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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

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Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Marine Le Pen le disputará a Emmanuel Macron la segunda vuelta a las elecciones presidenciales francesas.
Sabemos que Le Pen es una política a la que se tilda de populista o de extrema derecha.
Pero ¿cuál es exactamente su programa económico? Veámoslo.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, Marine Le Pen,
de agrupación nacional ha quedado segunda a unos cuatro puntos del candidato más votado, Emmanuel Macron.
Los medios de comunicación suelen calificar a Le Pen y a agrupación nacional de extrema derecha.
Es decir, algo que está muy alejado, que está muy contrapuesto, que es antagonico a la izquierda.
Y como muchas personas todavía caen en el error de pensar que todo lo que no es izquierda
forma parte de una misma derecha, que todas las anti-izquierdas comparten un mismo programa ideológico,
un mismo programa electoral, pues podría caerse en el profundo error de pensar que de alguna manera
el programa electoral de agrupación nacional, el programa electoral de Le Pen,
tendría muchos puntos en común con el liberalismo. ¿Por qué razón?
Pues porque el liberalismo también es anti-izquierda, también es contrario a la izquierda.
Y si Le Pen es tan contraria a la izquierda que incluso se la califica de extrema derecha,
pues entonces tendría que haber cierta similitud entre el programa liberal y el programa de agrupación nacional.
Pero como vamos a ver a continuación, analizando detalladamente el programa económico de agrupación nacional
con el que ha concurrido a las actuales presidenciales francesas, ese no es ni mucho menos el caso.
Lo primero que hay que tener en cuenta antes de analizar el programa económico de cualquier candidato
a las presidenciales francesas es cuál es la situación económica de Francia.
Francia es el país del mundo con un estado más grande.
El estado francés pesa, ocupa, rapiña el 56% de la economía.
El 56% del PIB es el estado más grande del mundo.
Y además la deuda pública de Francia asciende al 113% del PIB.
Vamos, que tienen un estado gigantesco que hasta el momento lo han financiado en gran medida vía deuda pública.
Esa es la premisa de la que tenemos que partir a la hora de considerar cualquier propuesta de reforma económica para Francia.
Bien dicho esto, ¿cuáles son las únicas propuestas económicas que ha postulado LEPEN y agrupación nacional
que podrían tener un cierto encaje dentro de un programa económico liberal?
En primer lugar, rebajar el IVA de los hidrocarburos de la energía y de alimentos básicos desde el 20% al 5,5%.
En segundo lugar, exonerar del impuesto sobre sociedades a los jóvenes menores de 30 años que creen una empresa.
Exonerarlo durante los 5 primeros años.
En tercer lugar, exonerar del impuesto sobre la renta a todos los menores de 30 años que permanezcan en Francia.
En cuarto lugar, permitir que aquellas compañías que incrementen en un 10% los salarios de sus trabajadores
con un límite de 3 salarios mínimos no paguen sobre ese incremento salarial cotizaciones sociales.
Y en quinto lugar, suprimir el impuesto sobre sucesiones y donaciones para las familias de clase media y de clase baja
para el resto de franceses desde luego no.
Estas son todas las rebajas de impuestos que plantea LEPEN.
Como vemos y con la excepción de la rebaja del IVA, a la energía y a los productos básicos desde el 20% al 5,5%,
no hay ninguna bajada general de impuestos para el conjunto de los franceses.
Es más, hay otras propuestas de LEPEN en el campo de la fiscalidad que no van en la dirección de bajar impuestos sino de subirlos.
Así y en primer lugar, LEPEN propone reemplazar el impuesto sobre la riqueza inmobiliaria que actualmente existe en Francia
por un impuesto sobre la riqueza financiera, a la que LEPEN califica de especulación.
En segundo lugar, LEPEN también se suma a esa globalista armonización fiscal global del impuesto sobre sociedades
para que las compañías extranjeras que operan en Francia, pero que tienen su centro de generación de riqueza fuera de Francia,
tributen en función de la actividad desempeñada en Francia.
Y en tercer lugar, LEPEN propone crear un ministerio de lucha contra el fraude fiscal
para perseguir con mucha más saña el fraude que se pueda producir en el IVA o en las cotizaciones sociales,
incrementando, por tanto, la burocracia y colocando la espada de damocles tributaria sobre millones de ciudadanos franceses.
¿Y qué propone hacer LEPEN con el gasto público? Pues esencialmente multiplicarlo.
Vamos a fijarnos en cuatro rúbricas fundamentales del estado francés. Pensiones, sanidad, educación y vivienda.
Empecemos con las pensiones. Lo que propone en este caso LEPEN es, primero, reindexar las pensiones al IPC.
Segundo, elevar las pensiones mínimas hasta 1.000 euros mensuales.
Y tercero, no alargar en absoluto la edad de jubilación y si acaso, rebajarla.
En particular, aquellos que empezaron a trabajar antes de los 20 años y que ya hayan trabajado más de 40 años,
se podrán jubilar a los 60 años.
En el área de la sanidad, LEPEN propone invertir 20.000 millones de euros en incrementar el suministro sanitario,
construir nuevos hospitales, contratar nuevo personal, subirle el sueldo al personal existente, etc.
En educación, promete incrementar un 15% el salario de los profesores públicos para así volver a dotar de prestigio la profesión
y en materia de vivienda construir 100.000 viviendas públicas nuevas cada año.
Todo esto al margen claro de su propuesta estrella de incrementar espectacularmente el gasto en defensa y seguridad.
Por ejemplo, en materia de defensa quiere aumentar el presupuesto de este ministerio hasta los 55.000 millones de euros anuales
y en materia de seguridad promete incrementar la dotación policial y el número de prisiones.
La cuestión claro, como siempre, es ¿Y todo esto cómo se paga?
Si no subes demasiado los impuestos, incluso en algunos casos los bajas y disparas extraordinariamente el gasto público,
¿Cómo cuadras las cuentas? ¿Cómo sufragas todo ese nuevo gasto público sin nuevos ingresos públicos?
En ediciones anteriores del programa electoral de agrupación nacional, cuando era al frente nacional,
Le Pen proponía salir del euro o al menos incorporar, recuperar el franco a la economía nacional francesa
¿Para qué? Para financiar todo este agujero presupuestario a través de la impresión monetaria, es decir, a través de la inflación.
Ahora mismo, sin embargo, no parece que la propuesta de financiar el sobregasto, el déficit público gigantesco
que generaría a través de inflación, sea una propuesta muy pertinente, porque la inflación está disparada,
con lo cual la única alternativa que tendría Le Pen para financiar todo esto sería el endeudamiento público,
pero ya hemos dicho que Francia está tremendamente endeudada, no tanto como España, pero casi como España.
La deuda pública de España es el 120% del PIB, la de Francia el 113%.
Y si Le Pen pretende que Francia se hiperendeude y que el Banco Central Europeo le facilite ese hiperendeudamiento,
lo que está en última instancia proponiendo Le Pen, es que ese incremento brutal del gasto público
que llevaría aparejado a un incremento igualmente brutal del déficit público, se financie con inflación,
es decir, robándoles, aumentándoles los impuestos a todos los ciudadanos, ya no solo franceses, sino en general de la eurozona.
Por supuesto, y al menos en teoría, habría una alternativa, si Le Pen quisiera liberalizar masivamente la economía francesa
y ésta creciera de manera extraordinaria, de manera espectacular, si su PIB se incrementara de manera muy notable
las bases imponibles de todos los impuestos también se incrementarían y por tanto con una misma estructura de tipos impositivos
se conseguiría recaudar muchísimo más. Sin embargo, este tampoco es el caso.
Le Pen no aspira a una economía francesa mucho más flexible, mucho más liberalizada, sino a todo lo contrario,
a una economía mucho más rigida y mucho más intervenida.
La perspectiva regulatoria de Le Pen es el llamado patriotismo económico,
es decir, privilegiar a las empresas francesas, especialmente si son pymes, frente a las compañías extranjeras,
aunque sean las compañías extranjeras las que están proporcionando mejores bienes y servicios a los ciudadanos franceses.
En lugar de dejar que los franceses escojan, Le Pen quiere ser ella la que escoja desde el estado.
Así, por ejemplo, dentro de esa óptica de patriotismo económico con la que reindustrializar Francia,
Le Pen propone revisar los tratados de libre comercio que tiene suscritos Francia con el resto del mundo,
aunque esto es competencia de la Unión Europea, no de Francia,
para que para establecer nuevas barreras arancelarias y no arancelarias a la competencia global.
A su vez, también propone crear un fondo soberano francés, sufragado claro con dinero del contribuyente,
para dirigir la financiación del estado francés hacia aquellas compañías que Le Pen considera que merecen financiación.
Por supuesto, también proteger la agricultura francesa, garantizándoles precios mínimos a los agricultores
y prohibiendo las importaciones de alimentos extranjeros que no cumplan exactamente los muy altos y exigentes estándares regulatorios de Francia.
En suma, más dirigismo estatal.
Mismos impuestos, quizá con una cierta rebaja focalizada a ciertos colectivos,
al tiempo que se incrementan los impuestos que van dirigidos contra otros colectivos,
fuerte aumento del gasto público y, por tanto, fuerte aumento del endeudamiento público
y una economía regulatoriamente más rígida, menos competitiva.
Nada de esto, por tanto, tiene que ver con el liberalismo económico.
Es más, es un programa económico que potencialmente podrían abrazar muchísimos partidos de izquierdas.
La propia Marín Le Pen recientemente abrió su futurible gobierno a ministros de izquierdas.
¿Y por qué lo hizo? Pues porque es consciente de que políticos de izquierdas podrían desarrollar perfectamente
el programa económico de agrupación nacional sin ningún tipo de fricción, sin ningún tipo de problema.
En definitiva, puede que Le Pen esté muy opuesta, sea muy antagonica, a la izquierda en muchos capítulos de su programa electoral,
sobre todo en aquellos vinculados con la inmigración o la identidad nacional.
Sin embargo, en el apartado económico las diferencias no son ni mucho menos tan grandes.
Ni por el lado de las libertades personales, ni por el lado de las libertades económicas,
no hay nada más que analificar en absoluto a Le Pen de liberal.
Todo lo cual, por cierto, no significa que Macron sí sea liberal.
En absoluto, Macron es un socialdemócrata de manual y, por tanto, también un político alejado de las ideas liberales.
Ese es justamente el drama de Francia.
En realidad no sólo de Francia, sino del conjunto de Europa, pero especialmente de Francia.
Ningún político que sea mínimamente liberal.
La única ambición de todos los políticos es gestionar el hiperestado francés
y, si acaso, hacerlo crecer todavía más.
La antigua grandeza de Francia ha degenerado en absoluta decadencia.