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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Recientemente el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ha pronunciado unas palabras
muy liberales con respecto al proyecto de España 2050.
Escuchemos esas palabras porque luego quiero efectuar algunos matices y comentarios a las
mismas.
Y entonces yo en este caso siempre he pensado que los políticos no tenemos que intervenir
en la vida de los demás y tenemos que ser coherentes.
Yo no puedo decir ahora mismo como político la gente tiene que dejar de comer carne.
Yo no puedo decir como político la gente tiene que comprar menos ropa.
Yo no puedo decir como político las hamburguesas tienen que tener menos tamaño o las tallas
de ropa van a ser diávolo, cono o lo que sea, no.
Porque siempre hay un emprendedor que rompe con eso, siempre hay un señor en el artesio
que vende batas y se convierte en el primer fabricante mundial de textil.
Al margen de un político, confiemos en la libertad de la gente de emprender también
en el tono rural porque artesio era un pueblo y ahora es un nodo industrial mundialmente
conocido.
¿Qué tenemos que hacer los políticos?
No molestar y dar herramientas en los costes fijos.
Energía barata, impuestos bajos, burocracia baja, flexibilidad laboral, marca país,
comunicaciones, infraestructuras, es nuestra labor, pero no nos metamos en la vida de la
gente.
Creo que es obvio que este es un discurso inequivocamente liberal que por mi parte suscribo
de principio a fin.
Los estados no tienen que diseñar, no tienen que planificar, no tienen que imponer a las
personas cuál debe ser su modo de vida, cuál debe ser su plan de vida, antes ser las propias
personas dentro de un marco normativo, general y no intervencionista, las que escojan cómo
desean vivir sus propias vidas.
El liberalismo, como ya hemos explicado muchas veces, se puede resumir en la simple idea
de vive y deja vivir, no te metas en mi vida que yo no me voy a meter en la tuya, no me
hagas daño que yo no te haré daño y justamente la única función que deberían tener las
leyes es evitar que unas personas causen daño a otras, que unas personas atenten contra
la libertad personal, contra la propia privada o contra los contratos voluntariamente suscritos
entre las partes.
Estas palabras de casado podrían perfectamente entroncar con esta tradición de pensamiento
liberal y precisamente por esto creo que en este caso sí hay que felicitar al líder
del PP.
Por embargo, sí querría efectuar tres comentarios al respecto, uno sobre el contenido de las
normas en una sociedad liberal, otro sobre la coherencia entre las distintas ideas que
exhibe el Partido Popular y el último, el tercero sobre la coherencia entre las palabras
y los actos del Partido Popular.
Primero comentario sobre el contenido de las normas de las leyes en una sociedad liberal,
es verdad que las leyes no tienen que decirles a las personas cómo tienen que vivir sus vidas,
no tienen que decirles, como señalaba Pablo Casado, si tienen o si no tienen que comer
carne, si tienen que fabricar los vestidos o las hamburguesas de esta manera o de otra
o si tienen que escoger el avión o el tren para viajar en distancias cortas.
Ahora bien, eso no significa que las normas no puedan terminar afectando indirectamente
a la decisión que adopten los agentes sobre si consumir carne o no consumirla o sobre
si utilizar el avión en distancias cortas o no utilizarlo.
Si las acciones de una persona dañan indirecta e involuntariamente a otra y la víctima de
esas acciones no recibe una compensación por parte de aquel que perpetró ese comportamiento,
entonces las normas, las leyes, sí podrían establecer el procedimiento mediante el cual
un individuo, el que perpetra una acción que genera daños no intencionados e indirectos
sobre terceros, ha de compensar a esos terceros.
En economía solemos referirnos a este tipo de sucesos como externalidades negativas.
Si las acciones de una persona generan externalidades negativas que vulneran los derechos de terceros,
entonces evidentemente la persona que está vulnerando, aunque no lo quiera los derechos
de terceros, tendrá que compensar a ese tercero, tendrá que internalizar todos los costes,
todas las consecuencias de su decisión libre, incluyendo la necesidad de compensar a aquellos
que está perjudicando, a aquellos cuyos derechos está dañando a través de su acción.
Idealmente esa internalización tendría que hacerse a través de la libre negociación
entre ambas partes, entre la parte que toma una decisión, que sigue un curso de acción
y la otra parte que es indirectamente perjudicada, cuyos derechos son indirectamente atacados
por la primera parte.
Si esa negociación entre ambos sujetos es posible, si ambos sujetos llegan a un acuerdo
para que la primera persona pueda seguir actuando como quiere, a cambio de abonarle una compensación
que resarza los derechos vulnerados de terceros, entonces nos hallaríamos ante la situación
ideal porque los planes de acción de ambas partes terminarían siendo compatibles.
Si tú puedes hacer esto porque aunque me dañes de manera indirecta, también al mismo tiempo
me estás compensando de manera más que suficiente los perjuicios que estoy experimentando.
Esto es en economía lo que llamamos teorema de cause, ambas partes internalizan vía negociación
las externalidades positivas, o en este caso negativas, que una genera sobre la otra.
Sin embargo, esta negociación no siempre es posible, no siempre es factible, sobre
todo en sociedades como las nuestras, donde el Estado en muchas ocasiones impide, bloquea
regulatoriamente, que esas negociaciones se puedan llevar a cabo porque no reconoce los
derechos de propiedad sobre cuya base se deberían desarrollar esas negociaciones.
Y si esa negociación no es posible por un motivo o por otro, la ley, las normas de
manera subsidiaria podrían establecer las condiciones de compensación de unos en favor
de otros.
Por ejemplo, imaginemos que los vuelos cortos efectivamente generan un elevado volumen de
contaminación que termina perjudicando a muchas otras personas.
Un estado liberal no debería prohibir que las personas utilizaran en tal caso los vuelos
cortos, pero sí podría establecer las condiciones por las que aquellas personas que utilizan
los vuelos cortos tengan que compensar al resto de los ciudadanos.
Ese tipo de provisiones legales no sería necesariamente incompatible con un estado
liberal, básicamente lo que se les estaría diciendo a las personas es ustedes actúen
libremente como quieran, pero háganse cargo de todas las consecuencias de su acción.
Y si sus acciones dañan a terceros, si sus acciones conculcan indirectamente involuntariamente
derechos de terceros, indemnicen a esos terceros.
Según documentario que quería efectuar sobre las palabras de Pablo Casado, en este caso
referido a la coherencia interna de las ideas de la ideología del Partido Popular, está
muy bien que Pablo Casado insista en que el estado no tiene que decirles a las personas
cómo han de vivir sus vidas.
Como digo, ese es un planteamiento plenamente liberal.
Ahora bien, ¿qué pasa con todos los otros asuntos donde el Partido Popular sí quiere
decirles a las personas cómo han de vivir sus vidas?
Porque el Partido Popular, por ejemplo, se opone a una regulación garantista de la
eutanasia para que cada persona manifieste cómo quiere vivir o cómo quiere dejar de
vivir su vida.
Porque el Partido Popular, por ejemplo, sigue queriendo imponer un mismo plan de estudio
a todos los estudiantes españoles en lugar de permitir que sean los distintos centros
educativos los que hagan sus propuestas de itinerarios formativos y que sean los padres
como tutores legales de los menores quienes escojan que itinerarios formativos consideran
que son más adecuados para los intereses de esos menores, dejando por tanto fuera todo
intento de adoctrinamiento político a través de las leyes del estado.
Porque el Partido Popular se opone, por ejemplo, a despenalizar las drogas de tal manera que
pueda ser cada adulto el que escoja qué sustancias quiere introducir o no quiere introducir en
su propio cuerpo.
Porque el PP, por ejemplo, sigue defendiendo en muchos ámbitos medidas de discriminación
positiva respecto a determinados colectivos que consagran la desigualdad ante la ley
de los ciudadanos y que, por tanto, otorgan privilegios a unas personas sobre otras y no
permiten que cada persona viva libremente su vida escogiendo con quién quiere relacionarse
y en qué términos quiere relacionarse con otros, sino que son los políticos quienes
le imponen que ha de relacionarse necesariamente con unas personas y los términos en los que
tiene que relacionarse, etcétera, etcétera, etcétera.
Y el tercer comentario que querría efectuar se refiere a la coherencia entre las palabras
y los actos del Partido Popular.
No sería la primera vez, y por desgracia me temo que tampoco sería la última, en la
que el Partido Popular ha articulado un discurso estando en la oposición que luego ha traicionado
radicalmente una vez ha llegado al gobierno.
Quizá uno de los casos más flagrantes, más claros, sea toda la campaña antiimpuestos
que protagonizó Mariano Rajoy junto con Cristóbal Montoro cuando estaban en la oposición
contra Zapatero, y recordemos que una vez llegaron al poder perpetraron la mayor subida
de impuestos de la historia de España.
Por consiguiente, aquí la pregunta es muy clara, ¿de verdad nos creemos que si Pablo
Casado llegue al poder desarmará todo el entramado legislativo anti-liberal que está
desplegando Pedro Sánchez?
Ojalá, pero los antecedentes del Partido Popular no inspiran confianza.
En definitiva, felicidades a Pablo Casado por el discurso netamente liberal que acaba
de pronunciar con respecto a España 2050, ojalá el espíritu de ese mismo discurso permeara
entre toda la clase política y hoy en día el debate público se estuviese manteniendo
esencialmente en esos términos, en los términos de lo que el gobierno no debe impedirnos
hacer, en los términos sobre cuáles han de ser los límites y renunciables de la libertad
de las personas frente a la injerencia arbitraria del poder político.
Ahora bien, ojalá ese mismo discurso el Partido Popular lo aplique a muchos otros ámbitos
donde a día de hoy no lo está aplicando y ojalá una vez llegue al poder sea coherente
con esas palabras, tal como ya he dicho en muchas ocasiones, obras son amores y no buenas
razones.
Gracias por ver este vídeo, nos vemos en el próximo vídeo, ¡hasta la próxima!