This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
La tasa de inflación en Turquía se ubica en el 19,5%, los tipos de interés en la economía
ascienden al 19%, y ayer el presidente de Turquía, Erdogan, cesó a tres miembros del
Banco Central que se negaban a facilitar una reeducción de los tipos de interés. ¿Cómo
encajan todas estas piezas entre sí? ¿Y qué lecciones podemos extraer para la inflación,
que también empieza a azotar a Occidente? Veámoslo.
¿Por qué sube generalizadamente los precios en una economía monetaria? Es decir, ¿por
qué hay inflación? Pues esencialmente por dos motivos. Uno, por exceso de gasto, porque
hay demasiado gasto nominal, hay demasiado gasto agregado en relación con la producción
disponible para la venta. Si queremos gastar mucho y no hay suficientes mercancías a la
venta para absorber todo ese gasto, lo que sucede es que los precios por mercancía
aumentan.
El otro motivo, porque los agentes económicos huyen de una determinada moneda. Los agentes
económicos rechazan mantener en sus carteras una determinada moneda y, por tanto, la liquidan
con descuento. Y ese descuento, en el precio de la moneda, en relación con el resto de
bienes, es lo que también puede dar lugar a la inflación.
En un vídeo anterior ya explicamos que la inflación que ahora mismo están sufriendo
en muchos países, desde Estados Unidos hasta China, pasando por la Unión Europea, es una
inflación vinculada con el exceso de gasto nominal en relación con la producción disponible.
Después de la pandemia han aparecido cuello de botella que limitan la capacidad de nuestras
economías para aumentar la oferta y el aumento del gasto privado, cebado por estímulos monetarios
y también por el aumento del gasto público, ha llevado a que el gasto total vaya por
delante de la expansión de la producción. Y eso es lo que está elevando, esencialmente,
los precios.
Ahora bien, en ese mismo vídeo también advertimos del riesgo de que se pudiese producir una inflación
del segundo tipo. Es decir, una inflación por caída de la demanda de la moneda, si
la inflación y las expectativas de inflación no se atajan a tiempo, si los agentes económicos
empiezan a juzgar que la elevación de los precios es estructural y que por tanto sus
aldos de tesorería en dólares, en euros, en libras, en lo que sea cada vez valen menos,
lo que harán los agentes económicos es dejar de atesorar, dejar de mantener en cartera,
dejar de demandar dólares, euros o libras, buscar otros activos que se revaloricen con
la inflación, y claro, si dejas de atesorar moneda, su demanda cae, su valor también cae
y por tanto los precios del resto de la economía suben todavía más.
Desde hace años en Turquía podemos observar cómo estas dos causas de la inflación, el
exceso de gasto nominal y la caída de la demanda de la moneda, se realimentan entre
sí, generando unas tasas de inflación absolutamente explosivas.
Por un lado, en Turquía los tipos de interés nominales están en el 19%, pero como la tasa
de inflación se ubica en el 19,5%, los tipos de interés reales, es decir, corrigiendo
los nominales por la inflación, son ahora mismo negativos, eso significa que los turcos
se pueden endeudar y la cuantía real de sus deudas va cayendo año a año.
Si yo debo mil y mi salario de 100 se duplica cada año, pues el primer año tengo un salario
de 100, una deuda de 1000, por tanto mi deuda es 10 veces superior a mi salario, pero si
al año siguiente mi salario se ha duplicado a 200, mi deuda sigue siendo de 1000 y como
mi salario es de 200, mi salario equivale a 5 años de deuda, si el año siguiente se
incrementa mi salario a 400, entonces mi deuda de 1000 equivaldará a 2,5 años de mi salario,
por consiguiente, aunque los tipos de interés estén muy altos si los precios y los ingresos
evidentemente, las rentas, los salarios de los ciudadanos de Turquía, aumentan a una
tasa superior a la del tipo de interés, la carga real de sus deudas se va reduciendo
año tras año y eso supone un estímulo muy grande al endeudamiento, más endeudamiento
privado dentro de Turquía, precios más elevados y si además parte de ese gasto se traslada
al exterior, por ejemplo porque Turquía no produce petróleo y tiene que importar petróleo,
pues si el precio del petróleo es creciente y tú estás alimentando el gasto interno
con cargo al endeudamiento artificialmente abaratado, tipos de interés negativos, pues
entonces no solo es que vayas a gastar más, sino que vas a importar productos del extranjero
a precios crecientes que se van a trasladar esos precios crecientes, esos costes crecientes
al interior de tu economía. Pero por otro lado, si se consolida una inflación alta
dentro del país, si esa inflación penetra en las expectativas de los agentes, pues evidentemente
quién va a querer atesorar liras turcas? Si la inflación está en el 19,5%, quién
va a querer mantener liras turcas en su cartera? Si en un periodo de menos de 5 años has perdido
la mitad del valor de esas liras turcas y por tanto la demanda, el atesoramiento de
liras turcas, cae tanto en el interior como en el exterior del país. Pero claro, que
los turcos no quieren atesorar liras turcas, no significa que no quieren atesorar, que
no quieren tener saldos de tesorería en ninguna otra moneda, y eso nos lleva a que
la demanda por otros tipos de monedas, dólares o euros, se incrementa dentro de Turquía
en relación con la lira turca. Y eso nos conduce a qué? Pues nos conduce a una depreciación
continuada del tipo de cambio de la lira turca frente a otras monedas. Y esa depreciación
del tipo de cambio de la lira turca, una tan espectacular como la que podéis observar
en este gráfico, a su vez alimenta todavía más la inflación interna, porque si el tipo
de cambio se deprecia fuertemente y debido al estímulo interno al endeudamiento no se
recorta el gasto que afluye al exterior, seguimos importando más o menos lo mismo a precios
muy incrementados por la depreciación de la lira turca y esos mayores precios de importación
se trasladan de nuevo a mayores precios internos.
¿Cómo romper? ¿Cómo intentar romper este círculo vicioso? Pues no es nada sencillo,
pero la herramienta que sabemos que es más eficaz para ello es lo que se denomina el
principio de Taylor. ¿Qué es el principio de Taylor? ¿Tratar de conseguir tipos de
interés reales positivos dentro de la economía? Es decir, que si la tasa de inflación está
en el 19,5%, los tipos de interés nominales tienen que estar por encima de la tasa de
inflación. Solo así conseguirás que el endeudamiento sea costoso para los turcos
que restringan su endeudamiento y que por tanto dejen de cebar, dejen de alimentar la
inflación interna por la vía del gasto. Además, si un banco central lanza la señal
de, yo estoy tan comprometido a luchar contra la inflación que coloco los tipos de interés
en el 19, en el 20, en el 25, en el 30%, en la cuantía que sea necesaria para acabar
con las expectativas inflacionistas, eso también puede darle un nuevo barniz de credibilidad
a la moneda y puede llevar a que inversores que no querían atesorar líras turcas porque
temían que la inflación era muy alta y que por tanto fueran a perder hasta la camisa,
ahora puedan estar dispuestos a atesorar la lira durante periodos de tiempo algo más
prolongados. Tampoco estamos diciendo muchos años, pero si algunas semanas o algunos meses
sin necesidad de liquidarla a cualquier precio.
El principio de Taylor fue la política que aplicó el banco central turco a principios
de 2019 y fue una aplicación que funcionó. Como podemos observar en este gráfico, a
principios de 2019 el tipo de interés del banco central, lo que ahí se denomina policy
rate, estaba por encima de la tasa de inflación. Por tanto, los tipos de interés reales durante
la primera mitad durante prácticamente todo 2019 eran positivos. De esa manera se desincentivaba
el endeudamiento de la economía turca, de hecho Turquía llegó a tener superavid en
el saldo por cuenta corriente en el año 2019 y las expectativas de inflación bajaban.
¿Qué pasó en el año 2020? Como vemos, se bajaron los tipos de interés a raíz de la
pandemia y demás, pero se bajaron los tipos de interés por debajo de la tasa de inflación
y eso realimentó las expectativas inflacionistas, sobre todo al calor de la recuperación actual,
del incremento del precio global de las materias primas y eso ha conducido nuevamente a que
en el mes de septiembre los tipos de interés vuelvan a estar por debajo de la tasa de inflación,
con lo cual volvemos a la casilla de partida. ¿Cómo podríamos volver a mantener a raya
las expectativas inflacionistas para evitar este círculo vicioso de inflación que hemos
descrito antes? Aplicando el principio de Taylor, deberíamos volver a incrementar los
tipos de interés por encima del incremento de la inflación de tal manera que el tipo
de interés real vuelva a ser positivo y eso constriña el endeudamiento interno de Turquía.
Problema, tipos de interés reales positivos constituyen un freno a la expansión del
PIB, constituyen un freno al crecimiento económico y eso políticamente es incómodo para los
gobernantes, por ejemplo, para Erdogan. Erdogan no quiere que la economía turca se frene,
quiere que la economía turca siga creciendo aún con una inflación muy elevada, porque
lo que prioriza es el aumento del PIB, es la reducción del desempleo, aún cuando eso
genera un boom insostenible que en algún momento deba colapsar, pero ya sabemos que
los gobernantes son especialmente cortoplacistas y lo que les interesa es mantenerse en el
poder este mes, el mes siguiente, el año que viene y ya a más largo plazo veremos.
Con lo cual, dado que Erdogan no quería que subieran los tipos de interés, dado que Erdogan
sabía que el Banco Central de Turquía iba a subir los tipos de interés para contener
la inflación, lo que ha hecho ha sido cortarles las cabezas a aquellos miembros del Banco
Central de Turquía que eran partidarios de subir los tipos de interés.
Pero claro, este CSD de tres miembros del Banco Central relativamente independientes,
¿qué mensaje manda a los mercados? Pues que el Banco Central de Turquía está totalmente
subordinado a los intereses de Erdogan y los intereses de Erdogan no son controlar los precios,
sino fomentar el crecimiento económico aún cuando la inflación se descontrole. Y por
consiguiente, si tú mandas ese mensaje a los mercados, a los inversores, ¿qué harán
los inversores? Uir todavía más, más rápidamente y con más intensidad, de la Lira Turca. Y
precisamente por eso, la Lira Turca ayer registró mínimos históricos en su cotización frente
al dólar.
Lección es que podemos extraer desde Occidente de este caso. Primero, las inercias inflacionistas,
una vez se consolidan dentro de una economía, pueden ser muy difíciles de quebrar. No
solo muy difíciles, sino muy costosas, porque pueden requerir subidas muy intensas de los
tipos de interés reales, lo cual destroza a corto plazo el crecimiento económico. Pero
solo esas subidas reales de los tipos de interés pueden llevar a que se restablezca la confianza
en la divisa y a estrangular el crecimiento excesivo del gasto interior.
Segundo, cuanto más tardemos en reaccionar políticamente desde la política monetaria
y desde la política fiscal a las elevadas tasas de inflación que ya se están insertando
dentro de nuestras economías, más riesgo corremos de que esas tasas de inflación
penetren en las expectativas de los agentes y en que, por tanto, se enquisten peligrosamente.
No deberíamos estar ahora mismo tratando de cebar artificialmente el crecimiento económico
a costa de despreocuparnos del riesgo inflacionista que ya estamos experimentando.
Y tercero, los políticos, cuanto más alejados de la cocina de la política monetaria, mejor.
Si la independencia de los bancos centrales se ve minada por interferencias políticas
interesadas, por lo que en economía se conoce como dominancia fiscal, es decir, que la política
fiscal tiene predominio sobre la política monetaria y la política monetaria se adapta
a las necesidades de financiación del gobierno, entonces nuestras divisas experimentarán
un descrédito, su demanda caerá y eso alimentará adicionalmente la inflación.
Desde luego, Estados Unidos, la eurozona, el dólar o el euro no son Turquía, no son
la Lira Turca.
Ahora bien, cometeríamos un error muy grande en pensar que no tenemos absolutamente nada
que ver, que los fenómenos económicos que allí suceden es imposible que se reproduzcan
en nuestras economías y en que, por tanto, no tenemos ninguna lección que extraer de
lo que está sucediendo en Turquía.
Aunque el orden de magnitud pueda terminar siendo muy distinto, las causalidades subyacentes
son parecidas y, por tanto, si no rectificamos a tiempo cometeremos los mismos errores.