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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

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Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Hablemos sobre el problema de la autoridad política, de Michael Huémer.
El libro que os voy a recomendar a continuación es un libro que probablemente muchos ya conozcáis,
incluso que ya hayáis leído, pero aún así no quiero dejar de recomendarlo,
especialmente para inaugurar esta sección.
Se trata de un libro que el economista liberal Ryan Kaplan ha calificado
como el tratado de filosofía política liberal más importante de este siglo XXI y, por tanto,
creo que es un libro que todo pensador liberal, que toda persona liberal,
que esté interesada con las ideas de fondo del liberalismo, debería leer.
Me estoy refiriendo a The Problem of Political Authority del filósofo estadounidense Michael
Huémer, un libro publicado en el año 2012 y que ha sido traducido también al castellano por el
Instituto Juan de Mariana y Value School, tenéis esta versión en castellano, el problema de la
autoridad política. ¿De qué trata este libro o por qué creo que este libro es especialmente
interesante? Lo que analiza Huémer en este ensayo es si los estados tienen un derecho a gobernar,
un derecho a mandar, y, por tanto, si los ciudadanos tienen una simétrica obligación a obedecer los
mandatos, las órdenes que emite el estado. En nuestra sociedad, en nuestro día a día,
resulta aparentemente incuestionable que el estado es la fuente legítima de autoridad.
El estado es el soberano, el que crea las leyes, el que crea el mar con normativo de convivencia y,
por tanto, aquel al que todos debemos obedecer. Todo lo que sale publicado en el BOE es de
debida obediencia, no ya por prudencia, no ya porque si no obedeces el estado te mande a la
policía para obligarte a obedecer, sino incluso moralmente, es decir, que los ciudadanos de verdad
deberíamos obedecer todo lo que se publica en el BOE por el mero hecho de que aparezca publicado
en el BOE. Pero ¿cuál es el fundamento de esa obligación moral? ¿Por qué estamos obligados a
obedecer todo lo que nos mandate el estado por el mero hecho de que lo esté mandatando el estado?
El punto de partida de Huemer no es ni lista, no es que esté negando que existan valores morales
de contenido objetivo. De hecho, Huemer es un filósofo intuicionista, es decir,
cree que sí existen valores morales objetivos que pueden ser descubiertos por los seres humanos.
Eso no es la objeción. Huemer no está partiendo de la base de que no existan valores morales y
de que no puedan existir obligaciones morales. Lo que se cuestiona es ¿por qué algo se convierte
en obligación moral simplemente porque lo establezca el estado? ¿Por qué si el estado dice blanco,
lo blanco es moral? ¿Y si el estado dice negro, lo negro es moral? ¿Por qué nuestras obligaciones
dependen de la arbitrariedad del estado? ¿Quién le ha otorgado al estado el derecho a gobernar
sobre las personas y a convertir, por tanto, a esas personas en súbditos morales del estado?
La pregunta que se plantea a Huemer y alrededor de la cual estructura todo su libro no es una
pregunta menor. De hecho, podríamos decir que es la pregunta que origina toda la discusión,
todo el debate sobre la filosofía política moderna. Es decir, ¿de dónde obtiene su
legitimación el estado y qué puede o qué no puede hacer el estado para con las personas?
Ya a lo largo de los siglos, sobre todo en el último siglo, pero a lo largo de los siglos,
los filósofos han ido dando distintas respuestas a porque el estado sí tiene derecho a gobernar
sobre los ciudadanos, porque el estado sí posee autoridad política y, por tanto,
los ciudadanos porque sí tienen la obligación de obedecer a aquello que les mandate el estado.
Huemer, a lo largo de su libro, del problema de la autoridad política, va examinando las principales
teorías que históricamente se han desarrollado para justificar la autoridad política del estado.
En primer lugar, la teoría del contrato social, del contrato social como un hecho histórico. Es
decir, que en algún momento las personas firmamos, explícita o tácitamente, un contrato para vivir
en sociedad, para integrarnos políticamente en sociedad y es a raíz de ese contrato, de las
cláusulas a las que dimos consentimiento explícito o tácito, en ese contrato, es ese contrato el que
nos obliga a día de hoy. En segundo lugar, la teoría del contrato social hipotético. Es decir,
aún cuando históricamente no hayamos suscrito ningún contrato social, cabe imaginar que si hubiésemos
tenido la oportunidad de firmarlo, todos lo habríamos firmado porque es conveniente suscribir
ese contrato a través del cual pacificamos la sociedad e instituimos una comunidad política.
Por tanto, si hipotéticamente todos habríamos firmado ese contrato, que es un contrato de
constitución de una comunidad política y por tanto del estado, ese contrato hipotético que
habríamos firmado nos obliga a día de hoy, sí o no. O la teoría de la democracia, la idea de
que la voluntad del pueblo prevalece sobre las voluntades individuales y en la medida en que el
estado se organiza democráticamente y por tanto canaliza la voluntad del pueblo a través de la
estructura estatal. Si la voluntad del pueblo prevalece sobre la voluntad de los individuos,
entonces los mandatos democráticos con base democrática de los estados deberían convertirse
en obligaciones que todos los ciudadanos hayan de cumplir necesariamente. O la teoría de la
integridad y del juego limpio, si los demás están cumpliendo las mismas órdenes, los mismos
mandatos están siguiendo las mismas reglas que establece el estado, tú deberías hacer lo mismo,
aunque las reglas sean injustas, más injusto es que los demás las estén siguiendo y tú te las
saltes. Por tanto, si los demás obedecen, también deberías obedecer tú. Y por último,
la teoría consecuencialista. Quizá no existe ningún fundamento de ontológico para justificar
la autoridad política del estado, pero ¿qué pasaría si no obedeciéramos todo lo que nos
mandata el estado? Pues que sería, supuestamente, un absoluto desastre. Y, por tanto, para evitar
consecuencias desastrosas, tenemos que obedecer a todo lo que nos mandate el estado.
Huemer analiza cada uno de estos argumentos que legitiman, que justifican la autoridad
política del estado y lo hace además a través de un método muy característico que vuelve la
lectura del libro Un gusto. Es muy sencillo entender a Huemer porque las críticas que
desarrolla Huemer son críticas a partir del sentido común de las intuiciones morales
compartidas. Huemer se aproxima en cierto modo, no exactamente, pero se aproxima en
cierto modo a lo que el Filosofo John Rawls llamaba equilibrio reflexivo. ¿Qué era el
equilibrio reflexivo? ¿Qué hemos de buscar un equilibrio entre la coherencia interna
de valores morales universales? Parece que todos estos valores encajan perfectamente
entre sí que son todos muy coherentes buscar un equilibrio entre ese conjunto coherente
de valores y la evaluación intuitiva de su aplicación en el mundo real. Si aplicamos
uno de esos valores en el mundo real y lo que observamos es que es una aplicación horrorosa
que intuitivamente nos repugna, pues una de dos o quizá los valores que hemos desarrollado
en su conjunto no están bien desarrollados o quizá es que hemos de revisar nuestras
intuiciones pero hemos de buscar ese equilibrio y Huemer busca ese equilibrio a través de
nuestras intuiciones morales y al hacerlo nos permite comprender de manera muy intuitiva
por qué el estado carece de autoridad política y es que esa es la conclusión de la obra
después de examinar las principales teorías que justifican la autoridad, la legitimidad
política del estado, Huemer lo que nos dice es que el emperador está desnudo.
Huemer es un filósofo anarquista, lo es porque no ha encontrado ninguna teoría que valide
la autoridad política del estado y por tanto si no hay ninguna razón para que el estado
tenga derecho a gobernar, los ciudadanos tampoco tienen obligación de obedecer todo
lo que diga el estado por el hecho de que lo diga el estado. Repito, eso no significa
que no haya otro tipo de obligaciones morales que puedan tener un fundamento distinto a
esto es así porque lo dice el estado. Por ejemplo, Huemer si cree que el derecho a la
vida o el derecho a la libertad o el derecho a la propia privada deberían ser respetados
al margen de que lo diga el estado o al margen de que no lo diga el estado pero el fundamento,
la fundamentación moral de esos valores que se convierten en derechos en comportamientos
que no son debidos a todos es otro muy distinto a la autoridad política del estado.
Por supuesto uno podría decir pero el anarquismo, la ausencia absoluta del estado sería inviable,
no podría funcionar, sería un completo desastre y Huemer en la segunda parte del libro intenta
demostrar cómo una sociedad sin estado sí podría llegar a coordinarse. Esta segunda
parte del libro debe decir que me parece algo más débil argumentalmente no coincido
plenamente con la tesis de Huemer aunque sí tiene observaciones muy interesantes pero
la segunda parte del libro aunque no estemos de acuerdo con ella no desmerece en absoluto
la primera parte del libro aquella en la que examina las distintas teorías filosóficas
que legitiman la autoridad política del estado y por qué no la desmerece pues porque aún
en el caso de que el estado sea un mal inevitable al menos de momento quizá sea un mal inevitable
el hecho de darnos cuenta de que el estado no tiene un derecho natural a gobernarnos
el hecho de darnos cuenta de que el estado por el mero hecho de ser el estado no tiene
ningún privilegio propio a decirnos qué debemos hacer o qué no debemos hacer nos hace ser
mucho más beligerantes con la actitud dirigista que tienen los estados a día de hoy nos conduce
a evaluar a valorar la legitimidad de cada norma de cada mandato que emite el estado
al margen con independencia de que lo haya emitido el estado y si bien es posible que
el anarquismo a día de hoy no sea viable desde luego si es viable que el estado se
entrometa muchísimo menos en nuestras vidas de lo que actualmente se está entrometiendo
y si el estado no tiene un derecho natural no está legitimado a entrometerse en todos
los aspectos de nuestra vida por el mero hecho de ser el estado si podemos y si debemos plantar
le cara para que no lo haga es decir al margen de que uno abrace o no abrace el anarquismo
político que propugna juemer el libro sin nos sirve para elevar los estándares de exigibilidad
moral hacia las políticas públicas hacia el intervencionismo que desarrolla el estado
moderno como digo un libro que todo liberal interesado en la filosofía política debería
estar Nickelodeon y alé.