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El Banco Central Europeo se prepara oficialmente para el potencial lanzamiento del euro digital.
Pero ya desde este preciso momento nos informa que la cantidad de euros digitales que podrá
comprar y que podrá tener cada ciudadano europeo estará limitada. ¿Por qué razón?
Veámoslo.
El Banco Central Europeo ha anunciado esta semana que inicia la fase de preparación
del euro digital. Se trata de un periodo que durará dos años y durante el cual el Banco
Central Europeo terminará de elaborar las normas que regulen el funcionamiento del euro
digital y durante el cual también se seleccionarán a aquellos proveedores que puedan desarrollar
la plataforma y la infraestructura necesaria para que el euro digital funcione. El hecho
de iniciar la fase de preparación del euro digital no implica necesariamente que el euro
digital termine siendo una realidad. Es solamente una fase previa para estar preparados en caso
de que finalmente la Unión Europea autorice la emisión del euro digital y el Consejo
de Gobierno del Banco Central Europeo lo considere conveniente. Sin embargo, y a pesar de que
todavía no hay una decisión en firme sobre el lanzamiento del euro digital, sí se van
progresivamente encajando las piezas para finalmente terminar oficializándolo. No se
ha tomado todavía una decisión oficial en firme, pero sí parece que hay entre las élites
gubernamentales una decisión extraoficial que apunta en la dirección de ir avanzando en el
euro digital hasta finalmente formalizar su emisión. En este sentido, uno de los elementos
más importantes que todavía están pendientes de definir por parte del Banco Central Europeo
respecto a la emisión de este euro digital es el límite máximo que cada ciudadano podrá
poseer de euros digitales. Y es que, aunque muchos ciudadanos no sean conscientes de ello,
el Banco Central Europeo está apostando por un diseño del euro digital donde existan límites
máximos a los euros digitales que podrá poseer cualquier ciudadano. Lo podemos leer justamente
en el informe que ha elaborado el Banco Central Europeo para explicar algunos de los detalles y
de las características de este euro digital. Tendrá que haber ciertos límites a la cantidad
de euros digitales que los usuarios podrán poseer. Un límite de euros digitales por usuario.
Pero ¿cuál es la lógica de este límite? Porque, por un lado, lo que vemos es que el
Banco Central Europeo está creando progresivamente un euro digital que se supone querrá que tenga
éxito. Y el éxito del euro digital dependerá en gran medida de la cantidad de gente que quiera
poseer ese euro digital. De modo que, cuanta más gente quiera tener cuantos más euros digitales,
en principio, mejor. Pero, al mismo tiempo, se nos está diciendo que el Banco Central Europeo quiere
limitar cuántos euros digitales pueda poseer cada usuario, cada persona. Es decir, parecería que el
Banco Central Europeo no quiere que el euro digital tenga demasiado éxito. Que sí, que tengamos una
cierta cantidad de euros digitales en cartera, pero no demasiados. ¿Qué lógica tiene esto? Si
crees que el euro digital es bueno, cuanta más gente quiera tener, cuantos más euros digitales,
mejor. Y si crees que el euro digital no es bueno, pues entonces no lo crees. ¿Para qué lo lanzas?
Pues la lógica es que, según cómo esté diseñado el euro digital, puede poner en riesgo la estabilidad
del sistema financiero europeo. ¿Por qué razón? Veamos, el euro digital será un competidor,
será un sustituto cercano de los depósitos bancarios. Como ocurre con los depósitos bancarios,
con el euro digital podremos hacer transacciones electrónicas rápidas y relativamente baratas o
asequibles, en el caso del euro digital gratuitas. Y, al igual que sucede con los depósitos bancarios,
y a diferencia del efectivo, si tenemos efectivo encima, pues nos exponemos al riesgo de que nos lo
roben. Una persona que tenga 10.000, 20.000, 50.000 euros en efectivo en casa se expone, claro está,
al riesgo de robo. Esto no significa que el efectivo sea peor que los depósitos o el euro
digital. El efectivo tiene otras ventajas frente a los depósitos y frente al euro digital, como puede
ser una mayor privacidad. Sin embargo, para quien no quiera tener efectivo por la facilidad de hacer
transacciones y por el menor riesgo de robo, los depósitos de los bancos y el euro digital son
más o menos activos monetarios que puede utilizar sustitutivamente. Con una muy importante diferencia,
eso sí, el depósito bancario es un pasivo de un banco, de una empresa privada, y el euro digital,
en última instancia, es un pasivo de los estados europeos. Por tanto, el euro digital es un pasivo
bastante más solvente, bastante menos arriesgado, que los pasivos de un banco privado. Es verdad que
los depósitos bancarios, por debajo de ciertos límites, están avalados por los estados y,
en ese sentido, la solvencia de ese tramo de los depósitos bancarios sería equivalente a la del
euro digital, pero por encima de determinados importes, ese aval del estado a los bancos ya
no existe y, por tanto, sería más arriesgado tener un depósito bancario que poseer euros digitales.
De modo que si el euro digital es más barato, en el sentido de que no tiene comisiones de custodia
o de transferencia, y es más seguro que los depósitos bancarios, aquellos ciudadanos que
hoy tengan depósitos bancarios podrán querer reemplazarlos por el euro digital una vez se
haya lanzado el euro digital. Y si los europeos acuden masivamente a los bancos a reclamar el
reembolso de sus depósitos para mantener ese dinero no en depósitos bancarios, sino en euros
digitales, los bancos podrían tener serios problemas de liquidez y enfrentarse al equivalente
a un pánico bancario. Para evitar este escenario de fragilidad financiera dentro del sistema
bancario hay esencialmente dos alternativas. La primera es que los bancos empiecen a remunerar
sus depósitos, no sólo sus depósitos a plazo, sino también sus depósitos a la vista, que los
remuneren con un tipo de interés lo suficientemente elevado como para que a los ciudadanos no les
interese dar el salto al euro digital. Aunque sea más barato de custodiar y de transferir,
e incluso más seguro, me quedo en depósitos bancarios a la vista porque la cuenta me ofrece
una rentabilidad del 2 o del 3% al año por tener el dinero continuamente a mi disposición. Ahora
bien, la consecuencia de esta alternativa es que si el coste de financiación de los bancos se
encarece, y se encarecería si tienen que empezar a pagar tipos de interés apreciables por todos
sus depósitos, incluyendo los depósitos a la vista, entonces el tipo de interés al que presten
los bancos también se encarecerá. Dicho de otra manera, habrá menos crédito bancario hacia la
economía productiva. ¿Y cuál es la otra alternativa para que no haya un pánico bancario tras la
adopción del euro digital y que no pase por empujar a los bancos a que paguen tipos de interés
apreciables sobre sus fuentes de financiación, incluyendo sus depósitos a la vista? Pues
establecer límites a cuántos euros digitales puede poseer cada persona, de tal manera que si
solo podemos tener una parte de nuestros saldos de tesorería en euros digitales, la otra parte
de nuestros saldos de tesorería necesariamente lo seguiremos teniendo en depósitos bancarios,
no podremos convertir todos nuestros depósitos bancarios en euros digitales. Y esta es la
alternativa por la que parece que ha optado el Banco Central Europeo. Si ahora leemos el párrafo
entero dentro del que se incluía la frase que he extractado anteriormente, observaremos lo siguiente.
Los ciudadanos tienen el derecho de convertir sus depósitos a la vista en efectivo en cualquier
momento del tiempo. Sin embargo, el apetito o su ansia por hacer esta conversión está limitada
por el hecho de que poseer elevados importes de efectivo conlleva el riesgo de perderlo o de que
te lo roben. El euro digital buscará mantener el sano equilibrio que ha existido durante décadas
entre los depósitos bancarios y el dinero del Banco Central. Por tanto, será necesario establecer
ciertos límites a la cantidad de euros digitales que cada usuario puede tener. El euro digital se
diseñará de tal manera que no tenga un impacto material significativo en la estabilidad financiera
y en la transmisión de la política monetaria. Limitar la cantidad de euros digitales que cada
usuario puede tener mitiga el riesgo que podría desatarse por una rápida conversión de depósitos
bancarios en euros digitales, incluyendo los riesgos vinculados a problemas de liquidez a
corto plazo y los retos vinculados a la financiación bancaria y a la intermediación crediticia. El
límite exacto en la cantidad de euros que cada individuo podrá tener se calibrará en una fecha
mucho más cercana al lanzamiento del euro digital para tener en cuenta el panorama económico más
reciente. Por tanto, si se termina lanzando el euro digital, terminaremos teniendo tres tipos
de activos monetarios. Los euros físicos, el efectivo, el euro digital y los depósitos bancarios.
En parte, el euro digital puede ser sustitutivo en algunos casos del dinero en efectivo,
pero sobre todo será un sustitutivo del depósito bancario, lo cual llevará a una previsible
conversión o absorción de parte de la financiación que hasta ahora se entregaba al sistema bancario
hacia el euro digital. Esta desintermediación financiera encarecerá la operativa bancaria y,
por tanto, también encarecerá los tipos de interés a los que tienen que prestar los bancos.
Ese efecto será tanto menor, cuanto menor sea el trasvase de depósitos bancarios a euros digitales.
Y para lograr que ese trasvase no sea muy elevado, el Banco Central Europeo pretende
establecer límites a cuántos euros digitales puede tener cada usuario. Pero aún así,
incluso con esos límites, habrá previsiblemente un trasvase de depósitos bancarios a euros digitales
y, por tanto, un cierto proceso de desintermediación financiera que encarecerá el crédito. En este
sentido, la única forma de que el volumen de crédito que llega a la economía real y, por tanto,
la única forma de que el crédito que llega a la economía real no se encarezca sería que el
Banco Central Europeo vuelva a prestar a su vez la financiación que está captando a través de la
emisión de euros digitales. El Banco Central Europeo, al emitir euros digitales, está captando
financiación de los tenedores de esos euros digitales, que eran los antiguos depositantes
de los bancos, y esa financiación la podría emplear o para extender créditos al sistema
bancario, de tal manera que los préstamos que dé la banca ahora estén financiados no por los
depositantes, sino por el Banco Central Europeo, o incluso, en un escenario más de ciencia ficción,
porque no está aparentemente en agenda, pero incluso que el Banco Central Europeo se plantee
dar directamente créditos él a la economía real, a los demandantes finales de crédito.
¿Cuáles son los problemas de estas opciones? Pues que el Banco Central Europeo no dispone de
la información suficiente como para asignar eficientemente ese crédito entre los bancos,
y no, digamos ya, entre los demandantes finales de crédito. Por tanto,
cuanta más financiación capte el Banco Central Europeo a través de la emisión de euros digitales,
o más se reduce el volumen de crédito que llega a la economía real, o más ineficiente
será la asignación de ese crédito a la economía real. Y de ahí la introducción de
límites a la cantidad de euros digitales que cada usuario puede poseer, para no
encarecer demasiado el crédito o para no volver esa asignación del crédito demasiado ineficiente.
Pero en el margen, en el margen dependiente de la cantidad de euros digitales que se imitan y que
puedan poseer los usuarios, en el margen el crédito si se encarecerá o se volverá más
ineficiente. El propio diseño del euro digital nos informa precisamente de cuáles son algunos
de sus principales defectos.