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A partir de ahora, y por obra y desgracia del gobierno de PSOE Podemos,
si usted saca más de 1.000 euros del cajero automático, Hacienda lo sabrá.
¿Por qué motivo? Veámoslo.
El dinero en efectivo es un tipo de dinero que no gusta a nuestros gobernantes
porque es un dinero menos controlable, menos expropiable, que el dinero bancarizado.
Y por eso, poco a poco, todos los gobiernos, o prácticamente todos los gobiernos,
van dando pasos lentos pero inexorables hacia la eliminación del dinero en efectivo.
Si no tuviéramos dinero en efectivo y todo el dinero fuera dinero bancario,
nuestros gobernantes podrían conocer al instante y perfectamente
todas las transacciones, todas las operaciones que realizamos.
Es decir, estaríamos por entero fiscalizados por el poder político.
No sólo eso, si nuestros gobernantes quisieran expropiarnos el dinero que tenemos en el banco,
podrían hacerlo meramente a golpe de clic.
No necesitarían acudir a nuestra casa, buscar dónde tenemos el efectivo,
utilizar la fuerza bruta para arrebatarnos el efectivo e irse con el botín.
No, simplemente tendrían que ordenarle al banco que congelara nuestras cuentas
y que esas cuentas pasen a ser propiedad, se las transfiera al Estado.
El gobierno de España de PSOE-Podemos desde luego no es una excepción
a esta tendencia global, a esta tendencia internacional de ir eliminando,
de ir restringiendo, de ir obstaculizando progresivamente la utilización del dinero en efectivo.
Hace unos meses, en la Ley 11-2021 de Medidas en Prevención y Lucha contra el Fraude Fiscal,
este gobierno, el gobierno de PSOE-Podemos, redujo el límite máximo de pagos en efectivo,
donde al menos una de las partes fuera un profesional, fuera un empresario,
es decir, estuviéramos ante una transacción mercantil,
redujo el límite máximo de pagos en efectivos en este tipo de transacciones
desde 2.500 euros a 1.000 euros.
No olvidemos, por cierto, que este límite de 2.500 euros lo colocó en el año 2012
el gobierno del Partido Popular, para que veamos que en este país en todas partes cuecen habas,
tanto en el PSOE como en Podemos, como, por supuesto, en el Partido Popular.
¿Y qué ocurre con los incautos, con los rebeldes, con los revolucionarios que decidan exceder este límite?
¿Que decidan pagarle a un empresario más de 1.000 euros en metálico?
Pues que Hacienda los puede sancionar con una multa equivalente al 25% de ese pago en efectivo.
Vamos, que si pagas 10.000 euros en efectivo, te puede caer una multa de hasta 2.500 euros
por no haber respetado el sacrosanto límite de los 1.000 euros máximos de pago en efectivo
que ha establecido este gobierno, a pesar de que, no lo olvidemos,
el dinero en efectivo es dinero de curso legal.
Es decir, es dinero que tenemos pleno derecho a poder utilizar en nuestras transacciones.
Un derecho que este gobierno nos ha arrebatado incluso para escándalo del Banco Central Europeo.
Que imaginemos cómo ha de ser la cosa para que el Banco Central Europeo,
que evidentemente también tiene intereses en eliminar el dinero en efectivo,
imaginemos cómo ha de ser la cosa para que el Banco Central Europeo haya puesto el grito en el cielo.
Leo textualmente de un dictamen emitido por el Banco Central Europeo el 15 de marzo de este año 2022.
Esto, lo siguiente.
En virtud de lo expuesto, el Banco Central Europeo considera que es desproporcionado
reducir a 1.000 euros el límite del pago en efectivo en las operaciones
en que alguna de las partes actúe en calidad de empresario o profesional.
Tal reducción tendrá efectos adversos no deseados en la condición de curso legal de los billetes en euros.
Además, este límite del pago en efectivo reduce significativamente
la capacidad de los pagadores de utilizar billetes en euros
y la libertad de los ciudadanos para escoger el medio de pago.
Básicamente, lo que está diciendo el Banco Central Europeo
es que este gobierno nos está quitando la libertad de utilizar el dinero en efectivo.
Algo que forma parte de nuestros derechos, porque el dinero en efectivo es dinero de curso legal.
No sólo eso, no sólo nos está quitando la libertad de utilizar el dinero en efectivo
para, obviamente, tenernos más controlados,
sino que además nos está convirtiendo en rehenes del sistema bancario.
Si sólo tenemos dinero en efectivo o sólo tenemos dinero bancario,
si nos impiden utilizar el dinero en efectivo,
nos convierten en clientes forzados del sistema bancario.
Un sistema que es un oligopolio por la sencilla razón de que no existe libertad de entrada.
Para crear un banco es necesario obtener una licencia bancaria
y esas licencias bancarias son muy difíciles de conseguir.
Por tanto, los operadores bancarios que hay son los que habrá, son un número reducido,
son un número que no se ve disputado, que no se ve contestado,
que no se ve amenazado por la presión de futuras entradas de nuevos bancos
que les hagan la competencia.
Y como consecuencia, si somos clientes forzosos de un oligopolio,
somos no sólo parasitados por el gobierno,
que tendrá más fácil controlarnos y expropiarnos nuestro dinero,
sino que también somos parasitados por ese oligopolio,
en la medida en que no podemos amenazarlo creíblemente de,
si me cobras comisiones muy altas,
saco el dinero de la cuenta corriente,
lo guardo en casa y yo mismo gestiono mis pagos en efectivo.
No es en muchos casos una amenaza creíble porque para muchas transacciones
o se realizan a través del banco sí o sí,
o seremos sancionados gravemente por Hacienda.
Pues bien, no contento con esto,
no contento con convertirnos de facto en rehenes del sistema bancario,
el gobierno también ha decidido convertirnos de yure en rehenes del sistema bancario.
Y es que, hasta el momento, Hacienda autorizaba a los bancos a permitir
que sus clientes retiraran hasta 3.000 euros de los cajeros automáticos.
Una retirada sin ningún tipo de cuestiones, sin ningún tipo de preguntas.
Tenías derecho a retirar 3.000 euros del cajero.
Y si querías retirar más de 3.000 euros,
entonces el banco sí te empezaba a pedir explicaciones para dárselas a Hacienda.
¿Quién eres tú? ¿Para qué necesitas el dinero?
¿Realmente son fines legítimos aquello en lo que quieres gastar el dinero?
Etcétera.
Pues bien, a partir de ahora, este límite de retirada de dinero en efectivo,
sin dar explicaciones al banco para que se las transmita a Hacienda,
ha sido rebajado por la propia Hacienda hasta 1.000 euros.
Vamos, que a partir de ahora, si alguien quiere sacar 1.100 euros del cajero automático,
primero tendrá que identificarse en el banco y, segundo, tendrá que decir, tendrá que explicar para qué necesita ese dinero.
Y, por supuesto, la agencia tributaria será plenamente consciente de que hemos sacado más de 1.000 euros del cajero automático,
de tal manera que pueda colocar el foco sobre nuestras cabezas, aun cuando lo tengamos todo absolutamente en orden.
Pero ya se sabe que si uno busca y si uno retuerce lo que está buscando, al final puede terminar encontrando algo.
Así que más nos vale no sacar demasiado dinero en efectivo del cajero, no sea que Hacienda nos muerda.
No solo es ya, en definitiva, que muchas operaciones del día a día no puedan realizarse si no es a través del dinero bancario,
si no es a través de una cuenta corriente del banco, que es controlada, supervisada, fiscalizada y potencialmente expropiada por el gobierno de turno.
Ya no es solo eso. Es que, además, si metes dinero en el banco, te va a ser muy complicado volverlo a sacar.
Y cuando digo muy complicado, no me refiero a que no tengas derecho a sacarlo.
Tienes derecho a sacarlo, pero dando las pertinentes explicaciones al banco para que se las transmita a la agencia tributaria
y para que la agencia tributaria, en consecuencia, coloque el foco sobre ti.
Cuando toda la maquinaria del Estado se orienta a un único propósito,
extraer recursos del ciudadano para citar al ciudadano,
es completamente necesario, es completamente imprescindible fiscalizar cada paso que da ese ciudadano.
No sea que se le haya olvidado o que haya hecho alguna trampa para dejar de pagar algunos céntimos
de aquellos que el Estado considera que tiene derecho a apropiarse.
Y si el Estado está obsesionado con que paguemos todos y cada uno de los céntimos que ese Estado nos está reclamando,
como digo, evidentemente tendrá que controlar todos y cada uno de nuestros pasos.
Y, por tanto, aquel Estado obsesionado con maximizar su recaudación impositiva a costa de los ciudadanos
es un Estado, es una sociedad, donde la libertad se va marchitando.