This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
El ex líder político de izquierdas, Pablo Iglesias denuncia públicamente la mala praxis
del periodista de izquierdas, Antonio Maestre, y considera que jamás debería volver a ejercer
el periodismo. ¿Por qué dice esto Pablo Iglesias de Antonio Maestre y cuáles son las consecuencias
políticos sociales de este tipo de discursos? Veámoslo.
¿Qué opina el otro era político de izquierdas y ahora periodista de izquierdas Pablo Iglesias
sobre otro referente del periodismo de izquierdas, Antonio Maestre?
Y el siguiente elemento que tiene que ver con la verdad, el actor ideológico fundamental
que sirve como engranaje de ese mecanismo de cloacas se llama poder mediático y los
soldados de ese poder mediático tienen carné de periodista y algunos están asociados en
la OPM y otros no. Ya está bien de presentar a la sacrosanta profesión como si fueran
poco menos que inmigrantes ilegales trabajando en un andamio de precariedad. Es indignante
lo que se ha hecho en este país en nombre del periodismo, el corporativismo que ha reinado
incluso entre periodistas de izquierdas tratando de salvarle el culo a ferreras después de
que salieron en esos audios. Es indignante una maldita vergüenza que alguien se atreva
a decir después de dar lecciones de moralidad cada día que aparece en la televisión que
él no puede hablar mal de ferreras porque ferreras es quien le ingresa 3.000 euros todos
los meses en su cuenta corriente no debería volver a ejercer el periodismo en su vida.
Alguien que se presenta así mismo como un referente de la izquierda y aparecen las televisiones
diciendo a la izquierda lo que está bien y lo que está mal pero reconociendo que él
no puede criticar a ferreras porque su jefe no debería ejercer el periodismo.
Recordemos hace unos meses salió a la luz un audio de una conversación grabada entre
el periodista de izquierdas Antonio García Ferreras y el excomisario Villarejo en el
que Ferreras le reconocía a Villarejo que iba a dar una información sobre Podemos y
más en concreto sobre Pablo Iglesias que pensaba que opinaba que era falsa y eso evidentemente
atenta contra la deontología periodística.
No puedes dar una información sabiendo pensando que es falsa o al menos no puedes presentarla
como verosímil si piensas tú que es falsa y si desde luego no has hecho el pertinente
trabajo de verificar de corroborar algo que crees que es falso.
En su momento de hecho ya dedicamos un vídeo a analizar esta cuestión y a criticar específicamente
la actitud de ferreras en estos audios y también algunas de las implicaciones políticos sociales
que pretendían extraer algunos líderes de la izquierda iberoamericana de este hecho.
Pues bien, Antonio Maestre es tertuliano en el programa de Antonio García Ferreras y
en su momento criticó la actitud de ferreras en estos audios y en el contexto histórico
en el que dio una noticia pensando que era falsa de una manera un tanto tibia, de una
manera un tanto moderada para lo que suele hacer él.
Y en el programa Carme Cruda le preguntaron por esta cuestión, por esta actitud digamos
tibia frente a una cuestión que si hubiese ocurrido en otro contexto habría supuesto
durísimas intervenciones por parte de Antonio Maestre y él se explicó del siguiente modo.
También hay quien ha dicho que fuiste un poco tibio en el artículo que publicaste en
el diario punto es señalando más a Inla que a Ferreras.
Pues sí, pues no, esto es una opinión y yo lo acepto, pero eso es un artículo que está
basado en información que tengo y no puedo ir más allá de la información que tengo.
Es decir, sí, y lo he dicho al principio, cuando tienes información las opiniones siempre
siempre son más tendentes, claro, opiniones, Antonio, a veces vamos.
Pero obviamente sentencias.
Obviamente, es decir, es que yo no sé en qué mundo vivimos, que las posiciones tienen
que ser matizadas cuando hablas de una empresa en la que trabajas, bienvenidos al mundo
capitalista, señores, pues naturalmente, pero naturalmente, es decir, que me venga a
mí alguien a decirme que me inmole públicamente con una opinión que no se basa simplemente
en la información, pues hombre, que lo hagan en su trabajo si quieren ellos.
También resumen que, como Antonio Maestre trabaja para la Sexta, no puede criticar
a la Sexta o a Antonio García Ferreras con tanta dureza, como lo haría, sino trabajar
en la Sexta.
Por tanto, el reproche que le dirige Pablo Iglesias contra Antonio Maestre está fundamentado.
Básicamente, lo que le está diciendo es, hace unos años fui víctima de un bulo que
los periodistas que divulgaron ese bulo sabían que era un bulo, pero como ese bulo se amplificó
conscientemente en el programa de televisión en el que tú trabajas, no estás criticando
esa mala praxis periodística como deberías hacerlo y como de hecho lo harías si la mala
praxis periodística hubiese sido ejecutada por otros para los que no trabajas.
Por tanto, no estás ejerciendo adecuadamente tu labor como periodista y mucho menos, por
supuesto, como periodista de izquierdas absolutamente comprometido con la causa y dispuesto a sacrificarse
por esta ideología y por los partidos políticos que la promueven.
Como digo, la crítica que dirige Pablo Iglesias, Antonio Maestre, me parece legítima y justificada,
pero absolutamente hiperbólica.
Escuchemos de nuevo la que para Pablo Iglesias debería ser la implicación, la consecuencia
lógica y necesaria de este comportamiento de ontológicamente reprobable de Antonio Maestre.
No debería volver a ejercer el periodismo en su vida.
Que Antonio Maestre no haya tenido una actitud tan dura contraferreras como a Pablo Iglesias
le gustaría o incluso como podamos pensar que es éticamente exigible para un periodista
le descalifica por vida para ejercer el periodismo, cualquier periodista que toma decisiones equivocadas,
incluso deliberadamente equivocadas, incluso poco éticas de manera consciente por tener
algún tipo de conflicto de intereses.
En este caso, lo ha dicho el propio Antonio Maestre, que no quiere criticar a aquel medio
de comunicación para el que está trabajando, cualquier persona que no exiba una absolutísima
rectitud moral en el ejercicio de la profesión periodística debería ser expulsado de los
templos del periodismo patrio.
Una cosa es criticar a los periodistas que hacen mal su trabajo, incluso insisto que
lo hacen mal de manera consciente y deliberada.
Destapar la mala praxis periodística es un ejercicio necesario para que los demás también
nos formemos una opinión sobre esos intermediarios de la información y de la opinión que son
los periodistas.
Pero eso es una cosa, y como digo es muy legítimo y muy conveniente que Pablo Iglesias
le efectúa este reproche a Antonio Maestre, y otra muy distinta que a partir de ese reproche
absolutamente pertinente se pretenda extraer consecuencias sobre quién debería o no debería
ejercer el periodismo en España.
Los seres humanos no somos seres de luz, somos seres torcidos, imperfectos, con nuestros
esgos, con nuestros intereses, con nuestras debilidades y, por tanto, con nuestros errores.
Exigir que cualquier profesión, en este caso el periodismo, sólo pueda ser ejercida
por santos, es decir, por aquellos que no tengan ningún tipo de mácula moral a lo largo de
su vida o a lo largo de su profesión, es elevar tantísimo el baremo de exigibilidad
moral que en última instancia solo puede convertirse en un mecanismo para purgar a todos aquellos
a los que uno quiera denunciar por sus tachas morales.
Como en Sodoma y Gomorra, probablemente si nos pusiéramos a rebuscar, en todos y cada
uno de los detalles de la vida pública y de la vida privada de los diferentes profesionales
que hay en España, probablemente ni siquiera encontraríamos 10 hombres justos.
Pero es una irrealidad pensar que esos hombres justos sí existen en algunas partes de la
sociedad y que, por tanto, deberíamos quitar de en medio a los hombres que son injustos
y colocar al frente de las magistraturas públicas o privadas a aquellas personas que sí son
verdaderamente justas y que, desde la perspectiva de Pablo Iglesias, evidentemente, es toda aquella
gente de izquierdas que lo rodea.
Y eso, recordémoslo, después de que hace unos meses el propio Pablo Iglesias nos reconociera
implícitamente que, cuando estaba en política, tuvo que mentir o al menos tuvo que callarse
en muchas verdades, precisamente porque en la labor de político se presupone que va
a esa mentira o ese silencio de ciertas verdades.
Es decir, que Pablo Iglesias, cuando ejercía la política, también mentía o no decía
toda la verdad que debía ser dicha.
Nosotros que se callaban muchas cosas por la institucionalidad del puesto, por tanto,
sus intereses de permanecer en ese puesto le llevaban a mentir o a callarse muchas verdades.
Quizá en ese caso no fuera una cuestión crematística, no creo en absoluto que lo fuera, pero sí
era una cuestión de permanencia en el poder.
El poder y la permanencia en el poder justificaban para Pablo Iglesias que, desde ese poder,
se mentiera o no se dijera la verdad.
Que es exactamente lo mismo, por cierto, que le está reprochando a Antonio Maestre,
no por una cuestión de poder, quizá también por una cuestión de mantener ciertos espacios
de influencia pública, pero, de acuerdo con Pablo Iglesias, aquí es más una cuestión
dineraria, los 3.000 euros al mes que denunciaba.
Pero en todo caso, esta confesión a posteriori de que Pablo Iglesias nos mentía o no nos
decía la verdad cuando era político, descalifican de por vida a Pablo Iglesias para ejercer
la política o, en este caso, para ejercer el periodismo, ¿cómo sabemos que ahora Pablo
Iglesias, como periodista, sí nos dice la verdad, si en el pasado reconoció que nos
había mentido o no nos había dicho la verdad?
¿Cómo sabemos que ahora Pablo Iglesias sí puede decir la verdad al no ser político
si cuando era político no decía la verdad porque tenía ciertos intereses institucionales
o políticos, en no decirla, porque ahora no puede tener también esos mismos intereses
de carácter no crematístico, cuidado, como periodista, para no decirnos la verdad, o
para presentar la verdad de una manera suficientemente deformada en función de sus propios intereses?
Y, evidentemente, estos y muchos otros han de ser elementos que algunos pongan encima
de la mesa para evaluar la labor política o periodística de Pablo Iglesias como él
puede poner sobre la mesa otros muchos elementos de otra mucha gente para que se evalúe socialmente
la labor de otras personas.
Pero a mí nunca se me ocurriría decir, en función de lo que hemos escuchado y en función
de muchísimas otras cosas de mentiras flagrantes que se perpetraron, nunca se me ocurriría
decir que Pablo Iglesias debería ser expulsado del periodismo patrio que no debería volver
a ejercer jamás el periodismo.
Mi opinión sobre cuál es la credibilidad de Pablo Iglesias como periodista o de Antonio
Maestre como periodista es mi opinión, opinión que puede ser correcta o que puede ser equivocada,
que puede estar más o menos sesgada, pero es mi opinión como muchas otras personas
tendrán su opinión tanto las que no otorguen ningún crédito a Pablo Iglesias o a Antonio
Maestre como las que otorguen muchísimo crédito a Pablo Iglesias y a Antonio Maestre.
Pero que haya mucha gente que le otorge poco o ningún crédito a Pablo Iglesias o a Antonio
Maestre no significa, no debería significar, ni que Pablo Iglesias, ni que Antonio Maestre
estén incapacitados, deban estar no ya políticamente, que por supuesto, sino ni siquiera socialmente
inhabilitados para ejercer el periodismo.
El periodismo es una cuestión de emisor y receptor. Si los receptores no te atribuyen
ningún crédito, emitirás información o opinión que no llegará a nadie, pero eso
no te quita el derecho de emitir la información y la opinión que tú quieras emitir y tampoco
les quita a otros potenciales receptores el derecho a darte crédito aún cuando otras
personas consideren que esas que dan crédito a un determinado periodista son personas manipuladas
sin ningún tipo de criterio, sin ningún tipo de sentido común.
Todo eso está muy bien. Todos tenemos opiniones sobre los otros, como los otros la tienen
sobre nosotros, pero las opiniones subjetivas de unos no deberían convertirse en la base
de la muerte civil de otros.
Precisamente el mecanismo de las purgas políticas en los países ex-socialistas funcionaba así.
Desde la cúspide del poder político se permitía que los funcionarios y los miembros del partido
vivieran una vida como la de cualquier otro ser humano. Imperfecta, con sus virtudes,
pero también con sus muchos defectos. Quizá más imperfecta que la de otros seres humanos,
porque como ya dijo Lord Tacton, el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Por tanto, si colocamos a un ser imperfecto al frente del poder, esas imperfecciones
tenderán a magnificarse. Sin embargo, desde la cúspide del poder político no se exigía
una absoluta ejemplaridad en el comportamiento público y privado de cada uno de los miembros
del partido o de cada uno de los funcionarios. ¿Por qué? Porque de esa manera, si los funcionarios,
si los miembros del partido cometían algún error a lo largo de su vida, si se corrompían
algo a lo largo de su vida, la cúspide del poder político ya tenía información para
cuándolo deseara, para cuándolo necesitara poder purgarlos a conveniencia. Bastaba con que se
descubriera ese error que cometieron en el pasado para tener ya un argumento a partir del cual
quitarlos de en medio. Y esto me recuerda a la purga no política, porque ya no tiene al menos
directamente poder político, pero sí social, que pretende ejercer Pablo Iglesias ya no dentro del
periodismo de derechas, sino dentro del periodismo de izquierdas, que casualmente no lo olvidemos,
son sus competidores. Pablo Iglesias ahora es periodista de izquierdas y, por tanto,
compite por una misma audiencia, por un mismo espacio ideológico, por una misma capacidad de
influencia, compite contra todos aquellos a los que ahora les intenta cortar la cabeza. Insisto,
las críticas que ha efectuado son totalmente legítimas, son totalmente pertinentes. Me
parecen correctas. Y si a raíz de esas críticas mucha gente quiere desconectar la sexta,
quiere dejar de leer, quiere dejar de escuchar a Antonio Maestre, están en su perfecto derecho.
Lo que me parece ya más preocupante es el tono exagerado y las implicaciones, como decía,
hiperbólicas que Pablo Iglesias quiere extraer de esas críticas legítimas que está haciendo.
Básicamente quiere retirarle el carnet de periodista a personas como Antonio Maestre.
Es decir, y en definitiva, una cosa es pretender regenerar el periodismo a través de su fiscalización
y de su crítica social. Y otra cosa muy distinta es pretender regenerar el periodismo,
sacando a pasear la guillotina pública.