This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Los precios de la gasolina se están disparando en Estados Unidos y su presidente Joe Biden
les está echando la culpa a la OPEP y a Rusia por no incrementar suficientemente la producción
global de petróleo.
Pero ¿realmente esto es así? ¿Realmente son la OPEP y Rusia quienes tienen la culpa
del encarecimiento del precio global del petróleo? ¿O acaso Estados Unidos y Joe Biden tienen
alguna responsabilidad en este problema que estamos padeciendo todos?
Veámoslo.
El precio de la gasolina se está disparando en Estados Unidos. A comienzos de noviembre
un galón costaba 3,28 dólares, lo que equivaldría a unos 75 céntimos de euro por litro de gasolina.
Evidentemente, desde el punto de vista, desde los estándares europeos, la gasolina sigue
estando muy barata en Estados Unidos, pero tengamos en cuenta que se trata del precio
más elevado desde el año 2014 y que desde noviembre del año 2020 se ha encarecido en
más de un 50%.
Así las cosas en un país que utiliza los automóviles de manera mucho más intensiva
que en Europa se está generando un cierto clima de animadversión social contra el presidente
de Estados Unidos al que se responsabiliza de este encarecimiento de los precios de la
gasolina.
Y cómo ha reaccionado Joe Biden ante este fuerte incremento del precio de la gasolina
experimentado en los últimos meses, pues esencialmente echando balones fuera, culpando
al cártel de la OPEP de no estar produciendo suficiente petróleo y por tanto de estar
contribuyendo a que se encarezcan los precios internacionales del crudo, los cuales repercutirían
en mayores precios de la gasolina en las gasolineras.
Escuchemos a Joe Biden hacer este razonamiento.
Pero si nos fijamos en cómo ha evolucionado la extracción diaria de crudo por parte de
los tres principales productores mundiales, Arabia Saudí, Rusia y Estados Unidos, comprobaremos
en este gráfico obtenido de la agencia internacional de la energía que Arabia Saudí ya está
produciendo en este cuarto trimestre del año 2021 lo mismo que producía antes de la pandemia.
Y Rusia todavía no está produciendo tanto como producía antes de la pandemia, pero
le falta muy poco y en breve se estima que para el segundo trimestre del año 2022 ya
estará produciendo más de lo que producía antes de la pandemia.
El gran productor de petróleo, que se ha quedado totalmente rezagado en términos
de producción de crudo, el que seguirá produciendo menos de lo que producía antes de la pandemia
a finales de 2022 no es ni Arabia Saudí ni Rusia, es Estados Unidos.
¿Y por qué Estados Unidos está quedando atrás en la producción de petróleo?
Pues a buen seguro habrá diversas causas, pero una de ellas es la siguiente.
Escuchemos una de las primeras medidas que tomó Joe Biden nada más llegar al poder,
el 27 de enero de 2021.
Como veis escuchado, a principios de año Biden prohibió, suspendió toda nueva concesión
para perforar y extraer petróleo y gas en suelo federal o en aguas territoriales de
Estados Unidos.
Pero no contento con eso, a mediados de este año también prohibió que se siguiera extrayendo
petróleo del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, al Noreste de Alaska, una extracción
de petróleo que había sido autorizada en 2017 por Donald Trump.
Por tanto, por esa vía claro, la oferta de petróleo de Estados Unidos se ha reducido.
También por esas fechas, en junio de este año Biden revocó los permisos para continuar
con la construcción del oleoducto Keystone XL, un oleoducto concebido para conectar
Canadá con Estados Unidos de tal manera que diariamente se pudiesen transportar desde
la provincia de Alberta en Canadá 830.000 barriles de crudo hasta las refinerías de
Estados Unidos para transformarlo, por ejemplo, en gasolina.
¿Por qué revocó Biden los permisos para construir este oleoducto?
Unos permisos que, por cierto, habían sido también concedidos por Donald Trump.
De hecho, fue una de las primeras decisiones que tomó Donald Trump desde la Casa Blanca.
Pues esencialmente porque decía que seguir construyendo este oleoducto mostraba la falta
de compromiso de Estados Unidos con la transición energética.
Si el futuro no va a ser un futuro de combustibles fósiles para que necesitamos un oleoducto
que refine el petróleo procedente de Canadá, si en el futuro todos los coches sean eléctricos,
si en el futuro ya no necesitaremos combustibles fósiles para que seguir construyéndolo.
En otras palabras, está claro que el eje central de la política energética de Biden
desde que llegó al poder ha sido la guerra contra los combustibles fósiles, ha sido
desincentivar la producción y el consumo de combustibles fósiles, desincentivarla tanto
a corto a medio como a largo plazo. Y en parte como consecuencia de todo ello, Estados
Unidos está produciendo hoy mucho menos petróleo del que producía antes de la pandemia.
Y todavía peor, no cabe esperar que Estados Unidos vaya a ser capaz de revertir esta situación
en el corto medio plazo, justamente porque las inversiones necesarias para revertir esta
situación están suspendidas, han sido suspendidas por Joe Biden.
Y cuidado, ni siquiera estoy criticando las decisiones de política energética de Joe
Biden. Puede ser que la descarbonización de la economía sea necesaria, sea imprescindible,
puede ser por tanto que debamos desincentivar el uso, el consumo, la producción de combustibles
fósiles, pero si todo eso es necesario, lo que no tiene ningún sentido es que al mismo
tiempo Joe Biden esté exigiendo a Rusia, a Arabia Saudí y el resto de países de
la OPEP que produzcan más petróleo. Si tú crees que hay que abandonar los combustibles
fósiles, pues asume los costes que conlleva esa política energética. Y esa política
energética, como ya hemos explicado en otras ocasiones, hasta que no desarrollemos nuevas
tecnologías que permitan una eficiencia energética similar a la de los combustibles
fósiles, pues esa política energética es cara. Y una de las formas en las que se manifiesta,
que es cara, es en precios crecientes de la gasolina. Si dejamos de producir tanto petróleo
como antes, porque queremos emitir menos CO2, pues la menor oferta de petróleo, combinada
con una demanda que todavía no se ha reducido de manera notable, se traduce en precios
más altos. Y eso es de hecho lo que debería estar aplaudiendo Joe Biden, porque cuanto
más suban los precios de los combustibles fósiles, más incentivos habrá a que los
ciudadanos estadounidenses dejen de utilizar el coche, o se planteen comprarse un coche
eléctrico, o las empresas estadounidenses empiecen a invertir en desarrollar nuevas tecnologías
que puedan sustituir a esos tan caros combustibles fósiles, es decir, cuanto más se encarezcan
los combustibles fósiles y sus derivados, tanto más aceleraremos la transición energética.
Acosta a lo mejor de menor crecimiento económico en el corto medio, y quién sabe si en el
largo plazo, pero desde luego precios altos de combustibles fósiles incentivan esa transición
desde el lado del consumo y desde el lado de la producción.
Pero lo que es absolutamente hipócrita es que cuando tu política energética está consiguiendo
los resultados que eran inevitables, incluso los resultados que cabe pensar que eran los
que tú buscabas, los que tú deseabas, ahora estés tratando de echar balones fuera, culpando
a otros de algo que en gran medida es tu responsabilidad. En definitiva, Joe Biden es un hipócrita
anti-petróleo. Por un lado nos dice que quiere desincentivarlo y por otro está rogando que
otros países produzcan más petróleo. A ver cuántos líderes europeos siguen la misma
estela de hipocresía anti-combustibles fósiles. A ver cuántos líderes europeos, después
de haber restringido o incluso prohibido la producción local de combustibles fósiles,
por ejemplo, con la prohibición del fracking en España, a ver cuántos de esos líderes
europeos terminan rogando, terminan suplicando a otros estados, a otros países que incrementen
la producción de petróleo o de gas, porque el petróleo y el gas están muy caros en
Europa y eso es algo que los ciudadanos no pueden soportar. Hipócritas, inconsecuentes
e irresponsables.