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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

En los dos últimos vídeos que podréis encontrar en la sección de Pestañas, describimos por
un lado en que consistía el plan de refletamiento de la economía aprobado por el gobierno de
Pedro Sánchez y por otro por qué un plan de refletamiento de la economía basado en
el rescate total de la misma, basado en que se mantuvieran los ingresos de todos los agentes
económicos, familias y empresas a costa del endeudamiento público, era un plan que era
profundamente desacertado. En ese mismo vídeo, en este último vídeo, también expuse brevemente
que a mi entender era muy preferible un plan de refletamiento selectivo de la economía,
un plan que discriminara entre empresas viables y empresas no viables y solo reflotara, solo
reforzar a la posición de las viables sin, por tanto, subsidiar a las empresas no viables
a costa del contribuyente. Pues bien, en este vídeo vamos a exponer con cierto detalle
algunas medidas que permitirían sostener, que permitirían canalizar este plan selectivo
de refletamiento de la economía. Eso sí, antes de empezar tengamos en cuenta que ningún
plan va a obrar milagros, estamos experimentando una brutal crisis económica derivado de un
profundísimo shock de oferta, un shock de oferta es una perturbación que sufre la economía
por la cual no está capacitada para producir, no es que no quiera producir, no es que los
agentes económicos no queramos gastar y como consecuencia de que no queremos gastar no
se produzca, es que no estamos habilitados a producir aún cuando quisiéramos hacerlo.
Y este profundísimo shock, por tanto, no va a poder ser contrarrestado por ninguna medida
económica que se plantee, la única forma de terminar con este shock que va a hundir
nuestra economía, que va a hundir nuestro PIB, es derrotando a la epidemia. Por tanto,
el plan de refletamiento selectivo no tiene como objetivo conseguir que se produzca mucho
más de lo que se va a poder producir, porque esto directamente es imposible. El plan de
refletamiento selectivo que voy a exponer a continuación tiene un propósito muy claro,
ser viva a aquella parte de la economía que genera y que va a seguir generando valor una
vez hayamos superado, una vez hayamos derrotado a la epidemia. ¿Y cómo conseguimos que esa
parte saludable de la economía sobreviva y que la parte no saludable no sea rescatada
a costa del contribuyente? Bueno, hemos de diferenciar entre dos categorías, entre dos
clases de medidas y las dos son importantes a la hora de sostener el tejido productivo
sano. Por un lado, las medidas dirigidas a proporcionar liquidez al tejido empresarial
y por otro, las medidas dirigidas a reforzar la solvencia del sistema empresarial. Empecemos
con las medidas dirigidas a proporcionar liquidez al sistema empresarial. ¿En qué consiste
proporcionar liquidez? Liquidez significa poder atender mis pagos a corto plazo con cargo
a la riqueza de la que ya dispongo o de la que se espera que voy a disponer en el futuro.
Es decir, no se trata de que yo no tenga capacidad última para pagar, que yo no tenga solvencia
para hacer frente a los vencimientos de mis deudas o a los pagos de salarios o a los
pagos de proveedores, sino que esa solvencia la tengo materializada en una forma que no
es tesorería y que por tanto no me permite hacer frente, ya digo, a esos pagos de la
deuda. Por consiguiente, de lo que se trata es de transformar riqueza que ya tienen los
agentes económicos en tesorería. Se trata de volver líquidos los activos que tienen
los agentes económicos para poder hacer frente a sus pasivos a corto plazo. ¿Y cómo podemos
lograr esto? Bueno, en primer lugar, no drenando la liquidez que sí tienen los agentes económicos,
es decir, si familias y empresas tienen dinero ahorrado, dinero en forma líquida, no tienen
ningún sentido que ahora mismo las administraciones públicas se apropien de ese dinero. Por tanto,
deberíamos ir a un aplazamiento general de todos los tributos que venzan a lo largo de
los próximos meses. ¿Por qué? Pues porque sí, los agentes económicos tienen liquidez,
es absurdo que destinen esa escasísima liquidez a pagar impuestos, a llenar las arcas de las
administraciones públicas. Aplazar el pago no significa necesariamente condonar el pago,
es decir, no significa que esos impuestos no se terminen cobrando en ningún momento,
significa que ahora mismo que tenemos un problema muy grave de liquidez, no es el momento de
hacer frente a esos pagos. Y, por tanto, las administraciones públicas deberían ofrecer
facilidades para retrasar esos pagos ya no tres meses o seis meses, sino para retrasarlos
a más largo plazo para no agotar las casas de liquidez que van a tener los agentes económicos
en el futuro. Esa sería la primera medida dirigida a proporcionar liquidez. Segunda
medida, bonificaciones fiscales para los aplazamientos privados de pagos, es decir, que aquellos
acreedores que retrasen voluntariamente el cobro de sus créditos a los deudores se
beneficien de una recompensa fiscal, de una bonificación fiscal. Aquí entrarían no
solo los retrasos voluntarios en el cobro de las hipotecas, sino también los retrasos
voluntarios en el cobro de suministros o en el cobro de los alquileres. Imaginemos que
la administración pública lanza la siguiente oferta fiscal a los arrendadores. Si aceptáis
retrasar un año el cobro de las distintas mensualidades del alquiler, esas mensualidades
estarán exentas de tributar fiscalmente. En ese caso se está otorgando un muy fuerte
incentivo a los arrendadores para que mantengan a los inquilinos en sus viviendas y para que
les pospongan el cobro de las rentas mensuales del alquiler que van venciendo durante estos
meses en los que la liquidez será tan escasa. Por tanto, se puede promover fiscalmente un
aplazamiento de los cobros dentro de la economía de manera que aquellos agentes que se puedan
permitir ese aplazamiento tendrán incentivos fiscales a aplazarlos y, en cambio, aquellos
otros agentes que no se puedan permitir bajo ningún concepto el aplazamiento, pensemos
en un arrendador cuya única fuente de ingresos sea el alquiler de un inmueble y que ese arrendador
tenga a su vez problemas de liquidez, en tal caso no se podrá permitir aplazar el cobro
de los alquileres porque necesitará ese dinero para hacer frente a otros de sus pagos si
es que su propio acreedor no ha aceptado retrasarle voluntariamente el cobro en función
de esa bonificación fiscal. Por tanto, repito, en lugar de que sean las administraciones
los que digan este pago se aplaza, este pago no se aplaza, dejamos un terreno de juego muy
amplio para que el sector privado renegocie aplazamientos de pagos gracias al fuerte
incentivo fiscal que se les otorga para ello. Por cierto, para facilitar el aplazamiento
de pagos también es imprescindible que se modifique la legislación. Por ejemplo, si
ahora mismo un banco quiro otorgar una carencia hipotecaria a un hipotecado tienen que pasar
por el notario, esto es ahora mismo un absoluto sin sentido porque encarece el proceso de carencia
hipotecaria y además supone un riesgo sanitario de primer nivel. Tercera medida para proporcionar
liquidez a los agentes económicos, facilitar que aquellos activos que ya poseen se puedan
convertir en líquidos. En general, el gobierno no ha prohibido que las personas puedan, si
hace falta, vender inmuebles, vender acciones, aunque si algunos están planteando que habría
que cerrar la bolsa, temporalmente no, no hay que cerrarla justamente por esto porque la
bolsa es un vehículo para que los agentes puedan vender parte de su patrimonio a cambio
de liquidez si es que necesiten urgentemente la liquidez. Pero como decía el gobierno,
no ha prohibido ni vender inmuebles, ni vender acciones, ni vender bonos, de manera que en
principio las transacciones se pueden seguir haciendo y aquellos que tengan patrimonio
lo pueden liquidar para obtener tesorería. Ahora bien, hay un activo muy importante para
muchas familias españolas cuya venta, cuya liquidación sí está muy restringida legislativamente
y me refiero a los planes de pensiones. En principio, y salvo circunstancias extraordinarias
como la actual, que debería habilitarse, los planes de pensiones solo se pueden liquidar,
solo se pueden rescatar en el momento de la jubilación. Hay muchos españoles que tienen
por tanto una porción significativa de su ahorro inmovilizada en planes de pensiones
y el gobierno debería habilitar su rescate antes de la jubilación. Es decir, que si
alguien necesita ese dinero lo pueda obtener vendiendo sus activos financieros, los activos
financieros contenidos en ese plan de pensiones. Además, también sería ideal que el gobierno
eximiera de tributar a los planes de pensiones por su rescate, de manera que no haya un desincentivo
fiscal a rescatarlo todo el de golpe si es que los agentes económicos necesitan verdaderamente
esa liquidez. Y por último, la cuarta de las medidas dirigidas a proporcionar liquidez
y que en cierto modo es aquella por la que han optado todos los gobiernos europeos, los
avales, los avales públicos a la deuda privada. En principio no veo ninguna justificación
para que el sector público avale la deuda de las empresas con el propósito de que
los bancos refinacien esa deuda o otorguen nuevas líneas de financiación. ¿Por qué
no veo ninguna justificación para ello? Porque si una empresa, aunque hoy mismo esté suspendida
de actividad, se espera que pueda reanudar su actividad en el futuro cercano y por tanto
volver a generar ingresos y volver a generar valor, y repito de lo que se trata es únicamente
de mantener vivas a la parte del tejido productivo que va a seguir generando previsiblemente
valor en el futuro. Pues bien, aquellas empresas que se espere que vayan a seguir generando
valor en el futuro, la banca en principio, repito, no debería tener absolutamente ningún
problema para financiarlas. ¿Por qué? Pues porque sería una línea de crédito que no
implicaría prácticamente riesgos. Es verdad que hoy no pueden pagar, pero en cuanto vuelvan
a funcionar, si es que de verdad, repito, se espera que tengan actividad y que generen
valor, podrán pagar las deudas que hoy están asumiendo. Recordemos que la banca no tiene
en absoluto problemas de liquidez. El Banco Central Europeo está extendiendo mil millonarias,
cien mil millonarias líneas de crédito para la banca. La banca nada en liquidez, por tanto
es la banca u otros agentes económicos que puedan dar crédito, pero me estoy centrando
específicamente en la banca. Es la banca en la que tiene que juzgar si un deudor actual
o potencial tiene capacidad de repago o no. Y esa capacidad de repago vendrá determinada
por su capacidad esperada de generar beneficios en el futuro. Y si la banca cree que una determinada
empresa no tiene ninguna capacidad para generar beneficios en el futuro, entonces es que ese
proyecto empresarial no es claramente viable y por tanto no debe ser rescatado a cualquier
precio, a cualquier coste. Ahora bien, uno podría decir, y no digo que sea del todo
absurdo, que en las actuales circunstancias la banca, como hay mucha incertidumbre en
el horizonte, es muy, muy, muy adversa al riesgo, no quiere asumir ningún riesgo, y como consecuencia
se podría dar el caso de que no sepa evaluar correctamente que proyectos empresariales
son viables y por tanto merecen refinanciación y que proyectos empresariales no son viables
y por tanto no la merecen. Uno podría, repito, hacer este argumento y no es un argumento
del todo absurdo, y es ahí donde entra la supuesta lógica de los avales públicos,
dado que la banca puede ser muy temerosa en estos momentos, se necesita el espaldearazo
público para que la banca no tenga miedo y pueda refinanciar los proyectos que son
viables. Sin embargo, aun cuando uno quiera comprar el argumento de la necesidad de los
avales públicos, en ningún caso los avales públicos deberían instrumentarse como se
están instrumentando ahora mismo, es decir, como un aval por la totalidad de los créditos
que ya ha otorgado o que va a otorgar la banca. Los avales no deben utilizarse para que la
banca no asuma ningún riesgo, la banca tiene que seguir asumiendo riesgos para que tenga
el skin in the game, es decir, para que sea corresponsable de las decisiones que toma,
no tiene ningún sentido, repito, que se avale el 100% de la deuda de las empresas para que
la banca no experimente ningún riesgo. Como mucho, podría tener cierto sentido, y aun
así sería objeto de debate, que el estado avalara el 20, el 30% de los créditos del
valor del importe de cada crédito que otorga la banca. ¿Por qué? Porque de esa medida
es verdad que el estado reduce muy significativamente el riesgo que está experimentando al que está
expuesta la banca por dar financiación, pero a su vez no se disculpa absolutamente a la
banca de la responsabilidad que tiene a la hora de seleccionar si una empresa es viable
y por tanto merece refinanciación o si una empresa no es viable y por tanto no la merece,
que la banca siga asumiendo una porción significativa del riesgo de los créditos que otorga es
fundamental para que la banca no se limite a dar crédito de manera indiscriminada a trote
y moche sin plantearse, repito, si el modelo de negocio subyacente que está financiando
va a ser viable o no lo va a ser, porque si da crédito a modelos de negocio que no van
a ser viables, quien en última instancia vamos a terminar pagando ese modelo no viable,
somos los contribuyentes y desde luego los contribuyentes no estamos ni vamos a estar
en una situación tremendamente bollante como para pagar cualquier idea alocada de negocio
que exista o que vaya a existir en el futuro cercano.
Pues bien, estas son el pack de medidas dirigidas a proporcionar liquidez a la economía, aplazamiento
a largo plazo de todos los tributos, modificaciones fiscales para la renegociación privada de
el momento del vencimiento de los pagos, permitir sin penalizaciones fiscales idealmente el
rescate de los planes de pensiones y por último, si se otorgan avales, que es algo
muy discutible porque no parece haber una necesidad realmente objetiva para ello, más
allá de decir que hay que rescatarlo todo, pero si se otorgan avales públicos a la deuda
empresarial tienen que ser unos avales de importe limitado para que la banca siga a
sumiendo la mayor porción del riesgo de aquellos créditos que está otorgando.
Vamos ahora con las medidas de solvencia.
Las medidas de solvencia se dirigen a reforzar, a incrementar el valor del patrimonio de los
agentes económicos con el que tendrán que hacer frente a sus deudas, a los vencimientos
de sus deudas, no sólo presentes sino también futuras.
Recordemos, las medidas de liquidez iban dirigidas a transformar riqueza en líquido, riqueza
que ya existía, las medidas de solvencia lo que pretenden es que esa riqueza que existe
sea mayor de lo que actualmente es y por qué son importantes las medidas de solvencia,
porque al margen de la provisión o no provisión de liquidez, lo cierto es que esta crisis
que estamos experimentando nos va a empobrecer enormemente a todos y por tanto hay que intentar
compensar en la medida de lo posible ese empobrecimiento, que el shock que vamos a sufrir o que ya
estamos sufriendo por la crisis sanitaria sea menos lesivo de lo que sería sin las
medidas compensatorias de la solvencia.
¿Y cuáles son esas medidas compensatorias de solvencia?
En primer lugar, rebaja de impuestos, no sólo aplazamiento del pago de impuestos sino condonación
del pago de impuestos, es decir, que los agentes económicos paguen este año el año que viene
y en dos años o en tres, dependerá de la extensión y de la importancia que se le
dé al plan, pero que durante varios periodos los agentes económicos vean rebajada su factura
fiscal, no que la vean aplazada, que eso está muy bien para dar liquidez, que la vean rebajada
de manera definitiva porque de esa manera la solvencia de los agentes económicos se
incrementa.
Si los pasivos fiscales de los agentes económicos son menores, el patrimonio neto, el valor
del patrimonio de los agentes económicos se incrementa.
Es verdad que muchas personas pueden decir, si yo este año voy a tener pérdidas no voy
a pagar impuestos, no tengo que pagar impuestos, si yo este año no tengo ingresos por mi trabajo
o tengo muy pocos ingresos tampoco voy a tener que pagar impuestos por esas rentas, por tanto
de qué me sirve que me bajen hoy los impuestos si no voy a tener que pagar esos impuestos
en ningún caso.
Y es verdad que aquellos agentes económicos que este año no obtengan ganancias o no obtengan
salarios suficientes como para tributar, por ejemplo por IRPF, no van a tener ninguna factura
fiscal, pero si se espera que en 2021, en 2022, en 2023, cuando la economía ya haya
más o menos regresado a la normalidad, esos agentes económicos van a tener que pagar
impuestos y una forma de incrementar hoy el valor esperado de sus ingresos futuros y
por tanto su capitalización efectiva a día de hoy es comprometerse ya a que los agentes
económicos no paguen impuestos o paguen muchos menos impuestos en 2021, en 2022 o en
2023.
Además, la rebaja fiscal solamente refuerza la solvencia de aquellos agentes económicos
de aquellas empresas que son viables a largo plazo. Si un proyecto empresarial no va a
volver a generar ningún tipo de ganancia en el futuro, por mucho que le bajemos los
impuestos, su solvencia no va a aumentar. La solvencia solo se incrementa para aquellos
negocios que sigan generando, que sigan obteniendo beneficios en el largo plazo.
Y por tanto se trata de una medida tremendamente deselectiva para discriminar entre agentes
económicos que generan o que se espera que vayan a seguir generando valor en el futuro
y aquellos agentes económicos que no generen o no vayan a seguir generando valor en el
futuro.
No tiene que ser el gobierno el que diga tú eres viable y por tanto a ti te ayudo,
tú no eres viable y por tanto a ti no te ayudo. Bajo los impuestos a todos, pero esa
bajada de impuestos a la hora de la verdad solo será efectiva para aquellos que sigan
generando valor en el presente o en el futuro y no para aquellos que no van a seguir generando
valor en el futuro.
El monos cuenta además de que este incremento selectivo de la solvencia de los agentes económicos
va a permitir que muchos de ellos también tengan mayor acceso a la liquidez. Si un banco
sabe que una empresa cuando vuelva a operar va a tener muchos más beneficios después
de impuestos de los que se espera hoy que vaya a tener con el actual régimen fiscal,
el banco también será mucho más propenso a darle financiación a día de hoy.
Por tanto incrementar selectivamente la solvencia de los agentes económicos. ¿Cómo se consigue
esto? Bajando impuestos, bajando el impuesto sobre sociedades, bajando el impuesto sobre
la renta, bajando colpizaciones sociales, de tal manera que aquellos agentes económicos
que tengan o que vayan a seguir teniendo ingresos porque vayan a seguir generando valor
para el resto de la economía, esos agentes económicos tengan rentas después de impuestos
mayores de las que hoy tendrían si no se bajan los impuestos. Eso ya incrementa su capitalización,
su solvencia hoy porque sus ingresos esperados se incrementan tras el mero anuncio de la
rebaja de impuestos durante los próximos años.
Segunda medida para reforzar la solvencia de los agentes económicos, prestaciones de
desempleo. En una sociedad mucho más liberal donde el estado tuviese un papel mucho menor
los agentes económicos previsiblemente contratarían con el dinero que hoy entregan forzosamente
al estado en forma de cotizaciones sociales por desempleo, contratarían, digo, seguros
frente al paro. Si es que quieren cubrirse las espaldas frente al riesgo de quedar desempleados
o en todo caso lo que harían sería ahorrar más de lo que hoy pueden ahorrar porque
insisto el 7% del salario de todas las personas se lo queda mes a mes el estado para pagar
prestaciones de desempleo, pues bien, esas personas si no pagaran esto tendrían todos
los meses un 7% más de salario que podrían ahorrar para hacer frente a una situación
de paro transitoria en caso de que ésta se produzca.
Hoy en día, por desgracia, esto no es así porque el estado nos obliga a cotizar a todos,
al menos a todos los asalariados por cuenta ajena, a la Seguridad Social para cubrir la
prestación de desempleo, es decir, el estado obliga a contratar un seguro público de desempleo.
Si esto es así, lo lógico a día de hoy es que el estado honre que el estado haga frente
a los compromisos que el estado ha asumido porque ha obligado a los ciudadanos a que
contraten esa prestación. Por tanto, si hay gente que se queda temporal o permanentemente
desempleada, es lógico que el estado tenga que abonarles la prestación de desempleo.
Esto el gobierno de España ya lo ha aprobado, todos aquellos trabajadores afectados por
un ERTE podrán recibir prestaciones de desempleo. Sin embargo, habría que efectuar dos matizaciones
a este respecto. Primero, lo que ha aprobado el gobierno de España es una medida excepcional,
por la cual los trabajadores que se beneficien de cobrar esa prestación de desempleo no
van a haber reducido su derecho futuro a percibir prestaciones de desempleo por los días
que hayan estado cobrando ahora de momento. No veo absolutamente ninguna justificación
para que ello sea así. Es obvio que la epidemia nos va a empobrecer a todos y es obvio que
aquellas personas que se quedan sin trabajar y tienen derecho a una prestación de desempleo
deberían estar consumiendo ese derecho y no mantener el derecho a cambio de recibir una
prestación extraordinaria. Por tanto, ese sería el primer matiz que no hay justificación
para que el estado incremente todavía más el derecho efectivo a recibir prestaciones
de desempleo. El segundo matiz, que puede haber personas que no hayan cotizado lo suficiente
para recibir una prestación de desempleo. ¿Qué se haría con estas personas? El gobierno
ya ha dicho que la van a recibir igualmente, pero dar una prestación por desempleo generalizada
a todo el mundo que se quede durante estos meses de desempleado tampoco parece especialmente
razonable. Puede haber personas que tengan ahorros suficientes y que no la necesiten,
evidentemente si la reciben mejor para ellos, pero no hay una necesidad objetiva para recibirla
porque tienen ahorro para hacer frente a sus pagos y a sus gastos y sin embargo la van
a recibir igualmente. Creo que en este caso tendría sentido plantear temporalmente rentas
mínimas de inserción, rentas ultra mínimas de inserción, rentas que proporcionen el
mínimo indispensable para sobrevivir, para salir adelante durante los meses en los que
la actividad esté paralizada, pero únicamente para aquellas personas que verdaderamente
lo necesiten, es decir, únicamente para aquellas personas que no tengan ahorros o que no tengan
otras fuentes de ingresos potenciales. Solo para ese colectivo de personas que, insisto,
ni tienen ahorro ni tienen otras fuentes de renta y que se quedan totalmente paradas
durante estos meses tendría sentido defender estas rentas mínimas de inserción para que
sobrevivan para que salgan adelante durante los próximos meses. Ahora bien, lo que no
tiene sentido es que el Estado intente evitar una reducción de ingresos que se ha producido
porque ha habido un empobrecimiento generalizado de la economía para todas las personas de
manera indiscriminada al margen de si lo necesitan o no lo necesitan y de cuánto lo necesitan
o cuánto no lo necesitan. Por tanto, prestaciones de desempleo para aquellos que hayan devengado
tal derecho y para aquellos que no las hayan devengado y no tengan absolutamente ninguna
alternativa de sustento personal, rentas mínimas de inserción, de carácter, insisto, muy temporal
y muy condicionado. Tercera medida dirigida para proporcionar solvencia a los agentes
económicos. Bueno, acabamos de exponer dos medidas que van a implicar un incremento
muy importante del déficit público, bajadas de impuestos y por otro incremento de prestaciones
de desempleo y con carácter subsidiario rentas mínimas de inserción. Por tanto, puede ser
que la solvencia de los agentes económicos, de trabajadores y de empresas, mejore gracias
a estas dos medidas, pero habrá un agente económico cuya solvencia debido a estas dos
medidas se va a ver muy seriamente deteriorada y me refiero al estado, al sector público.
El sector público para costear, para financiar estas dos medidas se va a tener que endeudar
y más deuda significa más insolvencia potencial del sector público. El estado español ya
está muy endeudado, tiene un 100% deuda sobre PIB. Cuán bien nos habría venido que durante
los años anteriores los gobiernos hubiesen tomado la austeridad en serio y hubiesen reducido
de manera significativa esta ratio. Pero bueno, lo que tenemos es lo que tenemos. Tenemos
un 100% deuda sobre PIB y por tanto asumir 10 o 20 puntos más de deuda sobre PIB puede
sobrecargar nuestra capacidad de repago futura de la deuda y si es así, si caemos en el
descrédito ante los inversores tendremos una crisis todavía más profunda de lo que
ya va a ser la crisis sanitaria que estamos experimentando porque significaría la banca
rota del estado y por tanto la ruptura del euro, la quebrada del sistema bancario, etcétera.
Es indispensable cuidar la solvencia del estado y cómo se puede cuidar la solvencia del estado
si va a asumir por un lado gastos extraordinarios y por otro lado va a haber mermada de manera
también extraordinaria su recaudación impositiva. Bueno, con recortes del gasto. Uno podría
decir que esos recortes no son especialmente propicios en el momento actual y quizá tenga
razón, aunque no obstaría que se eliminen determinadas subvenciones o incluso que el
salario de algunos empleados públicos que no están ahora mismo operativos o sólo están
operativos a medio fuelle se ha rebajado en una determinada magnitud ya digo de manera
temporal como lo está siendo en el sector privado. Un recorte del 20 o del 30% en algunos
de estos salarios que contribuye a abrir espacio fiscal para sanear las cuentas del estado.
En todo caso, aunque no se aprueben recortes hoy mismo, porque como digo la situación
puede ser muy complicada para andar recortando transferencias gubernamentales en un momento
de crisis seria de liquidez, lo que en todo caso sí habría que hacer y de manera muy
considerable es aprobar hoy un plan creíble y cuando digo creíble es de verdad no como
lo que hemos tenido hasta la fecha es decir, tasando expresamente un plan creíble de recortes
futuros en el gasto. Si oiga aumenta la deuda pública en 10 puntos del PIB, pero a partir
del año que viene o a partir de 2022 nos hemos comprometido a meterle la tijera aunque
sea durante 3, 4, 5 o 6 años a determinadas partidas del presupuesto, esas partidas del
presupuesto recortadas en el futuro ya compensan en términos de solvencia esperada en las
aumento de nuestro endeudamiento presente. Por tanto, cuidemos la solvencia del sector
público, si hay menos recaudación y es bueno que la haya o hay mayor gasto en partidas
que el estado se ha comprometido a asumir como prestaciones de desempleo o la partida
sanitaria que evidentemente va a crecer como parte de la gestión de esta crisis epidémica,
pero lógico es que haya recortes futuros para compensar este déficit, este agujero
que se va a abrir en las cuentas públicas. Y cuarta y última medida para proporcionar
solvencia a la economía, a familias y empresas. La única forma que tiene el estado de deteriorar
la solvencia de los agentes económicos no es solo con impuestos, los impuestos obviamente
lo que hacen es reducir la parte de la riqueza que tú generas y que tú retienes, por tanto
si reducen la solvencia, pero no es la única forma en la que se reduce la solvencia. Otra
forma por la que el estado merma la solvencia de los agentes económicos es a través de
las regulaciones. Las regulaciones, la normativa en muy diversos ámbitos, en muy diversos
sectores, lo que hace es imponer sobrecostes de cumplimiento para el sector empresarial.
La propia Unión Europea estima que el coste en términos de PIB de las regulaciones que
están vigentes dentro de la Unión Europea ronda el 4% del PIB. Es decir, que todos los
años perdemos alrededor del 4% del PIB como consecuencia del estrangulamiento regulatorio
de nuestras sociedades. Sea el 4, el 2, el 5 o el 6 da igual lo que no tiene ningún sentido
ahora mismo es que nos pongamos estrictos en el cumplimiento de unas normativas, de
unas leyes que, digamoslo así, son de carácter exquisito. Es decir, son normativas o leyes
pensadas para tiempos mucho más prósperos, mucho más opulentos de los que son actualmente.
Por tanto, habría que suspender toda o gran parte de las regulaciones que no tengan un
contenido eminentemente sanitario, es decir, que no estén vinculadas expresamente en la
lucha contra la epidemia para que así los costes regulatorios del sector empresarial
se vieran reducidos y su solvencia consecuentemente incrementada. Por tanto, medidas para mejorar
la solvencia de la economía, rebaja fiscal, especialmente del IRPF y del impuesto sobre
sociedades, incremento de las prestaciones de desempleo y de manera subsidiaria a rentas
mínimas de inserción, plan creíble y duro de recortes del gasto público futuros para
compensar el deterioro de la solvencia pública que se va a producir en los próximos meses
y de regulación, aunque sea temporal, de la economía para bajar sustancialmente el
coste regulatorio que experimentamos. Como digo, nada de todo esto va a proporcionar
remedios mágicos. No esperemos que la economía no caiga un 20, un 25, un 30% que el PIB se
contraiga en estas magnitudes durante el siguiente trimestre. Nada de esto lo va a evitar. Lo
que sí va a evitar este plan es que la economía se destruya, que la economía no sea capaz
de sobrevivir al shock a la perturbación a la que ahora mismo nos estamos enfrentando.
Y es un plan que consigue todo esto de manera selectiva, es decir, no rescatando de manera
indiscriminada a todo el sector empresarial sin distinguir entre el sector empresarial
que genera o que va a seguir generando valor y a aquel que va a dejar de generarlo de manera
definitiva y que por tanto va a tener que reestructularse sí o sí por mucho que ahora
se le ponga, sin que se deba, dinero público para reflotarlo. Es un plan, insisto, que consigue
un refletamiento selectivo de la parte sana de la economía. Es un plan que implica mucho
menos dirigismo del sector público y que además es mucho más barato para el sector
público que un plan de rescate total. Pero también es un plan que, por desgracia, ningún
político ha colocado encima de la mesa.
Gracias.
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