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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Marine Le Pen supera el 40% de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales
francesas.
Y muchos políticos, periodistas, intelectuales nos aseguran que la forma de frenar el auge
de la extrema derecha es apostando de manera más decidida por el estado de bienestar.
Pero, realmente, esto es así.
Veámoslo.
Macron finalmente derrotó a Le Pen y revalidó la presidencia de Francia en la segunda vuelta
de las elecciones presidenciales celebradas este pasado domingo.
Sin embargo, fue una victoria un tanto amarga, porque el margen de votos de Macron frente
a Le Pen fue bastante más estrecho que en las elecciones presidenciales del año 2017.
Si entonces Macron obtuvo dos tercios de los votos y Le Pen un tercio, ahora Macron ha
obtenido el 58,5% y Le Pen el 41,5%.
De hecho, en este mapa podemos observar todos aquellos municipios en los que Le Pen ha mejorado
sus resultados con respecto a las presidenciales del año 2017.
Y podemos ver con claridad que son prácticamente todos los municipios de Francia.
Es decir, que Le Pen o el partido de Le Pen se van acercando cada vez más a la presidencia
de Francia.
Según algunos, y como ya tuvimos ocasión de analizar en un vídeo anterior, el auge
de Le Pen se debe a la progresiva extensión del neoliberalismo por todos los confines
de Francia y al desmantelamiento del estado de bienestar en Francia.
Y si esto fuera así, la forma de evitar que Le Pen llegara a la presidencia francesa
sería incrementar todavía más el gasto público para reforzar la cohesión social, reducir
la desigualdad y templar los ánimos del electorado francés.
La idea de fondo es que los electores se polarizan, los electores se refugian en la extrema
derecha porque hay una insatisfacción subyacente y esa insatisfacción subyacente se explica
por la desaparición del estado y por los servicios cada vez más precarios que presta
a la población.
Este argumento, sin embargo, no tiene ningún fundamento.
Francia es el estado más grande de todo el mundo.
Francia es el estado con mayor gasto público y con mayor presión recaudatoria en forma
de impuestos sobre la población de todo el mundo.
No hay ningún estado mayor, ningún estado que pese más, que parasite más a su economía
que el estado francés.
Lo podéis observar en este gráfico que refleja el gasto público sobre el PIB de todas las
economías desarrolladas del planeta, que son las economías que tienen un estado mayor.
No es que sean desarrolladas porque tengan un estado grande, es que pueden permitirse
un estado grande porque son economías ricas.
En el año 2019, el peso del gasto público en Francia superaba el 53% del PIB.
Más de la mitad de todo el PIB francés ya pasa por manos del estado.
Un porcentaje que supera al de las famosas socialdemocracias nórdicas que supuestamente
son tan ejemplares sobre los efectos cohesionadores que tiene un estado de bienestar muy grande.
Pues bien, Francia ya gasta más que Finlandia, que Dinamarca, que Noruega o que Suecia.
Y no pensemos que estos datos tienen trampa, que quizá Francia gaste mucho, sí, pero mucho
en defensa, en burocracia y no en el estado de bienestar.
Como podemos observar en este otro gráfico, el gasto en protección social sobre el PIB,
básicamente pensiones, prestación de desempleo, ayudas a la integración, ayudas a la vivienda,
ayudas a la infancia, el gasto en protección social de Francia en el año 2019 era de los
más altos del mundo.
Estaba al mismo nivel que el de Finlandia y se ubicaba por encima del de Suecia, Dinamarca
o Noruega.
Además, con la pandemia y con el crecimiento extraordinario que ha experimentado el estado
al calor de la pandemia, estas tendencias no han hecho más que agravarse.
En este otro gráfico podemos observar el peso del gasto público dentro del PIB en
el año 2021.
Y en este caso, el peso del estado francés ya se ubica en el 60% del PIB, a gran diferencia
de todos los restantes estados, incluyendo las famosas socialdemocracias nórdicas que
tienen un estado de bienestar tan gigantesco y tan cohesionador.
Y por cierto, fijémonos en algunos de los países cuyo gasto público sobre el PIB es
más reducido, Taiwán, Irlanda, Corea del Sur o Suiza.
Acaso en todos estos países, como el estado de bienestar está desaparecido, como el estado
está ausente, hay muy poca cohesión social?
Acaso en todos estos países se está apostando por opciones políticas polarizadas de extrema
derecha o de extrema izquierda que hagan peligrar las libertades de los ciudadanos?
Y quizás, si no está sucediendo todo esto en estos países, es que la retórica de que
necesitamos estados gigantescos para garantizar la cohesión social, para garantizar la moderación
política, para garantizar la buena vida de los ciudadanos, quizá es que todo este discurso
sea una filfa.
De hecho, muchos se escandalizan por el auge de la extrema derecha de Le Pen, dentro del
contexto político francés, pero no hay que olvidar que la única opción política polarizadora
del espectro político, la única opción política liberticida dentro del espectro político
francés, no es ni mucho menos Le Pen.
Decidimos a los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas
de este 2022 y definamos como extrema izquierda a Mélenchon, de la Francia insumisa, al partido
comunista francés, al nuevo partido anticapitalista y a la lucha obrera.
Y definamos como extrema derecha a Le Pen y a Zemur.
Es bien, si hacemos eso, el 55% de los franceses votaron a opciones de extrema izquierda o
de extrema derecha en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, casi 20 millones
de personas.
¿Dónde está aquí la moderación, la cohesión social, la ausencia de polarización política
que supuestamente tiene que traernos un Estado gigantesco y redistribuidor de la renta?
En el caso de Francia recordemos el Estado más grande del mundo y no el más grande
del mundo en los últimos años, no, no, el más grande del mundo desde hace décadas.
Y ahí tienes a más de la mitad de los franceses en 2022 votando a lo que popularmente se llama
extrema izquierda o extrema derecha.
¿A cuánto deberíamos incrementar el tamaño del Estado para que esos que nos dicen que
el Estado de bienestar es el antídoto definitivo contra la extrema derecha, que, por cierto,
en el caso de Le Pen, promueve un incremento muy sustancial del Estado de bienestar francés?
Por tanto, si la izquierda lo que vende es que necesitamos más Estado de bienestar igual
le termina remitiendo algunos votantes a Le Pen.
Pero dejando esto de lado, ¿cuánto tendríamos que incrementar el tamaño del Estado en Francia
para que aquellos que nos dicen que el Estado de bienestar es la receta, es el antídoto
a la extrema derecha, tuvieran razón?
¿Qué están defendiendo un Estado que ocupe no el 60% como ya ocupa en el caso de Francia
a día de hoy, sino el 70%, el 80%, el 90%?
Porque si en las últimas décadas el tamaño del Estado en Francia se ha mantenido unos
niveles gigantescos, incluso con una cierta tendencia al alza y la polarización política
no ha hecho más que agravarse, quizá es que la cura a esa polarización política no haya
que buscarla en un Estado todavía mayor.
En realidad uno de los problemas de fondo es más bien el opuesto, gran parte de la
sociedad francesa se ha convertido en una sociedad absolutamente dependiente del Estado
y por eso apoya a fuerzas políticas que reclaman todavía más Estado, porque la única
forma en la que muchos ciudadanos franceses pueden prosperar es con transferencias estatales.
El Estado ha partido las piernas a gran parte de la población, la ha convertido independiente,
le ha privado de la autonomía y de los medios para poder salir adelante por sí misma y
como resultado todos los partidos políticos defienden más o menos lo mismo, un Estado
muy grande y creciente para seguir comprando los votos de ese electorado, y ese Estado
grande y creciente consolida una mediocridad nacional que genera un resentimiento, una
insatisfacción generalizada en la población que termina plasmándose en esa polarización
política que observamos.
Por eso una de las pocas cosas que cabía anticipar de las elecciones francesas de
este 2022 hubiese ganado, quien hubiese ganado, es que el Estado francés seguirá siendo
un Estado gigantesco, que seguirá creciendo, que en el año 2027 la polarización política
se mantendrá tan alta o incluso mayor que en los niveles actuales y que los intelectuales
cortesanos como han venido haciendo durante las últimas décadas nos seguirán insistiendo
en que la solución a la polarización política que vive Francia es todavía más Estado.