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El Gobierno de izquierda espeso de Podemos pretende legalizar la eutanasia en España.
La eutanasia no es más que el derecho a solicitar asistencia a otra persona para que esta pueda
poner fin a tu vida sin consecuencias penales.
Con las debidas garantías, con las debidas cautelas que protejan a las personas frente
al posible abuso, este es un derecho que indudablemente entronca con la tradición de pensamiento
liberal.
En la medida en que yo soy libre para decidir cómo quiero vivir mi vida, también soy libre
para decidir cómo no la quiero vivir y, por tanto, si quiero poner fin a la misma o no
quiero poner fin a la misma.
Como digo, se trata de un derecho que hay que articularlo con las debidas garantías,
con las debidas cautelas para que en el fondo no se convierta en un salvoconducto, en una
protección para que burocrates estatales, para que políticos al frente del Estado
pongan legalmente fin a la vida de otras personas, pero adecuadamente entendido que
cada persona pueda decidir el momento en el que termina su vida, es, ya digo, un derecho
plenamente liberal.
Y de hecho, hay algunos miembros del Partido Socialista que han pretendido articular una
defensa del derecho a la eutanasia sobre presupuestos liberales.
Podemos observar, por ejemplo, al diputado del PSC José Zaragoza diciendo lo siguiente,
el divorcio no te obliga a divorciarte, el aborto no te obliga a abortar, el matrimonio
homosexual no te obliga a casarte con alguien de tu mismo sexo, la eutanasia no te obliga
a morir, pero la derecha, si quiero obligarte a no tener derecho a divorciarte, a abortar,
casarte, no sufrir.
Dejando de lado el espinoso asunto del aborto, en la medida en que no afecta únicamente
a la madre que decide abortar, sino también al menor que es abortado, el resto de afirmaciones
de José Zaragoza son ciertas.
Si el divorcio no te obliga a divorciarte, permitir el matrimonio homosexual no te obliga
a casarte con alguien del mismo sexo, permitir la eutanasia no te obliga a morir.
Son decisiones que toma una persona, si quiere seguir o no quiere seguir, respetando que las
demás no quieran divorciarse, no quieran casarse con alguien del mismo sexo o no quieran someterse
a un procedimiento de eutanasia, es el clásico vive y deja vivir del liberalismo.
Yo digo, el argumento desde un punto de vista liberal es válido, sin embargo este argumento
escuchado por la boca de una izquierda que en muchas ocasiones tiende a rechazarlo frontalmente,
se me hace un argumento cuando menos hipócrita, cuando menos contradictorio.
A la postre, para la izquierda, lo que cuentan no es la libertad formal de poder decidir
qué hago o qué no hago con mi vida, respetando lo que los demás hacen o dejan de hacer con
su vida.
Lo que me cuenta, al menos para una parte importante de la izquierda, es si esa decisión
se ha tomado sin ningún tipo de presión, de condicionamiento, de fuerza externa que
haya empujado al individuo a que tome una decisión que en realidad no quería tomar.
La izquierda, en muchas ocasiones, nos dice que las decisiones voluntarias no son verdaderamente
libres porque han sido adoptadas en condiciones bajo las cuales la persona no tenía otra
alternativa real a tomar la decisión que verdaderamente tomó.
Y justamente por ello, nos dicen, debemos limitar la libertad formal de las personas
para tomar decisiones porque si no lo hacemos, tomarán malas decisiones sometidas a la presión
económica, social, política y, por tanto, para proteger a las personas de tomar malas
decisiones bajo esa presión social, económica o política, la ley tiene que vetar determinadas
malas decisiones.
Por ejemplo, salario mínimo, uno podría perfectamente argumentar que nadie obliga a una persona
a trabajar por debajo del salario mínimo, hay personas que pueden decidir no trabajar
si solo se les ofrece el salario mínimo y hay otras que pueden decidir trabajar por
debajo del salario mínimo si se les oferta esa posibilidad.
Sin embargo, la izquierda nos dice que hay que establecer leyes de salario mínimo porque
si no habría gente que tomaría la decisión de trabajar por debajo del salario mínimo
porque no le queda otro remedio.
Y por tanto, parafraseando a José Zaragoza, también podríamos decir, el salario mínimo
no te obliga a trabajar por debajo del salario mínimo, pero la izquierda sí te quiere prohibir
trabajar por debajo del salario mínimo.
Otro ejemplo, tomemos el caso de la gestación subrogada.
La gestación subrogada es una técnica de reproducción asistida mediante la cual unos
padres comitentes acuerdan con una mujer, la gestante, que ésta gestará el embrión
que comparte la carga genética de los padres comitentes hasta el desarrollo y el nacimiento
del bebé en cuyo momento ese bebé pasará a integrar plenamente la patria potestad de
los padres comitentes.
La izquierda nos dice que esta técnica de reproducción asistida debe ser totalmente
prohibida, debe ser totalmente erradicada, totalmente perseguida, incluso en su versión
altruista, es decir, incluso cuando la mujer gestante no percibe una remuneración por
ello sino que se ofrece a gestar de buena fe, de buena voluntad, sin, como digo, contraprestación
el embrión de los padres comitentes.
¿Por qué la izquierda nos dice que hay que prohibir la gestación subrogada, que hay
que perseguirla, que hay que impedirla, que hay que erradicarla?
Bueno, pues porque si no, si la legalizamos, muchas mujeres que están en situación de
desesperación, en situación de desamparo, se ofrecerían en contra de su voluntad, porque
no tienen, nos dicen otra alternativa, se ofrecerían a ser gestantes de padres comitentes
absolutamente desalmados y despreocupados por la situación de estas mujeres gestantes.
En realidad este tipo de descripción es no entender en absoluto el proceso, porque precisamente
lo que no quieren los padres gestantes son mujeres gestantes que estén desesperadas
y que únicamente busquen el lucro monetario, porque van a gestar a sus hijos durante nue meses
y digamos que las condiciones óptimas para hacerlo no son las de una mujer que esté
desesperada, que esté únicamente buscando el dinero, que no sepa muy bien qué procedimiento,
qué técnica de reproducción asistida está aceptando y a la que se está sometiendo,
etcétera.
Pero bueno, más allá de esto, lo importante del argumento es que de nuevo se está afirmando
que no se debe legalizar la gestación subrogada, porque en caso contrario habría gente en
situación de desesperación que aceptaría convertirse en mujer gestante en contra de
su voluntad más profunda, por tanto para fraseando de nuevo José Zaragoza bien podríamos
decir la gestación subrogada no te obliga a ser gestante subrogada de ninguna pareja,
en cambio la a izquierda sí te quiere prohibir que seas gestante subrogada.
Por ejemplo, el pimparental, el pimparental como bien sabemos es el derecho de unos padres
a vetar determinados contenidos educativos en las aulas de asistencia obligatoria por
parte de los menores, que son sus pupilos, que son sus pupilos legales y sobre los que
tienen el deber de cuidar, de velar por su educación y su desarrollo.
El pimparental no obliga a ningún padre a utilizarlo, aquellos padres que consideren
que sus hijos hacen bien en recibir el contenido que marca el centro no tienen por qué vetar
ningún tipo de contenido, lo que posibilita el pimparental es que si unos padres consideran
que el contenido que se está impartiendo en un centro no es el adecuado para el desarrollo
social, para el desarrollo emocional de un menor, pues que veten ese contenido.
De nuevo para fraseando a José Zaragoza podríamos decir el pimparental no te obliga a utilizar
el pimparental.
Sin embargo, la izquierda si te quiere prohibir que utilices el pimparental.
Y finalmente el último ejemplo, la prostitución, que la prostitución sea legal no obliga a
ninguna persona a prostituirse y sin embargo la izquierda quiere prohibir, quiere perseguir
la prostitución porque considera que permitiendo que las personas, hombres o mujeres se puedan
prostituir llevará a que individuos que no quieren prostituirse por desesperación,
por desamparo económico no tengan otro remedio que prostituirse.
De nuevo para fraseando a José Zaragoza podríamos decir legalizar la prostitución no obliga
a nadie a prostituirse y sin embargo la izquierda si quiere prohibirte que tú te prostituyas
aún cuando nadie esté obligado a hacerlo y aún cuando recaiga sobre su libre decisión
el determinar, el decidir si quiere o no seguir ese curso de vida.
Por tanto vemos como hay muchos asuntos donde la izquierda no respeta la libertad de elección
de las personas, donde la izquierda no respeta la soberanía individual para determinar si
quiero vivir de esta manera mi vida o si no quiero vivir de esta manera mi vida aún cuando
esas decisiones no afectan y no dañan a terceros, aún cuando son decisiones que recaen exclusivamente
sobre el ámbito privado de la vida de las personas.
Está igual que con la eutanasia, es decir con el derecho a determinar cuando quiero finalizar
mi vida.
Es que acaso las personas que se encuentran en el transe de decidir si se someten a un
procedimiento de eutanasia o no, no pueden verse sometidas a una cierta presión social,
ambiental, institucional para decidir que efectivamente quieren continuar, quieren someterse a un procedimiento
de eutanasia aún cuando pudiéramos suponer que su voluntad última es no hacerlo, aún
cuando pudiéramos creer que en realidad esa persona no quiere seguir el procedimiento de
eutanasia y que querría mantenerse viva a través de cuidados paliativos diversos.
Bueno, ese es un caso que por supuesto cabe contemplar, como cabe contemplar el de la
persona que no querría prostituirse pero se tiene que prostituir por circunstancias
económicas, el de la mujer que no quiere someterse a una gestación subrogada pero se ve
forzada por presiones familiares o económicas, o el del trabajador que preferiría no trabajar
por debajo del salario mínimo pero que como no encuentra alternativas mejores, acepta
trabajar por debajo del salario mínimo, todos estos casos claro que se pueden dar.
La cuestión es si la posibilidad de que se den esos casos justifica cercenar la libertad
de todas las personas e impedirles tomar decisiones adultas, decisiones maduras al respecto
en cada uno de estos campos.
Para la izquierda, casualmente en materia de prostitución, de gestación subrogada o
de salario mínimo, el hecho de que pueda haber casos desafortunados en los que las
personas se puedan ver empujados a tomar decisiones en contra de su voluntad última,
si es un argumento suficiente como para prohibir que personas que aceptan seguir esos cursos
de vida, que toman esas decisiones de manera ya digo consciente, adulta y voluntaria, no
las puedan tomar porque hay que proteger a aquellas minorías que se podrían ver afectadas
por la libertad de decidir bajo condiciones de presión social.
Sin embargo, cuando damos el salto a la eutanasia, el hecho de que pueda haber personas que deciden
someterse a un procedimiento de eutanasia por la presión social, familiar o institucional
no parece un argumento suficiente como para limitar a todo el mundo el derecho a someterse
a un procedimiento de eutanasia.
Y como liberal estoy de acuerdo, estoy de acuerdo en que no podemos limitar las libertades
de todo el mundo por el hecho de que pueda haber algunos casos desafortunados en los
que una persona se ve asometida a mucha presión y tome una decisión que no sea la decisión
que a él le hubiese gustado tomar.
Más bien en lo que deberíamos enfocarnos no es en limitar en cercenar las libertades
de todas las personas, sino en mejorar las condiciones en las que se encuentra cada una
de esas personas para que su única alternativa no sea una alternativa que considera el mismo
verdaderamente indeseable, para ampliar las oportunidades de esas personas y que no tengan
que tomar decisiones que no tengan que seguir caminos que en el fondo no les apetece tomar.
Pero insisto, el hecho de que en un determinado momento no haya muchas opciones disponibles
no significa que haya que cercenar las opciones disponibles para todas las personas en determinados
campos.
Pero de nuevo, la izquierda no opina así, la izquierda nos dice que en algunos campos
sí y en otros no, y no hay un criterio objetivo que nos permite discriminar cuáles sí y cuáles
no.
Por ejemplo, en estos campos, en el campo de la economía, en el campo del feminismo,
no me interesa que haya libertad de elección, lo que me interesa es poder imponer mi ideología,
poder imponer mis valores a todas las personas y que esas personas cedan su libertad en
aras de que prevalezca mi ideología, y en cambio, en el caso de la eutanasia, lo que
me interesa también es que prevalezca mi ideología, lo que pasa es que en este caso
mi ideología coincide con la libertad de elección de las personas y por tanto voy a utilizar
un argumento en el que en el fondo no creo que es el de la libertad de elección de las
personas para defender lo que en última instancia transmite mi ideología, lo que en última
instancia es consustancial a mi ideología.
Pero desde luego hay que desentrañar esta trampa no para criticar, insisto, el derecho
a la eutanasia, que creo que es una victoria para los liberales el que salga adelante, el
que se pueda regular y el que se regule, eso sí, con las suficientes garantías y precauciones
para evitar cualquier abuso, pero sí para destacar la flagrante contradicción entre
el argumentario que se emplea para unas cosas y el argumentario que se emplea radicalmente
opuesto para otras, porque en el fondo, si tragamos con las falacias argumentales de
la izquierda o de la derecha, nos convertimos en súbditos intelectuales de los manipuladores
de turno, lo que hacemos no es ver la coherencia discursiva, sino sumarnos al juliganismo
de un partido o de otro partido, y en política lo que no debería prevalecer es el juliganismo
arbitrario por ninguna formación política, sino principios y valores de fondo, principios
y valores de fondo que en el caso de los liberales tienen un principio rector y un valor central,
que es la defensa inquebrantable de la libertad individual en todos los ámbitos en los que
ésta se aplique y no solo en aquellos en los que la izquierda o la derecha arbitrariamente
quedan aplicarlos.