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Hola a todos, en este vídeo vamos a tratar de explicar cuáles son los principales errores
que se esconden detrás de la teoría del valor trabajo del marxismo, así como también
cuáles son los errores que están implícitos en la teoría de la explotación también
del marxismo. Para ello empezaremos exponiendo lo más
iridignamente posible cuál es la tesis de Marx tanto con respecto a la teoría del valor
trabajo como con respecto a la teoría de la explotación para posteriormente ya poder
proceder a exponer cuáles son las principales fallas de este argumento.
Empecemos simplemente describiendo cuál es la teoría de la mercancía para Marx. Las
mercancías según Marx son objetos externos que satisfacen alguna necesidad humana distinta
de la de su propietario y precisamente por eso tienen valor social. Es decir, las mercancías
son productos que no satisfacen las necesidades de su propietario sino las necesidades de
otras personas y precisamente por eso son objetos dirigidos al intercambio porque son
objetos que serán utilizados por otras personas para satisfacer sus necesidades. Aquí ya
encontramos un primer matiz importante para olvidarnos de todas aquellas críticas excesivamente
simplistas que se dirigen contra la teoría del valor trabajo en demasiadas ocasiones
diciendo que es evidente que la teoría del valor trabajo se equivoca porque es evidente
que el valor de las mercancías, la utilidad de las mercancías no depende del trabajo
que lleven incorporado. Marx nunca dijo tal cosa porque él mismo definía a mercancía
como un objeto que tuviese valor de uso para otras personas, que tuviese utilidad para
otras personas. Por tanto, Marx era muy consciente de que algo que no tuviese utilidad no podía
ser considerado una mercancía y también era consciente de que esa utilidad de las mercancías
era independiente de la cantidad de trabajo que tenían incorporado. Por tanto, una cosa
es el valor de uso que es la utilidad de las mercancías y otra que es sobre la que reflexiona
verdaderamente Marx es el valor de cambio, el valor de cambio de aquellas mercancías
que sean reproducibles a través del trabajo. Es decir, lo que analiza el marxismo y lo
que sostiene la teoría del valor trabajo es que la ratio por la que se intercambia una
mercancía por otra depende del trabajo que cada mercancía lleva incorporado. Por ejemplo,
entre una tonelada de trigo, se intercambia por 200 docenas de huevos, Marx dice porque
en ese intercambio, en esa igualdad entre una tonelada de trigo y 200 docenas de huevos,
hay algo en común entre ambas mercancías. ¿Y qué es ese elemento que tienen en común
ambas mercancías? Pues que las dos son productos del trabajo humano y, por tanto, el valor
de cambio, el precio, si quisiéramos buscar un término cercano, aunque no es exactamente
igual al valor de cambio, pero es sí, bastante cercano, el precio de una mercancía dependerá
del trabajo que lleve incorporado. Quiero aclarar, quiero insistir, en que precio no
es lo mismo que valor de cambio, dado que en el libro tercero, en el volumen tercero
del capital, Marx explica cómo pasar de los valores a los precios y no tienen por qué
coincidir como luego tendremos ocasión de comentar. Pero, en definitiva, el objeto de
estudio es el valor al que se intercambian las mercancías, no la utilidad que nos proporciona
cada mercancía y el valor trabajo explica el valor al que se intercambian las mercancías.
Por tanto, el valor de cambio, el valor de intercambio de una mercancía depende del
trabajo que lleve incorporado. Pero, como valor por valor, es decir, una mercancía
con un determinado valor de cambio, si intercambia por otra mercancía que tiene exactamente
ese mismo valor de cambio, lo verdaderamente relevante es no el trabajo en términos muy
generales que lleve incorporado cada mercancía, sino el trabajo en términos homogéneos.
Es decir, las mercancías que son producidas por personas vagas o personas con escasas
habilidades no son más valiosas que el resto. Por el hecho de que una persona dedica mucho
tiempo a producir algo, no está generando más valor de cambio. El valor, por tanto,
el valor de cambio de una mercancía no depende, simple y anamente, del tiempo de trabajo que
hayamos dedicado a fabricar, a crear esa mercancía. Depende del tiempo de trabajo
socialmente necesario para producir esa mercancía. Es decir, del tiempo de trabajo que se necesita
para producirla bajo condiciones normales de producción y con un grado medio de habilidad
e intensidad laboral. Es por este motivo que una persona vaga que dedique mucho tiempo a
producir una mercancía no genera más valor de cambio, porque lo relevante no es el tiempo
que tarde esa persona en concreto, sino el tiempo que, en términos medios, bajo las
condiciones medias de producción actuales y con un esfuerzo también medio, se tardaría
en fabricar, en crear esa mercancía. Si dedicamos más tiempo que el tiempo de trabajo socialmente
necesario para fabricarla, no generamos más valor de cambio, simplemente estamos dilapidando
nuestro tiempo. Por tanto, en realidad, lo que dice la teoría del valor trabajo es que
aquellas mercancías cuyo tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas sea
el mismo, poseerán el mismo valor de cambio y, por tanto, se intercambiarán iguales
en los intercambios. Volviendo al ejemplo anterior, si una tonelada de trigo es igual
a 200 docenas de huevos, es porque el tiempo de trabajo socialmente necesario bajo condiciones
normales de producción y con un grado medio de habilidad e intensidad laboral es el mismo
en ambos casos. Por tanto, y por resumir, una cosa puede
poseer valor de uso, pero no valor de cambio por no ser fruto del trabajo humano, es decir,
hay cosas que son útiles, pero que no son cosas que producen el ser humano, el aire,
el suelo, las buenas vistas, todo eso es útil para el ser humano, pero no es fruto del
trabajo humano, no es reproducible a través del trabajo humano y, por tanto, no será una
mercancía, será un objeto útil, pero no será una mercancía creada por el ser humano
para venderla, para enajenarla en el mercado. Y ese tipo de mercancías no será un objeto
de estudio por la teoría del valor trabajo. Y, a su vez, una cosa puede poseer valor de
uso, puede ser fruto del trabajo humano, pero puede carecer de valor de cambio. Por ejemplo,
un bocadillo que laboró para mí mismo, pero no para los demás. La mercancía no solo
es útil y no solo es fruto del trabajo humano. A su vez, se dirige a satisfacer necesidades
ajenas, es decir, esa utilidad es la utilidad de otros. Es un producto, fruto del trabajo
humano y dirigido al intercambio en el mercado. Todo lo que sea fruto del trabajo humano,
pero no se dirija al intercambio en el mercado, no serán mercancías y, de nuevo, tampoco
será objeto de estudio por la teoría del valor trabajo.
Bien, una vez ya hemos explicado que el valor de cambio de las mercancías depende del tiempo
de trabajo socialmente necesario para producirlas, ya estamos en posición de explicar a su vez
de dónde conseguir a más que surge el plusvalor, la plusvalía, es decir, la obtención de un
mayor valor de cambio a través del sistema económico capitalista que aquel valor de
cambio que yo ofrezco en el mercado.
Bueno, si hemos dicho antes que las mercancías en agregados intercambian según sus valores
de cambio, es decir, que si el tiempo de trabajo es socialmente necesario para producir una tonelada
de trigo es el mismo que para producir 200 docenas de huevos y que, por tanto, una tonelada
de trigo se intercambiará por 200 docenas de huevos, pues es evidente que la plusvalía
no puede surgir de este proceso de intercambio, no puede surgir del proceso de intercambio
entre igualidades de valor de cambio. Es decir, que si invierto una determinada cantidad de
dinero en comprar una tonelada de trigo, no podré obtener por ese trigo, al menos de
manera sistemática en el mercado, no podré obtener por esa tonelada de trigo más dinero
que el que he invertido en comprarlo.
Por tanto, la plusvalía tiene que surgir de otro sitio distinto al valor de cambio,
y de donde surgirá, según Marx, es del valor de uso de una mercancía, es decir, de la capacidad
para utilizar una mercancía del uso que le demos a una mercancía podríamos generar
nuevos valores de cambio, pero para ello es imprescindible encontrar una mercancía cuyo
valor de uso, cuyo empleo, cuya utilización sea fuente de nuevos valores de cambio y esa
mercancía es la fuerza de trabajo, entendida como el agregado de capacidades físicas y
mentales de un ser humano que utiliza para fabricar mercancías, por tanto, si conceptualizamos
la fuerza de trabajo, este conjunto de capacidades físicas y mentales de una persona para producir
mercancías, si conceptualizamos la fuerza de trabajo como una mercancía, esa mercancía
se comprará, se podrá comprar a su valor de cambio, y el uso que hagamos de esa mercancía
básicamente pues indicarle al trabajador que vende su fuerza de trabajo, que tiene
que producir nuevas mercancías, la utilización que hagamos de esa mercancía nos permitirá
generar nuevos valores de cambio, y de aquí si puede surgir la plusvalía, el plusvalor,
si el valor de cambio al que compramos la fuerza de trabajo es inferior a los valores
de cambio que puede generar la fuerza de trabajo durante la jornada laboral, entonces la fuerza
de trabajo si podrá generar una plusvalía, si podrá generar mayores valores de cambio
que aquellos valores de cambio o aquel valor de cambio que hemos pagado por adquirir la
fuerza de trabajo, por tanto la cuestión a resolver es cómo se determina el valor de
cambio de la fuerza de trabajo, y se determina exactamente igual que el de todas las mercancías,
porque recordemos que la fuerza de trabajo es una mercancía más, para Marx el valor
de cambio de la fuerza de trabajo se determina según el tiempo de trabajo socialmente necesario
para producir o reproducir la fuerza de trabajo. ¿Cuál es el tiempo de trabajo socialmente
necesario para producir o reproducir la fuerza de trabajo? Pues es equivalente al tiempo
de trabajo socialmente necesario para producir los bienes que permiten garantizar la subsistencia,
si lo queremos no solo material sino incluso profesional de esa fuerza de trabajo, incluso
su reproducción a lo largo de generaciones, por tanto ¿Cuál es el valor de cambio de
la fuerza de trabajo? Pues el tiempo de trabajo socialmente necesario que necesitamos para
producir la comida que va a comer él y sus hijos cada día, la educación que él o sus
hijos van a recibir para capacitarlos, para ser fuerza de trabajo, para poder producir
valores mercancías con valor de uso y que sean enajenables en el mercado a un valor
de cambio o para producir los servicios sanitarios que necesitan esos trabajadores para mantenerse
suficientemente sanos como para que la fuerza de trabajo no se deteriore. Todo ese conjunto
de bienes que deben ser producidos recurrentemente para producir o reproducir mejor dicho la fuerza
de trabajo es el valor de cambio, es decir, el valor de cambio de esos bienes es el valor
de cambio o es equivalente al valor de cambio de la fuerza de trabajo. Por tanto, la fuerza
de trabajo se vende por ese valor de cambio pero su valor de uso, la utilización que
hagamos de esa fuerza de trabajo y que permite generar nuevos valores de cambio a través
de las mercancías que fabrica el obrero durante la jornada laboral, pues ese valor de uso
no depende del valor de cambio que hayamos pagado a un trabajador, es decir, nosotros
contratamos a un trabajador pagándole el equivalente al valor de cambio que necesita
para reproducir su fuerza de trabajo pero luego el valor de cambio de las mercancías
que ese trabajador produce no depende del valor de cambio que le hemos pagado para
contratarlo durante una determinada jornada laboral.
Por tanto, cuando el capitalista compra la fuerza de trabajo por su valor de cambio,
es decir, cuando invierte una determinada cantidad de dinero en comprar esta mercancía
concreta específica que es la fuerza de trabajo, puede utilizar la fuerza de trabajo durante
toda la jornada laboral para producir mercancías, para fabricar y vender mercancías que tendrán
una vez se lleven al mercado y se vendan, se realicen en el mercado que acabarán teniendo
un valor de cambio superior al valor de cambio que se ha pagado por la fuerza de trabajo,
por tanto el dinero se utiliza para comprar la mercancía especial que es la fuerza de
trabajo y el producto de esa fuerza de trabajo se revende en el mercado por una mayor cantidad
de dinero de la que hemos invertido inicialmente y esa mayor cantidad de dinero es la diferencia
entre el valor de cambio que hemos pagado por la fuerza de trabajo y el valor de cambio
que terminamos obteniendo como consecuencia de la utilización de la fuerza de trabajo
durante la jornada laboral, esa diferencia entre esos dos valores de cambio es la plusvalía.
Por tanto, dicho de otra manera, podemos dividir la jornada laboral de todo trabajador en
dos partes, una parte, una determinada cantidad de horas diarias, imaginemos seis horas al
día, que es el tiempo de trabajo necesario para que el obrero reproduzca el valor de
cambio equivalente para adquirir las mercancías que son necesarias para reproducir esa fuerza
de trabajo, es decir, las mercancías necesarias para sostener diariamente al trabajador y
a su familia y sus también capacidades intelectuales y su salud, y otra parte de la jornada laboral
donde ya no está produciendo un valor de cambio para equivalente o necesario para adquirir
las mercancías que permiten reproducir esa fuerza de trabajo, sino que está generando
un valor de cambio adicional a este valor de cambio necesario para reproducir la fuerza
de trabajo, y ese tiempo es tiempo de plus trabajo, tiempo durante el cual el obrero
no está generando, repito, valor de cambio para sostenerse a sí mismo, sino valor de
cambio del que se apropia el capitalista, y ese valor de cambio, ese tiempo del trabajador,
esa parte de la jornada del trabajador cuyos valores de cambio generados son finalmente
apropiados, por el capitalista esos valores de cambio son la plusvalía, por tanto el
capitalista se apropia en última instancia de una parte de la jornada laboral del obrero,
de una parte del valor de cambio generado durante su jornada laboral, y esa apropiación
es lo que se conoce como la explotación, la explotación marxista no es un término
que pretenda ser valorativo sobre las condiciones de trabajo de un obrero, podrá coincidir
una visión, una concepción coloquial de este trabajador está explotado porque trabaja
en condiciones pésimas, podrá coincidir con el concepto marxista de explotación, pero
el concepto marxista de explotación es distinto del anterior, el concepto marxista de explotación
se refiere a que el capitalista se apropia de una parte de la jornada del valor de cambio
generado durante una parte de la jornada del obrero, simple y llanamente eso, el obrero
podría trabajar en unas condiciones absolutamente maravillosas y envidiables, pero en la medida
en la que no se apropia o en la medida en la que el capitalista se apropia de una parte
del valor de cambio que genera durante su jornada laboral ese trabajador en unas condiciones
laborales maravillosas estará explotado.
Muy bien, pues esta es básicamente la de manera muy resumida y dejando muchos otros
procesos desde luego de lado porque no tenemos tiempo para extendernos mucho más, pero este
es el núcleo de la teoría del valor trabajo de marx y también el núcleo de su teoría
de la explotación, a partir de aquí ya podemos exponer cuáles son los principales errores
que están contenidos en esta teoría.
Este es el error o primer problema, la arbitraria de selección que efectúa marx de cuál es
el denominador común de las mercancías que participan en un intercambio.
El único elemento que tienen en común dos mercancías intercambiadas no es que sean
fruto del trabajo humano, recordemos que marx afirma que dos mercancías que son intercambiadas
sólo tienen en común ser fruto del trabajo humano, pero esto es evidentemente falso.
Las cosas que pueden tener en común, otras propiedades que pueden tener en común son
sus propiedades naturales, por ejemplo su peso, en este sentido podríamos articular una teoría
del valor peso según el cual el valor de cambio de las mercancías depende de su peso.
O también de manera todavía más fundamental podríamos decir que lo que tienen en común
dos mercancías intercambiadas es que son fruto de la energía, energía que se puede haber
canalizado a través del ser humano o no.
De hecho, fijémonos que esta teoría sería una teoría bastante más general que la teoría
del valor trabajo, al fin y al cabo el trabajo humano no es más que una forma de aplicar
energía, por tanto podríamos avanzar hacia una teoría todavía más general, más amplia
que la teoría del valor trabajo del marxismo y afirmar que el valor de cambio de las mercancías
depende de la energía que socialmente sea necesario para producirlas y que por tanto
las mercancías se intercambian según el equivalente de energía que sea necesario incorporar
a ellas para fabricarlas.
Pero realmente lo verdaderamente relevante, la propiedad verdaderamente relevante o la
característica realmente relevante que tienen en común las dos mercancías intercambiadas
no son ni sus propiedades naturales ni el ser fruto de la energía, sino que son mercancías,
son bienes relativamente escasos con respecto a las necesidades humanas que pueden satisfacer.
Es decir, lo que tiene en común la tonelada de trigo que se intercambia por las 200 o
docenas de huevos es que la tonelada de trigo es relativamente escasa con respecto a la necesidad
social que satisface esa tonelada de trigo y las 200 docenas de huevos también son relativamente
escasas con respecto a las necesidades que pueden satisfacer.
Esto es algo que además está implícito en el desarrollo marxista, marx dice que un objeto
sin valor de uso no es mercancía, no llega a ser mercancía y por tanto no se intercambia
en el mercado.
Si esto es así, significa que solo se dan mercancías aquellos objetos que sigan teniendo
valor de uso, es decir, aquellos objetos que sigan siendo susceptibles de satisfacer
necesidades humanas y si siguen siendo susceptibles de satisfacer necesidades humanas es porque
las necesidades humanas subsisten en relación con la disponibilidad de esas mercancías.
Si existieran sobreabundancia de todas las mercancías en relación con las necesidades
humanas habría una parte del stock de esas mercancías que ya no serviría para nada,
ya no se dirigiría a satisfacer ninguna necesidad humana y por tanto esa parte del
stock de mercancías no sería realmente una mercancía porque no tendría valor de uso.
Si las mercancías siguen siendo mercancías y se siguen intercambiando en el mercado es
porque son relativamente escasas con respecto a las necesidades humanas que satisfacen.
Marx no nos explica por qué si las mercancías tienen en común no solo ser fruto del trabajo
humano sino también pueden tener en común su peso, su superficie o el ser fruto de la
energía o sobre todo que ambas tienen utilidad para satisfacer o ambas son útiles a la hora
de satisfacer necesidades sociales porque esas propiedades que también son comunes
no pueden ser las que determinan los valores de cambio.
Fijámonos en el razonamiento que hace Marx donde no demuestra que solo el valor, no solo
que el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir las mercancías es la variable
relevante para explicar su valor de cambio, simplemente descarta sin justificar, sin argumentar
que esas otras características que acabamos de citar sean las que puedan determinar esos
valores de cambio.
Dice Marx, ese algo común a las mercancías intercambiadas no puede ser una propiedad
natural, geométrica, física, química o de otra índole de las mercancías, sus propiedades
corpóreas entran en consideración única y exclusivamente en la medida en que ellas
hacen útiles a las mercancías, en que las hacen ser valores de uso.
Pero por otra parte, salta a la vista, salta a la vista, que es precisamente la abstracción
de sus valores de uso, lo que caracteriza la relación de intercambio entre las mercancías.
¿Cómo que salta a la vista?
Es decir, esto no es un argumento, esto no es una forma de razonar, es como decir, es
evidente que el valor de cambio de las mercancías no depende de su utilidad porque es evidente.
Si el valor de cambio no depende de la utilidad, deberías ser capaz de explicar por qué no,
y Marx no hace esto, Marx en ninguna parte del capital nos explica por qué el elemento
común que participa o que existe en todo intercambio de mercancías no puede ser la utilidad.
Simplemente dice que para él es evidente que no lo es, pero eso no es una forma científica
de demostrar nada.
De hecho, fijémonos cómo continúa Marx, dice, ahora bien, si ponemos a un lado el
valor de uso del cuerpo de las mercancías, si nos olvidamos de este elemento que también
es común en las mercancías, únicamente le restará una propiedad la de ser productos
del trabajo.
Es decir, después de decir, hay muchos elementos potenciales que tienen en común las mercancías
que participan en un intercambio.
Vamos a olvidarnos de todos los que no me interesan y entonces solo tienen en común
el ser fruto del trabajo humano, pero de nuevo no se está explicando por qué el elemento
común no puede ser cualquiera de los otros y muy en particular el que dice la teoría
subjetiva del valor, a saber que son bienes útiles con respecto a las necesidades humanas.
Y esto además es una cierta contradicción dentro de todo el esquema marxista, porque
como hemos dicho antes, Marx solo analiza el valor de cambio de aquellas mercancías
que son reproducibles a través del trabajo humano, pero Marx reconoce que hay otras
mercancías que no son reproducibles a través del trabajo humano, que se intercambian en
el mercado y que tienen a su vez un valor de cambio.
Entonces, si hay mercancías, por ejemplo, recursos naturales, ciertos activos reales,
bienes que son únicos y exclusivos y que no se pueden reproducir, por ejemplo, cuadros
de Picasso y que no se pueden reproducir nuevamente a través del trabajo humano, si Marx reconoce
que todo esto existe y que cuando llega al mercado tiene un valor de cambio, es evidente
que se producen otros intercambios donde el elemento común no es el ser fruto del trabajo
humano.
El elemento común será otro, pero si hay otros elementos potencialmente en común
en aquellas mercancías que no son fruto del trabajo humano o que no son reproducibles
a través del trabajo humano, ¿por qué ese mismo elemento común, básicamente la utilidad,
no puede ser el que determina los intercambios de las mercancías que sí son reproducibles
a través del trabajo humano?
Cito a Marx para que dé claro que él consideraba que, como digo, su teoría del valor de trabajo
solo sirve para mercancías reproducibles a través del trabajo humano, dice, por último,
al considerar las formas en que se manifiesta la renta de la tierra, es decir, el arriendo
abonado al terrateniente bajo el título de renta a cambio de la utilización del suelo,
sea con fines productivos o de consumo, cabe sostener que el precio de aquellas cosas que
no tienen un valor intrínseco, es decir, que no son el producto del trabajo como la tierra
o que por lo menos no pueden ser reproducidos mediante el trabajo, como las antiguidades,
las obras de arte de determinados maestros, etcétera, puede ser determinado por combinaciones
sumamente fortuitas, es decir, lo que dice Marx es que el valor de cambio de todo aquello
que no es reproducible mediante el trabajo humano se determina de manera fortuita, no
es capaz de explicarlo cuando son intercambios, es decir, tienen valor de cambio en los intercambios
y esos intercambios, o ese valor de cambio, tendrá que tener algo en común según su
propio razonamiento con las mercancías con las que se intercambia, y ese algo en común
el mismo dice que no es el ser fruto del trabajo humano, por tanto que es, y ese que es porque
no es lo mismo que existe en común en las mercancías que sí son fruto del trabajo
humano, fundamentalmente, claro, la utilidad. Segundo problema, el tiempo de trabajo socialmente
necesario, que como sabemos es lo que determina el valor de cambio de las mercancías, es
un concepto vago y endógeno a la demanda. ¿Por qué es un concepto vago? Pues en esencia
porque no existe una unidad homogénea de trabajo abstracto al que reducir los distintos
trabajos concretos y heterogéneos que tienen lugar dentro de una economía, o dicho de
otra manera. Imaginemos que el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir una docena
de huevos es el mismo que el tiempo de trabajo necesario para realizar una operación de
cirugía muy compleja. Imaginemos que para producir una docena de huevos hacen falta
cinco horas de trabajo y para producir o para prestar esa operación de cirugía también
el cirujano toma cinco horas. Eso significa que la operación de cirugía se intercambiará
por el mismo valor de cambio que esa docena de huevos que ambas han costado cuantitativamente
el mismo tiempo de trabajo socialmente necesario, es decir, cinco horas. Pues evidentemente no.
¿Por qué? Porque cada una de estas mercancías, aunque ha costado o incorporan cinco horas
de trabajo socialmente necesarias, cada una de esas horas de trabajo, las horas de trabajo
del granjero y las horas de trabajo del cirujano no son homogéneas en su intensidad. Por tanto,
para poder comparar horas de trabajo de distintas intensidades, de trabajo concreto, de distintas
intensidades, es necesario reducir esas horas de trabajo concreto con distintas intensidades
a horas de trabajo abstracto y decir, por ejemplo, pues la hora de trabajo socialmente
necesaria de un cirujano equivale a quinientas horas de trabajo socialmente necesario de un
granjero. Esto es algo que el propio Marx reconoce. Así como en la sociedad burguesa
un general o un banquero desempeñan un papel preminente y el hombre sin más ni más un
papel muy deslucido, otro tanto ocurre con el trabajo humano. Este es gasto de la fuerza
del trabajo simple que termino medio todo hombre común sin necesidad de un desarrollo
especial posee en su organismo corporal. El carácter del trabajo medio simple varía,
por cierto, según los diversos países y épocas culturales, pero está dado para una
sociedad determinada. Se considera que el trabajo más complejo, por ejemplo, el del
general, es igual solo a un trabajo simple, potenciado o más bien multiplicado, de suerte
que una pequeña cantidad de trabajo complejo equivale a una cantidad mayor de trabajo simple.
Y este es el problema. El problema es que cómo establecemos la relación multiplicada
que existe entre el trabajo simple, por ejemplo, de un granjero y el trabajo complejo de un
cirujano. Lo que nos dice Marx o la respuesta que articula Marx es que tenemos que comparar
los valores de cambio del producto de su trabajo. Dice la experiencia muestra que constantemente
se opera esa reducción. Por más que una mercancía sea el producto del trabajo más
complejo, su valor, su valor de cambio, la equipara al producto del trabajo simple y
por consiguiente nos representa más que una determinada cantidad de trabajo simple.
Es decir, lo que nos aboca Marx es a que comparemos cuál es el valor de cambio de una operación
de cirugía y comparemos eso con el valor de cambio de un granjero, del kilo de tomates
de un granjero. Entonces, si las cinco horas de un cirujano se intercambian por el equivalente
a 20 horas de un granjero, cabrá decir que la hora de un cirujano es trabajo multiplicado
equivalente a cuatro veces el trabajo de un granjero. Entonces, aparentemente aquí podríamos
tener una respuesta, es decir, aunque no existe una unidad homogénea mediante la cual o a
la cual podamos reducir desde un comienzo el trabajo heterogéneo de distintos trabajadores
con distintas intensidades de fuerza de trabajo, podríamos pensar que a través del valor
de cambio de las mercancías que ellos producen, podemos indirectamente conocer cuál es la
proporción entre trabajo simple y trabajo complejo, trabajo multiplicado de cada uno
de esos trabajadores.
Problema de esto, que los diferenciales de intensidad de trabajo no pueden medirse por
los diferenciales de los precios de mercado de las mercancías producidas y por qué razón
no podemos hacer esto que es lo que nos sugiere Marx, pues porque el propio Marx en el volumen
tercero del capital, de hecho el propósito o la misión del volumen tercero es explicar
esto, nos explica que los precios de mercado que es lo observable y lo que podríamos comparar
el precio de mercado de una hora o de una operación de cirugía y el precio de mercado
de un kilo de tomates, nos explica que los precios de mercado de las mercancías no coinciden
necesariamente con sus valores de cambio, que los precios de mercado de las mercancías
pueden fluctuar por encima o por debajo de sus valores de cambio, esto es algo de nuevo
que el propio Marx reconoce, dice en el volumen tercero del capital, la suposición de que
las mercancías de las diferentes esferas de producción se venden a sus valores solo
significa naturalmente que su valor es el punto de gravitación en torno al cual giran los
precios y hacia el cual se nivelan sus constantes alzas y bajas, entonces siempre habrá que
distinguir además entre un valor de mercado sobre el cual hablaremos más tarde y el valor
individual de las diversas mercancías producidas por los diferentes productores, el valor individual
de algunas de esas mercancías estará por debajo del valor de mercado, es decir que
se requerirá menos tiempo de trabajo para su producción de lo que expresa el valor
de mercado, el de otras estará por encima de él, por tanto Marx nos está diciendo
en el volumen uno del capital que para conocer las diferencias de intensidad entre una misma
cantidad de horas de tiempo de trabajo socialmente necesario de dos trabajadores muy heterogéneos,
dos trabajadores con complejidades e intensidades muy distintas, podemos conocer cuál es la
relación de esas intensidades de trabajo, de esas intensidades heterogéneas de trabajo
comparando el valor de los productos de las mercancías que esos trabajadores crean, pero
el valor no es directamente observable en el mercado, lo que observamos en el mercado
son los precios de mercado y en el volumen tercero Marx nos dice que los precios de mercado
no reflejan necesariamente el valor, por tanto aunque la hora de un cirujano se pague por
ejemplo a 100 euros y la hora de un agricultor se pague a 5 euros, no podemos decir que la
hora de un cirujano es 20 veces más intensa que la hora de un agricultor, porque podría
ser que esos 100 euros que es el precio de mercado de una hora de trabajo de un cirujano
no reflejan adecuadamente el valor del cirujano, porque los precios como dice Marx aquí pueden
fluctuar a la alza o a la baja y por tanto si solo podemos conocer el diferencial de
intensidades a través del diferencial de valores de cambio de las mercancías que producen
por hora, pero no podemos conocer cuál es ese valor de cambio de las mercancías que
producen por hora, porque el precio de mercado de esas mercancías fluctúa al alza o a la
baja de sus valores de cambio, lo dice aquí, leo de nuevo, es decir que se requerirá menos
tiempo de trabajo para su producción de lo que expresa el valor de mercado, pues no hay
forma de conocer cuál es el diferencial de intensidades entre horas de trabajo heterogéneas,
por tanto apelar al tiempo de trabajo socialmente necesario para aproximar el valor de cambio
de una mercancía, por necesidad se da un concepto muy vago, muy indefinido, porque las distintas
horas de distintos trabajadores no valdrán lo mismo y no tendremos forma de saber cuánto
vale cada una de ellas, porque los precios de mercado no serán un indicador para conocer
esto, por tanto, al final Marx está cayendo en la arbitrariedad absoluta en la determinación
de los precios, pero más allá de este problema muy metodológico, muy grave, para conocer
cómo se determina realmente el valor de cambio de las mercancías, hay otro problema adicional
que éste sí va más al fondo de la teoría del valor trabajo, recordemos que la teoría
del valor trabajo de Marx pretende, lo afirma, pretende que creamos que el valor de cambio
de las mercancías no depende de su utilidad, no está modulado por su utilidad, como hemos
dicho si una mercancía no es útil, no llega a ser una mercancía y por tanto ni siquiera
puede llegar a tener valor de cambio, pero el valor de cambio no está modulado, no
es mayor o menor en función de si su utilidad es mayor o menor, pero esto es erróneo porque
el propio Marx reconoce que el concepto de tiempo de trabajo socialmente necesario no es
independiente ni de la oferta no laboral, ni tampoco de la demanda de las mercancías
que tienen un determinado valor de cambio a su vez determinado por el tiempo de trabajo
socialmente necesario para producirlas, cito de nueva Marx, el tiempo de trabajo socialmente
necesario es el requerido para producir un valor de uso cualquiera en las condiciones normales
de producción vigentes en una sociedad y con el grado medio de destreza e intensidad
del trabajo, es decir, el tiempo de trabajo socialmente necesario depende del resto de
la estructura productiva, depende de cual sea la oferta de medios de producción que se
complementan con el factor trabajo, con la fuerza de trabajo para producir mercancías.
Si una sociedad tiene muchos y muy buenos medios de producción, el tiempo de trabajo
socialmente necesario para producir un televisor se da muy bajo y si una sociedad tiene medios
de producción escasos y de muy mala calidad, el tiempo de trabajo socialmente necesario
para producir ese mismo televisor será más alto, por tanto, el tiempo de trabajo socialmente
necesario depende, está condicionado estrictamente, por las condiciones de la oferta no laboral.
Otro caso quizás más llamativo, incluso porque incluso hay una modificación retroactiva
del valor de cambio, es este que nos proporciona Marx. Si el tiempo de trabajo socialmente
requerido para su producción se ha modificado, la misma cantidad de algodón, por ejemplo,
en caso de malas cosechas, representa una cantidad mayor de trabajo que cuando aquellas
son buenas. Pues si el tiempo de trabajo socialmente requerido para su producción se ha modificado,
se opera un efecto retroactivo sobre la vieja mercancía que cuenta siempre tan solo como
un ejemplar individual de su género y cuyo valor en todos los casos se mide por el trabajo
socialmente necesario, esto es, por el trabajo necesario bajo las condiciones sociales actuales.
Fijémonos que aquí Marx lo que está diciendo es, si el tiempo de trabajo socialmente necesario
es uno, en buenas condiciones climáticas, cultivamos el algodón ya después de haber
incorporado el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir una determinada cantidad
de algodón, pero, por lo que sea, hay un incendio o hay cualquier accidente y la mitad
de la cosecha desaparece, retroactivamente el tiempo de trabajo socialmente necesario
incorporado en esas mercancías se incrementa, algo así como si las mercancías que desaparecen
le traspasaran valor de cambio a las mercancías que sobreviven, por tanto no es solo que para
crear las mercancías el tiempo de trabajo socialmente necesario y por tanto el valor
de cambio dependa de las condiciones de la oferta, es que incluso una vez producidas
las mercancías el valor de cambio vía a tiempo de trabajo socialmente necesario depende
de que esas condiciones se mantengan hasta que la mercancía sea enajenada, por tanto
por un lado el tiempo de trabajo socialmente necesario depende de la oferta no laboral,
pero por otro, es que además depende de la demanda, depende de la utilidad relativa de
los productos de eso que Marx nos decía que teníamos que hacer abstracción porque no
determinaba el valor de cambio, dice Marx, supongamos por último que cada pieza de delienzo
disponible en el mercado solo contiene tiempo de trabajo socialmente necesario, puede ocurrir
sin embargo que la suma total de esas piezas contenga tiempo de trabajo gastado de manera
superflua, si el estómago del mercado no puede absorber la cantidad total delienzo al
precio normal de dos chelines por vara, ello demuestra que se consumió bajo la forma de
la fabricación delienzo una parte excesivamente grande del tiempo de trabajo social en su
conjunto, el resultado es el mismo que si cada uno de los tejadores hubiera empleado en
su producto individual más tiempo de trabajo que el socialmente necesario, aquí se aplica
lo de que pagan justos por pecadores, es decir, que incluso el tiempo de trabajo socialmente
necesario para Marx depende de la extensión de la demanda, si la demanda es mayor y las
mercancías se vuelven superfluas en relación con la demanda, el valor de cambio de las
mercancías, aún cuando el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas no
haya variado, el valor de cambio de las mercancías caerá y si las mercancías se vuelven, básicamente
la implicación complementaria a esta que he mencionado, si las mercancías se vuelven
todavía más escasas de lo que era en relación con la demanda de mercado y, y esta es la
parte quizá más interesante, y el tiempo de trabajo socialmente necesario se incrementa
porque entramos en rendimientos decrecientes de la producción de esa mercancía, es decir,
si la demanda de mercancías se incrementa y para incrementar la producción tenemos
que recurrir a métodos productivos menos eficientes que los disponibles con un nivel
de producción más bajo, es decir, tenemos que, por ejemplo, utilizar tierras submarginales
o el equipo, la maquinaria que tenemos disponible no es tan eficiente como la que veníamos
empleando, pues bien, si el tiempo de trabajo socialmente necesario se incrementa a resultas
de una mayor demanda de esa, de esa, de esa mercancía, entonces el tiempo de trabajo
socialmente necesario del conjunto de las mercancías se incrementará también. Por tanto, no puede
decirse en absoluto que el valor de cambio sea independiente del valor de uso, porque
a mayor valor de uso de una mercancía, mayor necesidad de producir esa mercancía y en la
medida en que esa mercancía tenga que ser producida por métodos progresivamente menos
productivos, es decir, que requieran un tiempo de trabajo socialmente necesario mayor, el
valor de cambio de esa mercancía se incrementará. Por tanto, la utilidad de la mercancía determinará
indirectamente el valor de cambio vía a condiciones productivas, y además condiciones
productivas que van más allá que la mera incorporación de trabajo, condiciones productivas
que dependen de la organización de una determinada estructura productiva. Por consiguiente, fijémonos
que el valor de cambio, que el tiempo de trabajo socialmente necesario es una variable endógena
a la demanda de mercancías, es decir, a la utilidad que le reportan a los demandantes,
a los consumidores esas mercancías, y también una variable endógena a la forma que adopte
la estructura productiva dentro de la cual el trabajador desempeña su fuerza de trabajo
para producir mercancías. Y si el tiempo de trabajo socialmente necesario es una variable
endógena a la demanda de mercancías y a la oferta no laboral de mercancías, en qué
sentido podemos decir que solo el trabajo y no la demanda y no las condiciones complementarias
no laborales de la oferta son que solo el trabajo es el que determina y no la demanda
y las condiciones no laborales de la oferta son las que determinan el valor de cambio.
Bien, y a partir de aquí ya podemos avanzar hacia el tercer problema de la teoría del
valor trabajo, que además será el que nos permitirá ligar con el gran error que comete
Marx en su teoría de la explotación. El tercer problema, el tercer error es que solo
el trabajo es fuente de valor. Para Marx, solo el trabajo humano, como ya hemos dicho,
es capaz de generar nuevo valor de cambio. Ni los animales ni los robots pueden generar
nuevo valor de cambio. Para Marx, los animales o los robots únicamente trasladan el valor
de cambio que incorporaban cuando fueron producidos a su vez a través del trabajo. Por ejemplo,
si para producir una, para crear y engordar una gallina hacen falta 20 horas de trabajo
humano, si luego esa gallina la matamos para producir carne y la carne la comercializamos
en el supermercado, la gallina como tal, el valor final de las pechugas de gallina, la
gallina como tal solo trasladará 20 horas de trabajo, es decir, el valor de cambio de
la gallina en forma de pechugas o de filetes en el supermercado solo será de 20 horas
de trabajo socialmente necesarias. Luego, evidentemente, el proceso de transformación
de una gallina muerta o fileteada a una gallina o unos filetes comercializados en el supermercado
pues podrían requerir trabajo adicional. Y ese trabajo adicional para terminar vendiendo
la gallina sí que sumará al producto final, pero la gallina en sí misma solo trasladará
el valor de cambio que ya tenía cristalizado, solidificado cuando fue producida por el trabajo
humano. Bien, esta es una clara arbitrariedad de Marx, no queda claro porque ni los animales
ni los robots pueden generar nuevo valor de cambio. Imaginemos un caballo que pues necesita
alimentarse diariamente con una determinada cantidad de comida y que incluso pues tiene
que es necesario mantener su establo en determinadas condiciones para que el caballo se mantenga
sano. Bueno, pues ese caballo diariamente podría estar empleado durante por ejemplo
10 horas y durante 4 o 5 horas producir las mercancías con un valor de cambio equivalente
al que sea necesario invertir para alimentar el caballo, para cuidar su establo, etcétera.
Y toda la producción adicional de mercancías que realice ese caballo día a día será
un plus trabajo del caballo, sería un plus trabajo del caballo, un excedente sobre el
coste de las mercancías, el coste en términos de valor de cambio que se necesita para reponer
y para mantener en adecuadas condiciones al caballo y a sus crías. Lo mismo con los robots,
imaginemos que fabricamos un robot, una automata que es capaz de realizar, de producir autónomamente
nuevas mercancías. Bien, pues todo aquel exceso de mercancías que produzca el robot más allá
del valor de cambio que se necesita para mantener en funcionamiento el robot, ya sea para costear
la energía que necesita el robot o ya sea para mantener en buen estado, pues cambiarle
las piezas que se vayan deteriorando, mantener en buen estado el robot, todo ese exceso de
valor de cambio, de nuevo es un nuevo valor de cambio que se genera en exceso del valor
de cambio que hemos invertido al fabricar el robot. De hecho, en realidad cualquier
medio de producción, capaz de incrementar el valor de cambio de las mercancías que
produce o capaz de incrementar las mercancías en términos de valor de cambio, por encima
de su coste de reposición, deberíamos considerar que es capaz de generar nuevo valor de cambio,
un valor de cambio netamente positivo sobre ese coste de reposición. ¿Por qué Marx no
quiere reconocer esto? Porque para Marx, y de nuevo esta es una de las arbitrariedades
que hemos destacado en el primer error, en el primer problema, para Marx solo el trabajo
humano es fuente de valor. Entonces, si solo el trabajo humano es fuente de valor, el trabajo
humano socialmente necesario es fuente de valor, pero como hemos visto en el problema
2, el tiempo de trabajo socialmente necesario depende en gran medida de las condiciones
de la oferta no laboral, al final lo que está haciendo Marx sin explicitarlo claramente,
pero es lo que está haciendo, es imputarle al trabajador toda ganancia de productividad
que se pueda derivar de un cambio de una mejoría en la estructura productiva, porque el tiempo
de trabajo socialmente necesario depende de la estructura productiva, pero ningún elemento
de esa estructura productiva genera valor adicional al del trabajo, por tanto, si la
estructura productiva permite generar más productos que antes al complementarse con
el trabajo y esos productos adicionales, esos nuevos productos, esos productos extraordinarios
con respecto a la situación anterior, con respecto a la situación de otra estructura
productiva, pues esos productos extraordinarios solo se podrán imputar al trabajador. Por
ejemplo, imaginemos que con una determinada estructura productiva, el tiempo de trabajo
necesario para reproducir el valor de cambio de la fuerza de trabajo son 10 horas, llega
el capitalista y en esa estructura productiva incorpora nueva maquinaria, lo que permite
que el trabajador reproduzca su fuerza de trabajo simplemente trabajando 6 horas al
día. Pues bien, para Marx esta ganancia de productividad que deriva de un cambio de la
estructura productiva, porque el capitalista ha introducido nueva maquinaria, es imputable
al trabajador y lo que nos dirá es que la reducción del tiempo de trabajo necesario
de 10 a 6 horas, si la jornada laboral se mantiene en 10, antes era necesario trabajar
10, ahora solo es necesario trabajar 6, si la jornada laboral se mantiene en 10, eso
significa que ha habido un aumento del plus trabajo de 4 horas, es decir, que el capitalista
ahora se apropia de 4 horas del trabajo del trabajador, pero ¿por qué le imputa Marx
esas 4 horas que son una ganancia de productividad derivada de la introducción de nueva maquinaria
en la estructura productiva, por qué se las imputa al trabajador? Una primera respuesta
podría ser, porque esa maquinaria ha sido a su vez producida por otros trabajadores.
Bien, imaginemos que esa maquinaria la ha producido con sus propias manos el capitalista y que
la incorpora de esa maquinaria producida por sí mismo, la incorpora a la estructura productiva
que permite que el trabajador que trabaja con esa maquinaria vea incrementada su productividad
hasta el punto de que antes necesitaba trabajar 10 horas para reproducir las mercancías que
le permitían sostenerse con vida y con capacidades productivas de 10 a 6 horas. ¿Por qué suponer
que esa reducción de 10 a 6 horas, esa ganancia de productividad es imputable solo al trabajador
y no al trabajo que ha incorporado a la maquinaria el capitalista y que permite por tanto la reducción
del tiempo de trabajo socialmente necesario de 10 a 6 horas? De hecho, fijémonos en
la trámpaga comete Marx para justificar esto, porque la segunda respuesta que podríamos
dar aquí es, bueno, una vez producida la maquinaria por el capitalista, si el trabajador
se la expropia, es decir, si cambiamos los títulos de propiedad sobre la maquinaria,
entonces sí es verdad que el trabajador no necesitará trabajar 10 horas para reproducir
su fuerza de trabajo, sino que bastará con que trabaje 6. Por tanto, al final, con una
determinada estructura productiva, que sí, que puede ser fruto de decisiones pasadas
de los capitalistas, pero con una determinada estructura productiva cambiando el régimen
de propiedad de esa estructura productiva, conseguiríamos reducir la jornada laboral
necesaria del trabajador de 10 a 6 horas. Y esto sí sería así siempre y cuando supongamos
que el hecho de cambiar los títulos de propiedad, por ejemplo, la maquinaria, no conduzca a
que haya menos maquinaria de la que habría manteniendo la propiedad de la maquinaria
en manos de los capitalistas. Y fijaos que esa cuestión, que es la clave, más la resuelve
de una manera tramposa, dice Marx. Como hemos visto, durante una parte del proceso laboral,
el obrero se limita a producir el valor de su fuerza de trabajo, esto es, el valor de
los medios necesarios de subsistencia. Como actúa en un régimen que se funda en la división
social del trabajo, no produce directamente sus medios de subsistencia, sino que, bajo
la forma de una mercancía particular del hilado, por ejemplo, produce un valor igual
al valor de sus medios de subsistencia o al dinero con el que los compra.
La parte de la jornada laboral utilizada por él a tal efecto se da mayor o menor, según
el valor medio de los artículos necesarios para su subsistencia diaria, y por ende,
según el tiempo de trabajo diario requerido en término medio para su producción. Si el
valor de sus medios de subsistencia diaria representa, promedialmente, 6 horas de trabajo
objetivadas, el obrero tendrá que trabajar, término medio, 6 horas para producirlo. Si
en vez de trabajar para el capitalista lo hiciera para sí mismo, por su cuenta, y si
las demás circunstancias fueran iguales, el obrero tendría que trabajar promedialmente,
como siempre es la misma parte alicuota de la jornada para producir el valor de su fuerza
de trabajo, adquiriendo así los medios de subsistencia necesarios para su propia conservación
o reproducción continua. Es decir, lo que está diciendo Mars es, Ceteris paribus, manteniendo
todo lo demás constante, si la propiedad de los medios de producción pasa del capitalista
al trabajador, el tiempo de trabajo socialmente necesario para reproducir la fuerza de trabajo
evidentemente no cambiará, pero cuán riguroso es ese Ceteris paribus, es decir, si cambian
los títulos de propiedad de los medios de producción, no cambia la cantidad de medios
de producción, no cambia la estructura de los medios de producción, no cambia por tanto
las condiciones no laborales de la oferta que son las que determinan el tiempo de trabajo
socialmente necesario, y por tanto la extensión de la jornada laboral necesaria. Y esa es
justamente, o es justamente el problema cuarto y último que comete Mars y que invalida su
teoría de la explotación, el error del Ceteris paribus de las condiciones productivas al
cambiar el régimen de propiedad. La cantidad y calidad de los medios de producción
disponibles en una sociedad dependen de la cantidad y de la intensidad del tiempo de
trabajo que los individuos dediquen a producirlos. Esto es así dentro del marco de la teoría
del valor trabajo, no hace falta que salgamos ni siquiera de ese marco. Dentro del marco
de la teoría del valor trabajo, la cantidad y calidad de los medios de producción que
hay en una sociedad dependen de cuánto tiempo y de cuánta dedicación, cuánto esfuerzo
dediquen los trabajadores a producir esos medios de producción. Entonces, cambiando
el régimen de propiedad de los medios de producción, sólo seguirá habiendo los mismos medios
de producción que antes de cambiar el régimen de propiedad, si suponemos que el comportamiento
de los agentes en relación con la reproducción, con la creación de medios de producción
no va a cambiar, pero esto es evidentemente una hipótesis del todo irreal. La cantidad
y la intensidad del tiempo de trabajo que las personas pueden o desean dedicar a los medios
de producción no es idéntico entre todas las personas. Cada persona puede y quiere
dedicar un tiempo y una intensidad de trabajo a producir medios de producción que son distintas
y de qué depende ese tiempo y esa intensidad del tiempo de trabajo dedicado a producir
medios de producción. Pues depende, por ejemplo, de la paciencia que tenga cada persona y
la paciencia de todas ellas no es idéntica. Esto es lo que los economistas llamarían
preferencia temporal. Si un trabajador dedica diez horas diarias a producir, por ejemplo,
tres caballos y, en cambio, otro trabajador no quiere dedicar diez horas diarias a producir
caballos como medio de producción, sino que quiere dedicarlas a producir tomates para
luego comérselos, comérselos el y sus familia y sus amigos, pues evidentemente en esa sociedad
habrá más tomates y no habrá tantos caballos. O incluso aunque los dos produzcan caballos,
si uno los utiliza para comérselos y el otro los utiliza para venderlos y el que los compra
se los come y, en cambio, otro los produce para que otro los utilize productivamente
como medio de producción, pues en la sociedad donde las personas compran la mercancía
del animal caballo para producir y no para consumir, pues en esa estructura productiva
habrá más caballos que son productivos que en otra sociedad donde se compren los caballos
para consumir carne. Por tanto, la paciencia de las personas para retrasar el momento de
satisfacer sus necesidades lo que permite ampliar el abanico de medios de producción
disponibles en una sociedad que son los que determinan el tiempo de trabajo socialmente
necesario para producir otra serie de mercancías. Otro elemento que determina la distinta disponibilidad
de medios de producción es la versión al riesgo. Imaginemos que un trabajador no quiere
o no se atreve a producir caballos porque a lo mejor son un animal muy salvaje que implica
mucho riesgo para su producción o, por si queremos darle el trato de mercancías, imaginemos
que no hay nadie que quiera comprar caballos para utilizarlos como medio de producción
porque son un animal muy difícil de domar y de utilizar en actividades productivas, aunque
si se utilizan bien puede dar como resultado una mayor producción futura de mercancías.
Bueno, pues esa versión al riesgo determinará que haya más o menos caballos y cuando digo
caballos podrían ser máquinas o cualquier otro medio de producción más o menos caballos
o máquinas que se utilizan como medios de producción y si hay menos caballos que se
utilizan como medio de producción las condiciones de trabajo socialmente necesarias para producir
mercancías cuyo tiempo de trabajo se podría valatar utilizando caballos, pues evidentemente
ese tiempo de trabajo será mayor del que sería. Y el tercer elemento que determina cuántos
medios de producción hay disponibles dentro de una economía es la habilidad. No todas
las personas tienen la misma utilidad, no todas las personas tienen la misma habilidad
para producir los mismos medios de producción, como hemos dicho antes yo no tengo por qué
ser capaz de no tengo los conocimientos de ingeniería para producir ciertas maquinarias,
otra persona no tendrá los conocimientos de medicina para prestar servicios de cirugía
o podemos no tener los conocimientos para adquirir medios de producción muy diversos,
ensamblarlos y coordinarlos todos ellos de manera adecuada y eficiente para producir de
manera más productiva posible, es decir, al menor tiempo de trabajo socialmente necesario
posible la mayor cantidad de mercancías. Entonces, en la medida en que no todas las personas
somos igual de hábiles para producir o para organizar los medios de producción a la hora
de producir mercancías, las diferencias de habilidad entre las personas también condicionan
los medios de producción disponibles, la cantidad y la calidad de los medios de producción
disponibles y por tanto la estructura productiva y por tanto el tiempo de trabajo socialmente
necesario dentro de esa estructura productiva. Pues bien, si es evidente que no de cualquier
forma llegamos a una misma estructura productiva, es decir, si las personas son más pacientes,
si las personas son más aversas al riesgo, si las personas son menos hábiles, la estructura
productiva a la que llegaremos será una y el tiempo de trabajo socialmente necesario
será uno que sí son más pacientes, más valientes y más hábiles. Por tanto, si se
prevé la expropiación o si se prevé que quien produzca o quien adquiera unos determinados
medios de producción no va a retener la propiedad sobre ellos, las personas pacientes, valientes
y habilidosas que podrían fabricarlos o que podrían incorporarlos a un proceso de producción
optarán por no hacerlo. Es decir, si yo sé que comprando un caballo y utilizándolo para
producir, me van a robar el caballo una vez lo haya comprado para dárselo al trabajador
que pueda contratar con ese caballo, pues yo dejaré de comprar el caballo como medio
de producción. Tendrá que comprarlo el trabajador al que se lo hubiese querido regalar el caballo
que yo he comprado. El problema, a lo mejor ese trabajador no es tan paciente, no es tan
propensual riesgo o no es tan hábil a la hora de manejar este animal como lo soy yo. Entonces,
si yo no estoy dispuesto a ahorrar, a arriesgarme para adquirir un caballo y utilizarlo dentro
del proceso de producción contratando, por supuesto, o adquiriendo fuerza de trabajo
para complementar ese caballo, pues si yo no estoy dispuesto a hacerlo porque creo que
me van a robar el animal, yo dejaré de demandarlo, este se dejará de producir y, por tanto,
esa estructura productiva tendrá menos medios de producción, en este caso, de basados en
animales. Por tanto, el Ceteris paribus del que habla
Marx cuando dice, si en lugar de trabajar para el capitalista un obrero trabaja para
sí mismo requerirá de las mismas horas de trabajo necesarias para reproducir su fuerza
de trabajo, siempre y cuando todo lo demás permanece a constante, pero es que no todo
lo demás va a permanecer constante, a menos que presupongamos que todas las personas tienen
igual paciencia, igual versión al riesgo e igual habilidad, y eso no es un presupuesto
realista. Por tanto, si no todas las personas tienen
misma paciencia, misma versión al riesgo, misma habilidad, si por tanto hay personas
que tienen que efectuar sacrificios a la hora de ahorrar, es decir, de retrasar la satisfacción
de sus necesidades durante más tiempo, si tienen que asumir más riesgos de los que
están dispuestas a asumir otras personas, o si tienen una mayor habilidad, por ejemplo,
para coordinar los medios de producción y crear estructuras de producción más eficientes
que las que existían, si estas personas, por tanto, pueden incrementar la cantidad y la
calidad de los medios de producción existentes y, por tanto, pueden, a través de esa determinación
de la estructura productiva, modificar el tiempo de trabajo socialmente necesario del
labor, lo que estamos diciendo, es que no toda la productividad del sistema económico
es atribuible al trabajador en sí mismo. Parte de la productividad, parte de la mejoría
del tiempo de trabajo socialmente necesario, es decir, parte de la mayor creación de valor
de cambio, es atribuible a las decisiones de ahorro de inversión y de gestión empresarial
que toman determinadas personas con un determinado perfil de preferencia temporal de versión
al riesgo y de habilidad gestora. Querer o pretender que la estructura productiva sea
la misma cuando estas personas toman estas decisiones, que cuando no las toman es absolutamente
irreal, salvo, como he dicho, que supongamos que si esas personas no las toman, las tomaran
otras, pero para presuponer eso es necesario presuponer que todas las personas tienen una
misma paciencia, una misma versión al riesgo y una misma habilidad, lo cual, de nuevo,
es realista. Por tanto, si no toda la productividad es atribuible al trabajador, porque que estas
personas tomen determinadas decisiones de creación de medios de producción en determinadas
condiciones, mejora la productividad del trabajador y si esas personas no toman esas decisiones,
la productividad del trabajador no mejorará, parte del excedente de producción que no
genera solo el trabajador, sino que genera el trabajador en conjunto con los medios de
producción que ellos han creado bajo esas condiciones particulares, parte de la producción
del sistema económico, deberá ir a parar a ellos por contribuir a incrementar la oferta
de medios de producción y, por tanto, por contribuir a determinar la estructura productiva,
que es la que determina el tiempo de trabajo socialmente necesario, junto con el trabajador.
Y, por tanto, parte de la producción de esa estructura productiva no solo irá y no solo
merecerá ir al trabajador, sino también a aquellos capitalistas que, con su ahorro,
su inversión arriesgada y su habilidad coordinando factores productivos han sido capaces de aumentar
la productividad conjunta del sistema. Y esa parte de la producción que terminará
yendo a los capitalistas por esas decisiones que han impactado sobre la estructura productiva
y que han modificado el tiempo de trabajo socialmente necesario, vía a mayor productividad del sistema
económico, esa parte de la producción que irá a parar a ellos es lo que más llama
plus valía, plus valor, pero eso no es ninguna explotación, eso es simplemente trabajador
y capitalista cada uno aportando a algo, el trabajador, su fuerza de trabajo, el capitalista,
los medios de producción que ha creado, donde no los había debido a su ahorro, a su inversión
arriesgada y a su habilidad coordinadora, ambos trabajando conjuntamente han dado lugar
a una determinada cantidad de producción y como los dos han participado en producir
esas mercancías, los dos terminan repartiéndose el valor de cambio conjunto contenido en esas
mercancías. Más lo que pretende, en cierta medida, es que el trabajador se quede con
toda la mercancía y no remunere de ninguna manera al capitalista por su contribución
a la hora de incrementar la productividad del sistema económico. He dicho que Marx
pretende que el trabajador se quede con toda la producción cuando esto realmente no es
así, Marx era muy consciente de que el trabajador no podía quedarse con el producto íntegro
de su trabajo porque era necesario invertir, reinvertir, protegerse frente a riesgos y
remunerar a los gestores para que la estructura productiva se mantuviera y mejorara y para
que por tanto la productividad de el trabajador también fueran aumento. Si le demos su crítica
al programa de Gota, lo que dice Marx es lo siguiente, tomemos en primer lugar las palabras
el fruto del trabajo en el sentido del producto del trabajo. Entonces el fruto del trabajo
colectivo será la totalidad del producto social, pero de aquí hay que deducir primero
una parte para reponer los medios de producción consumidos, es decir, Marx está diciendo
de lo que produzca un trabajador o de lo que produzca en el conjunto de trabajadores una
parte ya no puede ir a parar a los trabajadores porque es necesario ahorrarla forzosamente
para reponer los medios de producción que han sido consumidos en el proceso de producción,
por tanto ahorro forzoso por un lado. Segundo, una parte suplementaria para aumentar la
producción, es decir, no solo ahorrar para reponer los medios de producción consumidos
sino ahorrar adicionalmente para crear nuevos medios de producción, por tanto más ahorro
forzoso. Y aquí el punto es por qué si hay trabajadores que no quieren ahorrar tanto
y en cambio hay otros que sí quieren ahorrar más porque no dejamos que los que quieren
ahorrar más ahorren más y vendan en el mercado el fruto de ese ahorro, es decir, el fruto
de esos medios de producción y por tanto se cobren con parte de la producción de las
mercancías adicionales que será posible lograr con la utilización conjunta de la
fuerza de trabajo y de esos medios de producción que han creado o que han podido crear por
ser ahorradores más pacientes que los otros porque no se permite esa transacción que
es perfectamente legítima y conveniente para ambos porque unos no quieren ahorrar y los
otros sí porque no se permite eso y en cambio se obliga a que todos ahorran lo mismo. Tercero,
tercera deducción que hay que hacer del producto social del conjunto de trabajadores.
El fondo de reserva de seguro contra accidentes, trastornos debido a fenómenos naturales,
etc. Es decir, hay que hacer una provisión frente a riesgos, de nuevo. Si hay gente
que no quiere asumir en sus propias carnes la totalidad de los riesgos y hay otras personas
que sí están dispuestas a soportar los riesgos de los primeros en sus propias carnes porque
no dejamos que unos les paguen a los otros para que soporten los riesgos, esto es por
cierto lo que sucede en cualquier seguro. Si yo temo que mi casa puede sufrir un incendio
y yo no quiero soportar todo el riesgo de que mi casa se incendie lo que hago es pagar
a una empresa, a una aseguradora para que si mi casa se incendia ella soporta el riesgo
de ese quebranto. Bueno, pues lo que más está diciendo es no, todos los trabajadores tienen
que hacer una provisión frente a todos los riesgos porque no dejamos que los riesgos,
especialmente los riesgos vinculados al proceso de producción, al proceso de creación de
valor de cambio, porque no permitimos que unos trabajadores que no quieren soportar
ese riesgo en sus carnes le paguen una porción de sus salarios a los capitalistas para que
sean ellos quienes lo soporten. Ese pago no es otra cosa que una parte de la plusvalía.
Pero todavía hay más. Estas deducciones del fruto íntegro del trabajo constituyen una
necesidad económica y su magnitud se determinará según los medios y fuerzas existentes, y en
par, por medio de cálculo de probabilidades. Lo que no puede hacerse de ningún modo es
calcularlas partiendo de la equidad. Queda la parte restante del producto social, después
de deducir la horro para reponer mercancías, para ampliar la producción y para ahorrar
frente a riesgos. Queda la parte restante del producto total destinada a servir de medio
de consumo. Pero antes de que esta parte llegue al reparto individual de ella, todavía hay
que deducir, primero, los gastos generales de administración no concernientes a la producción.
Es decir, hay que remunerar a aquellas personas que se dedican a gestionar, a administrar,
a coordinar al conjunto de trabajadores y de medios de producción. De nuevo, más lo
que dice es que todos los trabajadores tienen que soportar el coste de esta gestión empresarial.
Que esto en parte, podríamos decir que es lo mismo que sucede en un mercado libre, en
un mercado libre capitalista, en un mercado libre capitalista, y los capitalistas son
los que empresarialmente gestionan sus empresas y los trabajadores, vía plusvalía, les
pagan por esa gestión que efectúan. ¿Cuál es la diferencia? Lo que dice Marx, a continuación.
En esta parte se conseguirá, es decir, en los gastos generales de administración, desde
el primer momento una reducción considerabilísima en comparación con la sociedad actual, reducción
que irá en aumento a medida que la nueva sociedad se desarrolle. Es decir, lo que está
diciendo Marx es, vamos a pagar mucho menos a los capitalistas por su administración
y como vamos a pagar menos a los capitalistas por su administración, el producto que irá
a parar al trabajador será mayor de lo que es ahora. El punto es, ¿por qué sabe Marx
que el trabajo de los capitalistas a la hora de coordinar trabajadores y medios de producción
es menos valioso de lo que se está pagando en una economía de libre mercado? ¿Por qué
hay que rebajarles en otras palabras el sueldo a los capitalistas que coordinan los medios
de producción en los trabajadores con respecto a las rentas que obtienen hoy? ¿Cómo lo sabe
Marx que se está sobreremunerando a los capitalistas? Pues realmente no lo sabe. De hecho, esto
lo podemos replantear en términos de teoría del valor trabajo. ¿Cuál es la intensidad
del trabajo de los capitalistas en relación con la intensidad del trabajo de los trabajadores?
Es decir, 10 horas de trabajo de un capitalista son igual de intensivas que 10 horas de trabajo
de un trabajador o en cambio de la misma manera que la intensidad del trabajo de un cirujano
podía ser 10 veces, 20 veces, 50 veces la de un granjero, la intensidad del trabajo
coordinador de un capitalista puede ser también un múltiplo gigantesco de veces de la intensidad
del trabajo de un trabajador raso. Esto, de nuevo, Marx no nos lo puede decir. De hecho,
si atendiéramos a su explicación de cómo reducir a unidades de trabajo homogéneo el
trabajo heterogéneo de distintos trabajadores lo que deberíamos observar es el diferencial
de remuneración de los productos de las mercancías de cada uno de estos trabajadores
en el mercado. Y en este sentido, si el valor de mercado de la producción de uno es muchísimo
mayor que el valor de mercado de la producción de otro, deberíamos decir que en función
de sus diferenciales de valor de mercado también hay diferenciales de sus valores de
la intensidad de sus horas de trabajo. Y hemos dicho que esto tiene problemas de coherencia
dentro de la teoría marxista porque los precios de mercado no tienen por qué reflejar los
valores de cambio, pero si nos escribimos a la interpretación literal de Marx deberíamos
convalidar los diferenciales de remuneración de capitalistas y trabajadores suponiendo que
simplemente son diferenciales de intensidad de su trabajo, del trabajo como coordinador
del capitalista y del trabajo de reproductor de órdenes del trabajador. Si no atendemos
a esta literalidad de la teoría del valor trabajo, pues simplemente no sabemos cuál
es el valor que está generando un capitalista como coordinador. De hecho, esto lo descubrimos
a través del proceso de competencia. Si un capitalista genera mucho valor en alianza
en trabajo conjunto con un trabajador, esa empresa logrará muchos más beneficios que
a otra empresa que no incorpora a ese capitalista. El hecho diferencial entre una empresa y
otra será el capitalista y si la empresa que incorpora a ese capitalista gana mucho
más dinero es porque diferencialmente ese capitalista genera mucho más valor que el
otro merceta su valor habilidad. Por eso, en lugar de expropiar absolutamente toda la
propiedad y socializarla, bastaría con que los trabajadores competieran vía cooperativas
con las empresas donde existen capitalistas que coordinan el trabajo y las funciones dentro
de esa empresa. Si el capitalista por su habilidad no incorpora ningún valor adicional, es decir,
no incrementa su habilidad gestora la productividad del trabajador, lo que sucederá es que las
remuneraciones en la cooperativa sean mucho mayores que en la empresa capitalista y, por
tanto, los trabajadores se organizarán de manera cooperativa. Si, en cambio, las remuneraciones
son mayores en la empresa capitalista porque la empresa capitalista es la que puede o es
la más competitiva frente a la cooperativa y lo es porque el capitalista aporta un valor
que no está presente en la cooperativa, entonces lo que tenderán a predominar son empresas
capitalistas y no empresas cooperativas. Pero lo que no tiene sentido es decir, vamos
a expropiar todos los medios de producción que están siendo coordinados por los capitalistas
y pese a habernos cargado los incentivos y la capacidad de organización de esas unidades
productivas de los capitalistas, vamos a suponer que la productividad de esa economía no
desciende y que, por tanto, esa economía con esos medios de producción ahora ordenados
de una manera radicalmente distinta e incluso si no hay más ahorro o no hay el mismo ahorro
y la misma propensión al riesgo, con una reducción de la cantidad total de medios de producción,
pues esa economía con menos medios de producción y organizados de manera distinta va a ser igual
de productiva que la economía con más medios de producción y mejor organizados.
Ese Ceteris Paribus no tiene ningún sentido y pensar que ese Ceteris Paribus es correcto
y que, por tanto, las dos economías son equivalentes y que, por tanto, lo único que cambia es
que en una economía el trabajador está menos remunerado que en la otra, es lo que lleva
la conclusión erronea de que el trabajador está explotado y está cediendo parte de
su jornada de trabajo al capitalista. No cede nada de su jornada de trabajo al capitalista.
El capitalista amplía la capacidad productiva del trabajador con su ahorro, su inversión
y su habilidad coordinadora y al hacerlo el trabajador es capaz de producir más. Y como
es capaz de producir más, ese extra de producción que logra, gracias a la ahorro, inversión
y habilidad gestora a la hora de crear medios de producción por parte del capitalista, esa
producción extra que genera el trabajador es la que le entrega al menos en parte al
capitalista como precio, como pago, por el valor de cambio extraordinario que ha permitido
generar el capitalista gracias a su actividad ahorradora, inversora y gestora. No hay explotación.
La explotación es simplemente el pago por la actividad laboral, por la actividad ahorradora,
inversora y gestora y todo esto es también actividad productiva que genera el capitalista.
En definitiva, la teoría del valor trabajo es errónea por las razones que hemos explicado,
una serie de supuestos totalmente arbitrarios y en parte contradictorios que adopta más
para terminar defendiéndola, y a su vez la teoría de la explotación también es errónea,
no solo porque la teoría del valor trabajo lo es, que evidentemente es que la teoría
del valor trabajo es errónea, la teoría de la explotación ya no tiene ninguna base,
pero incluso aceptando la teoría del valor trabajo, la teoría de la explotación es
errónea porque al final se niega a reconocer la contribución que desarrolla el capitalista
dentro del proceso productivo.