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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Segunda huelga general contra Javier Milei en apenas cinco meses y segundo fracaso sindical
en apenas cinco meses. Veámoslo.
En apenas cinco meses de gobierno, Javier Milei ya se ha enfrentado a dos huelgas generales,
dos paros generales, el primero en enero y el segundo el pasado 9 de mayo. Los dos fueron
convocados por la CGT, la Confederación General del Trabajo, una entidad sindical que le convocó
cero huelgas generales al gobierno de Alberto Fernández, de Cristina Fernández de Kirchner
y de Sergio Massa, dos a Javier Milei en cinco meses, cero al peronismo empobrecedor de Argentina
en cuatro años. El sesgo de la central sindical es lo suficientemente claro, lo suficientemente
contundente, para que la mayoría de los argentinos no se adherieran a esta segunda huelga general.
De hecho, según la CAME, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, que sondeó entre sus
afiliados el seguimiento de este paro general, la huelga fue un rotundo fracaso. La CAME cifró
el seguimiento de esta huelga en el 30,6% de los trabajadores dentro de la provincia de
Buenos Aires, es decir, menos de uno de cada tres trabajadores siguieron esta huelga general
dentro de la provincia de Buenos Aires, y en alrededor del 15% fuera de la provincia de
Buenos Aires. Es decir, que en el resto del país, fuera de la provincia de Buenos Aires,
menos de uno de cada seis trabajadores se sumaron a la huelga. A su vez, según la CAME,
el 90% del comercio minorista funcionó con absoluta normalidad y el otro 10% como si fuera
un día festivo. Y en la industria pequeña y mediana, el 76% de las empresas funcionaron
con normalidad y el 24% funcionaron o como si fuera un feriado o si hicieron un seguimiento
de la huelga. Es decir, sí que hubo que detener la actividad. Estas cifras, que indican un muy
bajo seguimiento por parte de los trabajadores de la huelga general convocada por la CGT dentro
de la Argentina, pensemos que ni siquiera la huelga general fue seguida por el porcentaje
de trabajadores que votaron peronismo en las recientes elecciones presidenciales de hace
seis meses en la Argentina. Por tanto, ni siquiera los ciudadanos antimilei, contrarios al presidente
de la República, abrazaron de manera entusiasta a esta huelga general. Pero es que además estas
cifras, que como digo, indican un bajo seguimiento, un bajo éxito de la convocatoria de huelga general
en la Argentina, deben contextualizarse en el siguiente entorno. Y es que el 9 de mayo sí que
hubo una interrupción muy seria del funcionamiento del transporte público en la Argentina. Según la CAME,
sólo el 16% del transporte público en la Argentina funcionó con normalidad. En más de la mitad de los
casos se suspendió por entero el transporte público y en aproximadamente un tercio funcionó como si fuera
un día festivo, es decir, con menor regularidad y frecuencia. ¿Con esto qué quiero decir? Que menos de un
tercio de todos los trabajadores argentinos siguieron esta huelga general en un contexto en el que muchos
de ellos no pudieron llegar a sus centros de trabajo porque simplemente no tenían transporte
público para llegar a ellos. Por consiguiente, el seguimiento voluntario de esta segunda huelga
general convocada por la CGT en apenas cinco meses es muy probable que incluso fuera inferior a ese 30,6%
de trabajadores estimado por la CAME, dado que muchos de esos trabajadores que hicieron huelga
general probablemente lo hicieran porque no encontraran medios para acceder para alcanzar a
sus puestos de trabajo. Y en este sentido, tras el pinchazo de este paro general convocado por la CGT,
deberíamos extraer tres conclusiones. La primera es que ahora mismo el sindicalismo dentro de la
Argentina está fuertemente deslegitimado desde un punto de vista social. Muchos ciudadanos
argentinos han comprobado que el sindicalismo no defiende de manera independiente, correcta o
incorrecta, pero de manera independiente los intereses de los trabajadores, sino que en el fondo es una
correa de transmisión de los intereses de la casta peronista dentro de la Argentina para perpetuarse en el
poder. Contra el peronismo nada, a favor del peronismo todo. Como decía antes, resulta enormemente
significativo, a Javier Milei le gusta hablar del principio de revelación, resulta enormemente
significativo que en apenas cinco meses a Milei le hayan convocado dos huelgas generales y, sin embargo,
a Alberto Fernández no le convocarán ninguna. No solo eso, es que la primera huelga general a Javier
Milei se la convocaron en el primer mes de mandato, cuando apenas los ministros estaban empezando a
colocar sus bártulos en los ministerios ya le habían convocado una huelga general, lo cual incluso
reveló que el sindicalismo no respetaba ni siquiera mínimamente la voluntad mayoritaria que había sido
expresada por los argentinos en las urnas hacía pocos meses. La segunda conclusión es que el gobierno
de Javier Milei, a cinco meses de haber alcanzado la presidencia de la República, todavía goza de un
amplio y fuerte respaldo social que tiene la expectativa mayoritaria de que las medidas económicas
de Javier Milei van a terminar dando sus frutos para derrotar a la inflación y para volver a crecer
salubremente. Es decir, la mayoría de la población argentina, y esto es algo que también se desprende,
de manera más o menos general, de las distintas encuestas de popularidad sobre la presidencia
de Javier Milei, la mayoría de la población argentina sabe que se está sacrificando, sabe
que lo está pasando mal en estos momentos, pero apoya el programa de shock reformista de Javier Milei
para dejar atrás la desastrosa herencia económica del peronismo. Y por eso, aunque en estos momentos
la situación económica de la Argentina no sea buena, y no lo es, se están corrigiendo muchos
desequilibrios macroeconómicos, pero la actividad económica está cayendo con fuerza, por eso, a pesar
de que la situación económica de la Argentina en estos momentos no es buena, esta huelga general,
esta segunda huelga general en cinco meses, ha fracasado. Y tercera conclusión. A medio plazo,
los sindicatos no le van a dar ninguna tregua a Javier Milei. Lo que hemos visto es que en apenas
cinco meses han estado dispuestos a convocarle dos huelgas generales. Por tanto, durante los próximos
tres años y medio, es seguro que el sindicalismo querrá convocarle muchísimas más huelgas generales.
Y hasta el momento, esas convocatorias han fracasado, tanto porque la elección de Javier Milei
está muy reciente y, por tanto, el grueso de la población entiende que hay que darle un mínimo
tiempo para que despliegue su programa económico, cuanto porque también confía en que ese programa
económico que está siendo duro, porque muy dura, muy desastrosa fue la herencia recibida, que ese duro
programa económico termine dando sus frutos. Sin embargo, conforme pasen los trimestres, conforme se
aleje la fecha de la elección presidencial de Javier Milei y conforme vaya transcurriendo el
tiempo y, por tanto, la paciencia de los argentinos respecto a los frutos de esa dura política económica
que se está implementando se vaya agotando, si la Argentina no despega económicamente en los
próximos trimestres, cabe esperar que en el futuro las huelgas generales sí tengan mucho más éxito del
que han tenido hasta el momento. Y si Argentina cae por la senda de los disturbios, de las revueltas,
de la desestabilización social permanente, entonces ninguna recuperación económica será capaz de
arraigar. Por eso, el plan económico reformista que intenta aplicar Javier Milei en la Argentina es un
plan económico que compite a contrarreloj, porque cuanto más tiempo pase sin que dé frutos visibles,
más aumentará la probabilidad de que haya fuertes estallidos sociales en la Argentina. Los sindicatos
ya hemos visto que no van a colaborar para evitar que los haya. Al revés, van a intentar azuzar el
caldo del descontento social para generar revueltas que terminen tumbando al gobierno y tumbando la
política económica que trata de aplicar ese gobierno para, entre otras cosas, eliminar los
privilegios de estos sindicatos. Así pues, que hasta el momento las dos huelgas generales que le
han convocado a Javier Milei en apenas cinco meses hayan fracasado rotundamente, es desde luego un
argumento reconfortante para la capacidad de recuperación económica de la Argentina. A pesar
de que el gobierno está aplicando medidas de estabilización macroeconómica que son muy duras,
la población no se suma al discurso populista y saboteador del peronismo sindical que pretende
tumbar al gobierno desde la calle. Y, por tanto, que se muestre que se exhiba ante la comunidad
inversora nacional e internacional que existe un respaldo popular mayoritario al plan económico
reformista de Javier Milei es una buena noticia para dotar de credibilidad y de expectativa de
sostenibilidad a largo plazo a ese plan económico. Pero también nos hemos de tomar estas dos convocatorias
de huelgas generales en apenas cinco meses como un aviso a navegantes. El sindicalismo argentino está
al acecho de cualquier brote de descontento social contra un programa de estabilización macroeconómica
que, repito, está siendo muy duro a corto plazo para canalizar ese descontento social y socavar
mediante revueltas populares la estabilización y recuperación económica del país. Cuanto más tarde
en llegar la recuperación económica a la Argentina, más cuesta arriba se le va a hacer al gobierno
resistir una presión social que será creciente, entre otros motivos porque los sindicatos, ya lo
hemos visto, no van a tener ningún reparo en incendiar la calle.