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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Ayer me convertí en trending topic en Twitter por algo tan aparentemente simple o aparentemente
inocente como señalar que si se incrementa el IVA a los servicios de educación privada,
los profesores de la educación privada, los profesores en ese sector van a sufrir en
forma de menores ingresos salariales. Fue un tweet que publiqué en respuesta a otro
que publicó Pablo Iglesias donde venía a decir que en el día del docente había que
agradecerles a los docentes por su labor, pero al parecer Pablo Iglesias sólo estaba
pensando en los docentes de la escuela pública, no en los de la escuela privada, porque justamente
durante esos días, incluyendo el día del docente, hemos conocido que el gobierno quiere
incrementar hasta el 21% el IVA de la educación privada, lo cual terminará dañando a los
ingresos salariales de los docentes, de los profesores que trabajan en la educación privada.
Al final, en este caso, con lo que nos encontramos es con un ejemplo muy ilustrativo de que a Pablo
Iglesias ya podemos la educación le importa menos que el estado. Cuando dice que le preocupa la
educación, en realidad en lo que está pensando es que le preocupa utilizar la educación para
legitimar el incremento del estado, porque la educación privada le importa tan poco como
que quiere castigarla con un IVA del 21%. Pero en todo caso, lo que sucedió a partir de este
momento es que algunos tuiteros comenzaron a replicar que los salarios de los profesores de
la privada, de escuelas o de universidades privadas no pagan IVA, que en todo caso lo que pagan es
impuesto sobre la renta, y que por tanto era un error gravísimo haber pretendido, haber sugerido
que por subir el IVA se iba a reducir el ingreso salarial de los profesores de los centros privados.
Evidentemente, y salvo que estos profesores sean autónomos y vendan sus servicios laborales al
centro docente, como digo, evidentemente los salarios no pagan IVA, pero eso no significa en absoluto,
y ese era claramente el propósito del tuit, que los salarios, los ingresos salariales de los
profesores no se vean influidos por los cambios en el IVA en aquellos sectores donde esos
profesionales están trabajando. Y como parece que esta influencia es esquiva para muchos tuiteros
que o no entienden, o más bien no quieren entender cómo una subida del IVA puede terminar
perjudicando a los trabajadores en ese sector, dediquemos unos breves minutos a exponer más
específicamente este proceso. Primero, un incremento del IVA sobre los servicios educativos en centros
privados afectará en mayor o en menor medida a los precios, después de impuestos, de esos
servicios educativos. ¿De qué dependerá esa mayor o menor medida? Dependerá de la elasticidad de la
demanda privada de los servicios educativos. Si la demanda es muy elástica, es decir, si la demanda
es muy sensible a los cambios en los precios, si los consumidores a poco que suba el precio,
dejan de demandar servicios educativos en la escuela privada, ese incremento del IVA no se
trasladará en gran medida en un aumento en los precios. En el caso extremo, si la demanda de
servicios educativos fuera totalmente elástica, es decir, que aunque sólo incrementen el precio de
la matrícula unos céntimos de euros, la gente deja de demandar servicios educativos en los colegios
o en las universidades privadas, entonces todo el incremento del IVA iría contra el margen de
beneficios de estos centros educativos. Rebajaría en el precio antes de IVA para que el precio después
de IVA fuera el mismo precio que antes sin IVA, pero si la demanda no es perfectamente elástica,
una parte del incremento del IVA se traducirá en un aumento del precio que pagan los demandantes,
que pagan los consumidores, los usuarios de servicios educativos en la escuela o en la
universidad privada. Todo aumento de precio tiene dos efectos sobre la cantidad demandada de un
determinado producto, el efecto sustitución y el efecto renta. ¿Qué es el efecto sustitución? Pues
que demandamos menos de un producto porque hay otros productos que son más baratos, que son más
asequibles y, por tanto, tenemos a sustituir el producto más caro por el producto más barato. ¿Qué
es el efecto renta? Pues que como los precios han aumentado, mi capacidad para comprar productos que
se han encarecido es menor, mi renta efectiva en términos de los precios que he de pagar se ha
reducido. Tanto el efecto sustitución como el efecto renta se pueden dar cuando se encarece el
precio de los servicios educativos en centros privados como consecuencia del aumento del IVA.
Efectos sustitución, como tengo centros públicos cuyo coste es cero o casi cero para el usuario,
me resulta bastante más barato ahora que se ha encarecido todavía más el precio de la privada,
ir a la pública que ir a la privada. Por tanto, sustituyo servicios educativos privados por
servicios educativos públicos. Efecto renta, como ha subido el precio de la privada, ya no me
puedo permitir ir a la privada, ya no tengo renta suficiente para pagar la matrícula en los centros
privados y, por tanto, no me queda otro remedio que ir al centro público. De hecho, en un vídeo
anterior que podréis consultar en la sección de pestañas ya explicamos que el objetivo real que
tenía el gobierno al incrementar los impuestos del IVA sobre los servicios educativos o sobre
los servicios sanitarios privados era nacionalizar encubiertamente estos sectores, era desplazar
parte de la demanda que hoy está bien satisfecha a través del sector privado hacia el sector público,
como a mucha gente le resultaría relativamente más caro ir a los centros privados que a los
públicos o como mucha gente ya no podrá pagar los centros privados y, por tanto, solo tendrá la
alternativa de los públicos, la demanda pública de servicios educativos o sanitarios estatales
aumentaría y eso legitimaría al sector público a controlar mayores esferas de la vida civil,
a encargarse de proveer más servicios sanitarios y educativos que antes, generando más redes
burocráticas, controlando en mayor medida el proceso de educación o el proceso de sanidad de los
ciudadanos y, por tanto, en generar una mayor dependencia de la ciudadanía hacia el estado. En todo
caso, si se producen ciertos efectos sustitución y ciertos efectos renta, en ese caso, la demanda
de servicios educativos en los centros privados se reducirá, es decir, los centros privados ingresarán
una menor cantidad de dinero porque proveerán una menor cantidad de bienes que antes y el precio que
cobrarán por él no será mayor que antes, el precio para el usuario si será mayor por el IVA,
pero el precio neto que recibirá el centro privado no será mayor que antes, menor cantidad de
servicios, a mismo o menor precio recibido que antes, menor cantidad de ingresos. ¿Y qué sucede si los
ingresos de una empresa, en este caso de un centro educativo o de un centro sanitario, se reducen como
consecuencia de una caída de la cantidad demandada de los servicios que esa empresa ofrece? Pues
evidentemente tendrá que seguir uno de estos dos caminos. Primero posible camino, si he de prestar una
menor cantidad de servicios educativos que antes, voy a necesitar menos profesores que antes, por
tanto, voy a contratar menos profesores o a los profesores que tengo contratados los voy a contratar
durante menos horas, menor cantidad de servicios lectivos demandados, menor cantidad de servicios
lectivos ofertados y por tanto menor contratación de profesores para ofertar esos servicios lectivos.
Segundo camino que se puede seguir, voy a intentar rebajar el precio de la matrícula antes de impuestos
para así poder mantener bajo el precio de la matrícula después del IVA, pero claro, para
bajar el precio de la matrícula antes de impuestos puede haber colegios que lo puedan bajar contra
su margen de beneficios, pero también puede haber colegios que tengan un margen de beneficio escaso
y por tanto la única forma que tengan de bajar el precio de la matrícula antes de impuestos
sea rebajando los costes en la provisión de sus servicios. El principal coste en la educación
son los salarios, cerca del 60% o 70% incluimos al personal no docente del centro educativo
medio tanto en el sector público como en el privado es coste salarial, por tanto si quiero
rebajar el precio de la matrícula voy a tener que bajar salarios para así mantener la misma
demanda de servicios educativos en centros privados que antes y por tanto no tener que
reducir la contratación de profesores. Por ambas vías, por consiguiente, un aumento
del IVA sobre los servicios educativos privados o sobre los servicios sanitarios privados conduce
a una reducción de los ingresos salariales que perciben los trabajadores del sector. Si
despedimos a trabajadores sus ingresos salariales caen a cero, si reducimos las horas trabajadas
de esos trabajadores sus ingresos salariales a fin de mes caen proporcionalmente al número
de horas trabajadas y si intentamos mantener el número de horas trabajadas manteniendo
la demanda de los servicios privados en sanidad y educación por la vía de rebajar los precios
antes de IVA rebajando los costes salariales de esos servicios, entonces los profesores
o los sanitarios van a tener que experimentar un recorte en sus remuneraciones de tal manera
que sus salarios también van a ser reducidos. Los dos únicos casos en los que no cabría
suponer que un incremento del IVA del 21% se termine trasladando en menores ingresos salariales
para los profesionales que trabajan en estos sectores son, por un lado, suponer que la
demanda de servicios educativos o sanitarios en el sector privado es perfectamente inelástica,
en este caso el aumento del IVA del 21% se trasladaría plenamente al precio de estos
servicios y los consumidores no reducirían en absoluto la cantidad demandada de estos
servicios, como consecuencia el aumento del IVA únicamente actuaría como una exacción
sobre los ingresos de estos ciudadanos que, sin embargo, no impactarían la cantidad demandada
de estos servicios y, por tanto, estos servicios se seguirían ofertando en las mismas condiciones
productivas y, por tanto, laborales que antes de la subida del IVA. Es verosímil que la
demanda de todos los consumidores sea perfectamente inelástica y que, por tanto, la demanda agregada
en este sector también sea perfectamente inelástica, pues no lo es. Desde luego habrá personas
que no modifiquen en absoluto su demanda de servicios sanitarios o educativos privados
por mucho que suba el IVA un 21% pero habrá otros que ya sea por efecto sustitución o
por efecto renta si verán reducida su demanda de estos servicios y, por tanto, esa menor
cantidad demandada de servicios sanitarios o educativos se trasladará también a una
menor cantidad ofertada. La segunda posibilidad que podría explicar por qué el aumento del
IVA no se traduciría en una reducción de la cantidad demandada y, por tanto, de la cantidad
ofertada de servicios es, primero, si la demanda fuera perfectamente elástica y, como consecuencia
de ello, todo el incremento del IVA fuera a parar contra los márgenes de beneficios
de los centros privados, tanto en educación y en sanidad, y si además estos centros privados
operaran en un régimen de oligopolio o de monopolio de tal manera que tuviesen amplios
márgenes de beneficios que pudiesen ser reducidos sin afectar a la provisión del servicio.
Es verosímil que todos los centros sanitarios y educativos privados de este país tengan
enormes márgenes de beneficios que les lleven a poder absorber este incremento del IVA del
21% sin que ello le suponga la necesidad de reducir parte de los servicios que han dejado
deserrentables, pues tampoco lo es. Desde luego habrá centros que disfruten de muy
altos beneficios y, por tanto, ellos, en principio, podrían absorber la mayor parte
de este incremento del IVA, aunque también es cierto que muchos de esos centros que
tienen altos beneficios son centros con una demanda muy alta, muy inelástica, y, por
tanto, el aumento del IVA en esos casos es más fácil trasladarlo al consumidor, y luego
tenemos otros centros que pueden ser centros más humildes, centros más modestos, centros
más competitivos, en el sentido de que sus precios tienden a estar alineados, tienden
a estar muy cerca de sus costes, pues si a estos centros les rebajas un 21% el precio
que reciben, porque sobre ese precio rebajado cargan el IVA del 21% para dejar el precio
después de impuestos al mismo nivel que en la actualidad, pues, evidentemente, si precios
y costes ya están muy cerca y rebajas el precio, muchos de esos centros van a tener
que reducir la cantidad de servicios ofertados y eso va a repercutir negativamente sobre
los ingresos salariales de los profesionales que trabajan en este sector. Como vemos, por
tanto, es muy verosímil que una subida tan importante del IVA, como es la del 0% hasta
el 21% en centros privados, tanto de educación como de sanidad, termine perjudicando de alguna
manera a los ingresos salariales de los profesionales, de los trabajadores que operan en esos
sectores, es por tanto muy sorprendente que mucha gente se niegue a considerar siquiera
esta posibilidad o que no le otorge una probabilidad demasiado elevada de que suceda, es además
especialmente significativo que mucha gente no lo entienda cuando gran parte de esa misma
gente hace unos años estaba clamando contra la subida del IVA cultural bajo el argumento
de que subir el IVA cultural al 21% estaba perjudicando de manera muy notable a los profesionales
del mundo de la cultura. En ese caso, si parecían entender que si subíamos el IVA al 21%
en las salas de cine y se consumían menores películas, entonces los actores de esas películas
que ya no eran vistas o que eran vistas en menor medida terminarían cobrando menos,
o que habría menor empleo en el sector del teatro o en el sector del cine o en el sector
de la danza. Pero, al parecer, cuando intentamos trasladar esta misma lógica al caso de los
centros privados educativos cosanitarios, esa lógica deja de operar, quizás sea porque
mucha de esta gente no siga criterios lógicos para razonar, sino que termine siguiendo
las consignas de su partido, de su formación política preferida. Si la formación política
de la que estas gente son hinchas, son fanáticos, les dice que está mal subir el IVA a la
cultura y que eso va a perjudicar a los trabajadores del sector, ellos envisten en esa dirección
y repiten, multiplican, amplifican la consigna de que la subida del IVA en el mundo de la
cultura va a terminar perjudicando a los profesionales que trabajan en el mundo de la cultura.
Si en cambio ese mismo partido, años después, les dice que van a subir el IVA a los centros
sanitarios o a los centros educativos privados y que eso no va a perjudicar en absoluto
a los profesionales, a los trabajadores, a los docentes, a los médicos que trabajan
en esos sectores, pues esa misma gente transforma rápidamente su discurso y dice que no, que
la subida del IVA como va a afectar a los trabajadores si el IVA graba a los consumidores,
pero no a los trabajadores. El problema en suma es una mezcla de fanatismo
político y de ignorancia económica, fanatismo político de seguir ciegamente las consignas
de tu partido político preferido e ignorancia económica por no entender las implicaciones
de la traslación impositiva. Es decir, que una cosa es quién marca la ley que tiene
que pagar los impuestos y otra muy distinta quién termina soportando en última instancia
el coste económico de los impuestos. Y desde luego el problema no es solo que el fanatismo
político y la ignorancia económica no constituyen los presupuestos más adecuados para mantener
un debate honesto sobre cualquier cuestión, sino que además tanto el fanatismo político
como la ignorancia económica constituyen remoras para la capacidad que tiene una sociedad
de progresar. Y por desgracia, ya está que la batalla de las ideas termine dando algunos
resultados. Estos son los huelles con los que tenemos que dar.
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