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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Continúa la guerra del Ministerio de Transportes de Óscar Puente en contra de las compañías
que le hacen la competencia a Renfe por el hecho de estar abaratando los billetes a los
consumidores. Pero no pensemos que estas compañías se están quedando calladas. Veámoslo.
El objetivo del gobierno PSOE-SUMAR, en realidad de cualquier gobierno, pero ahora mismo específicamente
en España del gobierno PSOE-SUMAR, no es incrementar la calidad de vida de los ciudadanos, sino
incrementar el tamaño y la calidad de vida del Estado. No es el bienestar de la ciudadanía,
sino el bienestar del Estado. Y por eso, en aquellas situaciones en las que el peaje a pagar
para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos consiste en empeorar la calidad de vida del
Estado o de aquellos que viven del Estado, en esas situaciones el gobierno de PSOE-SUMAR
prefiere que no mejore la calidad de vida de los ciudadanos antes que empeorar la calidad
de vida del Estado. Un ejemplo muy claro de esto es la guerra abierta que mantiene el Ministerio
de Transportes de Óscar Puente en contra de aquellas compañías UIGO o IRIO que han entrado
en España a competir contra Renfe en el transporte ferroviario de viajeros. Y es que, como ya
comentamos en vídeos anteriores, la propia Comisión Nacional de Mercados y Competencia
ha constatado que la entrada de competidores en el transporte ferroviario español ha permitido
abaratar los billetes en un promedio de más del 20%. Es decir, que hasta la entrada de
competidores, Renfe, empresa pública supuestamente sin ánimo de lucro, estaba explotando su poder
de monopolio para parasitar a los usuarios de estas líneas de alta velocidad, que es lo
que tiende a hacer cualquier monopolio, especialmente si el monopolio es público, encarecer los precios
y empeorar el servicio, para así maximizar la rapiña en contra del ciudadano. Pero ahora
aquí han entrado competidores y, por tanto, ahora que el consumidor ya no es cautivo, Renfe
no puede seguir ejerciendo este vergonzoso poder de monopolio que ha venido practicando
durante décadas. Y de ahí las quejas desesperadas del ministro de Transportes, Óscar Puente,
que en lugar de celebrar que los ciudadanos están recibiendo un mejor servicio a un menor
precio, carga contra estas compañías rivales por abocar a Renfe a pérdidas. Como Renfe es
incompetente frente a estos nuevos competidores, en lugar de intentar mejorar la calidad del
servicio y la eficiencia operativa de Renfe para poder bajar precios y atraer consumidores
que se están yendo a la competencia, el ministro prefiere no sólo criticar, lo cual hasta cierto
punto sería legítimo a las compañías rivales de Renfe, sino amenazarlas, como ya vimos en un vídeo
anterior, con no atender aquellas de sus peticiones que puedan ser razonables e incluso, durante los
últimos días, con denunciarlas ante la Comisión Nacional de Mercados y Competencia. Pero a decir
verdad, los argumentos del ministro a este respecto son ridículos. Y si no escuchemos unas
palabras recientes de Óscar Puente, en las que intenta argumentar por qué quiere acabar así, tal cual,
con el actual modelo de competencia ferroviaria en España.
Yo creo que la competencia, tal y como está planteada esa liberalización del sector, pues es un poco,
encierra una cierta trampa, ¿no? Porque ¿dónde están entrando las competidoras? Están entrando en los
corredores rentables. Madrid-Barcelona, Madrid-Valencia, Madrid-Sevilla. Pero el tren a Extremadura, eso que lo
lleve Renfe. El esfuerzo que hemos hecho para ir a Asturias e ir a Galicia, tanto desde el punto de vista
de las infraestructuras como del material rodante, eso también que lo haga Renfe. El tren a Teruel, a Logroño,
en fin, el tren directo de Burgos que se solicita, eso que lo haga Renfe. Ahí no va a entrar ninguna
competidora. En fin, yo me planteo hasta qué punto esto es libre competencia.
Obviamente, un operador privado que tenga ánimo de lucro entrará en aquellos segmentos del mercado
que sean rentables. No en aquellos que no sean rentables y que no sepa cómo rentabilizar. Pero
eso ocurre en el sector ferroviario y en cualquier otro sector de la economía. Por ejemplo, las editoriales
no van a imprimir y a comercializar cantidades ingentes enormes de libros para aprender sánscrito.
Porque a la mayoría de las personas no les interesa aprender sánscrito ni, por tanto,
pagar el precio que cuesta el libro para aprender sánscrito. Y que las editoriales no impriman ni
comercialicen masivamente libros para aprender sánscrito no es incompatible con que sí impriman
y comercialicen otros libros que sí se venden de manera masiva. Los libros que imprime y comercializa
de manera generalizada una editorial son libros que esperan que se vayan a vender a un precio que
cubra los costes. Y lo que no hará será imprimir y comercializar libros que no espera que se vayan
a vender cubriendo costes. Pues lo mismo en el sector ferroviario español. Hay tramos del sector
ferroviario español que no son rentables. Y en esos tramos que no son rentables, las compañías
que busquen ánimo de lucro no van a entrar. Pero eso no impide ni que sí puedan y deban
entrar en aquellos tramos del mercado que sí son rentables y donde, por tanto, caben varios
competidores, ni tampoco, aunque esto ya sería una perspectiva más normativa, tampoco impide
que el sector público, que el Estado, si considera que determinados servicios que no son rentables
pero que sí generan un cierto bienestar social que es misión del Estado garantizar, tampoco
impide que sea el Estado el que gestione a pérdidas, claro, porque no son rentables, repito,
esos servicios públicos que el sector privado no quiere atender. Si el Estado considera que
todos los españoles deberían tener en sus casas un libro para aprender sánscrito, pues
aunque las compañías privadas no lo vayan a imprimir y a comercializar, podría ser el
Estado quien lo imprimiera y quien lo regalara a todos los ciudadanos. Por tanto, el argumento
de Óscar Puente no tiene ningún sentido. O quizá tenga un sentido, pero no sea un buen
sentido. Lo que parece que está queriendo decir Óscar Puente es que los consumidores,
los clientes, los viajeros de aquellos tramos más rentables de la red ferroviaria, por ejemplo,
el tren Madrid-Barcelona o Madrid-Valencia, esos viajeros deberían subsidiar pagando precios
artificialmente altos. En esa vía deberían subsidiar el billete de los viajeros de otras
rutas ferroviarias. Pero esto es un completo error. Cada precio debe reflejar sus costes. Si
el gobierno quiere aprobar un subsidio para aquellas rutas ferroviarias que no son rentables,
que lo apruebe a través de los presupuestos, pero sin falsear ni los precios ni los costes
de los tramos no rentables ni tampoco de los tramos rentables. Óscar Puente quiere que Renfe explote su
poder de monopolio en aquellas rutas que sean muy rentables para que sean aún más rentables a costa
de empeorar la calidad del servicio y de aumentar abusivamente el precio de los clientes, para
amasar beneficios extraordinarios, para parasitar a esos consumidores de las rutas rentables y con
ese parasitismo subsidiar aquellos tramos del servicio ferroviario que son menos rentables.
Y me alegro de haberme encontrado el otro día con el ministro francés porque él desde el otro lado
tenía exactamente el mismo diagnóstico. A ellos tampoco les gusta este modelo de liberalización.
Reunión de pastores, oveja muerta.
La diferencia es que a nosotros no gustándonos hemos sido los más papistas de todos. En España hemos
abierto las líneas y han entrado dos competidoras. No han pasado en ningún país de Europa. En Francia
para entrar nos las vemos y nos las deseamos. De hecho, nos han hecho re-homologar material francés
para operar en las líneas a Lyon. Un material que venía trabajando en España desde la Madrid-Sevilla
del 92. Pero en francés, Alstom, perfectamente reconocible. Tuvimos que re-homologarlo para
volver a entrar en Francia y ahora obviamente nos están obligando, esto sí tiene sentido, a homologar
los Talgo 106 de rodadura fija que vamos a llevar a París. No encontramos reciprocidad.
Nuestros trenes se reparan en España, los que trabajan en Francia. Los trenes de Huigo
se reparan en Villaverde, en Madrid. En fin, yo creo que todo esto hay que reconducirlo.
En este segundo argumento, Óscar Puentes sí puede tener razón. Me parece perfectísimamente
verosímil que el Estado francés intente obstaculizar por todos los medios posibles la entrada de
competidores extranjeros que socaven la posición dominante, la posición de monopolio del operador
francés en Francia. De hecho, Óscar Puente nos narra que se reunió con su homólogo francés y que
a él no le gustaba ese modelo de libre competencia. Por tanto, si no le gusta la libre competencia,
claro que se la querrá cargar. Claro que querrá impedir que, por ejemplo, Renfe pueda entrar en
Francia y pueda competir en Francia ofreciendo servicios tal vez mejores y más baratos en suelo
francés. Ahora bien, que Francia esté bloqueando la entrada de Renfe, que es algo que me parece que
hay que criticar y denunciar en público, no significa que Huigo, por mucho que sea una compañía del
Estado francés, no pueda operar en España ofreciendo mejores precios o mejor servicio a los consumidores
españoles. Son temas distintos. Imaginemos que el Estado francés persiste en bloquear, en obstaculizar,
en dificultar la entrada de Renfe en el mercado francés. ¿Qué ganamos exactamente los consumidores
españoles con que el Estado español bloquee la entrada y la competencia que ejerce Huigo en el
mercado español? Nada. Lo que tendríamos son billetes de tren más caros. Como Francia decide
pegarse un tiro en el pie, es decir, como Francia decide maltratar a sus ciudadanos con billetes de
tren mucho más altos de lo que podrían ser si permitiera la libre competencia de operadoras
extranjeras, hagamos nosotros lo propio y peguémonos también un tiro en el pie. Perjudiquemos a los
consumidores españoles impidiéndoles que puedan comprar billetes de Huigo más baratos que los de
Renfe. ¿Cuál es la lógica en este razonamiento? De nuevo, la lógica parece estar en que el bienestar
de Renfe, por ser una compañía estatal, debe ser priorizado sobre el bienestar de los ciudadanos,
de los consumidores de los viajeros españoles. Si Renfe no puede entrar en Francia, que Huigo no
pueda entrar en España, aunque eso signifique que los consumidores españoles van a pagar mucho
más por sus billetes. Porque el objetivo prioritario es que Renfe pueda operar en Francia,
no que los consumidores españoles puedan viajar dentro de España con billetes mucho más baratos.
Puede que mi discurso haya sido un puñetazo en la mesa, pero hacía falta. Y yo espero que haya
servido y espero que en el medio y largo plazo sirva para reordenar un sector que tiene que
pensar en su sostenibilidad a medio y largo plazo. En efecto, el discurso de Óscar Puente suena a
puñetazo encima de la mesa. A puñetazo matonil encima de la mesa contra aquellas empresas que osan
ejercer la competencia contra Renfe y ganarle en el mercado que ha monopolizado Renfe durante décadas.
No perdamos de vista que Óscar Puente ahora mismo es el regulador español que tiene competencias para
hacer y deshacer dentro del sector ferroviario español en potencial perjuicio de esos competidores.
Por eso, las amenazas que está lanzando en público Óscar Puente suenan mucho a eso de
quien se mueva no sale en la foto. Cuidadín con replicar lo que está diciendo el ministro,
porque si replicáis al ministro, aunque esté diciendo barrabasadas, vais a salir perjudicados.
O volvéis a subir los precios para que la diferencia con Renfe no sea tan acusada y,
por tanto, para que Renfe pueda volver a subir los precios. Es decir, o nos comportamos como un
cártel que busca subir todos los precios exprimiendo a los consumidores, o si persistís en competir,
deslealmente, claro, en contra de Renfe, os vamos a perseguir. Por eso creo que hay que celebrar que,
al menos hasta el momento, estas empresas no se hayan achantado ante el comportamiento mafioso
del ministro del ramo, de Óscar Puente. En el caso concreto de Wigo, no sólo ha replicado
puntualmente todas las falsas acusaciones que ha lanzado el ministro en su contra, sino que,
además, hoy mismo ha redoblado la apuesta. Hoy Wigo ha comenzado a operar la línea de ferrocarril
Madrid-Valladolid y, como parte de su campaña promocional, de que está operando esta nueva
línea y de que, por tanto, los usuarios habituales de la misma no tienen por qué seguir viajando con el
operador tradicional, con Renfe, sino que también pueden empezar a operar con Wigo, como parte de su
campaña promocional, ha decidido lanzar la oferta de que, durante las próximas dos semanas, el billete
de tren Madrid-Valladolid costará para todos los viajeros un euro. Al gobierno esto no le ha hecho
ninguna gracia, más que nada porque parece que Wigo está persistiendo en esa campaña de precios bajos
que tienen, al menos inicialmente como claro propósito, penetrar en un mercado que, hasta el
momento, estaba totalmente copado por Renfe. Está claro que estos precios de un euro Madrid-Valladolid
no son precios sostenibles a medio plazo, pero son el equivalente a una enorme campaña publicitaria
para anunciar que los viajeros pueden viajar con ese nuevo operador, con Wigo, que está ofreciendo
servicios ferroviarios Madrid-Valladolid. Está invitando a la gente a que pruebe gratis, o prácticamente
gratis, los servicios de tren Madrid-Valladolid. Porque si prueban y les gusta, en el futuro pueden repetir.
Y a esto es a lo que el gobierno llama dumping, que simplemente significa que estas compañías le están
quitando cuota de mercado a Renfe a través de mejor calidad o de mejores precios que este operador
público que ha castigado a los consumidores españoles con su poder de monopolio durante décadas.
Y como el gobierno había amenazado a Wigo con que no siguiera haciendo este tipo de cosas,
con que no intentara ganar demasiada cuota de mercado frente a Renfe, ofreciendo billetes más
baratos que los que quiere y puede, si no cambia su operativa interna, ofrecer Renfe, pues ya de
momento han vetado la participación de representantes del gobierno en esta inauguración del servicio
ferroviario Madrid-Valladolid por parte de Wigo. Que cuidado, no es que me parezca mal que no haya
representantes del gobierno. Esto es un servicio privado y, por tanto, sobran los miembros del
gobierno. Sin embargo, mucho me temo que este no es el trato que suelen dar los miembros del gobierno
cuando una empresa privada inaugura algún servicio de estas características. Es decir, aquí sí está
habiendo un trato discriminatorio en contra de Wigo como represalia política por el hecho de no
ajustarse a las exigencias que el gobierno le ha mandatado en público. Y desde luego que ningún
cargo del gobierno haya participado en la inauguración de este servicio Madrid-Valladolid por parte de
Wigo será, en todo caso, la menor de las represalias que esta compañía podrá esperar en España. Y
precisamente porque esta compañía se expone a represalias injustas, arbitrarias de este gobierno
por no agachar la cabeza ante sus caprichos, creo que merece la pena poner en valor esta
actitud. Hasta que el gobierno consiga cargarse como quiere cargarse, como ha dicho que quiere
cargarse la competencia en el ámbito ferroviario, disfruten de ella.