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En los últimos días se ha montado una campaña en redes sociales para atacarme, porque supuestamente
he dicho que los discapacitados deberían buscarse la vida en una sociedad liberal y no deberían
recibir ayuda de nadie más.
Pero realmente he dicho esto en algún momento o más bien estamos ante la enésima manipulación
de algunos grupos de izquierdas para atacar sin fundamento las ideas del liberalismo.
Comprobemoslo.
En los últimos días se ha viralizado por las redes sociales el siguiente extracto de
un debate que mantuve con Juan Carlos Monedero en octubre del año 2017.
Lo que es justo o lo que es injusto depende de lo que hacemos o de lo que no hacemos,
no de lo que es, no de lo que nos viene dado, lo que nos viene dado por genética ni es
justo ni es injusto, es algo que queda fuera del ámbito de la justicia y por tanto no podemos
vulnerar los derechos reales de las personas por una cuestión arbitraria, accidental como
es la carga genética que tenemos cada uno de ellos, que tú no seas responsable de los
genes que te han tocado, no me hace a mí responsable de los genes que te han tocado y por tanto
yo no estoy subordinado o no quedo subordinado a tus preferencias ni mis derechos se deben
ver conculcados por el hecho de que tú hayas tenido, por decirlo así, buena o mala suerte
en la lotería genética o buena o mala suerte en el entorno social en el que hayas vivido.
¿Y por qué se han viralizado estas palabras? Pues porque desde determinados sectores de
la izquierda o más bien desde la extrema izquierda se ha dado a entender que por estas
palabras me estaba refiriendo a la situación que dentro de una sociedad liberal deberían
ocupar los discapacitados. Por ejemplo, el Movimiento Spanish Revolution ha publicado
una noticia donde en el propio titular leemos las sádicas palabras de Juan Ramón López
Rayo, se les ve bastante informados. Le importa a dos cojones que te mueras, no quiere pagar
impuestos. Esto, entre comillas, como si lo hubiese dicho yo, cuando yo no he dicho nunca
tal cosa. Pero bueno, lo entre comillas porque consideran que es un resumen fidedigno de
mi intervención. ¿Y en qué fundamentan que esto es un resumen fidedigno de mi intervención?
Pues de entrada en un tuit que es el que se hizo Echo y el que viralizo más el vídeo
de José Vico. En este tuit se puede leer, escuchad con atención lo que dice Rayo. Si
te toca una discapacidad, es decir, que yo he dicho que si te toca una discapacidad,
él no tiene la culpa. Así que te buscas la vida. Es decir, que según José Vico yo
he dicho que si te toca una discapacidad te tienes que buscar la vida. Bien, imagínatelo
de ministro de Economía. Y esto, aunque no lo digan, lo piensan muchos neoliberales.
Y a partir de esta contextualización de cosecha propia que efectuó José Vico, pues otras
cuentas de izquierdas ya se hicieron Echo avalando que evidentemente yo me estaba refiriendo
a los discapacitados. Por ejemplo, el actor David Pareja comparó mis palabras con un
cartel nazi en el que se invitaba a practicar la eutanasia involuntaria a los discapacitados.
Y a su vez, el periodista entrópico, tal como se define el mismo, de la marea, Dani
Domínguez, fue el que puso el tuit del que luego se hizo Echo el titular de Spanish Revolution.
Rayo, me importa dos cojones que te mueras, yo no quiero pagar impuestos. Y bueno, a partir
de aquí, como os podéis imaginar, una ristra de cientos de insultos y descalificaciones
que os voy a ahorrar. Como digo, si uno crea el contexto, Rayo está hablando de los discapacitados
y luego coloca las palabras que he pronunciado, evidentemente parece que me despreocupé
absolutamente de la situación de los discapacitados. El problema es que yo no estaba hablando
de los discapacitados. Ese contexto es un contexto inventado, falso, manipulado, tergiversado,
para poder manipular el significado de mis palabras. Yo estaba criticando una concepción
de la justicia de Juan Carlos Monedero, según la cual la misión del Estado debería ser
igualar las capacidades de todos los ciudadanos. Y yo le estaba replicando que la igualación
absoluta de las capacidades de todas las personas no solo es imposible, sino además indeseable,
porque terminaría atacando de raíz la libertad de cada individuo para desarrollar su propia
vida sin interferencias continuadas y coactivas del Estado. Pongamos, por tanto, el contexto
real a esas palabras, el contexto real que todos los otros han omitido para manipular
mis palabras. Para mí una sociedad justa es una sociedad
con igualdad de capacidades. Es decir, una sociedad que realmente establezca unas bases
igualitarias para todos y todos y que podamos escoger. Y en ese sentido, si queremos realmente,
desde mi perspectiva de justicia, tener una sociedad que merezca ese nombre, tenemos que
establecer las bases para que todos nosotros podamos tener un mismo acceso a la salud,
a la educación, al ocio, a la reflexión. Y desde luego, a mí también me gustaría
que todos tuviéramos las mismas capacidades, pero yo no voy a considerar que el concepto
de justicia es igualdad de capacidades. Entre otras cosas, ¿por qué ese es un concepto
de justicia imposible? Es decir, no todos podemos tener las mismas capacidades, aunque
solo sea por cuestiones genéticas. Yo nunca voy a jugar, aunque el Estado me proporcione
todos los medios a vidas y por haber, no voy a jugar nunca al fútbol también como Cristiano
Ronaldo o Messi. Y eso no es injusto, eso es. Y la justicia no se relaciona con las situaciones
que vemos. La justicia evalúa las acciones y las consecuencias de las acciones de las
personas. Lo que es justo o lo que es injusto depende de lo que hacemos o de lo que no hacemos,
no de lo que es, no de lo que nos viene dado, lo que nos viene dado por genética ni es
justo ni es injusto. Es algo que queda fuera del ámbito de la justicia.
Este es el contexto. No estábamos hablando de discapacitados, que tienen imposibilitado
debido a su discapacidad, ganarse la vida cooperando en sociedad. Estábamos hablando
de personas que pueden ganarse la vida pero que tienen distintas capacidades con respecto
a otras. De hecho, en el ejemplo que utilizaba para introducir mi alocución, ejemplo que
obviamente ha sido recortado del vídeo que se ha viralizado, comparaba mi capacidad para
jugar al fútbol con la de Cristiano Ronaldo o Messi, salvo que yo me esté considerando
discapacitado por no jugar también al fútbol como Cristiano Ronaldo o Messi, debería
ser evidente que no estábamos hablando de discapacitados, entendiendo por tales personas
que no pueden insertarse, que no pueden cooperar productivamente en sociedad y que por tanto
son dependientes del sustento que les puedan proporcionar otras personas u otras organizaciones
como el Estado. De hecho, veamos otros ejemplos que puso el propio Juan Carlos Monedero dentro
del contexto de este debate sobre la justicia entendida como igualdad de capacidades.
Tiene que haber cuotas para las mujeres en la política, hay gente que dirá no ni hablar
ya pero es que si no hay cuotas es que las mujeres no tendrían espacio en la política.
Roles plantea el doble de la ignorancia, es decir, imagínese a todos ustedes, a todos
vosotros que nos pusieran un velo en los ojos y no supiéramos si al nacer vas a nacer hombre
o mujer, vas a nacer en una familia acomodada o en una familia periférica de una ciudad
latinoamericana, que no sepas si vas a nacer sano o enfermo, blanco o negro.
Hombre, mujer, blanco o negro, acomodado o no acomodado, creo que nada de todo esto se
refiere a discapacidades, ni siquiera sano o no sano se refiere necesariamente a discapacidades
porque podemos estar no perfectamente sanos sin ser discapacitados.
De hecho, incluso la expresión que utilizo y que parece tan desdeñosa de lotería genética
en realidad es una referencia a la obra de John Rawls, John Rawls al que se había referido
previamente Juan Carlos Monedero, John Rawls en su libro A Theory of Justice, lo que dice
es que el resultado de la lotería natural, de la lotería genética, es arbitrario desde
un punto de vista moral.
Por tanto, claramente me estaba refiriendo a las ideas que previamente había expuesto
y defendido Juan Carlos Monedero a través del corpus ideológico de John Rawls.
El debate por consiguiente era si el Estado puede arrogarse poderes extraordinarios sobre
la libertad de las personas con tal de corregir estas desigualdades naturales que supuestamente
originan desigualdades de capacidades a la hora de completar nuestros proyectos de vida.
Y mi respuesta era negativa porque lo que hace la justicia es valorar, enjuiciar, los
comportamientos de las personas hacia otras personas.
Si una persona ataca o roba a otra persona, la acción del atacante, la acción del ladrón
es injusta porque genera un daño que la otra persona no tiene ninguna obligación de asumir.
Y por tanto, el atacante, el ladrón tiene que reparar la injusticia causada porque es
responsable, su acción es responsable, del daño que ha generado.
En cambio, si mañana cae una granizada sobre los cultivos de un agricultor, nos podrá
parecer que es una desgracia muy grande.
Pero no tiene sentido calificar esa situación como injusta porque no ha habido ninguna acción
de nadie que haya provocado ese daño.
La naturaleza no es una gente que actúe deliberadamente y, por tanto, las acciones de la naturaleza
no son ni justas ni injustas, las acciones de la naturaleza son.
Eso no significa que debamos despreocuparnos de la suerte que corre ese agricultor, solo
significa que los demás no tenemos responsabilidad legal, en inglés hablaríamos de Personal
Liability para no confundirlo con responsabilidad moral, por ejemplo, decía que eso no significa
que debamos despreocuparnos de la suerte que corre el agricultor.
No estoy defendiendo que el agricultor que haya perdido toda su cosecha como consecuencia
de un desastre natural pues que se busque la vida.
La sociedad puede organizarse y para un liberal deberá organizarse voluntariamente, sin coacciones
de por medio, para ayudar a aquellas personas que lo necesitan, en ocasiones para ayudarlas
de manera mercantilizada, por ejemplo, a través de la contratación previa de un seguro contra
este tipo de catástrofes naturales, y en ocasiones a través de la ayuda voluntaria
de carácter no mercantilizado, por ejemplo, a través de la generosidad de las personas
hacia el agricultor.
Lo que sí estoy diciendo es que el agricultor no podría responsabilizar al resto de la
sociedad de su desdicha, no podría decirles vosotros me habéis provocado el daño que
he sufrido cuando la granizada ha destrozado mi cosecha, porque los demás no han generado
esa granizada que le ha destruido la cosecha y por tanto nadie es responsable, nadie tiene
responsabilidad civil sobre el daño que ha sufrido el agricultor.
Dicho todo esto, el caso de los discapacitados al que yo no me referí en el debate con Juan
Carlos Monedero es un caso distinto a los anteriores.
¿Por qué?
Porque en todos los casos anteriores las personas tienen capacidad de agencia para cooperar
con otras personas, para cooperar con mayor o menor fortuna, pero para cooperar con otras
personas y salir adelante a través de esa cooperación social.
Sin embargo, los discapacitados, o al menos algunos discapacitados no tienen ninguna capacidad
de agencia para cooperar con otras personas.
Y por tanto la reflexión moral que se haga sobre ellos no puede partir de las mismas
bases que la reflexión moral que se hace con respecto a personas que sí tienen capacidad
para cooperar productivamente dentro de nuestra sociedad.
Por ejemplo, la idea de justicia que estaba exponiendo en mi debate con Juan Carlos Monedero
es la idea de justicia de Friedrich Hayek.
Para Hayek la justicia social, la justicia distributiva es un espejismo.
La justicia tiene que ver, como decía antes, con evaluar las acciones de unas personas
hacia otras personas, no con conseguir, por ejemplo, una distribución de la renta que
nos agrade más que otra.
Pero al mismo tiempo que Hayek criticaba esta concepción de justicia social o de justicia
distributiva, la justicia entendida como hacer encajar a la sociedad en unos patrones
distributivos de renta de riqueza de estatus previamente concebidos, al mismo tiempo Hayek
decía lo siguiente.
Existe una gran diferencia entre la provisión de una renta para todos aquellos que no pueden
subsistir a partir de los ingresos que obtienen dentro de un mercado que funciona correctamente
y una redistribución conducente a proporcionar una remuneración justa, justa entendida
desde los estándares de la justicia social o de la justicia distributiva.
Es decir, entre una redistribución donde la gran mayoría de ciudadanos acepta ayudar
a aquellos incapaces de salir adelante y una redistribución donde la mayoría expolia
a la minoría por el simple hecho de que esta tiene más riqueza.
Ni crítica en el debate iba orientada a este segundo tipo de redistribución, no necesariamente
hacia el primer tipo de redistribución, hacia aquellas personas que no cuentan con capacidad
para obtener ingresos suficientes en el mercado porque ese ni siquiera fue el debate planteado.
El propio Hayek, de hecho, se mostraba partidario de una renta mínima de inserción de un ingreso
mínimo vital exclusivamente para aquellas personas que no pudieran cooperar productivamente
en sociedad con otras personas, por ejemplo, en derecho a legislación y libertad podemos
leer.
Se trata del problema de quienes por varias razones no pueden ganarse la vida en una
economía de mercado, como los enfermos, los ancianos, impedidos físicos o mentales,
viudas y huérfanos, es decir, aquellos que sufren condiciones adversas que pueden afectar
a cualquiera y contra las que muchos no son capaces de precaverse por sí solos, pero
a los que una sociedad que haya alcanzado un cierto grado de bienestar puede permitirse
ayudar, asegurar a todos una renta mínima o un nivel por debajo del cual nadie descienda
cuando no puede proveerse por sí mismo, no para todo el mundo incondicionalmente, sino
solo para aquellos que no puedan proveerse por sí mismos, no solo es una protección
absolutamente legítima contra riesgos comunes a todos, sino una tarea necesaria de la gran
sociedad donde el individuo no puede apoyarse en los miembros del pequeño grupo específico
en el que ha nacido.
Yo mismo, por ejemplo, en mis libros una revolución liberal o contra la renta básica
o en diversos artículos o en diversos vídeos he defendido que mientras el estado sigue
existiendo cuente con un programa similar a estas rentas mínimas de inserción para
aquellas personas que efectivamente no pueden cooperar productivamente con los demás.
Podré estar equivocado o no estar equivocado, pero desde luego esa ha sido la posición
que he mantenido durante muchos años y, por tanto, sugerir que desde mi punto de vista
los discapacitados deberían buscarse la vida o incluso, como se ha llegado a hacer, deberían
ser sometidos a utanasia involuntaria es una obscenidad.
Es más, aunque yo hubiera defendido, que no lo he hecho, pero aunque hubiera defendido
que el estado no debe ocuparse de estos asuntos, eso no equivale a decir que desde mi punto
de vista los discapacitados deban buscarse la vida por sí solos y que los demás debamos
despreocuparnos de su suerte o de su desgracia.
Que el estado no se ocupe de algo no significa que no crea que la sociedad no deba ocuparse
de ese algo, me podría parecer un horror moral que el estado conculque la libertad de
las personas y me podría parecer un horror moral que las personas hagan uso de su libertad
para despreocuparse de aquellos que están más necesitados de ayuda.
En definitiva, la última campaña de la que he sido víctima hasta el momento en redes
sociales y recálculo de hasta el momento, porque desde luego vendrán muchas más en
el futuro, es una ilustración de cómo una parte significativa de nuestra izquierda
no le importa en absoluto la verdad.
Lo único que le importa es manipular la verdad para desacreditar al adversario ideológico
deshumanizándolo.
Este señor es un sociópata, a este señor no le importa que muráis, este señor solo
defiende los intereses de los más ricos, a este señor no le tenéis que escuchar.
Ni siquiera prestéis atención a sus argumentos, quedaos con las mentiras sobre él que os
hemos contado.
No salgáis de vuestra zona de confort ideológico para adentraros en las tinieblas de quienes
se despreocupan por el bien de la sociedad.
Pero para desgracia de quienes solo saben oponer la mentira a unos argumentos que podrán
ser correctos o incorrectos, pero que en todo caso habría que criticar desde la honestidad
intelectual, para la desgracia de todos ellos, hace mucho tiempo que asumí que estas campañas
de difamación, insisto, en que sé que no será la última, hace mucho que asumí que
estas campañas de difamación son el coste, el peaje que hay que pagar por dar la batalla
ideológica y por conseguir que tus ideas, las ideas que consideras mejor para el conjunto
de la sociedad, logren avanzar frente a quienes se oponen a las mismas, incluso frente a
quienes verían sus privilegios caer si las mismas avanzaran.
Para su desgracia, hace mucho que hice mías las palabras de Ludwig von Mises cuando decía
que si ellos repiten insistentemente la mentira, nosotros tendremos que repetir con una insistencia
todavía mayor, la verdad, nunca accedas ante el mal, combátelo con mayor audacia.
Y eso es lo que seguiré tratando de hacer para lograr que las ideas de la libertad avancen
en España.