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Yone Belarra, ministra del Gobierno de España, nos ha revelado que prefiere no comprar en
Mercadona, empresa de un capitalista sin escrúpulos como Juan Roch.
En cambio, opta por comprar en una cooperativa sin ánimo de lucro, ecofeminista y sostenible,
como es la garbancita ecológica.
Pero, ¿realmente los precios de la garbancita ecológica son apreciablemente más bajos
que los de Mercadona?
Veámoslo.
¿Te acuerdan de estas declaraciones de la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030,
Yone Belarra?
Es indecente, compañeros y compañeras, que las grandes empresas de la distribución en
España, que los supermercados como Mercadona o como Carrefour, se estén haciendo de oro
a costa de la crisis económica derivada de la guerra de Ucrania.
Es indecente que el señor Juan Roch se esté llenando los bolsillos siendo un capitalista
despiadado.
Y hay que decirlo claro, son capitalistas despiadados, tenemos que frenarles los pies.
A raíz de estas palabras, podemos iniciar una campaña de ataques y de desprestigio
contra las cadenas de supermercados españolas, personificadas en la figura del multimillonario
sin escrúpulos Juan Roch, que concluyó recientemente en la propuesta de crear un
supermercado público que permitiera bajar de manera muy sustancial los precios que abonan
los consumidores en los supermercados debido a la ansia desmesurada de beneficios de Juan
Roch y compañía que se estaban haciendo de oro a cuenta de la guerra en Ucrania.
En vídeos anteriores ya hemos explicado largo y tendido que estas acusaciones de Podemos,
contra Mercadona u otros supermercados españoles están completamente infundadas, dado que
el margen de beneficio sobre cada euro vendido de las cadenas de supermercados españolas
es muy bajo.
En el caso de Mercadona, ya lo explicamos, apenas gana 3 céntimos de euro por cada euro
de ventas.
Si al final Mercadona termina ganando mucho dinero, no es porque su margen sobre cada
euro vendido sea muy elevado, sino porque vende muchísimos euros.
Pero bueno, al margen de cuáles sean las cuentas de resultados de las empresas, una
réplica bastante común, bastante frecuente que se puede dirigir contra este tipo de
argumentos es la siguiente.
Si John Ebelarra cree que los precios de Mercadona son demasiado altos, son disparatados, son
precios abusivos, ¿por qué no compra en otro supermercado?
Y a su vez, una contrarréplica bastante habitual frente a esta primera réplica, es decir,
que no se puede comprar en otros supermercados porque Mercadona ya copa el 25% de todo el
mercado de la distribución, de modo que a efectos prácticos es un oligopolio.
De hecho, la propia John Ebelarra ha comenzado a llamar recientemente a Juan Roch Capo refiriéndose
a que los supermercados son una especie de mafia cartelizada que saquea a los ciudadanos
coordinándose todos ellos en elevar los precios a la vez sin ninguna otra justificación que
su ansia infinita de beneficios.
Sin ir demasiado lejos, hace unos días John Ebelarra en una entrevista para el diario
El País reiteró su calificativo de Capo a Juan Roch, pero a su vez también nos enteramos
de que John Ebelarra no es totalmente rehén de esta mafia de supermercados de grandes
cadenas de distribución porque, haciendo uso de su libertad de elección, efectúa
buena parte de su compra semanal en una pequeña cooperativa de distribución alimentaria llamada
La Garbancita Ecológica.
Como os decía, podemos leer en El País lo siguiente.
Cuando usted llama Capo a Juan Roch, ¿lo dice en la acepción de jefe de la mafia?
Lo digo en la acepción de cartel, que es como lo han definido las propias empresas,
por ejemplo, de producción de leche, que dicen que están operando controlando tal
parte del mercado que hace que no se pueda competir.
¿Dónde hace usted la compra?
Un poco de todo.
Intento comprar en La Garbancita Ecológica, que es una cooperativa de mi barrio de Vallecas.
Compro bastantes cosas en Carrefour y compran bastante mis padres en Mercadona.
En cierto modo cabría entender que esta cooperativa alimentaria donde efectúa su compra John Ebelarra
es ese tipo de empresa socialmente responsable que antepone el bienestar de los consumidores,
de los trabajadores y de los productores frente a su ansia desmesurada de beneficio económico.
Sería un ejemplo de cómo deberían comportarse las empresas frente a capitalistas sin escrúpulos
como Juan Roch. Y ciertamente, si acudimos a la página web de La Garbancita Ecológica,
encontraremos una descripción de la compañía que encaja bastante bien con los valores públicos
que manifiesta Podemos. Dice su página web, La Garbancita Ecológica es una cooperativa de
consumo responsable agroecológico de Madrid sin ánimo de lucro, es decir,
que el beneficio no les importa. Autogestionada, popular, ecofeminista y de responsabilidad
compartida a agricultores consumidores. Impulsamos economía social desde la educación,
la innovación y la autonomía. Ofrecemos una tienda online con más de mil referencias y
logística para dar servicio a familias, grupos de consumo, escuela y consumidores colectivos.
Tenemos un almacén de 300 metros cuadrados en Madrid, Vallecas, que abre de martes a sábados.
De 70 proveedores, 5 son miembros de la cooperativa y un transportista logista nos
acompaña desde nuestra actividad de grupos autogestionados de consumo hace más de 15 años.
Con ellos construimos relaciones cooperativas preferentes.
Y por ahondar en los valores de esta empresa, podemos seguir leyendo. Valores. Alimentos de
temporada y cercanía. Biodiversidad. Fertilidad de la tierra. Comercio y precios justos para
los agricultores y asequibles para consumidores. Esto es lo que promete Podemos, que los agricultores
cobren más y los consumidores paguen menos de lo que están pagando en Mercadona. Certificación
ecológica oficial y participativa. Investigación. Estudio. Elaboración y comunicación social.
Diálogo-campo-ciudad. Seguridad y soberanía alimentaria para todas las personas y todos
los pueblos. Así como igualdad de género y trabajo digno. Trazamos una línea divisoria
conceptual entre la agricultura ecológica globalizada y mercantilizada Consejo Oficial
y la agroecología campesina sostenida por consumo, logística, distribución, cocina y
nutrición responsables que propician ecosistemas sostenibles y bienestar humano. Todo este párrafo,
por cierto, es en un solo punto. Si me permiten el consejo, dividan un poquito el párrafo para
que el personal, cuando lo lea, pueda respirar. En cualquier caso, asfixiados o oxigenados,
este es el tipo de compañía que en cierto modo a Podemos le gustaría que prevaleciera entre
los supermercados españoles. Que allí donde no haya un supermercado público o una pequeña
tienda de barrio o propiedad de un autónomo, nos encontremos con este tipo de cooperativas
sin ánimo de lucro, que miran por los consumidores, que miran por sus trabajadores,
que miran por los agricultores y que no buscan avariciosamente el beneficio máximo de los
capitalistas a costa de explotarlos a todos. Y si todo esto es así y Podemos tiene razón,
cabría esperar que los precios de los productos que vende esta cooperativa sin ánimo de lucro
fueran mucho más asequibles que los precios a los que vende ese capitalista sin escrúpulos,
que es Juan Roch, a través de Mercadona. Bueno, pues vamos a hacer una comparativa
entre los precios de los productos de la garbancita ecológica y los precios de los productos de
Mercadona. A ver si es verdad que la garbancita ecológica es mucho más asequible para los
consumidores gracias a que no persigue el ánimo de lucro. Sigamos, una docena de huevos de gallinas
camperas. En Mercadona tiene un precio de 2,69 euros y en la garbancita ecológica de 4,8 euros,
es decir, que una docena de huevos es un 78% más caro en la garbancita ecológica que en Mercadona.
Un kilo de arroz. En Mercadona, además la marca ha ascendado 1,3 euros el kilo y en la
garbancita ecológica 4,9 euros el kilo, es decir, casi un 300% más caro. Continuemos.
Un kilo de espaguetis, 1,24 euros en Mercadona, además marca ha ascendado y en cambio 3,5 euros
en la garbancita ecológica, por tanto un 180% más caro. En el caso de los plátanos, en Mercadona
estamos hablando de 1,85 euros el kilo, mientras que en la garbancita ecológica están a 2,75
euros el kilo, en este caso el diferencial de precios solo asciende al 50%. Un kilo de zanahorias,
en Mercadona 1,15 euros el kilo y en la garbancita ecológica 2,65 euros el kilo, un 130% más caras.
Un kilo de lentejas, 2,20 euros en Mercadona versus 3,05 euros en la garbancita ecológica,
un 38% más caras. Aceite de girasol, 1,75 euros el litro en Mercadona, mientras que la botella de
dos litros en la garbancita ecológica, eso sí, aceite de girasol virgen extra, cuesta 12,25 euros,
es decir, que el litro sale a 6,10 euros y por tanto es un 250% más caro. Aceite de oliva virgen
extra, la garrafa de 5 litros tiene un precio de 17,35 euros en Mercadona, por tanto el precio
por litro es de 5,8 euros y en cambio la garrafa de 5 litros en la garbancita ecológica tiene un
precio de 47,7 euros, por tanto el precio por litro es de 9,5 euros o un 65% más caro.
Y por último, una bandeja de aproximadamente 1,2 kilos de pechuga de pollo en Mercadona tiene un
precio de 6,95 euros, es decir, unos 5,79 euros el kilo. En cambio, una bandeja de pechuga de pollo
en la garbancita ecológica tiene un precio de, atención, 16,45 euros. Pero es que eso no es todo,
esos 16,45 euros son el precio de una bandeja que pesa entre 400 y 600 gramos, es decir,
que es el precio aproximadamente de medio kilo de pollo. Por tanto, el kilo de pechuga de pollo
en la garbancita ecológica sube a prácticamente 33 euros el kilo, frente a los 5,8 euros el kilo
en Mercadona, un 460% más. Podríamos continuar, pero creo que todos más o menos nos hacemos una
idea de por dónde van los tiros. La garbancita ecológica es un supermercado cooperativo sinánimo
de lucro, ecofeminista, sostenible, que remunera a productores e intenta bajar precios para los
agricultores, que es muchísimo más caro que esa avariciosa sociedad mercantil dirigida por un
capitalista sin escrúpulos que busca explotar inclementemente a trabajadores, agricultores y
consumidores que es Mercadona. Por supuesto, uno podrá preferir comprar en la garbancita ecológica
porque considere que la calidad de los productos que ofrece este supermercado cooperativo es muy
superior a la de los productos que ofrece Mercadona. Podría ser, no he experimentado con ellos y,
por tanto, ni siquiera puedo dar mi opinión personal. Pero en cuanto a precios populares,
desde luego la garbancita ecológica, supermercado, cooperativo, sinánimo de lucro,
no bate en absoluto a Mercadona. Entonces, si esto es así, ¿cómo puede John E. Bellarra,
que está pagando en la garbancita ecológica precios que duplican, triplican, cuadruplican o
quintuplican los precios de Mercadona? ¿Cómo puede decir que en Mercadona se han disparado
los precios meramente por la avaricia sin límites de ese capitalista sin escrúpulos que es Juan
Roch? Es decir, ¿cómo se puede escandalizar por los altísimos precios de Mercadona cuando,
en el supermercado en el que ella hace la compra, los precios duplican, triplican,
cuadruplican o quintuplican esos altísimos e inaceptables precios de Mercadona? Algo no encaja
aquí. Si los precios de Mercadona te parecen inaceptablemente altos, los de la garbancita
ecológica te deberían parecer mucho más inaceptablemente altos. Si los de Mercadona
son inasumibles para la familia media española, ¿qué serán los de la garbancita ecológica?
Y si los precios de la garbancita ecológica no te parecen inaceptablemente altos, sino unos
precios justos, ellos mismos los califican así, con los que remuneran bien a los agricultores y
con los que ya hacen un esfuerzo por reducir al máximo sus márgenes de beneficio y poder vender
barato a los consumidores, ¿qué será entonces lo que les está ofreciendo a día de hoy Mercadona
a esos mismos consumidores? Al final es todo bastante sencillo. Si uno entiende que la
garbancita ecológica ha de cobrar esos precios por sus productos no para forrarse escandalosamente,
sino para cubrir sus costes, ¿por qué en el caso de Mercadona, que cobra precios muy muy muy inferiores,
se considera que la subida de precios que ha ejecutado durante el último año no es para
cubrir sus costes, sino para incrementar los beneficios de Juan Roch. En definitiva,
se demoniza a los capitalistas que venden barato y se idolatra a las cooperativas que venden caro.
Lo que cuenta no es el qué, sino el quién. Lo que cuenta no es si Juan Roch vende más barato que la
garbancita ecológica. Lo que cuenta es que Juan Roch es un capitalista y la garbancita ecológica
una cooperativa de trabajadores ecofeminista y que busca el comercio y los precios justos.
Y, oye, que está muy bien que cada uno compre donde le dé la gana, libre competencia y libre
mercado. Lo que no está tan bien es que una ministra del Gobierno de España coloque en la
picota a un empresario español diciendo esto… —Es indecente que el señor Juan Roch se esté
llenando los bolsillos siendo un capitalista despiadado. —Cuando sus propios actos,
sus propios hechos, sus propias decisiones de compra acreditan que sabe que está mintiendo.
¡Es indecente!