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En el último vídeo ya tuvimos ocasión de explicar por qué Alemania y Holanda tienen
razón al negarse a otorgar asistencia financiera sin condiciones, porque esta es la clave,
la ausencia de condiciones a España y a Italia.
En esencia lo que Alemania y Holanda reclaman a los gobiernos de España y de Italia es
que estos se comprometan a sanear sus cuentas una vez haya pasado, una vez hayamos superado
la actual crisis sanitaria.
Lo que buscan es que les garanticemos nuestra capacidad, no solo para devolverles el dinero
que nos van a prestar, sino sobre todo para no tener que depender de ellos en futuras
ocasiones, para ser lo suficientemente solventes como para poder endeudarnos por nosotros mismos
si es que lo necesitáramos en otras ocasiones futuras.
Sin embargo, a raíz de este desplante de los gobiernos de Alemania y Holanda, muchas personas
han sentido desayradas porque estos estados nos reclamen ahora en las actuales condiciones
garantías de que les vamos a poder devolver en el futuro el dinero que ahora nos prestan.
Y de hecho, estas mismas personas argumentan que los problemas de financiación que tiene
ahora mismo España, la dependencia financiera que España tiene de Alemania o de Holanda
deriva de que nos encontremos dentro de la zona del euro. Lo que se argumenta es que
si España ahora mismo tuviese su propia moneda, si España ahora mismo contara con la peseta,
el gobierno español no tendría absolutamente ningún problema para financiarse en los
mercados porque podríamos crear las pesetas que necesitamos para financiar al gobierno,
de la misma forma que hoy el Banco Central Europeo monetiza deuda de España, de Portugal,
de Italia de Grecia, pero también de Alemania, de Holanda o de Austria, si tuviéramos un
Banco Central propio que emitiera moneda propia, que emitiera pesetas, el gobierno de España
podría ir al Banco de España y decirle, necesito tantos miles de millones de pesetas para
financiar la reconstrucción nacional. Imprímame usted esos miles de millones de pesetas,
a un tipo de interés nulo, sin ningún tipo de contrapartiga. Por tanto, lo que se argumenta
es que Alemania y Holanda no tendrían que ponerse tan exquisitas a la hora de pedirnos
garantías para prestarnos su dinero, porque en el fondo tenemos la necesidad de pedirles
prestado a los gobiernos de Alemania y Holanda su dinero, porque no podemos financiarnos
autónomamente en los mercados, en tanto en cuanto hemos renunciado a la soberanía monetaria,
en tanto en cuanto no tenemos pesetas, no podemos crear pesetas, y por tanto, como no
podemos crear pesetas y tampoco podemos crear euros, no controlamos directamente el Banco
Central Europeo, pues si no podemos crear la moneda que necesitamos, solo nos queda pedirse
la prestado o a los mercados que nos pedirán tipos de interés muy altos o a los gobiernos
solventes, a los gobiernos de Alemania y Holanda. Sin embargo, este razonamiento, que España
ahora mismo estaría mucho mejor fuera del euro, con la peseta es un razonamiento del
todo equivocado. ¿Qué sucedería en estos momentos si España, imaginemos, está fuera
de la zona del euro, tiene su propia moneda, la peseta o la neo-peseta, y tiene la necesidad
en estos momentos de parálisis económica e interna, tiene la necesidad de emitir mucha
deuda pública para financiar, por ejemplo, las prestaciones de desempleo, para financiar
préstamos a empresas que tienen la producción paralizada, para financiar algún plan de
estímulo de la demanda, como el que ha aprobado Trump en Estados Unidos de repartir un cheque
de 1.200 dólares, en este caso pues en pesetas a cada ciudadano, ¿qué sucedería si necesitamos
si el gobierno necesita financiación para todo esto? Y el gobierno además tiene acceso
al banco de España a la creación de pesetas. Bueno, pues estaríamos en una situación
bastante parecida a la actual. Si España intentara colocar deuda pública nominada en pesetas
en los mercados financieros, evidentemente los mercados financieros le exigirían un
tipo de interés muy similar al que le exigen hoy si trata de endeudarse en los mercados
financieros sin el respaldo del gobierno alemán y holandés. Los mercados financieros, los
inversores internacionales, verían que el gobierno español no es demasiado solvente
y como no es demasiado solvente, le pedirían tipos de interés muy altos para cubrirse
frente al riesgo de insolvencia, con lo cual el gobierno de España si no quiere depender
de los altos tipos de interés que nos pedirían los mercados, lo que haría sería ir al banco
de España y pedirle directamente que imprima las pesetas que necesita el gobierno de España
para financiar sus proyectos de gasto. Pero la consecuencia de tal impresión de pesetas
sería que la peseta se depreciaría, es decir, que la peseta perdería su valor no solo internamente,
sino sobre todo, externamente. Recordemos que en este momento, que en esta acoyuntura,
la economía española está paralizada, es decir, la economía española no está produciendo
nada o casi nada porque tenemos que distanciarnos socialmente para derrotar a la pandemia, con
lo cual la actividad económica está suspendida. Si España no produce nada o prácticamente
nada, pero a efectos de este vídeo supongamos que no produce nada, es decir, que el PIB durante
unos meses se reduce a cero, si no producimos nada, tampoco podemos consumir nada. Aquello
que consumimos, aquello de lo que hacemos uso, es aquello que hemos producido. Si no estamos
produciendo mascarillas, pues no tenemos mascarillas. Si no estamos produciendo gel desinfectante,
pues no tenemos gel desinfectante. Por tanto, si el país se para y se para durante varios
meses, durante esos meses no podemos consumir nada de lo que haya sido producido internamente
porque no se ha producido nada, con lo cual sería la única alternativa para intentar
consumir algo durante los meses en los que paramos la producción. La única alternativa
sería importando esos bienes, es decir, comprándolos fuera, comprándoselos a un productor
extranjero que no se haya paralizado, que no se haya parado, que no se haya suspendido
en su actividad y que siga produciendo bienes y servicios y esté dispuesto a vendernos
esos bienes y servicios. ¿Pero con qué le pagariamos a ese productor internacional?
¿Qué cosa le podríamos entregar a ese productor internacional para que aceptara vendernos
los bienes que ha producido? Pues lo único que le podríamos entregar son pesetas. Y
la cuestión es, ¿ese productor internacional querría pesetas? Y sobre todo, ¿las querría
a un valor estable o el productor internacional de la misma forma que no está dispuesto a
comprar deuda pública española, salvo a tipos de interés muy altos? ¿Tampoco estaría
dispuesto a comprar pesetas españolas, salvo que le rebajemos mucho el precio de esas pesetas?
Es decir, salvo que le entreguemos muchas más pesetas por cada bien extranjero que
queramos comprar. Evidentemente sucedería lo segundo. Del mismo modo en que hoy no
podemos colocar deuda pública española, salvo a tipos de interés muy altos, no podríamos
colocar pesetas, salvo a tipos de cambio muy depreciados, salvo a precios de la peseta
muy bajos. ¿Y por qué? Pues porque, al final, tanto la deuda pública española como la
peseta, como cualquier moneda nacional, son activos financieros. El valor de un activo
financiero depende de su flujo de caja futuro esperado. Es decir, de aquellos bienes o
servicios futuros a los que esos activos dan derecho. Los tipos de interés de la deuda
pública española aumentan porque el riesgo de que el gobierno no pueda cumplir con sus
compromisos de devolver en términos reales, es decir, sin inflación el valor que ha
recibido prestado es muy bajo. Y, por tanto, como el riesgo es alto, se cobrará un tipo
de interés alto. De la misma manera, la probabilidad de que un inversor extranjero, un producto
extranjero quedándose con pesetas, pueda utilizar en el futuro esas pesetas para comprar
bienes o servicios en España a un precio estable mientras estamos imprimiendo muchísimas
pesetas y mientras la producción interna de bienes o servicios se está desmoronando
y España está entrando en crisis, también es una probabilidad muy baja. Y, por tanto,
cómo se protege frente al riesgo de que la peseta se deprecie todavía más en el futuro,
exigiendo que se la vendan hoy muy barata, ya a un precio que contenga la depreciación
esperada futura. Por consiguiente, para poder comprar bienes o servicios producidos fuera
de España, y para eso necesitamos la financiación, porque para que el gobierno pueda comprar
bienes o servicios producidos dentro de España, no necesita realmente ninguna financiación,
puede crear un impuesto extraordinario y quedarse con esos bienes, para poder comprar
bienes y servicios producidos fuera de España, España necesita ser solvente con moneda propia
o sin moneda propia. Si no tenemos moneda propia, la única forma en la que podemos comprar
bienes o servicios producidos fuera de España es emitiendo deuda pública y con la financiación,
por ejemplo, con los euros que nos presten utilizar esos euros para importar los bienes
que necesitamos. Y si no somos solventes, si no se nos percibe como solventes, aquellos
que nos puedan querer prestar esos euros lo harán a tipos de interés cada vez más
altos. Si, en cambio, tuviéramos moneda propia,
es verdad que el gobierno puede emitir todas las pesetas que quiera, pero eso no significa
que fueras se las vayan a aceptar a un precio estable. Y, por tanto, si queremos comprar
productos producidos en el extranjero, tendremos que ser igualmente solventes, es decir, la
economía española deberá tener capacidad para generar suficientes bienes y servicios
como para poder venderlos a un valor estable. Si no tiene esa capacidad, ya sea porque los
consumimos internamente, ya sea porque se los apropia el gobierno y, por tanto, el productor
extranjero que tiene pesetas no tiene nada que pueda comprar internamente que le apetezca,
esas pesetas se van a depreciar. Y si las pesetas se deprecian, tampoco podemos comprar
fuera todo lo que queramos. En el extremo, si las pesetas tuvieran un valor de cero
en el mercado internacional, no podríamos comprar nada y, por tanto, eso significaría
que nadie nos está dando financiación. Por consiguiente, tener moneda propia, tener
pesetas en estos momentos no nos proporcionaría una financiación más asequible. Seguiríamos
necesitando la concurrencia de los ahorradores extranjeros que estuvieran dispuestos a financiarnos
en función de la solvencia que ellos estiman que tiene el conjunto de la economía española.
Y si esos ahorradores extranjeros desconfían de la economía española, pues esos ahorradores
extranjeros nos prestarían a tipos de interés altos o a tipos de cambio muy depreciados.
Este es el motivo, por cierto, por el que muchos países que tienen moneda propia terminan
pidiendo asistencia financiera al Fondo Monetario Internacional, una asistencia financiera a
la que muy probablemente se vería abocada España si estuviera fuera del euro y tuviera
pesetas propias. Como las pesetas propias tendrían muy poco poder adquisitivo fuera
de España, no nos quedaría otro remedio que pedirle ayuda a algún otro gobierno extranjero
o a un sindicato de gobiernos extranjeros como es el Fondo Monetario Internacional.
Y lo que hay que decir es que las condiciones que impone el Fondo Monetario Internacional
en los préstamos que otorga a otros países son muchísimo más gravosas que las condiciones
que lleva aparejadas el Fondo de Rescate Permanente dentro de la Eurozona. Por tanto,
no es el momento de hacer demagogia anti-euro. El euro podrá tener sus defectos, no es un
sistema monetario perfecto, pero desde luego es muy preferible a tener una moneda propia
pésimamente gestionada, una moneda propia dirigida a monetizar todo el deficit público
del gobierno. Eso sería una moneda tremendamente inflacionista, una moneda que se depreciaría
enormemente en los mercados internacionales y, por tanto, sería una moneda que en estos
momentos de parálisis económica absoluta dentro de España no nos permitiría comprar
nada fuera. Si el euro como moneda tiene un poder adquisitivo internacional es porque
detrás del euro hay gobiernos serios como el de Alemania y como el de Holanda, gobiernos
que han practicado la austeridad y que por tanto se mantienen solventes desde hace años.
Y justamente lo que estamos pidiendo es que nos cedan esa solvencia, que nos ayuden con
su solvencia a financiar nuestras deudas. Y, como ya hemos explicado, Alemania y Holanda
están dispuestos a hacerlo siempre y cuando les garanticemos que nosotros también nos
vamos a esforzar en el futuro por volver a ser solventes, lo que no es admisible es
pretender que Alemania y Holanda practiquen siempre la austeridad para mantenerse solventes
y que nosotros no la practiquemos nunca en el sentido de reducir nuestra deuda pública
hasta ratios sostenibles porque confiamos en que siempre que vengan maldadas estarán
los esfuerzos de Alemania y de Holanda para ayudarnos sin ningún tipo de condicionalidad.