que no son plenamente
excluyentes. La primera es que el conjunto de las empresas cotizadas en Estados Unidos llegó a valer,
en algún momento de la jornada de ayer, 2 billones menos de dólares por razones fundamentales. El valor
fundamental de una empresa, y por tanto también de una fracción de la propiedad de esa empresa,
que no otra cosa es una acción de esa compañía, el valor fundamental de una empresa es igual al valor
actualizado, al valor traído al presente, de las ganancias futuras que esperamos que sea capaz de
generar esa compañía. Por tanto, el valor fundamental de una compañía, lo que verdaderamente vale o
debería valer una empresa, depende de dos factores. Primero, nuestra estimación sobre cuáles van a ser
los beneficios futuros de esa compañía. Y segundo, el tipo de interés al que descontamos, al que traemos
a presente esos beneficios futuros esperados. Por consiguiente, para que el valor fundamental del
conjunto de las empresas cotizadas en Estados Unidos se llegara a reducir ayer en 2 billones de
dólares, o bien las estimaciones de mercado sobre las ganancias futuras de esas compañías deberían
haber caído mucho, o bien los tipos de interés a los que descontamos esas ganancias futuras deberían
haber subido mucho, o una combinación de ambas. Por un lado, ya explicamos la semana pasada que la
acumulación de malos datos económicos en Estados Unidos había incrementado la percepción del riesgo
de recesión en Estados Unidos. Riesgo de recesión no significa certeza de recesión, sino mayor probabilidad
de que haya recesión. Y si la probabilidad de que haya recesión se ha incrementado, también en
consecuencia se reducirá la estimación de las ganancias futuras que son capaces de generar las
compañías estadounidenses en un entorno recesivo. Y por otro lado, aunque hemos dicho que la Reserva
Federal va a bajar los tipos de interés, una cosa es el tipo de interés que marca el Banco Central y
otra cosa es el tipo de interés de referencia para cada una de estas compañías. Cada una de estas
compañías no se puede endeudar, ni mucho menos al tipo de interés que marca la FED, sino que es un
tipo de interés agravado por el riesgo específico de esa compañía y por el plazo al que busque
financiación. Eso significa que en un entorno más incierto, con mayores riesgos, el coste de
financiación de esas compañías se puede elevar y, por tanto, el tipo de interés de referencia al que
descontar sus ganancias futuras esperadas para estimar el valor fundamental de esa empresa también
puede aumentar. Por tanto, la mayor probabilidad de recesión y la mayor volatilidad en los mercados
financieros no sólo incide sobre la estimación de ganancias futuras de las empresas, sino también
sobre el tipo al que descontamos a presente esas ganancias futuras. Por ambas vías, por tanto,
podría haber habido una revisión a la baja de los valores fundamentales de las empresas y, por tanto,
un ajuste a la baja de lo que pensamos que realmente valen esas empresas. Por consiguiente, si esta
explicación fuera la correcta, lo que habría sucedido en algún momento de ayer es que habríamos
reevaluado que el conjunto de empresas cotizadas en Estados Unidos en realidad valen 2 billones de
dólares menos de lo que pensábamos que valían. Es como si recalculo cuánto considero que vale en
realidad mi piso y llego a la conclusión de que, en lugar de valer 300.000 euros, en realidad vale
280.000. Y la segunda posible explicación de por qué el conjunto de las empresas cotizadas en Estados
Unidos llegaron a valer en el día de ayer hasta 2 billones de dólares menos es por razones de liquidez.
En la medida en que muchos tenedores de acciones estadounidenses se vieran forzados, empujados,
muy incentivados durante el día de ayer a vender sus acciones al precio que fuera,
la acumulación de órdenes vendedoras a cualquier precio, obviamente tenía que llevar a una fuerte
caída de los precios en el corto plazo. Una caída de los precios de las acciones que no tiene por qué
reflejar su valor fundamental. Si el valor fundamental de mi piso son 300.000 euros,
pero tengo un acuciante problema de liquidez, es decir, necesito dinero, lo que tengo es un piso,
no tengo dinero. Tengo un piso que puede intercambiarse por dinero, pero que no es dinero,
y justamente si necesito dinero he de vender el piso para obtener dinero. Pues bien, si tengo un
acuciante problema de liquidez por el cual he de vender ya mi piso a cualquier precio,
eso puede llevar a que venda mi piso por 200.000 euros, aunque su valor sea de 300.000. Aunque si
esperara un cierto tiempo para que llegaran todos los potenciales compradores interesados,
el precio al que se vendiera esperando ese tiempo fuera de 300.000. Pero la cuestión es que no puedo
esperar el tiempo suficiente a que lleguen todos los compradores potencialmente interesados. La
cuestión es que he de venderlo ya a cualquier precio. Y para eso, a lo mejor tengo que bajar su
precio a 200.000, a 150.000 o a 100.000 euros. Pues bien, en ese caso, la pérdida de valor monetario
de mi piso no sería atribuible a una caída de su valor fundamental, sino simplemente a un proceso
de liquidación de mi piso por mis problemas de liquidez. Y esta segunda posibilidad está muy
relacionada con las causas que expusimos ayer del crash bursátil japonés y, en menor medida,
en Estados Unidos y Europa. Básicamente un proceso de liquidación de activos para hacer frente al repago
voluntario o forzoso, margin call, de pasivos a corto plazo. Es decir, que muchas de las ventas
que vimos ayer fueron ventas forzosas. Ventas a cualquier precio. Ventas por problemas de
liquidez. De ahí, por cierto, que hoy se haya recuperado ya la bolsa japonesa. Porque no es
que los inversores consideraran que las acciones de Japón tuviesen un valor fundamental muy inferior
el lunes al que tenían el jueves, sino que para amortizar los pasivos a corto plazo en yenes hubo que
vender muchos activos en yenes y también, en parte, activos en Europa y activos en Estados Unidos.
Por consiguiente, la explicación dominante de lo acaecido ayer, en el lunes negro, es una caída del
valor de mercado de las empresas cotizadas en bolsa como consecuencia de problemas de liquidez
de los propietarios o de los tenedores de esas acciones. Ahora bien, esto no excluye que no se
esté produciendo un cambio, una re-evaluación en el valor fundamental de esas compañías. Si el riesgo
de recesión en Estados Unidos y en otras partes del planeta se incrementa, obviamente habrá que re-evaluar
lo que verdaderamente valen esas empresas. Incluyendo, claro, está la re-evaluación del coste de
oportunidad en un entorno más incierto de estar invertido en esas empresas. Y es probable que el
mercado, es decir, los inversores que participan en el mercado, todavía no se hayan adaptado, todavía no
hayan recalibrado plenamente cuáles son las valoraciones fundamentales correctas para todos estos
activos bursátiles. Entre otras cosas porque todavía nos falta información que llegará durante los
próximos días y durante las próximas semanas sobre cuál es la dirección hacia la que se dirige la
economía estadounidense. Lo que significaría, si esto es así, que todavía podemos estar expuestos a
ciertos bandazos, a cierta volatilidad en bolsa, tratando de descubrir cuál es el precio adecuado de
esas acciones bursátiles. Y precisamente porque los mercados son un proceso de descubrimiento sobre
cuál es el valor adecuado, el valor fundamental adecuado para cada uno de los activos cotizados
en esos mercados, resulta completamente absurdo llevarse las manos a la cabeza por el hecho de que
en la jornada de ayer se evaporaran 2 billones de dólares. Lo que se evaporó ayer y sólo
transitoriamente fue el valor monetario atribuido a las compañías cotizadas en Estados Unidos. Y esa
menor atribución de valor monetario pudo ser porque se estimaba que esas compañías valían menos o pudo
ser porque hubo una liquidación forzosa de las mismas que llevó a que su precio realizado en el
mercado fuera más bajo. Pero en cualquier caso, lo que se evaporó no fue riqueza tangible y comestible.
No fueron 2 billones de dólares ni en dinero contante y sonante ni en bienes de consumo que
pudiésemos haber distribuido entre la población para atender sus carencias materiales. Lo que cayó fue
el valor monetario atribuido en el mercado a las empresas cotizadas en Estados Unidos. Valor monetario
que, como ya hemos dicho, depende de la estimación de sus ganancias futuras, del tipo de interés al
que actualizamos a presente esas ganancias futuras y de la posición de liquidez de los inversores en
esas acciones. Es a través de estas tres variables como hemos de leer la evolución de los precios en
bolsa y no montándonos películas de serie B sobre cómo funciona el capitalismo.