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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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¿Manipuló Marx algunos de los datos y de las estadísticas que aparecen en el capital
para deformarlos y hacerlos encajar con su ideología?
Veámoslo.
Hace unos días salió la venta la segunda edición de mi libro Antimarks,
una crítica a la economía política marxista.
En esta segunda edición se incluyen algunas páginas adicionales
que no estaban insertas en la primera edición,
con lo cual para todos aquellos que hayáis comprado la primera edición
y, lógicamente, no queráis volver a comprar la segunda edición,
voy a grabar este vídeo resumiendo una de las adiciones más importantes
que aparecen en esta segunda edición.
Y me estoy refiriendo a las acusaciones contra Marx que formularon y documentaron
a finales del siglo XIX, en concreto en el año 1885,
dos economistas de la Universidad de Cambridge,
concretamente Joseph Robson Tanner y Frank Stanton Carey.
Y es que en el capítulo 15 del volumen primero del capital,
la maquinaria y la industria moderna, Marx nos narra, entre otras cosas,
cuáles eran las condiciones laborales de los obreros ingleses a mediados del siglo XIX.
Y para efectuar esta narración se apoya, se fundamenta,
en las actas y en los informes de los inspectores laborales de la época,
popularmente conocidos como Blue Books, porque se recopilaban en libros
encuadernados con una tapa azul.
Pues bien, estos dos economistas de Cambridge, Stanton Carey,
acuden a estos libros azules, a estas actas de los inspectores laborales ingleses,
y las contrastan con el resumen, y en ocasiones con la cita presuntamente textual,
que efectuaba Marx de las mismas, y muestran cómo Marx claramente retorció
los distintos pasajes de los Blue Books, para que encajaran mejor con su ideología.
¿Y cuál era su ideología? Que presuntamente Marx no tenía ideología,
porque únicamente estaba mostrando cuál era el curso objetivo de la historia.
Pues la ideología de que necesariamente existe un conflicto, una contradicción y resoluble,
un enfrentamiento estructural entre trabajo y capital.
A continuación, voy a citar algunos ejemplos y algunas de las tretas
que empleó Marx para retorcer el contenido de los Blue Books,
pero ya de entrada quiero efectuar una aclaración para que luego no haya manipulaciones
sobre lo que pretendo sobrepticiamente decir en este vídeo.
Mi argumento, y tampoco el de Tanner o Carey,
no es que las condiciones laborales en Inglaterra a mediados del siglo XIX eran maravillosas,
y que Marx las manipulaba para hacerlas parecer horrorosas.
No es eso lo que estoy diciendo.
Como vamos a ver, las condiciones laborales inglesas a mediados del siglo XIX eran muy malas.
A pesar de la revolución industrial, en ese momento Inglaterra seguía siendo un país tremendamente pobre,
con una productividad muy baja del trabajo y, por tanto, sus condiciones laborales
a ojos de alguien del siglo XXI nos parecen absolutamente calamitosas.
Mi argumento, y el de Tanner y Carey, es otro.
Y es que, siendo objetivamente malas esas condiciones laborales, ni siquiera eso a Marx le bastaba.
Marx necesitaba exagerar todavía más lo malas que eran esas condiciones laborales en el siglo XIX
para que no quedara ni siquiera un atisbo de posibilidad de que podía existir un entendimiento,
una complementariedad entre trabajo y capital.
Y ese comportamiento intelectualmente deshonesto puede ser significativo
en tanto en cuanto nos muestra una actitud más activista, más partidista, más ideologizada de Marx
y mucho menos científica, tal como él nos la pretendía vender.
Ese, por tanto, es el objetivo de este vídeo o de este pasaje de anti-Marx.
Repito, no edulcorar las condiciones laborales inglesas en el siglo XIX,
sino mostrar el poco rigor que en ocasiones tenía Marx a la hora de escribir el capital.
Cito al respecto a Tanner y Carey.
Simplemente exponiendo los hechos relatados en los Blue Books,
ya se habría satisfecho al más virulento enemigo del sistema actual.
Pero como esos informes también contenían pinceladas de evidencia
que mostraban que el capitalista no era la máquina de explotar trabajadores
que la teoría marxista exige que sea,
todos esos indeseables testimonios fueron eliminados de las páginas del capital,
pues como permitir que sintamos algún tipo de simpatía por los antagonistas.
¿Cuáles fueron las diversas tretas que emplea Marx en el capítulo XV del volumen primero del capital
para retorcer las estadísticas oficiales de los Blue Books?
En primer lugar, una estrategia que utiliza en ocasiones es exagerar o inflar los datos.
Por ejemplo, Marx nos dice que en términos promedios
las rematadoras de puntillas tenían que trabajar en un espacio de entre 67 y 100 pies cúbicos,
menos de 3 metros cúbicos de espacio de trabajo.
Pues bien, lo que en realidad dicen los Blue Books no es que ese sea el espacio promedio
en el que trabajan las rematadoras de puntillas,
sino que en ocasiones extremas encontraron rematadoras de puntillas
trabajando en espacios tan pequeños como ese.
Es decir, que Marx toma el valor mínimo del espacio de trabajo
de las rematadoras de puntillas, según los Blue Books, entre 67 y 100 pies cúbicos,
como el espacio de trabajo promedio de las rematadoras de puntillas.
Sería como si hoy un inspector de trabajo dijera,
«Me he encontrado a un trabajador durmiendo en una furgoneta».
Y el Marx de la actualidad dijera, «Los españoles de la época normalmente vivían en furgonetas».
Sería braderamente absurdo que tomáramos un valor extremo negativo como el valor promedio.
Pues bien, eso es lo que hace Marx en ocasiones en este capítulo 15 del capital.
Otra treta que emplea Marx en este capítulo 15 del primer volumen del capital,
cuando supuestamente está describiendo las condiciones laborales inglesas
apoyándose sobre las actas y los informes de inspectores laborales de la época,
es omitir información relevante.
No es que incluya información falsa, pero omite otra información,
igualmente cierta, que matiza de una manera significativa
el relato que está construyendo sobre una información parcial de los Blue Books.
Por ejemplo, cito textualmente a Marx,
«Uno de los trabajos más infames y mugrientos y peor pagados en los que preferentemente se emplea a muchachitas
y mujeres es el de clasificar trapos.
Las clasificadoras de trapos sirven de vehículos difusores de la viruela
y otras enfermedades infecciosas de las que ellas son las primeras víctimas».
Es decir, que básicamente nos está diciendo que ese oficio era un foco de infecciones
que terminaban expandiéndose por el resto de la empresa.
Pues bien, lo que señalan las actas de los inspectores laborales ingleses
sobre las que supuestamente Marx construye su relato es lo siguiente.
Cito textualmente a los Blue Books.
«En conjunto, la evidencia proporcionada en el apéndice parece apuntar a que raramente
la viruela y otras enfermedades contagiosas se introducen en las fábricas a través de los trapos,
si bien esto es posible y a veces ocurre».
Es decir, que Marx nuevamente toma una posibilidad, algo que en ocasiones, pero raramente,
ocurría en la época para convertirlo en la norma.
No es que esté mintiendo cuando dice que a través de las clasificadoras de trapos
se introduce la viruela en las fábricas.
Lo que está omitiendo es que eso que puede ocurrir y que en ocasiones ha ocurrido,
según los inspectores laborales, es una rareza.
No es que no haya pasado nunca, pero no es ni mucho menos la norma.
Y una tercera treta que emplea Marx en este capítulo 15 del volumen primero del capital
es reconstruir lo que dicen los Blue Books.
Toma algunas citas sueltas de un acta de inspección, otras citas sueltas de otra acta de inspección,
las mezcla como si fueran todas ellas fruto de la misma acta de inspección
y crea así su propio relato.
Sobre esto dice en Taner y Karei.
Marx mezcla citas que aparecen aisladas en distintas partes del informe,
como si fueran citas directas de los propios Blue Books,
mediante este método construye evidencia de un modo cercano a la manipulación.
Y es que en esta labor de reconstrucción o de reescritura de lo que supuestamente dicen los Blue Books,
en ocasiones Marx llega a montar un relato
completamente opuesto a aquel que realmente se desprende de los Blue Books.
Por ejemplo, en el párrafo que voy a leer a continuación,
Marx relata como la inversión de las fábricas capitalistas en máquinas de coser
estaba llevando a la ruina a aquellas familias artesanas
que producían ropa desde sus domicilios
y que al arruinarlas, esas familias estaban proletarizando
y el capital en la industria textil se estaba centralizando, se estaba concentrando en pocas manos cada vez más.
Cito a Marx en el capital.
La máquina de coser induce a una unificación en un mismo local y bajo el mismo mando
del mismo capital de ramas de la actividad antes separadas
y lo hace debido a la multiplicidad de sus usos,
a que las labores preparatorias de costura y algunas otras operaciones
se ejecutan de manera más adecuada en el lugar donde funciona la máquina
y a la inevitable expropiación de los artesanos y obreros a domicilio
que producen desde casa con sus propias máquinas.
En parte, este destino ya es inevitable.
La masa, siempre creciente de capital invertido en máquinas de coser,
incentiva la producción y satura al mercado,
mandándoles la señal a los trabajadores a domicilio de que vendan sus propias máquinas.
No sólo eso, la sobreproducción de las propias máquinas de coser
obliga a sus fabricantes siempre hábidos de encontrarles una salida
a alquilarlas a cambio de un pago semanal,
generándose así una competencia mortífera en contra de los pequeños propietarios de máquinas.
Es decir, que las fábricas capitalistas están sobreinvirtiendo en maquinaria textil,
eso provoca una sobreproducción de esta mercancía
y al sobreproducir esa mercancía los precios están hundiendo,
están arruinando a los artesanos textiles que producen desde casa
y que no pueden competir con ese dumping por parte de las empresas capitalistas
que están invirtiendo intensivamente en capital
y además, y por si todo esto fuera poco,
los propios productores de máquinas de coser, como también las están sobreproduciendo,
las terminan alquilando a los capitalistas
que todavía incrementan más la producción, saturan el mercado
y expulsan a los pequeños artesanos que producen desde casa.
Pues bien, lo que realmente cuentan los inspectores laborales ingleses es todo lo contrario.
Lo que están diciendo es que la producción textil está aumentando por la fuerte demanda extranjera
que ello está induciendo a una mayor inversión en máquinas de coser
que obviamente existen riesgos a futuro de que esa demanda extraordinaria no se mantenga
y de que quizá en el futuro se sature el mercado
y que ello podría llevar a la ruina a pequeños propietarios
pero que a día de hoy eso no ha pasado y que de hecho el alquiler de máquinas de coser
está facilitando que los pequeños artesanos puedan producir desde sus casas.
No es que los esté expulsando del mercado el alquiler de máquinas de coser
sino que facilita que mantengan su modelo de negocio.
Cito textualmente a los Blue Books.
La demanda extraordinaria y todavía creciente del textil inglés procedente de mercados extranjeros
y sobre todo coloniales lleva a que el capital invertido en máquinas de coser aumente continuamente.
Cabe dudar de si una vez muchas mujeres hayan aprendido a usar la máquina de coser
se mantendrá a su salario comparativamente elevado
y si la habitual falta de prudencia en la inversión
habrá cesado a tiempo como para seguir permitiendo a cada familia mantener su capital
en la forma de una máquina de coser.
A día de hoy, sin embargo, no es poco habitual que las máquinas de coser sean alquiladas semanalmente
ya sea al productor o al empleador para que las trabajadoras trabajen desde sus casas.
Estas tres tretas que utiliza Marx en el capítulo 15 del capital
inflar las cifras, omitir información relevante
y reconstruir la información que proporcionan las actas de los inspectores laborales
para terminar contándonos algo opuesto a aquello que nos están contando las actas de esos inspectores laborales
Estas tres tretas ponen de manifiesto un escaso rigor científico
por parte de Marx a la hora de tratar la evidencia empírica.
Nos muestran a un Marx más interesado, obsesionado, en que la realidad encaje dentro de su marco ideológico
en lugar de que su marco ideológico encaje en la realidad.
De hecho, el siguiente es el duro juicio que emiten Taner y Karey
en contra de la deontología, o falta de deontología profesional, de Marx.
La comparación detallada que hemos efectuado entre el capital y los Blue Books
podrá parecer suficiente, o no, para acusar al autor del capital
de haber acometido una falsificación deliberada, incluso cuando ésta resultaba innecesaria.
Pero desde luego nos parece que los ejemplos ofrecidos acreditan una imprudencia criminal
en el uso de las estadísticas oficiales y nos ponen en guardia respecto a otras partes del trabajo de Marx.
Más que un economista, parece un partisano, un defensor energico del trabajo, de la clase trabajadora,
que ignora o suprime la evidencia que muestra que han subsistido relaciones amigables
entre los capitalistas y los trabajadores.
Con tal de demostrar su concepción del capitalista fariseo,
traduce el lenguaje riguroso y moderado de los Blue Books en ardientes filípicas
contra los capitalistas y se arroga la autoridad de los informes oficiales
para hacer afirmaciones que no tienen cabida en la textualidad de los mismos.
Pues esto y mucho más en Antimarks.