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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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El presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, asegura ante la tragedia natural
y social de Valencia que todos somos Estado.
¿Pero por qué está sacando precisamente ahora a relucir Pedro Sánchez esta frase que
conecta típicamente con el pensamiento fascista del siglo XX?
Veámoslo.
A raíz de la absolutamente desastrosa gestión de la tragedia de Valencia por parte del Estado
español, Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, ha salido a la palestra a adoctrinarnos
con la idea de que, en el fondo, en última instancia, el Estado somos todos.
Yo siempre hablo de que el Estado somos todos. El Estado somos todos. Y esto es muy importante
reiterarlo una y otra vez, cada vez que tengamos ocasión de hacer y de hablar a los ciudadanos
del Estado somos todos. Estamos viendo ahora mismo algunas campañas en redes sociales de
que solo el pueblo ayuda al pueblo. El Estado somos todos. Lo es la gente que, trabajando
en una empresa privada, paga sus impuestos, son los empresarios también que pagan sus impuestos
para que, precisamente, ante situaciones como esta, el Estado responda de manera eficaz y
de manera equitativa. Yo recuerdo durante la pandemia, a las ocho de la tarde, todos los
ciudadanos de Valencia y del resto de España nos convocábamos en los balcones para aplaudir
a los profesionales sanitarios. Hoy hay que hacer lo mismo con todos los servidores públicos,
de todas las administraciones públicas que están trabajando codo con codo, con los vecinos
y vecinas, con las ONGs, a los cuales toda esta amalgama de desinformadores y de bulos
lo que hacen es señalar, injustamente, bueno, todos somos Estado.
La idea de que todos somos Estado es, de primero, de totalitarismo. Si todos somos Estado, si no
hay nada que no sea Estado, entonces el Estado, la política, lo ocupa por definición todo. Justamente
la separación entre la sociedad civil y el Estado permite delimitar ámbitos dentro de
esa sociedad civil que no forman parte de la actividad estatal, que no son Estado. Ámbitos
donde, en consecuencia, el Estado ni es, ni está, ni ha de estar. Pero si se nos dice que todo es
Estado, entonces, por definición, el Estado está en absolutamente todas partes y puede y debe inmiscuirse
en absolutamente todo, porque no hay nada que quede fuera al margen del propio Estado. Y lo llamativo
es que, siendo esta una de las premisas de cualquier totalitarismo, la erradicación de ámbitos sociales
puramente privados, no públicos, no sometidos al dictat estatal, ahora, desde Moncloa, o desde el aparato
propagandístico de la Moncloa, se nos está diciendo que la visión contraria a esta, la visión de que,
afortunadamente, no todos somos Estado ni todo es Estado, que eso, que decir cosas como que sólo
el pueblo salva al pueblo, es decir, que la sociedad civil, al margen del Estado, puede salvar a la
sociedad civil, que eso sí es totalitarismo y, más en concreto, una clase de totalitarismo, el fascismo.
Escuchen, si no, este comentario en la cadena SER, que se producía en paralelo a esta nueva consigna de
Pedro Sánchez de que todos somos Estado.
Y por no hablar de periódicos aparentemente muy serios, diarios de papel aparentemente muy serios,
que dan pábulo a personajes que, de un modo, si se quiere, un poquito más sutil, pero que apelan a este
discurso. Aquí, en fin, los políticos, todos fuera, todos son la misma, en fin, la misma caca, ¿no?
Este, pero el pueblo salvará al pueblo, que es fascismo puro, si es que ya, si es que lo conocimos
en los años 20 del siglo pasado. El mensaje de que el pueblo salva al pueblo y que el Estado no
salva al pueblo es un mensaje fascista. En cambio, al parecer, el mensaje de que todos somos Estado es
un mensaje muy antifascista y muy progresista. Bueno, pues juzguen ustedes. ¿Cuál de estos dos
mensajes, el pueblo salva al pueblo y todos somos Estado, se parece más a la doctrina fascista, tal como
la expuso el propio Benito Mussolini? En la doctrina del fascismo, escrito por Benito Mussolini, podemos
leer lo siguiente. Siendo antiindividualista, la concepción fascista se pronuncia por el Estado.
Y se pronuncia por el individuo en cuanto éste coincide con el Estado, que es conciencia y
voluntad universal del hombre en su existencia histórica. El fascismo está en contra del
liberalismo clásico, que surgió de la necesidad de reaccionar contra el absolutismo y que terminó
su función histórica desde que el Estado se transformó en la conciencia y voluntad populares.
El liberalismo negaba al Estado en interés del individuo particular. El fascismo reconfirma
al Estado como verdadera realidad del individuo. Y si la libertad ha de ser atributo del hombre
real y no de aquel abstracto fantoche en el cual pensaba el liberalismo individualista,
el fascismo se pronuncia por la libertad. Se pronuncia por la única libertad que puede ser
una cosa seria, a saber, la libertad del Estado y del individuo en el Estado. Ello en razón
de que, para el fascista, todo reside en el Estado y nada que sea humano o espiritual existe y tanto
a menos tiene valor fuera del Estado. En este sentido, el fascismo es totalitario. Y el Estado
fascista, síntesis y unidad de todos los valores, interpreta, desarrolla e incrementa toda la vida
del pueblo. O de manera aún más clara en su discurso conmemorando los tres años de la marcha
sobre Roma pronunciado en Milán el 28 de octubre de 1925, la idea central de nuestro movimiento es el
Estado. El Estado es la organización política y jurídica de las sociedades nacionales y se expresa
en una serie de instituciones de diversos tipos. Nuestra fórmula es esta. Todo en el Estado, nada fuera
del Estado, nada contra el Estado. ¿Qué se parece más a estas reflexiones musolinianas, fascistas,
sobre la relación entre sociedad y Estado? ¿La frase de que sólo el pueblo salva al pueblo porque el
Estado es un inútil y no ha hecho nada? O la frase de todos somos Estado. Creo que salta bastante a la
vista, salvo acaso para los ciegos propagandistas socialistas de la cadena SER. Sea como fuere,
¿a qué viene ahora esta reivindicación de Pedro Sánchez de que todos somos Estado? ¿Qué pretende
conseguir trasladando este mensaje fascista a la opinión pública? Bueno, más allá de que esté
aprovechando las trágicas circunstancias de Valencia para insuflar en la población parte de su ideología,
y su ideología desde luego conecta con esta máxima fascista de que todos somos Estado, más allá de eso,
creo que existe un intento deliberado, en este caso, de tratar de socializar méritos y,
también de socializar culpas. En primer lugar, si todos somos Estado, entonces los voluntarios de
la sociedad civil que han acudido en masa desde el primer momento a rescatar a los valencianos
devastados por esta gota fría, entonces esos voluntarios y sus heroicas acciones también son
acciones meritorias del propio Estado. Vamos que el Estado español se puede colgar la medalla de haber
funcionado muy bien gracias a que los ciudadanos han reaccionado con rapidez ante la inoperatividad
de las administraciones públicas españolas. Pero como la sociedad civil también forma parte del Estado,
no solo las administraciones públicas, pues entonces el conjunto del Estado, sociedad civil
más administraciones públicas, no ha operado tan mal. Una parte de ese Estado operó muy bien. Claro,
la parte que en realidad no es Estado, que es sociedad civil. Y en segundo lugar, si todos somos Estado y
el Estado ha fallado en la gestión de esta tragedia social, pues entonces todos tenemos parte de
responsabilidad en ese fracaso. Por ejemplo, si el Estado ha fallado porque, según nos dicen, no tiene
suficientes recursos para anticipar o para paliar los efectos de estos desastres naturales, pues
entonces, claro, los contribuyentes también somos corresponsables de este fracaso por no haber pagado
suficientes impuestos, algo que seguro nuestros políticos remediarán en el futuro. En suma, dado que
pocas veces, como en esta tragedia natural y social, se ha visto con tanta claridad el contraste
entre, por un lado, una sociedad civil que ha reaccionado con rapidez y con eficacia a la hora de rescatar,
de salvar a sus conciudadanos, y por otro lado, la negligencia y la ineficacia de un aparato estatal
incapaz de proteger a aquellos ciudadanos a los que se hablea a impuestos con la promesa de que
los hablea a impuestos, entre otras cosas, para protegerlos frente a este tipo de desastres,
como el contraste entre la sociedad civil y el Estado no ha podido ser mayor hasta la fecha,
pues el Estado ha de construir una narrativa para justificar sus propios fiascos. Y esa narrativa
pasa, por un lado, por tratar de apropiarse de méritos que no son suyos y, por otro lado,
por tratar de externalizar responsabilidades que sí son suyas. De ahí el cuento totalitario y
estatista de que el Estado somos todos y de que, por tanto, esta crisis la hemos afrontado todos como
Estado. Y no. Justicia implica dar a cada uno lo suyo. Y en este caso, darle a cada uno lo suyo
supone darles reconocimiento, agradecimiento y honorabilidad a aquellos miembros de la sociedad
civil que se han acercado a la zona devastada por la gota fría y que han aportado mucho o poco,
pero han aportado algo para tratar de levantar ese desastre. Y, a su vez, darle a cada uno lo suyo
también supone exponer la negligencia, la culpa, la responsabilidad, la desvergüenza de la clase
política nacional que ha dejado desatendida durante prácticamente dos semanas a esa zona y a sus
ciudadanos, a sus residentes, devastada por una tragedia natural que no fueron capaces de anticipar.
Mezclar los méritos con los deméritos, el honor con el deshonor, la proactividad fraternal con la
pasividad negligente no es justicia, es vileza e impunidad.
¡Gracias!
¡Gracias!
¡Gracias!
¡Gracias!