This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Madrid acogerá, a partir del año 2026, un circuito urbano de Fórmula 1 y la
presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, lo ha vendido como un completo
éxito que reportará beneficios económicos muy importantes a la región.
Pero ¿realmente es así? Veámoslo.
A partir del año 2026, la comunidad de Madrid acogerá el Gran Premio de España
de Fórmula 1, que hasta el momento se venía celebrando anualmente en
Cataluña, en el circuito de Montmeló. Los principales impulsores de este
proyecto han sido desde el ayuntamiento de la capital de España, José Luis Díaz
Almeida, y desde la Comunidad Autónoma de Madrid, la presidenta Isabel Díaz Ayuso.
Los dos se han colgado la medalla de traer este circuito de Fórmula 1, urbano
o semiurbano, a la Comunidad de Madrid.
Lo que traslada la Fórmula 1 y el mensaje de la Fórmula 1 es que Madrid es
ese lugar en el que hay que estar en el mundo en estos momentos, es que Madrid es
ese polo de atracción que hay en el mundo en estos momentos, y que Madrid es
ese lugar al que las miradas en el mundo se dirigen.
Porque tanto el uno como el otro han asegurado que tendrá consecuencias
económicas muy beneficiosas para la región. Incluso han llegado a cifrar
esos beneficios económicos en, por un lado, un retorno de 450 millones de
euros anuales y, por otro lado, la creación directa de 10.000 puestos de
El gran premio de Fórmula 1 va a dejar en la región más de 450 millones de euros
cada año, va a generar 10.000 puestos de trabajo directos, más todos los
indirectos, a través de nuestras cadenas de restauración, hoteles y una gran
cantidad de planes de ocio, cultura, compras, espectáculos, que van a seguir
haciendo de Madrid el mejor lugar, el destino preferido para tantos.
Ahora bien, ¿de dónde se sacan estas optimistas previsiones? Tanto José Luis
Martínez Almeida como Isabel Diaz Ayuso. Pues muy probablemente de la manga.
Y es que hace unos años tres economistas noruegos trataron de
cuantificar cuál era el efecto económico para una región europea de
organizar, de acoger un circuito de Fórmula 1 y la conclusión a la que
llegaron después de examinar comparativamente los efectos sobre el
PIB, sobre el empleo, sobre el turismo, en los grandes premios de Fórmula 1
organizados en Europa desde el año 1991 al año 2017, es que el efecto
económico de estos grandes premios de Fórmula 1 sobre la economía regional
era nulo. No solo eso, a medio plazo los investigadores llegan a encontrar un
efecto negativo tanto sobre el PIB, y por tanto sobre el PIB per cápita, cuanto
sobre el empleo, muy probablemente como consecuencia del despilfarro de dinero
público vinculado a las inversiones públicas necesarias para organizar y
promover estos grandes premios de Fórmula 1. Permítanme leerles las
conclusiones del paper. En este artículo hemos empleado técnicas robustas de
regresión de datos de panel para realizar un estudio que examina los
efectos económicos tangibles de los grandes premios de Fórmula 1.
Limitamos el análisis a las regiones europeas debido a la falta de datos
comparables en todos los lugares donde se celebran las carreras de Fórmula 1.
El resultado de la regresión de nuestros modelos sugiere que, a tenor de
los datos, no es posible respaldar la afirmación de que albergar una carrera
de Fórmula 1 produce efectos positivos sobre el PIB y el PIB per cápita, el
empleo o el turismo en las regiones estudiadas. Al contrario, parece que hay
consecuencias económicas negativas que pueden materializarse al cabo de tres o
cuatro años después de organizar este evento. Aunque es difícil determinar a
qué se debe este efecto negativo retrasado, una posible explicación es que
los efectos negativos son causados por el uso ineficiente de dinero público.
Como se mencionó anteriormente, la organización de una carrera de Fórmula 1
normalmente requiere que los estados o las ciudades anfitrionas paguen grandes
sumas de dinero para cubrir los costos de organización, así como preparar el
circuito de carreras y la infraestructura relacionada. El efecto negativo sugiere
que existen importantes costes de oportunidad vinculados a ser anfitrión
de un gran premio de Fórmula 1. Otra posible explicación de este efecto
negativo a medio plazo es que el gasto turístico privado vinculado derivado de
las carreras de Fórmula 1 se vea contrarrestado por la falta de gasto de
turistas que se vean negativamente afectados por la organización de esa
carrera de Fórmula 1, turistas que escogerían no visitar la ciudad
anfitriona o el estado anfitrión. De hecho, algunos residentes locales también
se podrían ver negativamente afectados por la organización de la carrera de
Fórmula 1 hasta el punto de que, años después de organizar las carreras, sigan
abandonando la región durante el evento, reduciendo por tanto el gasto dentro de
esta zona y dando, como resultado neto, un impacto negativo. Y claro, a tenor de
este resultado, los autores del paper extraen la siguiente implicación. La
implicación de nuestros hallazgos es que los políticos, las autoridades públicas
y otros stakeholders deberían replantearse el argumento de que utilizar
fondos públicos para acoger carreras de Fórmula 1 constituye una buena
inversión. Aunque es muy común entre los políticos afirmar que organizar un
gran premio de Fórmula 1 reporta beneficios económicos muy significativos,
la mayoría de académicos especializados en economía coinciden en que esto cae
y nunca resulta ser cierto cuando se examina con detalle, sobre todo en el caso
de la organización de grandes eventos deportivos. Porque este no es un
problema que afecte únicamente a la organización de un gran premio de
Fórmula 1. También afecta de manera general a la organización de juegos
olímpicos o a la organización de mundiales de fútbol. Lo cual, cuidado, no
significa que nada de todo esto deba ser organizado. Lo que significa es que no
deberían destinarse fondos públicos dinero del contribuyente en este tipo de
inversiones, porque el retorno social de esas inversiones públicas es nulo o
negativo. Por consiguiente, si hay inversores privados que consideran que
son capaces de organizar estos macroeventos deportivos y rentabilizarlos,
o al menos cubrir costes, adelante con ello. Pero que no nos vendan que esto lo
promueve el Estado porque constituye una muy positiva política pública. No lo es.
De hecho, que los estados participen tan activamente en la organización de estos
macroeventos deportivos, lo que tiende a hacer es inflar los costes de su
organización y, por tanto, volverlos aún más ruinosos. Porque los políticos
disparan con pólvora del rey, es decir, con el dinero del contribuyente, y, por
tanto, no escatiman en gastos. Y al no escatimar en gastos, inflan, multiplican los costes,
así como los beneficios rentistas que obtienen las organizaciones privadas que,
junto con el Estado, organizan estos macroeventos deportivos, como la FIA,
el COI o la FIFA. Es verdad que tanto Díaz Ayuso como Martínez Almeida insisten en que no habrá
dinero público implicado en la organización de este gran premio de Fórmula 1 en Madrid.
Hemos estado trabajando en el proyecto de poder traer la Fórmula 1 a Madrid, lo hemos hecho a
través de IFEMA, con la premisa, además, de que no hubiera inversión de dinero público y,
por tanto, ese es el esquema que hemos hecho y hemos elaborado a lo largo de los últimos meses.
Sin embargo, como poco, es dudoso que esto vaya a ser así. Este mensaje también se transmitió
respecto a la organización del gran premio de Fórmula 1 en la Ciudad de Valencia.
Y, finalmente, esa aventura política, también organizada por el Partido Popular de la época,
terminó dejando una deuda a las administraciones públicas de 300 millones de euros.
En el caso del proyecto que nos ocupa ahora, el gran premio de Fórmula 1 en Madrid,
hay dos dudas que no se han despejado. La primera, quién va a pagar el cánon anual por organizar
este gran premio de Fórmula 1 a la FIA, un cánon anual que ronda los 50 millones de euros. Y,
en segundo lugar, quién se va a hacer cargo del coste de la infraestructura de este circuito
urbano. Y, dado que de entrada no existen todavía inversores privados implicados,
y dado que el organizador de este gran premio de Fórmula 1 va a ser IFEMA,
todo sugiere que, al menos de momento, quien se va a hacer cargo de esos costes será la
administración pública madrileña. Y, solo posteriormente, si se embarcan en este proyecto
inversores privados, la administración pública recuperará esos gastos adelantados. Por tanto,
o sorpresa, aquí también nos podríamos encontrar con ese muy extraño espécimen de políticos
mintiendo. Por consiguiente, en principio, y a falta de estudios mucho más detallados,
no de cifras grandilocuentes sacadas de la manga, no parece que organizar un gran premio de Fórmula 1
sea un magnífico negocio para una región. Ni lo fue para Valencia, ni lo ha sido para Barcelona,
ni probablemente lo termine siendo para Madrid. Y recalco lo de Barcelona y lo de Madrid,
porque muchos simplemente han entrado a criticar que Madrid organize, vaya a organizar un gran
premio de Fórmula 1, porque les molesta que esa medalla mediática se la haya colgado Isabel Díaz
Ayuso. Pero esas mismas personas no tienen ningún problema con el despilfarro de dinero público que
también, presumiblemente, supone la organización, por parte de la Generalitat de Catalunya, del gran
premio de España, hasta este momento, en Cataluña, en el circuito de Montmeló. Y si uno no está
sesgado en la crítica y a falta de mejores argumentos, habrá que criticarlos los dos por
lo mismo. Y si la organización de un macroevento deportivo como este, un gran premio de Fórmula 1,
no tiene en realidad consecuencias económicas beneficiosas para una región, ¿por qué los
políticos de casi cualquier región del mundo están tan obsesionados con promoverlos,
incluso dilapidando centenares de millones de euros de dinero de los contribuyentes?
Una posible explicación es la corrupción política, quien parte y reparte se lleva la
mejor parte. Y por tanto, quien parte y reparte el dinero público y también la asignación de
contratos públicos en la organización de estos macroeventos deportivos, pues se lleva la mejor
parte, él o los suyos. Y por otro lado, y probablemente más importante en general,
porque la organización de estos macroeventos deportivos otorgan mucha visibilidad a sus
organizadores políticos. Se arrogan el mérito de haber traído este macroevento deportivo a una
ciudad o a una región. Nos venden que este macroevento deportivo, claro, si viene tantísima
gente, ¿quién lo va a dudar? Que este macroevento deportivo es muy beneficioso para la economía de
la región. Luego acuden a ese macroevento deportivo, ellos y toda la comparsa de los suyos a hacerse
fotos, a salir por televisión, no solo la nacional, sino también la internacional,
se codean con los grandes inversores organizadores de este evento, con la FIA,
con el COI, con la FIFA, y por tanto construyen redes de contactos personales que quizá en el
futuro utilicen cuando abandonen la política, etcétera. Es decir, que estos macroeventos
deportivos, si bien no son económicamente beneficiosos para la región, para la sociedad
que los acoge, sí son económicamente muy beneficiosos tanto desde un punto de vista
de exposición mediática, cuanto de generación de redes y de contactos sociales, sí son muy
beneficiosos para los políticos que los promueven. Se trata, por tanto, de una campaña de imagen,
de una campaña de marketing, de una campaña de establecimiento de contactos sociales costeada
por el conjunto de los contribuyentes en beneficio privativo de los políticos promotores. Sea en
Madrid, sea en Valencia, sea en Barcelona o sea donde sea. Y por eso el aroma que desprende
la organización política, la promoción estatal de este tipo de macroeventos deportivos es un
tufo antiliberal.