This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Sumar, la coalición política de Yolanda Díaz, quiere censurar a aquellos
periodistas que, desde su punto de vista, desinformen. Veámoslo.
Sumar es la versión 2.0, cookie, sonriente, aparentemente inofensiva de Podemos. ¿Qué
daño puede hacer a Nuestras Libertades un partido que coloca en su cuenta de TikTok un vídeo como este?
¡Ni-ni-ni-ni-ni!
Corazones y gatitos alrededor de una Yolanda Díaz feliz y pacífica. Frente a la figura dura,
agreste y muchas veces desagradable de Pablo Iglesias, Yolanda Díaz no genera ningún miedo,
y por tanto, Sumar es una coalición de blandy blue. Pues sete aquí que esta coalición de
blandy blue llevaba en su programa electoral, publicado ayer, una propuesta para censurar a
aquellos periodistas que a su juicio desinformaran. En la página 170 de su programa, y más en
concreto el punto 29 dentro de la sección 531, podemos encontrar la siguiente propuesta. Atención,
aprobación de un Estatuto de la Información y el Consejo Estatal de los Medios Audiovisuales.
Elaboraremos un Estatuto de la Información para proteger a los y las profesionales del sector
e instaurar un código de ontológico que acabe con las informaciones falsas y contemple graves
sanciones y expulsión de la carrera periodística a quien manipule y desinforme. Se pondrá en marcha
el Consejo Estatal de Medios Audiovisuales como órgano regulador, supervisor y sancionador del
sector. En primer lugar, ya debería resultarnos muy discutible y muy inquietante que alguien,
aunque ese alguien sea un juez, tenga la potestad, tenga la competencia para dictaminar que alguien
está desinformando y en consecuencia sancionarlo. Creo que todos tenemos muy fresca la memoria de
la pandemia, donde se propagaron auténticos bulos, pero también se propagaron informaciones que fueron
tildadas como bulos y que inicialmente parecían incluso que podían resultar bulos y que finalmente
terminaron siendo ciertas. Pues bien, imaginemos que durante la pandemia algún juez hubiese tenido
la potestad para censurar a aquellos que difundían supuestos bulos. Informaciones que incluso el propio
juez creyera que eran bulos porque en ese momento el clima dominante de opinión es que determinadas
informaciones eran falsas, era conspiranoia, era un disparate, pero que en última instancia
han terminado siendo ciertas o al menos ahora mismo ya no se tiene tan claro si eran ciertas
o si no eran ciertas y por tanto existe un margen razonable de dudas como para difundir esa información
sin necesariamente calificarla como desinformación en términos objetivos. O imaginémonos la exclusiva
de un periodista que destapa un caso de corrupción de un político, pero ese político todavía no ha
sido condenado en sede judicial por ese caso de corrupción. Incluso podría darse el caso de que
esa exclusiva estuviese cogida por los pelos porque únicamente el periodista tuviese indicios,
habladurías, rumores, pero nada confirmado en sede judicial. ¿Deberíamos censurar esa exclusiva,
que tirando del hilo podría terminar con el tiempo conduciéndonos a destapar un escándalo
de corrupción? O en cambio, como hasta ahora, deberíamos permitir que los periodistas desempeñen
con libertad su labor, sabiendo que algunos periodistas obrarán mal, manipularán, mentirán,
pero habrá otros que podrán obrar bien gracias a ese clima de libertad, gracias a ese marco que
les permite investigar y les permite publicar sin tener encima de ellos la espada de Damocles de
una sanción, aunque sea judicial, por supuestamente estar desinformando. Porque es que además el marco
normativo actual ya permite que si una persona considera que su honor ha sido vulnerado por
un periodista que ha publicado una información absolutamente distorsionada y falaz, el marco
normativo actual ya permite acudir a la jurisdicción civil para pedir una rectificación e incluso una
compensación por ese ataque a la honorabilidad de una persona. Que ni siquiera estoy defendiendo la
legitimidad de este derecho al honor, tengo muy serias dudas de que deba existir algo así como
un derecho al honor. Pero sí estoy señalando esto para mostrar que no necesitamos ninguna
legislación adicional para proteger a una persona frente a la desinformación sobre su vida. Y claro,
si de lo que se trata no es de proteger a una persona por la información errónea que se ha
publicado sobre ella y que pueda haber tenido un impacto negativo sobre su honor, en realidad,
en el fondo lo que se pretende proteger es que los periodistas no narren hechos ni siquiera
necesariamente vinculados con alguna persona concreta, sino a lo mejor con los efectos de un
virus, con los efectos de una vacuna, con los efectos de una política económica o incluso con
una supuesta distorsión de los hechos históricos, que al entender de los jueces o de los políticos
no se ajusten a la realidad. Es decir, que lo que en verdad se pretende tutelar y controlar es el
discurso oficial de la verdad. Y si este control oficial de la verdad por parte de un juez ya
debería resultarnos tremendamente inquietante y preocupante, ¿qué nos sucederá cuando ese
control oficial de la verdad ni siquiera lo desarrolla un juez independiente y pretendidamente
imparcial, sino que lo desarrolla un organismo administrativo de nueva creación como el que
está proponiendo sumar? Concretamente, y recordémoslo, sumar en este punto 29 propone
la creación de un Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, un organismo que actuaría como
órgano regulador, supervisor y sancionador. Por tanto, quien supervisaría si algo es información
o es desinformación no sería ni siquiera un juez, sino que serían aquellas personas que los políticos
que en ese momento tengan mayoría en el Parlamento o en el Gobierno, vete tú a saber, las personas que
los políticos hubiesen colocado al frente de ese Consejo Estatal de Medios Audiovisuales. Serían,
por tanto, otros políticos o los mandados de los políticos los que controlarían el oficio del
periodista, los que dictaminarían si algo que ha sido publicado o si algo que ha sido dicho por un
periodista, en un periódico, en una televisión, en una radio o incluso potencialmente en un canal
de YouTube, los que controlarían si ese periodista está desinformando o está diciendo la verdad. Y
serían ellos los que, si apreciaran desinformación, procederían a sancionar a ese periodista por estar
desinformando. Pero la burrada no termina aquí. La burrada no termina en que haya un control estatal
de la verdad o en que ese control estatal de la verdad recaiga en un organismo administrativo repleto
de personas nombradas a dedo por políticos. Es que, además, la potestad sancionadora que tendría
este organismo estatal de medios audiovisuales sería la de, atención, expulsar a alguien de
la carrera periodística. ¿Y qué significa esto de expulsar a alguien de la carrera periodística?
¿Significa que esa persona no podría volver a ejercer, al menos durante un tiempo? Aunque,
tal como está redactado, parece que sea algo definitivo. No es una suspensión temporal de
la carrera periodística, sino una expulsión de la misma. Pero, en cualquier caso, ¿qué significa
que no podría ejercer temporal o permanentemente el oficio de periodista? ¿Y qué significa no poder
ejercer temporal o permanentemente el oficio de periodista? ¿Que no podría publicar ningún
escrito en ningún periódico? ¿Que no podría intervenir en ninguna radio o en ninguna tertulia
de televisión? ¿Que habría que cerrarle, por ejemplo, su canal de YouTube desde el cual divulga
la supuesta desinformación por la que está siendo sancionado? ¿Que habría que impedirle volver a
abrir cualquier otro canal de YouTube o incluso que se exprese a través de Twitter, a través de
Facebook, a través de Telegram o a través de cualquier otra red social? Porque, claro,
si tú le sancionas diciéndole no puedes publicar en un periódico de Tirada Nacional,
pero luego publica lo mismo en Twitter y tiene tanta o más repercusión que en el periódico,
¿de qué te sirve haberle sancionado, haberle prohibido publicar en ese periódico? Si tú le
impides salir por televisión a divulgar la desinformación, pero luego tiene un canal de
YouTube masivamente seguido, que incluso puede crecer por el hecho de que le hayas censurado en
televisión y eso puede generar, claro, un cierto interés para ver qué nos tiene que contar esta
persona que ha sido censurada por nuestros políticos, si tú le impides salir en televisión,
pero luego tiene un canal de YouTube multitudinario, ¿de qué te sirve haberle censurado en televisión?
La vocación lógica de este párrafo es una vocación expansiva. La vocación lógica de este
párrafo que pretende expulsar al desinformador de la carrera periodística es el amordazamiento
absoluto de esa persona en cualquier medio de comunicación público. Prohibirle temporal o
permanentemente a esa persona que vuelva a expresarse libremente, a callarlo para siempre,
censurarlo de manera definitiva. Creo que expuesto así, todos entendemos la magnitud del disparate
del liberticidio que propone sumar en la página 170 de su programa electoral. Le estaríamos otorgando
a los políticos o a los mandados de los políticos el derecho a censurar a cualquier periodista que
a su juicio esté desinformando. Es decir, el derecho a censurar permanentemente a cualquier
periodista díscolo y no alineado. Sería una voladura descontrolada del estado de derecho y
de la libertad de información. Tal es la magnitud de la burrada que, de hecho, a las pocas horas de
publicar su programa electoral y a las pocas horas de que los medios de comunicación se hicieran eco
de este grotesco disparate liberticida, desde sumar han afirmado que el documento de su programa
electoral que filtraron a los medios de comunicación era un borrador, no era la versión definitiva,
y que en la versión definitiva esta propuesta 29 en la página 170 ya no aparece tal cual. Se
mantiene la aprobación de un código de ontológico para los periodistas, se mantiene la creación de
un consejo estatal de medios audiovisuales, pero no habría supuestamente, aunque si no las hay ya
me dirás tú para qué sirve este consejo estatal de medios audiovisuales, pero no habría supuestamente
sanciones para los periodistas que incumplan el código de ontológico aprobado por los políticos,
y desde luego no estaría entre las potenciales sanciones, que en cualquier caso no habría,
pero si las hubiese, entre las sanciones no estaría la de expulsar a nadie de la carrera
periodística. Esto es lo que nos ha dicho ahora sumar. No sabemos si informando o desinformando,
porque es muy curioso que los políticos siempre quieran castigar a los periodistas que mienten
o desinforman, pero ninguno de ellos plantee castigar a los políticos que mienten y desinforman
cuando la actividad política es un continuo de mentiras y de desinformación. Pero bueno,
dejando esta asimetría moral de lado, ahora Sumar nos dice que no pretende censurar a nadie,
que esto es algo que se les coló en un borrador. ¿Pero cómo se te cuela en un borrador de tu
programa electoral la propuesta de establecer una censura permanente contra aquellos periodistas
que les caigan gordos a los miembros del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales integrado por
personas que tú has nombrado? Imaginad que en el programa del Partido Popular se cuela un párrafo
de nos corromperemos masivamente y robaremos todo lo que podamos. Luego se filtra el documento y
dicen no, es que esto no era definitivo, es que esto es que se nos coló unas frases en un borrador,
pero no lo habíamos revisado del todo y lo hemos publicado antes de dar el visto bueno definitivo.
¿Pero cómo llegan esas líneas al borrador? ¿Cómo te planteas siquiera aprobar algo similar a eso?
Si algo así se te pasó por la cabeza, qué tranquilidad, qué seguridad puedo tener yo
de que cuando vuelvas a tener el poder no retorcerás los resortes del Estado para aprobar
algo similar a lo que aparece en este borrador, aunque lo llames distinto. Es decir,
¿qué me garantiza a mí que no me estés mintiendo como siempre estás mintiendo?
Que sí, que evidentemente cuando has publicado esto y todo el mundo se ha escandalizado por lo
que has publicado, das marcha atrás y dices que tú no querías publicar esto, que en realidad esto
no refleja tus ideas. Pero es que esto en algún momento se ha tenido que representar tus ideas,
porque lo has colocado aunque fuera en un borrador del programa electoral, que en realidad no era un
borrador, era la versión definitiva. Pero claro, no vas a decir que rectificas la versión definitiva
y te inventas que publicaste un borrador. Pero en cualquier caso, aunque fuera un borrador,
en algún momento para incluir eso en un borrador se te ha tenido que pasar muy seriamente por la
cabeza. Y si eso es algo que se te pasa muy seriamente por la cabeza, y si eso es algo que
has quitado del programa electoral porque no ha gustado a la mayoría de la población y, por tanto,
sólo porque te puedes restar votos, ¿qué nos garantiza que una vez estés en el poder,
una vez que hayas cazado los votos de incautos, que hayan creído que efectivamente no quieres
censurar a periodistas, ¿qué nos garantiza que desde el poder no vayas a censurar a periodistas?
No nos lo garantiza nada. El Partido Podemos siempre ha querido controlar a los medios de
comunicación, porque considera que los medios de comunicación son un agente político más que
influye en la opinión pública sin pasar por las urnas. Es decir, son un elemento antidemocrático
en la medida en que orientan el voto pero no son controlados por el voto. Y por eso, ideológicamente,
Podemos es contrario a que existan medios de comunicación libres. Porque libres,
desde su punto de vista, significa no sometidos a la voluntad del pueblo, aún cuando son elementos
de poder social que, como todo elemento de poder social para Podemos, debería estar sometido a la
democracia, a la voluntad del pueblo. Y por eso, desde siempre, Podemos ha querido controlar los
medios de comunicación. Y sumar es la versión 2.0 de Podemos. Sí, con mucho jijijaja, con mucha
sonrisa, con muchos corazoncitos, con muchos gatitos, pero la versión 2.0 de Podemos. Y
por mucho que el lobo sevista de Cordero sigue siendo un lobo.