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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

El Gobierno de España ha utilizado muchas excusas para intentar justificar su pésima gestión,
su negligente gestión de esta crisis sanitaria.
Una de ellas es que nadie lo podía prever, otra que la responsabilidad ha sido por los
recortes que durante los años anteriores se produjeron en el sistema sanitario español,
incluso otra que no lo han hecho tan mal porque la Organización Mundial de la Salud
los ha felicitado encarecidamente y, por tanto, eso demostraría que su gestión,
su administración, al final ha sido ejemplar.
Todos estos argumentos ya los hemos reputado convenientemente en otros vídeos anteriores
y por eso ahora quiero referirme a otro argumento esculpatorio de la labor del Gobierno que
está empezando a circular y que formuló hace unos días el exministro socialista Miguel
Sebastián.
Miguel Sebastián ha sido una persona que sí supo prever lo que iba a suceder, que
sí avisó con mucha antelación de que nos enfrentábamos a un problema muy serio, muy
grave, que sí criticó la labor del Gobierno en un comienzo, sí dijo que no estaban haciendo
lo suficiente, que nos la íbamos a pegar porque nos estaban tomando las medidas adecuadas
y, por tanto, parece que este argumento provoca de una persona que ha acertado en sus pronósticos
que fue suficientemente honesto en su momento como para criticar al Gobierno, vaya a ser
un argumento bastante de peso, bastante razonable y bastante a tener en cuenta a la hora, ya
digo, de exculpar la pésima gestión que ha protagonizado este Gobierno.
Lo escuchemos el argumento al que me estoy refiriendo por boca de Miguel Sebastián en
unas recientes declaraciones a Radio Nacional de España.
A mí ese debate me recuerda un poco el de la burbuja inmobiliaria que también tuvimos
el debate.
Si ya no hay una burbuja inmobiliaria hay que pincerla, lamentablemente las burbujas
inmobiliarias solamente se confirman cuando se pinchan, antes de eso es solamente una
hipótesis y desgraciadamente por ese motivo no se suelen pinchar, porque suele haber
unas enormes resistencias sociales hacerlo, porque nos estábamos hablando aquí de tomar
medidas con antelación, estamos hablando de que cuando teníamos 400 casos haber confinado
al país, que es lo que ha hecho por ejemplo la India, claro, si con 400 casos y de una
cosa que se supone que viene de lejos, decimos que hay que confinar el país y parar la economía,
imagínese las resistencias cuando ya los ha habido teniendo 6.000 casos, o sea que yo
creo que en el fondo el gobierno lo que le ha pasado es primero que se ha fíado de unos
expertos que han fallado y segundo que de alguna forma recogía el sentimiento social
de que no había que alarmarse tanto y yo creo que eso ha sido en efecto un error, un error
de toda la sociedad, no en particular del gobierno.
En cierta medida Miguel Sebastián está intentando socializar las responsabilidades o las culpas,
lo que nos ha dicho al final de su declaración es que ha sido un error de toda la sociedad,
un error compartido por todos los ciudadanos, el no haber querido darnos cuenta de lo que
se nos venía encima y de entrada ya hay que matizar un error en las declaraciones de
Sebastián, no es verdad que toda la sociedad estuviera ciega ante lo que venía, si hubo
algunas personas como él, como yo y como mucha otra gente que sí estábamos advirtiendo
de lo que iba a pasar, por tanto como poco habría que excluir a algunas personas de
la responsabilidad compartida de no haber sido capaces de ver lo que iba a venir y por
tanto de dificultar que el gobierno tomara las medidas que había que tomar.
Sin embargo, aun cuando todo el mundo en la sociedad fuera ciego, aun cuando todo el mundo
hubiese sido incapaz de reconocer el peligro que iba a venir, el argumento de Sebastián
no se sostiene y no lo hace por dos razones.
En primer lugar, siendo parcialmente cierto que la sociedad cuando está desinformada
muestra ciertas reticencias, muestra cierta resistencia a cambiar sus hábitos de vida
no quiere dejar de ir a conciertos, no quiere dejar de ir a partidos de fútbol, no quiere
dejar de ir a mítines o manifestaciones políticas, lo cierto es que cuando se informa
a la sociedad es bastante probable que esa sociedad se mentalice y reaccione.
De hecho, recordemos de que se nos estaba acusando durante los días de finales de febrero
y principios de marzo a todos aquellos que tratábamos de trasladar información veraz
a los ciudadanos sobre la magnitud del problema al que nos enfrentábamos.
Se nos descalificaba como alarmistas, se nos decía que estábamos promoviendo el alarmismo
y que eso era muy irresponsable porque la gente podía sobrereaccionar.
Por tanto, si la gente puede sobrereaccionar, es decir, si la gente puede entrar en pánico
una vez entienda aproximadamente el problema que se viene encima, no es cierto que las
personas, los ciudadanos, de por sí o pusieran resistencia a que el gobierno tomara medidas
o ponían resistencia a que el gobierno tomara medidas porque pensaban que estábamos ante
una gripe más insignificante y, por tanto, irrelevante.
Si los ciudadanos hubieran sabido de verdad cuáles eran los riesgos reales de este virus
evidentemente habrían apoyado, de manera muy mayoritaria, que se tomaran al menos algunas
medidas de contención reforzada para dificultar que el virus se siga transmitiendo.
Y aquí, en esta labor de información o de desinformación, el gobierno sí tiene una
responsabilidad muy directa.
El gobierno, hasta el 9 de marzo, no contribuyó en absoluto a que los ciudadanos adquirieran
verdadera conciencia de lo que estaba sucediendo y de lo que podía suceder.
Al contrario, estaba tratando de desinformarles, tratando de quitar hierro al asunto, tratando
de minimizar el problema para que justamente no entrarán en pánico y para que justamente
el gobierno no tuviera que adoptar, no tuviera que tomar ninguna medida hasta el 9 de marzo.
Por consiguiente, siendo cierto, como dice Sebastián, que la sociedad no quiere que
se tomen medidas muy duras, eso solo es cierto si la sociedad está desinformada, y la sociedad
se mantuvo desinformada en gran medida porque confiaba, ingenuamente, es cierto, pero porque
confiaba en la información que les transmitían las autoridades, y si las autoridades sanitarias
españolas transmitían pésima información, si las autoridades sanitarias españolas
desinformaban, entonces es obvio que la responsabilidad, por ese lado, recae sobre las autoridades
españolas, es decir, sobre el gobierno.
Segundo motivo por el que el argumento de Miguel Sebastián es erróneo, aunque fuera
cierto que la sociedad no quería enterarse en absoluto de lo que iba a venir, aunque
fuera cierto que todo el mundo tuviera una venda en los ojos, y el gobierno estuviera
intentando informar a los ciudadanos para que adquirieran verdadera conciencia de los
problemas, y los ciudadanos siguieran sin querer enterarse de esos problemas, aún
así, la responsabilidad entre el gobierno y los ciudadanos nunca podría estar al mismo
nivel, y no podría estar al mismo nivel porque el gobierno es un órgano especializado en
la gestión de estos eventos, es decir, el gobierno es aquel órgano al que socialmente
le asignamos con razón o sin ella, con buenos motivos o sin ellos, con inteligencia o sin
ella, pero es el órgano al que socialmente le asignamos y les reconocemos el papel,
el rol, la función de gestionar socialmente las epidemias o las pandemias. Los ciudadanos
no son especialistas en enfrentarse a una pandemia, ni lo son por formación, ni lo son en el
sentido de buscar información continua sobre las pandemias, no tienen ni protocolos, ni
procedimientos, ni conocimientos sobre cómo afrontar este problema. En cambio, los ciudadanos
conscientes de su ignorancia en este asunto, ignorancia en muchos casos deliberada, porque
prefieren especializarse en otros asuntos, antes que en estudiar epidemias y en ver
cómo reaccionan ante epidemias, los ciudadanos conscientes de sus limitaciones y de su ignorancia
deliberada en este asunto lo que hacen es delegar en el gobierno la gestión especializada
del mismo. Por tanto, el gobierno es quien tiene la responsabilidad más inmediata de
gestionar adecuadamente una pandemia, aun cuando los ciudadanos no se estén enterando de
lo que está sucediendo, aun cuando los ciudadanos no sean conscientes de cuál es el problema.
En cierto modo, podríamos hacer una analogía con una guerra. Imaginemos que el gobierno
tiene información que no puede desclasificar de que un ejército invasor nos va a intentar
conquistar la mañana siguiente. Los ciudadanos no son conscientes de ello y evidentemente
al no ser conscientes de ello se opondrán a cualquier iniciativa militar ofensiva, pero
significa eso que el gobierno, teniendo la información de que nos van a invadir al
día siguiente como los ciudadanos se resisten porque no están informados a atacar al ejército
invasor, significa eso que el gobierno no debería atacarlo preventivamente para evitar
la invasión. Obviamente no, y si el gobierno se comportará así, si el gobierno se quedará
de brazos cruzados alegando que yo sabía que nos iban a invadir, pero como la ciudadanía
no quería ninguna iniciativa militar porque no eran conscientes del problema, pues nos
hemos quedado de brazos cruzados y nos han conquistado. Si un gobierno intentara argumentar
de esa guisa, creo que todos entenderíamos que ha tenido una gestión absolutamente
desastrosa de la problemática militar, pues lo mismo con la problemática sanitaria.
Aun cuando fuera cierto que los ciudadanos no quisieron ver lo que se les venía encima,
el gobierno, que es el órgano especializado en gestionar este tipo de problemáticas sociales,
sí debería haber actuado y no lo hizo, y por eso es su responsabilidad. Aun cuando
cupiera pensar que haber actuado preventivamente habría tenido un coste electoral irreparable
para el gobierno, que tampoco, porque las elecciones próximas están muy lejanas en el tiempo,
y si los ciudadanos ven que aunque en un principio lo que podía parecer una decisión osada
y una sobrereacción era una reacción ponderada y adecuada a las circunstancias, pues los ciudadanos
lo terminarán premiando, pero aun cuando hubiese comportado un coste electoral a corto plazo,
la obligación moral de un buen gobierno, si es que algo así existe, es sacrificarse
por sus ciudadanos, no sacrificar a los ciudadanos en su propio interés. Un buen gobierno, aunque
crea que va a perder las elecciones, si toma determinadas decisiones que no se van a entender
a corto plazo, debería tomar esas decisiones aun cuando pierda las elecciones a corto plazo,
máxime si esas decisiones implican salvar miles de vidas. En este caso ni siquiera,
como digo, estábamos en esa coyuntura, no es que el gobierno fuera a perder ninguna
elección, pero aun cuando hubiésemos tenido elecciones a mediados de marzo y haber decretado
el confinamiento domiciliario a principios de marzo, lo hubiese hecho perder las elecciones,
por responsabilidad moral debería haberlo hecho, porque si no, estamos diciendo algo
que probablemente es cierto, pero que si es cierto conviene que todos interioricemos.
Estamos diciendo que el gobierno en realidad no vela por los intereses de los ciudadanos,
sino que vela por sus propios intereses, y si eso es así, los ciudadanos evidentemente
tendrán que reaccionar frente a un gobierno, este y cualquier otro, frente a la institución
de un gobierno que antepone los intereses electorales de los miembros de ese gobierno,
incluso a la supervivencia de los ciudadanos. En definitiva, y para concluir, no es verdad
que toda la sociedad no supiera lo que iba a suceder, no es verdad que toda la sociedad
estuviera ciega ante lo que iba a pasar. Las personas informadas y honestas sí eran
conscientes de lo que se nos podía venir encima, por ejemplo el propio Miguel Sebastián
a mediados de febrero, que estaba informado y honestamente manifestó su opinión. Por
tanto, quienes estaban ciegos, ceguera, inconsciente o voluntaria, eran las personas o desinformadas
o las personas informadas, pero deshonestas que no querían reconocer lo que estaba sucediendo.
Y al gobierno de España creo que no se le puede suponer, no se le puede presuponer desinformado.
Y por consiguiente, si solo estaban ciegos, los desinformados o los deshonestos, en la
única categoría en la que podemos incluir la negligente gestión del gobierno de España
es en la deshonestidad. Y de esa deshonestidad, por supuesto, que el gobierno tiene muchísima
responsabilidad. Es una deshonestidad que ha costado miles de vidas y por la cual alguien
tendrá que responder.
Pero no es una deshonestidad que es una deshonestidad, no es una deshonestidad que es una deshonestidad
que es una deshonestidad, no es una deshonestidad que es una deshonestidad que es una deshonestidad
que es una deshonestidad que es una deshonestidad, no es una deshonestidad que es una deshonestidad