This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
¿Dos personas de distintas ideologías ven o observan una misma realidad de la misma manera?
No estoy preguntando si la interpretan de la misma manera, que claramente no, sino si
observan una misma realidad material. Pues no necesariamente, y en este vídeo vamos a mostrarlo.
Veámoslo.
Hoy os voy a hablar de un experimento sociológico-ideológico que surgió espontáneamente y de manera
no intencionada en un debate que mantuve en Twitter. Normalmente las personas tendemos
a interpretar los datos, los gráficos de acuerdo con nuestras ideas preconcebidas. Los seres humanos
tendemos a buscar patrones, tendemos a buscar regularidades en la caótica realidad que nos rodea, y por
tanto tendemos a aplicar los patrones que ya hemos descubierto con anterioridad a interpretar la
realidad que nos rodea. Esto es lo que se conoce como sesgo de confirmación. Queremos encajar lo
que observamos a la narrativa, a los patrones interpretativos que hemos construido en el pasado.
Esto es bastante común, está muy extendido, y desde luego, per se, no merecería un vídeo.
Sin embargo, lo sorprendente, lo llamativo del experimento sociológico-ideológico que se produjo
hace unos días en Twitter, no es tanto que las personas interpreten unos datos o un gráfico de
manera distinta a otras personas en función de su ideología, es decir, en función de las ideas
que ya tienen precargadas en su mente. No, lo llamativo no es que interprete en datos o gráficos
de manera distinta, es que ven un mismo gráfico de manera distinta. Insisto, ven un mismo gráfico
de manera distinta. Esto es lo extraordinario del experimento que os voy a comentar a continuación.
Bien, el gráfico del que os estoy hablando es el siguiente. Fijémonos bien, es un gráfico
que utilizo entre muchos otros en mi próximo libro contra la teoría económica de Karl Marx.
Lo que aparece reflejado en este gráfico es la evolución de los salarios reales y del número
de horas trabajadas en Estados Unidos desde comienzos del siglo XIX y hasta comienzos del siglo XXI,
es decir, prácticamente 200 años de historia de los salarios y de historia de la jornada laboral.
Cuando encontré este gráfico, evidentemente, consideré que el gráfico confirmaba mis ideas
previas sobre la influencia del capitalismo en la calidad de vida, en el nivel de vida de los trabajadores,
porque lo que yo observo en el gráfico es que desde el siglo XIX los salarios reales de los trabajadores
han aumentado de manera sistemática y la jornada laboral de los trabajadores se ha reducido
también de manera sistemática, es decir, que durante 200 años el capitalismo ha posibilitado
que los trabajadores cada vez ganen más y cada vez trabajen menos.
Eso no significa, ni mucho menos, que consideré que los trabajadores a día de hoy
ya están ganando más de lo que deberían ganar o están trabajando menos de lo que deberían trabajar.
Creo que a largo plazo y con independencia de cual sea nuestra ideología,
todos queremos que los trabajadores ganen más y trabajen menos. Lo ideal sería que no trabajaran nada
y que dispusieran de absolutamente todo lo que quisieran y necesitaran.
Pero para lograr esto necesitamos aumentos sostenidos de la productividad dentro de la economía
y algunos consideramos que esos incrementos sostenidos de la productividad dentro de la economía
se logran gracias al capitalismo. En todo caso, uno podría argumentar que estas tendencias
no se han producido gracias al capitalismo, sino a pesar del capitalismo.
Bien, sería otro debate acerca de cómo interpretar este gráfico.
Pero, repito, lo que yo veo con claridad en este gráfico es que los salarios reales
han aumentado de manera continuada en el siglo XIX y en el siglo XX
y que la jornada laboral, el número de horas trabajadas, ha caído también de manera continuada.
No veo otra cosa. Sin embargo, hay otras personas que precisamente porque tienen
una ideología precargada distinta a la mía y también, en este caso, hay que decirlo
porque no deben de saber demasiado sobre historia económica, pero sobre este tema
volveré más tarde, hay otras personas que con una ideología precargada distinta a la mía
no es que interpreten este gráfico de manera distinta, lo cual sería perfectamente legítimo.
Quizá no ha acertado, pero sí legítimo. No, es que ven este gráfico de manera distinta.
Todo empezó porque en Twitter un marxista me reprochó que las alzas salariales dentro del capitalismo
son, en todo caso, transitorias y que posteriormente tienden a desaparecer.
Y yo le contesté justamente con ese gráfico.
Oye, en ese gráfico no veo que el salario haya regresado a sus orígenes.
¿Cuándo lo harás según tu científico pronóstico materialista histórico?
Y él me replica tras ver el gráfico.
Pero si tu propia gráfica muestra una clara tendencia desde 1950 a trabajar cada vez más
y a ganar cada vez menos, tendencia que además muestra un retroceso hacia igualar las condiciones
del 1825, gracias por confirmar la crítica.
Yo la verdad que tras esta respuesta no entendía nada. Pensaba que estaba confundiendo las líneas.
Que consideraba que la línea que subía eran las horas trabajadas y que la línea que bajaba era el salario real.
Y le contestó. ¿Entiendes que el salario es la línea que sube y las horas trabajadas la línea que baja?
Y él insiste. Lo que sube desde 1950 son las horas trabajadas y lo que baja son los salarios reales.
A no ser que propongas que los salarios en 1825 eran un 500% más altos que en 1950.
Y yo de nuevo sigo sin entender nada. No sé si está mirando otra gráfica o qué está sucediendo.
Y le digo, los salarios desde 1950 suben de 300 a 500 en el índice.
Y las horas trabajadas bajan de 50 a 40 horas semanales. No sé qué no entiendes.
Y él no se baja del burro o en este caso más bien el burro no se baja de él.
Y continúa. Lo que se ve en tu gráfica es que las horas bajan y luego vuelven a subir y los salarios reales primero suben y luego bajan.
Y claro, cuando me contesta esto digo no sé si quizá se está refiriendo a que durante la gran depresión bajaron el número de horas trabajadas
y luego volvieron a subir, pero aún así desde que vuelven a subir continúan bajando con la tendencia con la que ya venían bajando anteriormente.
Digo, no lo entiendo. Y le contesto, las horas trabajadas bajan durante la gran depresión supongo que imaginarás por qué y luego vuelven a la tendencia
y siguen bajando respecto a la tendencia o la tendencia es que sigan bajando.
Y él se reafirma. Esto no es lo que se ve en esa gráfica monocolor. En este punto como podréis imaginar tanto otros tuiteros como yo
estábamos desconcertados y no entendíamos absolutamente nada de lo que estaba diciendo.
Porque no es una cuestión de que interpretes la gráfica de manera distinta a cómo la estamos interpretando nosotros.
Es que estás describiendo una gráfica que no es la que estamos observando nosotros.
Y además no era sólo él. Otros tuiteros de izquierdas o marxistas se unieron al coro diciendo que yo no sabía leer la gráfica
y que me había pegado un tiro en el pie compartiendo una gráfica que echaba por tierra mis ideas sobre el capitalismo.
Una gráfica que mostraba que los salarios reales a principios del siglo XXI eran los mismos que a principios del siglo XIX
y que el número de horas trabajadas a principios del siglo XXI era el mismo que el número de horas trabajadas a principios del siglo XIX.
Así que sinceramente estaba desconcertado. No entendía qué estaba sucediendo.
Y no fue hasta que posteriormente algunos tuiteros me hicieron comprender lo que podía estar viendo esa persona
cuando me di cuenta de que con mal ojo y peor ideología se podía no ya interpretar esta gráfica de manera distinta,
sino verla de manera diferente. En concreto lo que veíamos muchos en la gráfica, que es lo que describe la gráfica,
es lo que muestra la gráfica, era una línea ascendente de los salarios reales desde comienzos del siglo XIX
y una línea descendente de las horas trabajadas desde comienzos del siglo XIX.
Pero en cambio lo que veían algunos marsistas cegados y fanatizados por su ideología y recalco esto último
porque a buen seguro muchos marsistas no veían lo que os voy a mostrar a continuación,
pero si eres un marsista o si eres un liberal con respecto a otros asuntos, me da igual.
Pero en este caso, si eres un marsista cegado y fanático de tu ideología,
que intentas encajar cualquier realidad externa que observes a tu ideología preconcebida,
aunque tengas que forzar, aunque tengas que violentar esa realidad externa para que encaje en tus ideas preconcebidas,
pues lo que puedes terminar viendo a lo que te puedes estar aferrando para salvarle los trastos a tu ideología es lo siguiente.
Mezclas la parte de una línea con la parte de otra línea
y llegas a la conclusión de que los salarios reales suben de manera muy tímida desde comienzos del siglo XIX
hasta mediados del siglo XX y luego vuelven a caer hasta ubicarse al mismo nivel que a comienzos del siglo XIX
y a su vez y haciendo el mismo procedimiento con la línea que describe el número de horas trabajadas,
es que el número de horas trabajadas cae desde comienzos del siglo XIX hasta mediados del siglo XX,
pero desde ese punto, desde 1950, vuelve a subir hasta que el número de horas trabajadas
se incrementa a 70 horas trabajadas por semana, que son las mismas que en promedio se trabajaban a comienzos del siglo XIX.
Al margen del ridículo que pudieron hacer algunos, lo que me parece fascinante de este experimento son tres cosas.
Primero, que una misma gráfica o unos mismos datos, una misma imagen, unos mismos hechos,
los veamos de manera distinta o podamos verlos de manera distinta según cual sea nuestra ideología.
Si ya no es que interpretemos la realidad de manera diferente, sino que la percibimos de manera diferente,
es obvio que a la hora de debatir y a la hora de progresar intelectualmente va a haber barreras cognitivas muy serias.
En este caso, fijaos, no nos estábamos entendiendo porque yo estaba viendo la gráfica de una manera, que era la manera correcta,
y el otro la estaba viendo de otra manera totalmente distinta, que era una forma incorrecta de verla,
que los dos creíamos ver realidades distintas cuando la realidad solamente era una.
Insisto, luego al margen la interpretación que podamos hacer, pero ni siquiera coincidíamos en cuál era la realidad que los dos estábamos observando.
Y en este caso también me incluyo a mí. Yo no era capaz de empatizar, en el sentido de entender a mi contertulio,
porque no era capaz de comprender que estaba viendo él, porque yo veía algo distinto y no se me pasaba por la cabeza,
que en esa gráfica podía verse algo diferente a lo que se estaba viendo.
Y claro, si yo no empatizo con él, en el sentido de ponerme en sus zapatos y ver lo que él está viendo, no interpretando,
pues no le puedo decir que estás leyendo mal la gráfica, que la gráfica no se ve, no se observa como tú la estás viendo o como tú la estás observando,
que la línea de los salarios sube continuamente, que la línea de las horas trabajadas baja continuamente.
No mezcles las dos líneas a partir del punto de intersección de ambas.
Segunda razón por la que este experimento sociológico y ideológico me parece fascinante.
Imaginad cuán cegado has de estar por una ideología.
Una ideología que además hace gala de estar muy apegada a la realidad material,
de describir objetivamente cuál es la realidad material.
Imaginaos cuán cegado has de estar por una ideología para pensar que a día de hoy el número de horas trabajadas
es el mismo que a comienzos del siglo XIX, que la media de horas trabajadas por semana son 70
y que los salarios reales a día de hoy son los mismos que a comienzos del siglo XIX.
Es que aunque tú veas así la gráfica rápidamente deberías decir,
estos datos están mal. Es imposible que estos datos describan la realidad material que yo observo y que yo conozco.
El número promedio de horas trabajadas no son 70 horas a la semana.
Los salarios es evidente que no están al mismo nivel de absoluta subsistencia
en el que se encontraban a comienzos del siglo XIX.
Por tanto, aunque tú vieras así la gráfica, lo que deberías decir es,
esta gráfica representa datos que están mal, que son incorrectos.
Pero no, tu ideología no solamente te lleva a ver la gráfica de un modo distinto e incorrecto,
a cómo deberías verla, sino que además utilizas esa gráfica para reafirmarte en tus ideas.
¿No ves que esa gráfica me está dando la razón? ¿No ves que hoy los salarios están al mismo nivel
que en el siglo XIX y las horas trabajadas son las mismas que en el siglo XIX?
Si uno está dispuesto a retorcer tantísimo la realidad para que encaje en ella su ideología,
¿cómo vamos a poder debatir con un mínimo de honestidad sobre cuál es esa realidad material
y cuáles son los motivos, las razones, las interpretaciones que han conducido a esa realidad material?
Y por último, si cuando uno observaba incorrectamente la gráfica anterior,
es decir, pensaba que los salarios reales a largo plazo se han mantenido estancados a lo largo de los siglos
y que la jornada laboral, la día de hoy es la misma que en el siglo XIX,
si uno observaba así ese gráfico y creía que ese gráfico, tal como lo estaba observando,
validaba sus ideas, una vez te explican y una vez reconoces que esa observación,
esa lectura del gráfico no es correcta, es decir, que el gráfico lo que muestra
es que el número de horas trabajadas van cayendo y los salarios reales van subiendo,
lo lógico sería que dijeras, pues entonces el gráfico lo que está haciendo es refutar,
falsar mis ideas. Si cuando leía el gráfico de una manera, consideraba que ese gráfico,
esa lectura del gráfico, validaba mis ideas, ahora que me doy cuenta de que el gráfico
se lee de otra manera, ¿qué es la contraria a la que yo leía, a la que yo observaba inicialmente?
Entonces la lectura correcta del gráfico debería refutar mis ideas, pues no, tampoco,
se lea como se lea el gráfico, el gráfico siempre termina validando las ideas de uno,
que el gráfico creo que refleja que los salarios reales no suben a lo largo de dos siglos,
pues entonces el gráfico valida las ideas marxistas,
que el gráfico muestra que los salarios reales suben a lo largo de dos siglos,
pues entonces el gráfico valida las ideas marxistas, da igual al final lo que refleje el gráfico,
porque el gráfico no es una evidencia con la que validamos o refutamos nuestras ideas,
el gráfico es una realidad que violentamos para que nuestras ideas encajen perfectamente en él.
Repito por enésima vez, no estoy diciendo que no quepan distintas interpretaciones basadas
en distintas teorías previas sobre un mismo gráfico, eso por supuesto que es así,
para interpretar un gráfico necesitamos una teoría previa, y por tanto un gráfico
no tiene por qué falsar necesariamente una determinada interpretación basada en una teoría de ese gráfico,
pero no estoy hablando de eso, estoy hablando de que uno estaba observando un gráfico que no existía,
y si ese gráfico tal cual lo observabas, confirmaba tus ideas, la realidad de ese gráfico,
que es la contraria, que tú observabas, debería falsarlas, y eso no ha sucedido.
En definitiva, las ideologías siempre que estén informadas por buenas razones y por buena evidencia
pueden ser un conjunto de ideas útiles a partir de las cuales interpretar la realidad caótica que nos rodea,
sin embargo, cuando nos aferramos religiosamente a esas ideologías,
cuando nos aferramos dogmáticamente a esas ideologías, cuando no las utilizamos como instrumentos interpretativos
de la realidad, sino como dogmas de fe ante los que se tiene que plegar la realidad,
entonces las ideologías nos ciegan y nos convierten en una secta.