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Las economías occidentales están viviendo un potencialmente peligroso episodio de inflación.
Los liberales solemos defender que hay que bajar impuestos para impulsar la economía,
pero bajar impuestos podría alimentar la inflación.
Contradictorio, veámoslo.
En vídeos anteriores ya hemos explicado cuáles son las causas de la normalmente elevada
inflación actual. Y también hemos explicado que si esa normalmente elevada inflación actual
terminara penetrando en las expectativas de los agentes económicos, de tal manera que
cayera la demanda de dinero y, por tanto, la inflación se consolidara dentro de nuestras
economías, tendríamos problemas muy serios.
En este sentido, la coyuntura actual parece no ser la más adecuada para sacar adelante
una de las propuestas típicas de los liberales, a saber bajar impuestos. ¿Por qué razón?
Porque suele pensarse que existe una relación positiva entre bajar impuestos y alimentar
la inflación. Es decir, que cuanto más bajamos los impuestos, más tienden a subir los precios.
Pero es esto así?
Bueno, estudiemos cómo influye bajar impuestos sobre la inflación que deriva de que el gasto
actualmente existente en la economía es superior a la capacidad que tiene esa economía de
proveer bienes y servicios. Y estudiemos también cómo influye bajar impuestos sobre la demanda
de dinero.
Bueno, si actualmente tenemos inflación, porque el volumen de gasto agregado dentro de nuestras
economías supera la capacidad de esas economías para incrementar a corto y medio plazo la oferta
de bienes y servicios, eso es lo que se conoce como los cuellos de botella, que vienen causados
no solo porque la covita haya podido dañar algunas estructuras productivas en algunos
sectores de la economía y, en consecuencia, no son capaces de producir tanto como producían
antes, viene causado también porque los gobiernos y los bancos centrales han estado, para supuestamente
estimular la economía, han estado cebando el gasto agregado, ya sea directamente con
gasto público, o ya sea indirectamente con crédito laxo para fomentar el endeudamiento
y para fomentar el desahorro, ya sea por una vía o por otra, los gobiernos han estimulado
un gasto excesivo que se ha topado con una estructura productiva dañada por la suspensión
de la inversión durante el año 2020 y eso está generando una subida de precios, demasiado
gasto en relación con la elasticidad de la oferta de nuestra estructura productiva.
Claro, si a ese mix, que ya es un mix explosivo, le añadimos una baja de impuestos, bajar
impuestos significa que se está estimulando el gasto en consumo o que se está estimulando
el gasto en inversión, por tanto efectivamente bajar impuestos incrementaría todavía más
el gasto privado dentro de la economía y acentuaría la inflación.
Por otro lado, ¿cómo afectan las bajadas de impuestos a la demanda de dinero y por
tanto a la inflación?
Bueno, aquí vamos a hacer uso de la llamada teoría fiscal del nivel de precios.
¿Qué dice la teoría fiscal del nivel de precios?
Pues nos exhorta a estudiar la moneda fiat como si fuera un activo financiero y más
en particular como si fuera un título de deuda pública del Estado.
Si aplicamos esa óptica, bajar impuestos sin recortar el gasto supone un incremento
del déficit público y un incremento del déficit público implica que la moneda fiat se vuelve
de menor calidad, se vuelve un activo menos seguro, se vuelve un activo más arriesgado
porque el Estado está acumulando más deuda y por tanto la probabilidad de que el Estado
termine no pagando parte de esa deuda, ya sea a través de un default, de un repudio
de la deuda en sentido estricto o ya sea a través de inflación, la probabilidad de
que eso suceda se incrementa y en consecuencia la demanda de dinero bajaría, es decir, los
agentes económicos estarían dispuestos a mantener la tesorada menos moneda fiat porque
la calidad de esa deuda, la solvencia del Estado emisor de esa moneda fiat se habría
resentido.
Menos demanda de dinero, entendiendo demanda de dinero como atisoramiento de dinero, es
decir que si cae la demanda de dinero lo que estamos haciendo es largar el dinero que tenemos
atesorado, gastarlo, liquidarlo contra otros bienes y servicios a cualquier precio, menor
demanda de dinero por la baja de impuestos, implicaría efectivamente también mayor inflación
desde ese lado puramente monetario.
Por consiguiente, bajar impuestos ahora mismo alimentaría la inflación?
Pero la respuesta en realidad es depende, si la bajada de impuestos es concebida como
una fórmula de estimular la economía, si bajamos impuestos a costa del endeudamiento
público, a costa de incrementar el déficit público para estimular la economía, entonces
definitivamente sí, sería añadir todavía más gasolina al incendio inflacionista que
ya empezamos a tener, sería una política totalmente desacertada en el contexto en
el que estamos ahora mismo, ahora mismo no necesitamos alimentar todavía más el gasto
agregado dentro de la economía, ahora mismo no necesitamos deteriorar todavía más las
finanzas de los estados que ya están hiperendeudados y precisamente por estar hiperendeudados
algunos inversores pueden empezar a temer que su solvencia no es tan grande como lo
era hasta el momento, pues si seguimos por ese camino evidentemente vamos a seguir alimentando
la inflación.
Muy bien, si bajamos impuestos no como forma de estimular la economía a través del gasto
déficitario, no a través del endeudamiento público para incrementar a corto plazo la
renta disponible de los agentes y que estos se lancen a consumir y a invertir, sino si
bajamos impuestos como una forma de cambiar la estructura del gasto agregado dentro de
nuestras economías, reducir el gasto público, reducir el gasto que ejecuta el estado y
sustituir ese volumen de gasto del que hoy están disponiendo los políticos sobre el
que hoy deciden los políticos, sustituir ese gasto público por gasto privado, es decir
por gasto sobre el que tenga control cada uno de los agentes económicos, entonces en
ese caso bajar impuestos no generaría inflación ni desde el lado del exceso de gasto en relación
con la elasticidad de la estructura productiva ni tampoco generaría inflación desde el lado
del deterioro de la solvencia de los estados y por tanto la caída de la demanda de moneda
fiat. Si el gasto público cae y el gasto privado aumenta, el gasto total no tiene
por qué aumentar y si no aumenta el gasto total no está tensionando todavía más
la estructura productiva, no está agravando los collos de botella y por tanto en ese sentido
bajar impuestos no afectaría, no aceleraría las tendencias inflacionistas actuales, a
su vez si bajamos el gasto y bajamos impuestos el déficit público no aumenta, incluso si
bajamos el gasto más de lo que hemos bajado impuestos el déficit público podría reducirse,
podríamos incluso, si la reducción del gasto es suficientemente intensa, claro podríamos
llegar incluso idealmente a tener un super hábit y por esa vía la deuda pública iría
bajando y si la deuda pública baja la solvencia de los estados se incrementa y por tanto la
demanda de moneda fiat la predisposición de los inversores a mantener determinados tipos
de moneda fiat, dólares, euros, yenes, lo que sea, en su saldo de tesorería también
se incrementa y por ese lado no se alimenta la inflación, incluso se puede llegar a
moderar. En definitiva en el actual contexto inflacionista sigue siendo perfectamente razonable
defender bajadas de impuestos, ahora bien defender bajadas de impuestos como algunos las hemos
defendido siempre, no a costa de incrementar el endeudamiento del estado porque se bajan
impuestos y no se recorta el gasto, sino bajando impuestos al mismo tiempo que se recorta
el gasto público para evitar un incremento del endeudamiento del estado, solo aquellas
bajadas de impuestos que sean financiamente irresponsables que tengan una perspectiva,
un enfoque queinesiano son bajadas de impuestos que podrían agravar la inflación, las bajadas
de impuestos combinadas con la austeridad del gasto no alimentan la inflación y se alimentan
la prosperidad.